Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

domingo, 24 de julio de 2016

La salud del ser humano en la época de las hiper-aglomeraciones

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Un dato adicional que no podemos soslayar, toda vez que hablamos de la salud de la población habitante de nuestra “nave espacial”, es la cantidad de gente que habitaba el mundo a principios del siglo XX, y el crecimiento de esa cifra a comienzos del siglo XXI. “El hecho de las aglomeraciones” considerado en toda su amplitud y complejidad es, que de poco menos de 1000 millones de habitantes el mundo pasó a albergar más de 7 mil millones. Esto significa la más desbordante aglomeración de personas, lo que es decir de pensamientos, deseos, emociones, frecuencias vibratorias, expectativas y necesidades, que haya existido en la historia de la humanidad, al parecer para su perjuicio y el del propio planeta; un hábitat, una naturaleza, por cierto, que al haber quedado separada del ser humano por la modernidad, fue alienada de nosotros siendo nuestra fuente primordial de vida.

Hablando de populosas masas, mientras publico este texto leo que ha fallecido la madre del terrícola número 7 mil millones Piotr Alexéevich Nikoláev, quien nació el 31 de octubre de 2011. Se trata de la rusa Elena Nikoláeva, quien falleció en Kaliningrado por complicaciones de un cáncer de mama.

Lo más alarmante, como puede ver, es que si se trata de una tendencia, acelerada de forma espeluznante en las últimas tres décadas, la proyección indica que para hoy los diagnósticos deben estar en 500 personas de cada 1000, lo cual nos dice que la mitad de la población tendrá esta enfermedad en algún momento de su vida. Nada alentador ¿cierto? Y tratándose de una realidad verificada, hemos de decir que si bien esto no pretende ser una crítica anti-moderna o pre-moderna, definitivamente pone en evidencia lo que terminó ocurriendo con el mundo en la última transición de siglo; un mundo que para nadie es secreto ha sido dirigido, y en gran medida lo sigue siendo, por un conjunto de ideas que podemos resumir en algunas viejas palabras, aunque parezcan siempre dotadas de un insuperable aire vanguardista, como si siempre representaran lo nuevo: progreso, desarrollo, urbanización, conocimiento experto, orden, industrialización, tecnología, individuo, razón, Estado-nación, capital, mercado, etc.

Pareciera que nadie vio matrix, como lo sugiere el libro de Graziano; aunque, al contrario, todos vimos matrix o todos la estamos viendo; estamos en ella, pero hay resistencia.

García publica su artículo en septiembre de 2014, año que la Organización Mundial de la Salud estimó terminaría con 20 millones de personas padeciendo cáncer, lo cual significa un incremento abismal de los enfermos que, sin embargo, no inmuta a las organizaciones mundiales ni a las universidades. Así como el economista Walter Graziano, en las primeras páginas de su obra Hitler Ganó la Guerra, se preguntó por qué si el economista −premio Nobel cuya vida fue llevada al cine en Una mente brillante (2001)− John Nash demostró matemáticamente que la teoría económica clásica de Adam Smith estaba errada, esta seguía siendo la base fundamental de las ciencias económicas y de su enseñanza en las principales universidades del mundo, García deja en el aire la inquietud sobre la ausencia de reflexión y cambio por parte de los responsables mundiales de la sanidad mundial, institucionales y académicos, quienes “siguen buscando en el mismo callejón sin salida de la medicina sintomática y biologicista.”

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miércoles, 20 de julio de 2016

"El cáncer, la guerra oculta": ¿qué pasó en las últimas décadas del siglo XX?

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Para continuar esbozando el actual panorama sanitario y darle curso a la incursión en eso que realmente somos, pasamos al comentario del artículo de @AngelCuantico publicado en septiembre de 2014, intitulado “El cáncer: la guerra oculta”, que contiene las ideas clave del paradigma emergente y la crítica del predominante. Veamos en esta parte, cómo se ha comportado la enfermedad desde 1800 hasta nuestros días

 El texto comienza con una estadística general sobre la enfermedad que parte del año 1800 hasta la actualidad. En este año, período en el que América entera, en particular la América que había sido española, entraba en un largo proceso político y militar que terminaría por lograr su independencia del reino de España, por cada 1000 personas se le diagnosticaba cáncer a 50. El contexto europeo en esta transición de siglo no era menos convulso. El llamado “viejo continente” había atravesado diversos procesos desde que el navegante genovés, en su viaje al oriente se topara con una isla del mar Caribe. Esto ocurrió finalizando el Quattrocento, que había sido el siglo del gran movimiento o explosión cultural conocido como el Renacimiento, el cual marcaba una ruptura con la época anterior, etiquetada como “edad media” por la nueva historiografía moderna. Después de este gran movimiento se suscitó la Reforma protestante, la oposición a esta y las consiguientes guerras religiosas, la llamada Ilustración; la primera Revolución industrial y el terremoto político de la Revolución francesa.

Para 1800, habían ocurrido los primeros alzamientos contra el régimen español en las Américas; los negros de Haití se habían alzado como la primera nación independiente de América Latina, y en Europa el terror de Robespierre y la sacudida provocada por la rebelión burguesa y antimonárquica preparaban el terreno para el advenimiento de Napoleón Bonaparte. El imperio español entraba en decadencia frente al poderío inglés, quienes se convertirían en el imperio expansivo mundial hasta mediados del siglo XX. Recordamos el contexto porque fue justo en este período donde se consolidó la visión de mundo estandarte de la modernidad; donde nacería el mito del progreso indetenible de la ciencia y la técnica; donde se configurarían la clásica dualidad de la modernidad: civilización-barbarie; donde se daría inicio al proceso de división espacio-temporal, división intelectual del saber y división del trabajo que se convertirían en el nuevo Zeitgeist de la época. La ciencia positiva y la técnica cobraban cada vez más preeminencia, y la visión mecanicista del universo heredada de Newton impregnaría con todos sus engranajes cada vez más aspectos de la vida del ser humano.

Para 1900, por cada 1000 personas se le diagnosticaba cáncer a 60. La cifra se había incrementado en 10 personas, lo cual no parece un gran incremento si consideramos que transcurrió la apreciable cantidad de tiempo de 100 años. Sin embargo, lo que ocurriría en la venidera centuria con los diagnósticos marcarían una tendencia que es la que sigue dominando en la actualidad. Para 1980 ya eran 80 las personas diagnosticadas por cada millar. El incremento había sido de 20 seres, el doble en comparación al período anterior, y para ilustrar lo que ocurrió a partir de 1980, cito al Dr. García: “… en los próximos 20 años algo pasó en el mundo que esa cifra creció alarmante y groseramente. Para el año 2000, en los comienzos del siglo XXI, de cada 1000 personas ya se le diagnosticaba cáncer a alrededor de 350, en sólo 20 años la cantidad de personas que enferman de patologías oncológicas se cuadruplicó”.

¿Qué fue lo que pasó? ... 

jueves, 7 de julio de 2016

El tesoro de la salud: información, esperanzas y nuevos paradigmas

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Con todo, hay razones para ser optimistas. La época que despunta para la humanidad luce compleja y desafiante. Distintas “verdades incómodas” se están difundiendo o están viendo cada vez más luz gracias a gente valiente que consagra cada día de su vida a formarse y a decir estas verdades incómodas; y gracias a la Internet, hoy la más inconmensurable fuente de información de la humanidad. Es cierto que la red sirve para muchas cosas, pero nos permite acceder a información valiosa que antes ni soñábamos en conocer. Tanto así es, que ahora tenemos la capacidad de transformar esta superabundancia de datos en conocimiento útil para expandir la conciencia sobre nosotros mismos, siempre con el propósito de vivir una vida plena de abundancia, bienestar y significado. Convertir la información en conocimiento, y este en una propuesta organizada para crecer, en todos los sentidos, hoy es factible en medio de la confusión y las trampas que tienden las narrativas basadas en una realidad mutilada o parcial.

Uno de los nuevos caminos que se abre para la humanidad en esta era que despunta, es la de conocer las posibilidades para nuestra salud, crecimiento y expansión como seres humanos que ofrece el nuevo paradigma científico −que no es en realidad tan nuevo sino poco rentable−; un modelo, enfoque o visión que tiene mucho que aportar a nuestra vida, y en particular al tratamiento de una enfermedad como el cáncer que, como dice el Dr. Ángel García, “no mata; mata son otras cosas.

Entre los gurús que mencioné al principio que vienen arrojando luz sobre este tema tan importante para nuestra vida está el Dr. Ángel García. Este ser de luz, médico traumatólogo de profesión, lleva alrededor de quince años desarrollando lo que ha denominado la “Medicina de la Conciencia”, investigando y profundizando particularmente en el tratamiento del cáncer desde las posibilidades abiertas por la física cuántica. La propuesta de García consiste en un replanteamiento del abordaje de la enfermedad, un nuevo enfoque que parte, entre otras cosas, del hecho incontestable de que el ser humano es mucho más que un cuerpo y una mente; más que una maquinaria dirigida por un órgano complejo situado en la cabeza que llamado cerebro. Una de sus publicaciones clave sobre esta visión que puede consultar, se llama Sanar el alma, curar al cuerpo. Cómo sobrevivir al cáncer. No obstante, para continuar dibujando el actual panorama sanitario y continuar la incursión en eso que realmente somos, comentaremos un artículo de García publicado en septiembre de 2014, intitulado “El cáncer: la guerra oculta”, que por decirlo así, contiene las ideas clave de esta visión y la crítica de la predominante, comenzando por los respectivos datos diagnósticos.

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domingo, 3 de julio de 2016

La política y la salud: conceptos, paradigmas y palabras en lucha

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La propuesta del presidente uruguayo suena muy profesional y completa. Al escucharla, o al leerla, no pareciera quedar nada por fuera; sin embargo, cada uno de los planteamientos, cada una de las palabras puede significar algo distinto dependiendo de la visión que esté detrás, del sustento científico, del paradigma que este en la base. Por ejemplo, “promover educación” qué significa hoy día exactamente, ¿inclusión en el sistema de instrucción predominante hoy?; ¿de qué hablamos cuando hablamos de diagnóstico a tiempo, tratamiento y rehabilitación?

    Mejor aún, ¿de qué hablamos cuando hablamos de estrategias sistémicas para batir la pobreza y generar inclusión social?, ¿se trata acaso de una propuesta socialista? Solo esta parte de la propuesta de Tabaré nos llevaría de nuevo a los eternos debates teóricos capitalismo vs. socialismo o, más recientemente, pachamamismo vs. extractivismo; habría que decir que la gente sigue enfermando y falleciendo, por lo que más bien parece que habría que empezar a pensar “fuera de la caja”, superando los condicionamientos históricos de un debate contaminado al extremo de propaganda, etiquetas históricas y destructivas luchas por el poder. Y entre la propaganda y la lucha política, todo con los medios de comunicación en el centro del proceso, quien ha resultado más afectada es la salud de la población.

    Batir la pobreza y generar inclusión social debería ser la prioridad para cualquier gobierno de cualquier signo. El gran reto sería hacerlo con un propósito que vaya más allá de los intereses políticos y con una visión a largo plazo. Esto significa practicar una verdadera co-responsabilidad en los procesos de inclusión. El problema, a fin de cuentas, es el de los sistemas y espectros políticos. El signo de los gobiernos del futuro, en el corto-mediano plazo, deberá situarse en un lugar distinto a los que ofrece el espectro tradicional que va desde el extremo derecho al extremo izquierdo. Deberá estar ubicado en el lugar de la amplitud y la diversidad, en el lugar de la gente; en el lugar del pueblo, en un sentido amplio; en el propósito de elevar la conciencia, que no es condicionar las mentes. Porque recordemos, en Occidente la gente está enferma, la gente está muriendo.

Más allá de las palabras, de la elegancia, del performance de nuestra sociedad tecno-científica, hay un diagnóstico nada alentador; nos invade la sensación poderosa de que algo equivocado debemos estar haciendo para haber llegado a esta situación. Y lo peor de todo es que no parecemos estar en capacidad de romper con lo que tenemos que romper para cortar las proyecciones nefastas que se vislumbran para 2030. Es como si nos hubiéramos montado en un tren hipersónico intercontinental, maravilloso y ultramoderno, en el cual la pasamos muy bien y desde cuyas ventanas podemos ver paisajes increíbles, para luego darnos cuenta que no podemos bajarnos y que nuestro destino es una aparatosa colisión; la muerte, pues.

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