Las criticas llueven, como lluvia acida, bajan por las torrenteras y resquebrajan escaleras de las viejas y nuevas comunidades, llevándose así todo a su paso; algunos aduladores de los príncipes y reyes se apartan para no ensuciarse sus lujosos zapatos o no se bajan de sus costosos vehículos para no llenarse de ese pantano que muchos “Pablo Pueblo” pisamos; dejando nuestras huellas, nos bebemos hasta el agua de esa lluvia acida, la conocemos por su olor y sabor, nos damos el gusto de conocer y aprender a surgir como el ave fénix cuando estamos en graves aprietos y a conocer nuestra propia realidad, que algunos desconocen.
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