Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

sábado, 23 de abril de 2011

El Sr. Pablo Mcdonald*

Cuando José Alejandro abandonó su trabajo como editor en el portal laverdad.com por un cargo en el departamento de relaciones públicas del Ministerio de Asuntos Coyunturales, lo primero que sintió fue como una liberación, como una suerte de alivio, viendo en el horizonte una clara oportunidad para deslastrarse de una actividad que si bien encerraba un proyecto vanguardista y monstruoso -y esto desde un punto de vista revolucionario- mantenía a José en un ámbito de asfixiante virtualidad, como conectado a un universo falso que ilusoriamente se presentaba como la realidad futura, como una especie de fatal porvenir del mundo, duramente incierto aunque seductor en demasía. Adscrito a una organización que respondía al inverosímil nombre de Movimiento Crítico Revolucionario por un Cambio Cultural, y por tanto acérrimo opositor –y hasta enemigo- de todo proceso de cambio de adoleciera de gatopardismo lampedussiano, era capaz de percibir –o por lo menos de intuir- el cambio estructural que sacudía de forma eternamente lenta los diversos espacios y aconteceres de esa sociedad renaciente, intensa, brava y profunda. Desde sus incipientes simpatías con la revolución, se había creado para su análisis –aunque la pudo ver en muchas noches de cerrazón- la imagen de una mujer devastada, arrodillada, y con el espinazo doblado desde hacía mucho tiempo.

Tal figura decadente no le sugirió nunca romanticismo ni arte alguno. Es verdad que le inspiró grandeza desde que la imaginó por primera vez, pero también le transmitió una sensación para la que no encontró mejor nombre que impotencia nostálgica. En sus ojos, de una opacidad que dejaba traslucir una bravura como en hibernación, fulguraba una lucha entre la desesperanza y una renovada voluntad que la sacudía de su derrota amodorrada en movimientos de suave violencia. La mujer en deplorable situación, era una alegoría de su país y siempre pensó que los latigazos de la contrarrevolución eran los dolores que imaginaba sufría esa mujer de miembros entumecidos, cuando en esfuerzos que mucho tenían de providenciales se ponía poco a poco de pie, levantándose como un ave fénix de sus podridas cenizas. La imaginación especular de José Alejandro lo había llevado a pensar que la nueva sociedad, ese glorioso y supraterrenal reino de la liberdad que advendría de acuerdo a las lecturas que había hecho de Marx, se lograría cuando esa mujer alegórica de sus pensamientos estuviera completamente de pie, enhiesta y altiva como un obelisco; sobre si Dios estaba o no interviniendo en ese proceso y si su líder era o no su enviado, su incansable misionero de luz, preguntas que llegó a hacerse en el apogeo borrascoso de sus inquietudes, no eran reflexiones que para él carecían de importancia aunque desde su particular –y hasta singular-punto de vista político, eran afirmaciones que consideraba irrelevantes para una estrategia revolucionaria; para una política de la emancipación, liberadora, pues.

miércoles, 13 de abril de 2011

La unidad cívico-militar y la necesidad del "látigo de la contrarrevolución"

Como bien lo dijo Trotsky, toda revolución necesita del látigo de la contrarrevolución, y el once de abril de 2002 les tocó al gobierno bolivariano y a su principal líder, recibir lo que hasta ese momento había sido el mayor embate de la reacción, un golpe de Estado patronal y mediático que trastocó por breves horas el orden constitucional, y con éste la renovada esperanza de un pueblo que ya venía saliendo del gran foso en que había quedado, luego de décadas de desgobierno y administración pasiva de la realidad. 

Hoy día llama poderosamente la atención, el hecho de que esta reacción se haya levantado frente a un líder cuyo programa político –indiscutiblemente de carácter popular- estaba lejos de ser socialista. El sólo hecho de impulsar políticas públicas orientadas al logro de la justicia social y a la recuperación de la soberanía –y por tanto de la autodeterminación- fue suficiente para que se mostrara el rostro descarnado de una oligarquía intransigente, apátrida, racista, eurocéntrica-pro-gringa y dispuesta a mantener sus privilegios a cualquier precio. Recordemos que, desde la perspectiva teórica, a comienzos de su gobierno el presidente Chávez llegó a ser partidario de la llamada “Tercera vía”, propuesta del inglés Anthony Giddens, conocido “sociólogo de la modernización” que logró en cierta medida revitalizar las tesis socialdemócratas.

¿Ruptura o entendimiento generacional? Una reflexión sobre la experiencia y el poder

Si bien es cierto que la edad –y por tanto la experiencia- constituye un criterio bastante objetivo de autoridad, también lo es el hecho de que, en un contexto de cambio de época, de transformación radical de la sociedad, pero sobre todo de cambio de los viejos paradigmas científicos y de perspectivas de conocimiento (o de toma de conciencia de la tradicional incoherencia de haber estudiado y aplicado teorías importadas de otras realidades) eurocéntricas, surgen y se hacen valer nuevas formas de autoridad relacionadas con maneras de ser, hacer y de pensar, capaces de propiciar las necesarias rupturas emancipatorias, orientadas a la superación de todo aquello que siempre se consideró inamovible, legitimo, prestigioso, acabado; intocable y sagrado.

La experiencia, siempre se considerará un aspecto importante –un criterio siempre válido- al momento de la escogencia y designación de un individuo para su desempeño en tareas de diversa naturaleza. Sin embargo, la misma experiencia (mayor o menor) nos dice que esa experiencia puede muchas veces estar asociada a maneras de entender el mundo, la naturaleza, el arte, la ciencia, la política y la vida en general, que efectivamente llevan una carga positivista, conservadora, estructural-funcionalista o, de otro modo, simplemente contrarrevolucionaria. En este sentido, podríamos destacar la “experiencia de lo actual” y su adecuada interpretación de cara a una posible y necesaria transformación cultural, como un criterio renovado de autoridad asociado siempre al poder.

La experiencia es poder en la medida en que es conocimiento del pasado y sus lecciones, acumulación de información y de datos que, necesariamente, constituyen elementos de juicio importantes para el proceso cotidiano de toma de decisiones a todo nivel. Aquí podemos agregar que, en un mundo en constante cambio donde los conocimientos siempre surgen en contextos espaciales y temporales específicos, y donde se hace necesaria, por ejemplo, la transformación del Estado, de su estructura, sus procedimientos y formas de poder objetivadas en él, muchas veces esa experiencia se convierte en un importante obstáculo para la superación de formas y prácticas institucionales que, de no poder superarse, difícilmente nos permitirían avanzar hacia otro tipo de sociedad. 

lunes, 11 de abril de 2011

Manifiesto del Foro Continental "Comunicación para Vencer al Imperio"

Imagen de infopress.net
La humanidad asiste a un momento en que la ofensiva del imperialismo, ante su crisis y decadencia, amenaza la vida en el planeta. Nunca antes tuvimos tales grados de desigualdad, tal ataque irracional contra la naturaleza ni tal cruzada de envilecimiento de la conciencia social, en momentos en que el desarrollo tecnológico científico emitirá el mayor bienestar.

Frente a esto, los pueblos del mundo se rebelan. Nuestra América encabeza estas luchas de liberación, acompañada hoy por sectores de los pueblos árabes, del resto de África, de Estados Unidos y del continente europeo. Para callar esta rebelión, las fuerzas imperialistas lanzan una feroz ofensiva en el plano de pensamiento y las ideas. La contrainformación, la desinformación, el ocultamiento, la mentira y la manipulación de los hechos, son sus armas fundamentales, contando con un monstruoso aparato mediático global a su servicio, que opera como un invisible ejército de ocupación.

Ante esto, el Foro Continental reunido en Caracas los días 7 y 8 de abril de 2011, propone articular todos los esfuerzos y movimientos sociales para construir una comunicación para vencer al imperio. En ese sentido, desarrollaremos estrategias de corto, mediano y largo plazo y un plan inmediato de trabajo, a la luz de las siguientes conclusiones:

El Golpe de Estado del 11 de abril fue un golpe colonialista y racista

Llamando a la reflexión
El golpe del 11 de abril demostró que ninguna plutocracia está dispuesta a entregar nada por las buenas. Y hablamos de entregar porque efectivamente la grosera apropiación de la gran riqueza de nuestro país por parte de los tradicionales y minoritarios grupos oligárquicos, comenzaba a ser trastocada concretamente por las nuevas condiciones que se creaban, siguiendo las reglas del Estado heredado y desde la llegada del movimiento bolivariano al poder. 

Y si tienen que entregar algo es porque, históricamente y por razones estructurales “de larga duración”, Venezuela –recordemos a propósito del bicentenario- luego de la independencia frente al imperio español, quedó en una situación de franco colonialismo interno que, en mayor o menor medida, se mantuvo hasta finales del siglo XX. Particularmente hasta que hechos como los del Guarenazo y Caracazo, dieran lugar a la toma de conciencia de que la gran mayoría del pueblo venezolano no podía seguir invisibilizado; sobre todo por la imposibilidad de ocultar una rebelión como la del 89.

Ya se sabe que sin esos hechos, nuestro país puede que hubiera sufrido un golpe de Estado de derecha; un golpe militar de derecha, nacionalista en el mejor de los casos y con el riesgo del gorilismo ahí, con el objeto de sepultar el acuerdo aquél de Punto Fijo. Pero sucedió, que el pacto de igual forma terminó y maduró un movimiento político que optó por alcanzar el poder del Estado por la vía electoral, hecho que debe seguir analizándose en toda su extensión y profundidad. Uno recuerda el odio ciego, la contumacia, el fanatismo, el fascismo, que demostraron los sectores oposicionistas que marcharon el 11 de abril, y que fueron llevados como borregos a Miraflores, y se pudiera pensar que el Presidente Chávez estaba decretando –con algún libro rojo en la mano- la expropiación de las tarjetas de crédito de los exquisitos grupos oligarcas que, en lo que fueron verdaderas ceremonias de exhibición y autorreconocimiento aderezadas de histeria y disociación, pedían desesperadamente la salida del tirano del poder.

Es decir, la derecha venezolana, al no poder seducir a un Chávez que de paso lo que postulaba era una especie de tercera vía, y viendo que la intención de este era democratizar la sociedad venezolana, reaccionaron de manera tan descarada, básica y brutal que no se ahorraron torpezas en su fugaz aventura golpista. La mayor de todas fue –lo que demostró su desprecio secular-  ignorar que el pueblo venezolano no se quedaría tranquilo ante la desaparición del líder que este había puesto en la Silla Presidencial. Pero, si como venimos diciendo, no se había decretado la abolición de los privilegios oligarcas en lo concreto cotidiano ¿Por qué una reacción tan brutal? La respuesta está en el Patrón Colonial de Poder impuesto tanto aquí como en otros países de la región y el mundo, y que estaba siendo seriamente desafiado por el veguero de sabaneta en el poder. 

En pocas palabras, si un proceso que es a todas luces incluyente y que de paso no excluye a los tradicionalmente incluidos, recibe sin embargo los embates reaccionarios y oligárquicos que recibió, esto ocurre en virtud de los consuetudinarios sentimientos aristocráticos de superioridad, del racismo puro y duro y del fundamentalismo meritocrático presentes en ciertos sectores de nuestra sociedad que, luego del perdón a los golpistas, hizo de las suyas en Pdvsa.

Si luego del regreso de Chávez al poder, al bajar del helicóptero que cinematográficamente lo trajo de regreso a Miraflores, Chávez hace la revolución, no se diga más, los exiliados venezolanos en Miami superarían hoy en número a los anticastristas cubanos. De tal manera, conviene seguir profundizando en los cambios estructurales de la sociedad venezolana que despertó, esperamos, para no volverse a dormir.


sábado, 9 de abril de 2011

Foro continental “Comunicación para Vencer al Imperio”: por una nueva teoría de la comunicación

El pasado jueves se realizó en los espacios de la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, el foro continental Comunicación para Vencer al Imperio, en su primera jornada, el cual contó con las palabras de apertura de Marco Hernández (Conatel), y las intervenciones del ex corresponsal de CNN en español en Ecuador, Rodolfo Muñoz, del periodista argentino Ariel Magirena –los dos ponentes internacionales del día-, y del venezolano Daniel Hernández.

Coordinar estrategias de alcance regional para potenciar el proceso contra-hegemónico que en diversas medidas se desarrolla en los países de Nuestramérica, contra las franquicias “nacionales” de las grandes corporaciones de la desinformación, además de la necesidad de crear una nueva doctrina de la “libertad de expresión” -que, como en otros campos del pensamiento y la actividad social, es necesario que parta de nuestra realidad concreta-específica, muchas veces sacrificada, falseada o mutilada desde diversas disciplinas que adolecen del mismo problema- fueron los objetivos que se planteó para este evento, el Frente de Comunicadores del Polo Patriótico venezolano.

“los medios públicos deben ser medios ciudadanos”.

Para el periodista ecuatoriano Rodolfo Muñoz, también director de un documental sobre los hechos del 30 se septiembre en su país (el intento de golpe de Estado contra Correa), es necesaria no sólo una nueva teoría de la comunicación, sino que ésta surja desde los movimientos sociales, hoy por hoy actores sociopolíticos con cada vez mayor incidencia en los procesos sociales, y cuyo trabajo muchas veces se constituye en ejemplo a seguir por otras organizaciones más ligadas al poder oficial. Muñoz fue conciso, pudiendo destacar en su intervención varias ideas concisas, una tras otra: el planteamiento de la crisis mundial de los medios de comunicación (desde el punto de vista de la comunicación y no del económico, por supuesto), y el hecho de que estamos viviendo una revolución tecnológica que ha impactado sensiblemente el ámbito del conocimiento y la información. De la misma forma, nos dejó análisis críticos expresados en la idea de que las grandes corporaciones de la “información” han logrado transferir sus patrones, esquemas y estereotipos –su estética, su ética, sus métodos, pues- a nuestros medios locales. ¿Por qué?

Vea el debate entre el antichavista argentino Fernando Iglesias y el periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero

En el programa "Hora Clave" del tres de abril, conducido por Mariano Grondona, se manifestaron de forma impresionante los lugares comunes, falseos de la realidad, verdades a medias, "galimatías discursivos", y pseudo argumentos a que el oposicionismo venezolano nos tiene acostumbrados en Venezuela. Este hecho indica, ante todo, la homogeneidad de la campaña internacional contra el presidente Chávez y el proceso que lidera.

Lo que suscitó el debate: la entrega al presidente Chávez del Premio Rodolfo Walsh a la Comunicación Popular, por parte de la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Plata, como reconocimiento a la defensa y promoción de la libertad de expresión popular, lo que dolió en lo más intimo a la derecha argentina.



Fernando Iglesias es un mentiroso, y Modesto se lo tuvo que decir ¿recordar?. Incluso el periodista venezolano lo tuvo que regañar cuando recordó que los hechos del cuatro de febrero de 1992 -una rebelión militar popular que, sólo técnicamente, sí, fue un golpe de Estado- fueron apoyados irrestrictamente por la inmensa mayoría del pueblo venezolano, lo que no se puede comparar, tal como lo planteó Iglesias, con el apoyo que recibió el golpe de Estado de Videla, que vino de las clases altas y sólo de una parte de la clase media. 

Fernando Iglesias: "Usted a mi no me da lecciones ni me llama mentiroso no se lo voy a permitir"

Modesto Guerrero: "Sí eres un mentiroso"

miércoles, 6 de abril de 2011

Zeitgeist Moving forward, parte IV: Locke y el macabro paradigma económico expresado en el sistema monetario del valor

 “Tienes que generar problemas para generar ganancias” Michael Ruppert.



La tercera parte del documental –tal como lo venimos presentando, en fragmentos de 15 minutos- terminaba con el comienzo de lo que en la obra es la segunda parte, denominada: Patología Social. Desde ahí, el profesor de la universidad de Guelph John Macmurtry, nos dice que el actual colapso acumulativo tiene su origen en la obra de John Locke; particularmente, en los conocidos Tratados sobre el gobierno civil, que en sus palabras ha sido hasta ahora el texto convencional para “el entendimiento económico, político y legal” –por supuesto, en el ámbito intelectual, universitario, capitalista-, el texto básico, imprescindible, referencial.

domingo, 3 de abril de 2011

"Empresarios socialistas", transformación del petro-Estado y modernización

¿Qué te sugiere esta imagen? iica.int
Para Marx, en el marco de la Revolución Industrial europea, la burguesía había desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario. En ese importante documento histórico como lo es El Manifiesto Comunista, Marx afirma que “Donde quiera que ha conquistado el Poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas”, palabras que aluden una transformación radical de las relaciones sociales y las relaciones de producción, propias de un proceso que comenzaría con la llegada de Colón a nuestro continente y que inauguró lo que W. Mignolo denomina el “Circuito Comercial del Atlántico”.

En nuestro particular contexto tropical, latinoamericano y venezolano en particular, siempre ha constituido una necesidad de primer orden –en virtud de nuestro consuetudinario problema eurocéntrico- desde la ciencia social y la intelectualidad crítica y orgánica en general, matizar y adaptar planteamientos que fueron elaborados para otras realidades, más allá de todo lo que podamos tener –aún hoy día- en común con algunos países de la Europa del siglo XIX. Muy lejos están estas afirmaciones de alguna intención de definir al marxismo como una propuesta desfasada y sin ningún tipo de vigencia, por el contrario, siempre hay que recordar que la herencia teórica de Marx constituyó el mayor esfuerzo de síntesis teórica de carácter crítico sobre la sociedad capitalista por excelencia de la época, como lo fue el caso de Inglaterra.  No obstante, en épocas sucesivas y en sociedades distintas, surgieron pensadores marxistas cuya producción intelectual -precisamente por haber surgido en realidades diferentes- adoptó un carácter crítico particular, asumiendo al marxismo como método, matizándolo y enriqueciéndolo. Es el caso de pensadores como Lenin o Gramsci, y en nuestras latitudes el caso de Mariátegui y Ludovico Silva.

sábado, 2 de abril de 2011

El nuevo Estado y la revolución pacífica*

Uno de los elementos sui generis de este proceso de cambio y que es propio de la época en que le ha tocado desarrollarse, ha sido siempre su carácter pacífico. Vivimos una revolución que en 10 años ha logrado grandes cosas y que dio inicio a un proceso de emulación casi en todo el resto de la región. Un proceso de emancipación en paz y democracia, en el marco de la legalidad y con la presencia -por supuesto- de un recurrente forcejeo entre lo jurídico y lo político.
                                                                         
En otras palabras, la Revolución bolivariana ha consistido en un impresionante proceso de inclusión social que logró encontrar la manera de democratizar, por ejemplo, la salud y la educación, impulsando lo que podemos llamar la política del desborde: si las instituciones de la vieja república no están ni podrán colocarse a la altura de los tiempos, si forman en sí mismas parte del problema estructural heredado del Estado de la cuarta, es imperativo crear instituciones paralelas, mejores instituciones, instituciones de nuevo tipo, al lado de las viejas, junto a las esclerotizadas.

En este sentido, las misiones pueden bien dejar de considerarse como una respuesta coyuntural a problemas estructurales, exitosas iniciativas que si bien no han adquirido el status de una “institución”, han respondido satisfactoriamente a los intereses y necesidades del colectivo. También es pertinente recordar que, institucionalizar una misión puede traer consecuencias no deseadas para su funcionamiento de cara a la consolidación de la revolución, como por ejemplo el traslado de normas y procedimientos que burocraticen el trabajo en dichos espacios.