Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

martes, 9 de agosto de 2016

La bendita ignorancia de Cypher o por qué en la Matrix se vive mejor

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Confieso que desde hace tiempo quería escribir algo sobre The Matrix (1999), la película de los hermanos Wachowski que marcó una pauta en el universo del cine de ciencia ficción. Con los años fui superando prejuicios y me acerqué paulatinamente a la producción. Luego de verla varias veces, despierto mi interés, al adentrarme en el ciberespacio fui encontrando diversas reseñas y análisis interesantes sobre esta cinta protagonizada por Keanu Reeves (Neo), Laurence Fishburne, (Morfeo), Carrie Anne Moss (Trinity), Joe Pantoliano (Cifra) y Hugo Weaving (Agente Smith). Con la lectura de cada texto cobré consciencia del ruido generado; del impacto que había causado y la cantidad de símbolos que encerraba.

Siempre había querido escribir sobre el tema, entre los trabajos formales y otros quehaceres escriturales. Talvez esperaba una excusa, una motivación; un desencadenante, que finalmente llegó.

Diecisiete años después de su estreno, en la segunda mitad de este 2016, me senté a escribir este ensayo motivado por un texto del filósofo Arturo Serrano, extraído de su libro El sueño de la razón produce cine y otros ensayos sobre cine (1), que discurre sobre el tema de los placeres a partir del personaje interpretado por Joe Pantoliano. Entre oráculos, profecías y elegidos, Pantoliano representa la intriga, el escepticismo y la traición. Mientras lo que queda de la humanidad lucha por su derecho a la Paz y a la vida, este personaje decide transar con el agente Smith y reconectarse a la Matrix, el mundo virtual creado por las máquinas para mantener controlada a la humanidad.

Si viste Matrix y alguna vez has tenido la sensación de que vives en algo parecido, o que en este mundo hay algo que no cuadra; si estudiantes filosofía, ciencias sociales o eres conocedor de las teorías de la conspiración; si ya te diste cuenta del poder que tiene nuestra mente; si perteneces a la fauna lectora, si te gusta el cine, estoy seguro que no solo continuarás leyendo esto hasta el final, sino que dejarás un valioso comentario que arrojará más luz sobre este apasionante tema.

*   *   *

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Neo: Esto no es real.

Morpheus: ¿Qué es real?, ¿Cómo defines “real”? Si hablas de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, probar y ver, lo “real” son impulsos eléctricos que tu cerebro interpreta.

A estas alturas del siglo XXI puede resultar difícil que alguien que se considere amante del cine, o mejor, del cine de ciencia ficción o, más precisamente, discípulo del género cyberpunk, no haya visto The Matrix (1999). Dirigida por los hermanos Wachowski, esta es una cinta sobre la que se ha escrito mucho, no solo por las innovaciones técnicas que supuso o por el destacado trabajo de los actores que participaron, sino por la abundancia de elementos filosóficos, místico-religiosos y espirituales que contiene. Hoy, la última distopía del siglo XX sigue dando de qué hablar.

Han pasado 17 años y la producción sigue llamando la atención de las nuevas generaciones, aunque también de todos aquellos que si bien la vieron en su momento, no habían reparado en los meta-mensajes de una película que hoy sigue siendo referencia y objeto de análisis para quienes se formaron en la llamada “cultura de la sospecha”, lo cual incluye toda una gama de pensadores y ensayistas que van desde filósofos y cinéfilos comprometidos hasta los más depurados teóricos de la conspiración, que no conspiranoicos.

En esta oportunidad, vamos a centrarnos en el análisis del artículo “Placeres virtuales y placeres reales en The Matrix”, que integra el mencionado libro del investigador y filósofo Arturo Serrano, en el que se ensaya “Una defensa de Cypher”, el personaje “antihéroe” que forma parte de la tripulación de Morfeo, interpretado convincentemente por Joe Pantoliano. Este, si bien forma parte de la resistencia humana frente a las máquinas, representa el cinismo, la intriga; el tipo hastiado de la vida que lleva como miembro de la tripulación del Nabucodonosor, que es una vida de soldado bajo la órdenes de Morfeo, el líder carismático cuyo propósito es encontrar al “elegido” y terminar así con la guerra.

Desde el principio, notamos en Cypher la actitud de quien está cansado de la rutina, de comer cada día la misma sustancia sin sabor; de los discursos místicos de un líder en el cual ha dejado de creer y que al final decide traicionar. Está harto de llevar una vida sin placeres, dedicada a luchar contra las máquinas, sin amor, rechazando el presente y viviendo de las cenizas de viejas noches hedónicas que se perdieron en el tiempo. La liberación de Neo y la llegada de este a la tripulación parecen acelerar la decisión de Cypher de cometer la traición. Al final, el antihéroe llega a un acuerdo con los agentes de la Matrix. A cambio de entregar al hombre que conoce los códigos de Sión (la última ciudad humana) y traicionar así a sus compañeros, los agentes lo conectarían otra vez al mundo interactivo de ilusiones, esta vez con las ventajas de una vida acomodada y sin memoria de su traición.

En la escena donde se concreta la traición, se encuentra en un elegante restaurante de la Matrix con el agente Smith (Weaving), y está degustando un pedazo de carne. Esta es una escena interesante –central para el análisis− dado que está consciente que la carne no existe, y que lo que ocurre es que la gran computadora le está diciendo a su cerebro que está jugosa y deliciosa. “Después de nueve años ¿sabe de qué me he dado cuenta? La ignorancia es una bendición”, dice antes de llevar un trozo de carne virtual a su boca, masticarla y disfrutar de su sabor. Pero, un momento, ¿cómo es eso de disfrutar de la consistencia y el sabor de una pulpa falsa, a pesar que estoy consciente de que esta no existe? He aquí la clave de la defensa que hace Serrano de la decisión de Cifra; una decisión que, siguiendo al filósofo, sería la que tomaría cualquiera de nosotros haciendo abstracción de la situación de la película.


Placeres virtuales y placeres reales

Serrano inicia su argumentación citando lo esencial del Filebo, diálogo platónico que discurre sobre el papel del conocimiento y el placer en una vida orientada a alcanzar la felicidad. Así, recuerda que la obra desarrolla una distinción entre placeres falsos y placeres verdaderos. A los placeres que se originan en creencias falsas, Platón los considera falsos; a los que se originan en creencias verdaderas, pues verdaderos. Protarco refuta esta idea basándose en otra distinción: si experimento un placer que proviene de una creencia falsa, esta será falsa, pero aquel sigue siendo verdadero así este basado en una creencia falsa. Ilustremos un poco.

Si estoy sintiendo placer porque mi novia me está despertando con un apasionado beso, pero me doy cuenta que no es ella sino mi perro, Platón diría que es un placer falso porque se originó de una creencia falsa; Protarco, diría que la creencia es falsa, pero que el placer sigue siendo verdadero. Entretanto, esta discusión sobre la verdad o falsedad de los placeres se enmarca en la pregunta sobre lo que hace más feliz a un hombre, si una vida de conocimientos o una de placeres. Serrano despacha la discusión recordando que Sócrates y Protarco llegan a un consenso según el cual la vida feliz es aquella en la que placer y conocimiento comparten igual importancia. Sin embargo, como la disputa entre ambos continúa por el segundo lugar, cuando se plantea cuál vida sería más feliz considerando una sola de las dos opciones, Sócrates se decanta por el conocimiento. ¿Para ti, cual vida sería la más feliz?

Partiendo de estas reflexiones, Serrano se propone llevar el planteamiento de Protarco hacia otros niveles, enunciando que si los placeres basados en creencias falsas no desaparecen aún cuando se tiene consciencia de su origen falso (el beso de la mascota), entonces el segundo lugar, después del sistema mixto, debe llevárselo el placer y no el conocimiento. Es en este punto donde el filósofo se apoya en las reflexiones del filósofo Bernard Williams plasmadas en su artículo “Pleasure and Belief” (2), así como en la película de los Wachowski, para sostener una tesis que no es otra cosa que una defensa del traidor. Acotemos, siguiendo las interpretaciones mística-religiosas que se han hecho del personaje, que este sería la representación de judas o, también, del “príncipe de este mundo.”

Naturalmente, si por un momento adoptáramos la visión mística del asunto en cuestión, habría que considerar a Serrano como una especie de “abogado del diablo”. No obstante, continuemos con su argumentación para ver por qué para él “con la Matrix se vivía mejor”, y por qué la eventual convalidación de una tesis como esta podría ser el elocuente y sofisticado reflejo de la consabida decadencia de Occidente.

Robert Nozick y la máquina de las experiencias

Cuando el filósofo pone sobre la mesa el supuesto que Nozick desarrolla en su libro Anarquía, Estado y Utopía (3), lo hace aceptando y convalidando al tiempo la tesis platónica que establece que hay placeres falsos y verdaderos y que el ser humano se decantará siempre por experimentar el verdadero. Pero ojo, si la disyuntiva se da entre vivir el goce falso o el real, escogeremos siempre la opción de la realidad, la del beso y el orgasmo con la mujer real, y no con “la mujer del vestido rojo”, bien. Pero, ¿Es esta la única disyuntiva posible?

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Ya con Bernard Williams había problematizado más la cuestión, exponiendo los seis casos en que algo que nos proporciona placer puede provenir de una creencia falsa, destacando que en cuatro de los seis supuestos el placer continúa a pesar de descubrirse su origen falso. Ahora bien, la máquina de experiencias de Nozick no es otra cosa que un ensayo orientado hacia The Matrix. Este es un artefacto capaz de proporcionar cualquier experiencia a los usuarios que quieran enchufarse a él. En este supuesto, usted estaría inmerso en una especie de estanque con unos cuantos cables conectados a su cerebro, rodeado de un equipo de neurocientíficos  a los cuales ha dado las instrucciones precisas sobre lo que quiere vivir, tanto mental como físicamente.

La pregunta que se hace Nozick es: “¿Debemos permanecer encadenados a esta máquina para toda la vida, preprogramando las experiencias vitales?” Su respuesta, previsible y de hecho incorporada en la pregunta, es que ningún ser humano querría conectarse a la máquina de experiencias, lo que es decir a The Matrix. El autor ofrece dos razones que citaré textualmente como lo hace Serrano:

a) “Los seres humanos no solo queremos tener la experiencia de hacer algo, sino que queremos hacerlas en realidad.”

b) “Encadenarse a la máquina es una especie de suicidio, puesto que el ser humano no solo quiere sentir que es, sino que quiere ser”.

Aquí cabe citar otro de los fragmentos de la conversación entre Morfeo y Neo, que tiene lugar justo cuando la “pastilla roja” que ha escogido tomar empieza a hacer efecto:

¿Alguna vez has tenido un sueño, Neo, que pareciese muy real? ¿Qué ocurriría si no pudieras despertar de ese sueño? ¿Cómo diferenciarías el mundo de los sueños de la realidad?

Hay otras posibilidades. Como puede advertirse, Nozick coincide en su razonamiento con el creador del Mito de la Caverna: el ser humano prefiere el placer real al falso. Bien. Pero, como sugerimos arriba, ¿es esta la única disyuntiva? ¿Existe alguna relación entre la observación de Protarco según la cual el placer sigue siendo placentero con todo y su origen falso, y la actitud de Cypher? Serrano le dirige a Nozick la siguiente pregunta: ¿qué escogería el ser humano si ahora lo ponemos a elegir entre los placeres de la máquina de experiencias y ningún placer en el mundo real? Llevémoslo más allá, y preguntémonos qué escogeríamos nosotros entre una vida de placeres en la Matriz y una de dolor en el mundo real.

En este punto, ya empieza a verse la defensa del antihéroe traidor que prefiere mandar la resistencia al carajo, incluso matar a varios compañeros, solo para evadirse de una vida real dolorosa –o al menos sin placer− para volver de buena gana, casi con la desesperación del yonqui que vuelve a su vicio, a una simulación computarizada que le resultará más placentera a pesar de su virtualidad. El planteamiento resulta más que interesante, si consideramos que Serrano generaliza y asegura que ante la disyuntiva placer en el mundo virtual - ausencia de placer en el mundo real, “el verdadero carácter de la decisión del ser humano” se inclinaría naturalmente hacia el placer de origen falso, sea en la máquina de experiencias o en la Matriz.

Detengámonos por un momento en la importancia de estas reflexiones, y preguntémonos hasta qué punto la vida de los seres humanos en Sión (considera aquí tu Sión personal, particular) puede resultar tan monótona, insípida y dolorosa, como para pensar en un escenario en el que todos los habitantes de la última ciudad humana son potenciales traidores-desertores que esperan, sueñan, con el momento para abandonar la fortaleza asediada, sea como sea, para recalar felizmente en las costas de un mundo generado por computadoras, donde al menos se pueden experimentar algunos placeres. A pesar que la argumentación es consistente, no resulta verosímil pensar en una teórica insoportable ausencia de placer –o en un hipotético reino del dolor− en el mundo real, como tampoco en un mundo virtual de excitación y gozo permanente. A su manera, el artículo de Serrano es también una Matrix, en la medida en que el propio lenguaje puede serlo.

Ahora, preguntémonos si nuestro mundo real, tal como lo hemos conocido hasta ahora, con sus guerras, enfermedades, criminalidad, enigmas y peligros es tan gris y detestable, tan peligroso y violento, criminal o trágico, aburrido y sin sentido; vacío, doloroso, como para que todos los hombres y mujeres estemos dispuestos a lanzarnos al estanque del paraíso simulado, y quedarnos conectados ahí para siempre buscando tener el mejor sexo cada noche con Carrie Anne Moss. Es evidente que el autor deja un debate abierto y que este está relacionado con las implicaciones del diálogo que Neo sostiene con Morfeo, cuando en las primeras de cambio de la película este le está revelando lo que es The Matrix, diálogo cuyas líneas principales son las que usamos al principio de este ensayo y que para Serrano vendrían a corroborar aún más su tesis.

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Como suele suceder, hacernos esta serie de preguntas nos conduce por el sendero de otras preguntas y respuestas que pueden alimentar de forma interesante este debate. Y es que, si llevamos a tierra esta discusión y nos preguntamos si realmente todos somos como Cypher, como sugiere Serrano, tendríamos que ubicar y definir a la Matrix real en la que vivimos los “Homo Sapiens” que habitamos el planeta tierra. Para no complicar mucho la cosa, digamos que esta Matriz está formada por ese conjunto de reglas, prejuicios, creencias, lenguajes impuestos, programaciones y demás factores que, si lo pensamos un poco, han generado un contexto de esclavitud en el cual los seres humanos no nos diferenciamos mucho de la batería que Morfeo le muestra a Neo para ilustrar lo que las máquinas han hecho con los seres humanos: incubarlos, “alimentarlos de los muertos”, vivir de su energía durante toda su “vida útil”, y mientras tanto sumirlos en un sueño tan pero tan real, que esta alienación radical se convierte sin esfuerzo en su realidad.

Una vez ubicada nuestra propia realidad simulada, la cual se nos programa de una forma que no difiere tanto de la forma que plantea la película, tenemos que partir del postulado según el cual el ser humano es un buscador de placer. Ahora, hagámonos la pregunta, ¿nuestro mundo actual nos proporciona placer? ¿Es un mundo con sentido y propósito?, ¿nos permite satisfacer nuestros deseos? O, también, ¿son esos deseos propios de nosotros o forman parte de lo que la Matriz nos dijo que debíamos desear?, ¿cuáles son nuestras referencias? Ahora, digamos que mi amigo Pablo tiene el “síndrome de Cypher”.

Placeres verdaderos y placeres falsos en nuestro mundo “real”

No hace falta que Pablo haya estado en guerra contra el sistema durante un tiempo, viviendo en cuevas, montañas o intrincadas selvas, llamando a la gente a despertar y a luchar por la libertad, soportando el dolor y la ausencia de placer, para que un día decida abandonar, traicionar, para conectarse con el universo de los falsos placeres. Por cierto, ¿No es el mundo en que vivimos un mundo de falsos placeres?

En nuestro mundo la guerra es más abierta, y aunque en el contexto de nuestras sociedades capitalistas en la era de la globalización, el Club Bilderberg, la FED y la gran industria mundial del entretenimiento y la información, los actores que ejercen el control y la dominación están más o menos identificados, los beligerantes están terriblemente mezclados; el mundo de las máquinas y el mundo humano aún comparten los mismos espacios. Incluso, existen muchos que creen estar en el campo de la revolución pero en realidad siguen trabajando para la gran maquinaria.

Breve diagnóstico

Si aceptamos la idea según la cual el ser humano prefiere una vida de placeres falsos cuando la otra alternativa es una vida de dolor o carente de placer, nos damos cuenta de lo útil que esta puede ser para comprender algunas cuestiones clave de nuestro mundo actual. La idea es sencilla: si nosotros también vivimos en una Matriz que nos brida placeres falsos –a la cual estaríamos conectados por medio de cables invisibles pero no por eso menos efectivos−, es porque nacimos en ella y nunca la hemos cuestionado, porque se nos hace necesario rehuir de la pérdida del sentido de la vida o, corolario de la anterior, porque la vida es insatisfactoria o dolorosa.

Para ilustrar el estado de la cuestión en términos claros y concisos, recurriré a las palabras del psiquiatra y humanista Claudio Naranjo (4). La condición multifacética de la crisis de Occidente es enajenante. Cada vez somos más esclavos de un sistema de producción, sometidos a la máquina de la adquisición, de la  acumulación, del tener. Tal situación hace que nos olvidemos de nosotros mismos, nos deshumaniza. Dentro de nuestras mentes, “…estamos viviendo en una sola habitación, en una casa que tiene muchas”, y este espacio que habitamos es el del pensamiento lógico-racional.

Agrega Naranjo, que esta inteligencia que nos ha guiado hasta ahora es la inteligencia práctica-tecnológica. La contraparte de esto es que hemos perdido esa inteligencia que los antiguos denominaban sabiduría. Básicamente, la exaltación de lo racional ha suprimido el resto de nuestras facultades espirituales, como la imaginación, la percepción y la intuición, “generándose una especie de estupidez”. Cuando se menciona que estamos viviendo una  “crisis de valores”, es porque los valores reales e intrínsecos han sido sustituidos por valores falsos o, antivalores.

El programa que nos instalan en los primeros años de la vida, en toda una gama de versiones, se escribe sobre nuestra naturaleza amorosa, orientada hacia el ser y el sentir. Nuestro ADN, más que un código de lectura, es un código de escritura. La pretensión de imponer el tener sobre el ser, el pensar sobre el sentir, ha involucrado al ser humano en situaciones terriblemente perjudiciales, en su condición de ser espiritual dotado de facultades superiores que vive temporalmente en un cuerpo físico. La metáfora o analogía del sapo en la olla de agua caliente puede ser terriblemente reveladora de la profundidad del hoyo del conejo.

Esta sugiere que nos hemos involucrado en dinámicas autodestructivas sin darnos cuenta, sin sufrir los daños de inmediato porque nuestra piel es como la del sapo: insensible a los cambios graduales de temperatura, capaz de reaccionar solo cuando ya está empezando a hervir en la olla. Al montarnos en el tren de la acumulación, del confort, del materialismo exacerbado, nos sorprendemos corriendo en la rueda del hámster, presos del perverso lenguaje de programación que esta Matriz ha instalado en nuestro disco duro; cautivos de su sistema de prejuicios y reglas. Y la alienación de nosotros mismos produce dolor. En semejante situación, puede surgir sin problema el Cypher que todos llevamos dentro.

¿Y qué pasa con nuestra sexualidad?

Una mirada rauda a este importante aspecto de nuestra existencia es suficiente para advertir que nuestra sexualidad está un tanto “distorsionada”. En un primer momento, Naranjo recuerda a Eros, dios griego del amor que preside sobre el sexo; en el segundo, el pensador cita la idea central del libro La agonía del Eros, de Byung-Chul Han. El mensaje no puede estar más claro. El auge del pansaxualismo, de la mera genitalidad, de la pornografía, son la clara expresión de una realidad que tiene como contraparte la creciente pérdida del amor erótico que ama la belleza y la persona en un sentido metafísico, misterioso y profundo.


Seríamos más sanos, emocionalmente y en muchos sentidos, si dejáramos que nuestro niño interior, que es un animal antes de la cultura, fuera más libre

Lo demás es “miedo a la libertad”, diría Erich Fromm (5).

Todo aquel que haya conocido y vivido el amor, que se haya enamorado, sabe que esta constituye una experiencia altamente satisfactoria, en la que nos conectamos con la divinidad de la otra persona y la cual redescubrimos en nosotros mismos. Somos seres vibratorios, y recordemos que el amor es la emoción de la máxima vibración. Nada tan poderoso para lograr cualquier meta, diría Napoleón Hill, como la energía del amor, el romanticismo y el sexo. ¿Por qué hemos ido perdiendo progresivamente la posibilidad de vivir esta maravillosa experiencia? Pues porque “… no hay una libertad para el goce”. Nuestra disposición para gozar, la actitud orientada el goce, forma parte de nuestro niño interior. Luego, nuestro niño interior ha sido sofocado y reprimido en los primeros años de crianza (represión)  y educación (domesticación).

Pongámoslo así: La naturaleza de basa en el principio del placer; nosotros formamos parte de la naturaleza, y por tanto tenemos una predisposición natural hacia el placer, como la planta que abre sus ramas y hojas hacia el sol. En su libro Controle su Destino, Anthony Robbins (6) recuerda la existencia de una fuerza poderosa que controla nuestro comportamiento: la dupla dolor-placer. Todo lo que hacemos en la vida lo hacemos, o para evitar el dolor o para obtener placer. Sin embargo, parte de la vida en la llamada “civilización” occidental, como diría Freud, ha consistido en una “inhibición en el fin”: represión a favor de la cultura. Así, cuando el Eros agoniza el tanatos se fortalece. Los placeres se van tornando difíciles y el dolor se convierte en parte del paisaje cotidiano. Por el camino, sin embargo, parece más bien que hemos tirado al niño al río junto con el agua de la bañera.

Por temor a nuestro lado “salvaje” en medio de las grandes aglomeraciones urbanas, nos hemos dado una serie de reglas represoras y mutiladoras que, en esto desembocamos, ha provocado el enseñoreamiento de los falsos placeres. Es verdad que lo ideal es combinar placer con disciplina, pero antes de intentar lograr esto hemos optado por suprimir el placer real y profundo. Entonces, ¿Cuál es el panorama, y que consecuencias ha traído para nosotros? Pareciera que ante un contexto donde obtener placer se ha hecho cosa rara; ante un sistema hijo del racionalismo moderno que nos presiona para intercambiar libertad por éxito y aceptación, los placeres cínicamente falsos han logrado imponerse. Como Cypher, la humanidad, frente al “desierto de lo real”, ha optado por entregarse a los falsos placeres; placeres, por cierto, que son grandes negocios.

Hemos llegado, pues, al punto clave de este ensayo. La pornografía, la sociedad pansexualista, la hiper-aglomeración, el “hedonismo” contemporáneo, la creciente virtualización de las relaciones sociales, el consumo masivo de drogas legales e ilegales que ofrecen la felicidad de estados eufóricos y placeres tan intensos como pasajeros, darían cuenta de un mundo insatisfactorio y hostil cuyos habitantes no optan por desconectarse de la Matrix (por cierto), sino conectarse a otros universos artificiales que son submundos de la Matriz original de la cual no se han desconectado. Recordemos que nuestro personaje había sido desconectado del gran artefacto (había sido liberado) y el optó por reconectarse en busca de comodidad y placer; en nuestra insatisfactoria simulación, los cyphers no se desconectan sino que prefieren reconectarse a una “máquina de experiencias”.

Esta idea, nos conduce entonces a afirmar: el antihéroe de los Wachowski había nacido conectado, un día fue liberado, y después de nueve años decide reconectarse al costo de una traición y de la muerte de varios compañeros. Los cyphers de nuestro mundo, antes que desconectarse, optan por sumergirse en los placeres falsos, lo cual sugiere una forma de re-conexión a la Matriz. Pero también cabe preguntarse: ¿Es el consumo de drogas, o alguna de sus variantes, una manera de desconectarse de la Matrix, sueño predilecto de la razón? Discutible. Por ahora, afirmemos que la decisión de Cypher en la película es solo una posibilidad y no la que tomaría cualquiera de nosotros en su lugar, considerando que lo real es solo un conjunto de impulsos eléctricos que mi cerebro interpreta.

La otra posibilidad es desconectarse. ¿Implica esta desconexión conectarse con otra cosa? Sí, al desconectarnos del sistema de control, nos conectamos con el campo de todas las posibilidades, con el todo, la naturaleza, con el universo y con nosotros mismos. Seguimos buscando y obteniendo placer, pero con disciplina. Frente a la ansiedad y el miedo que surgen del deseo de placer y la posibilidad del dolor, esta conexión con el todo es el camino hacia la paz mental. Fuera de la rueda del hámster los ruidos de la mente de acallan, y te das cuenta que puedes crear tu realidad, que tienes ese inmenso poder.

En The Matrix, la desconexión implica entrar en lucha contra las máquinas y formar parte de una sociedad necesariamente sumergida y militarizada, aunque no por eso sin placeres ni amor. En nuestro mundo, la desconexión implica la posibilidad de la creación. Para Serrano, responder a la pregunta sobre qué es lo real, constituye un apoyo claro de su tesis según la cual todos somos como el personaje de Pantoliano. Efectivamente, la respuesta a esta pregunta nos lleva hasta el principio del mentalismo que nos dice que “todo es mente”, y a uno de los postulados de la física cuántica según el cual la consciencia crea nuestra realidad.

Pero hay una diferencia en el carácter de la conexión que puedes establecer. Si la vida adopta en algún momento los rasgos del “desierto de lo real”, talvez tengas dos opciones: conectarte a The Matrix (lo que hace Cypher), o conectarte a la Matriz Divina. En la película, cuando Neo visita al oráculo intercambia unas palabras con un niño que aparentemente dobla una cuchara con su mente. Al intentar Neo doblar la cuchara, el niño le dice que no intente hacer eso porque es imposible, y que trate más bien de darse cuenta de la verdad. ¿Cuál verdad? Pues que la cuchara no existe, y que lo que se dobla realmente es él mismo; tú mismo.

Amaury González V.

Referencias:

1- Serrano, Arturo (2011). El sueño de la razón produce cine y otros ensayos sobre cine. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, Venezuela.

2- Bernard Williams, “Pleasure and Belief” en Proccedings of the Aristotelian Society, Supplementary Volume XXXIII, 1959. London: Harrison & Sons, LTD.

3- Nozick, Robert (1990). Anarquía, Estado y Utopía. Fondo de Cultura Económica. México.

4- Pionero de la psicología transpersonal, profesor de la Universidad de Berkeley. Ver entrevista que le hace el canal RT en noviembre de 2011: https://youtu.be/0VZBPrWG_Ws

5- Fromm, Erich (2005). El miedo a la libertad. Ediciones Paidós Ibérica. España.

6- Robbins, Anthony (1993). Controle su destino. Despertando al gigante que lleva dentro. Ediciones Grijalbo. Venezuela.

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