Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Palabras por un grano de sensatez

He comentado en otras oportunidades que una de las últimas reflexiones de Fidel, donde el líder histórico dice que uno de los más graves errores que pudieron haber cometido a lo largo del proceso de la Revolución cubana, fue pensar que alguien sabía cómo se construía el socialismo, parece no importar mucho a quienes quieren destacar siempre al Fidel de la sierra maestra y la crisis de los misiles. Es el mismo Fidel, sólo que el de las reflexiones de los últimos tiempos es el del balance histórico y la experiencia y no el de la guerra fría y el telúrico discurso.

Recuerdo esto a propósito de una opinión que anda circulando por ahí, que afirma que eso de que el socialismo en Venezuela debe ser autóctono y adaptarse a su realidad concreta, es producto de una confusión pequeño-burguesa, una desacertada opinión proveniente un reformismo que supuestamente pretendería humanizar el capitalismo. Esto plantea una vieja batalla teórica. Semejante opinión merecería recordar el debate clásico que sostuviera Mariátegui con los representantes latinoamericanos de la III Internacional. Si, el Mariátegui que pareciera estar vigente por aquello de la necesidad de dar vida al socialismo “con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje...” Porque lo del “calco ni copia” parece estar lo suficientemente claro, aunque no lo esté mucho lo de la “creación heroica”, que para el filósofo cubano Antonio Bermejo alude al genio y la eficacia con que el sujeto de la revolución ha logrado adaptar las ideas elaboradas en otras latitudes en función de una realidad diferente, específica y concreta.

Ciertamente, es más fácil adoptar la consigna que tomarle la palabra a Mariátegui, quien no nos está diciendo cómo construir el socialismo y si está haciendo una advertencia que, como hemos dicho, recuerda aquella reflexión robinsoniana “O inventamos o erramos”. Sin embargo, hay verdad también en el hecho de que se hace un uso ideológico y falseador de ideas sutiles como ésta, distorsión propia de la más peligrosa demagogia oximoronica: el socialismo en Venezuela, dado el carácter rentista de la economía, adopta la forma de un capitalismo humano. Se reduce todo así, a un simple problema de administración o distribución y nunca de cambio y transformación. Pero este uso ideológico no da razones para desechar la idea del socialismo propio a la venezolana. Tal cosa recuerda el cuento del esposo ocupado que, consciente de que su compañera lo engaña con el lechero, al que sienta en el sofá de la casa, encuentra la solución botando el sofá. Pero el mueble no tiene la culpa de que lo estén ocupando para esos menesteres ¿No?

Son conocidas también, las discrepancias teóricas que propiciaron la ruptura entre el Amauta Mariátegui y el fundador del APRA, Haya de la Torre. Éste último, en su propuesta reprodujo claramente lo que Roberto Fernández Retamar en Todo Calibán, llama la cultura de la Anti-América, que es la cultura de los opresores, de los que trataron o tratan de imponer en estas tierras esquemas metropolitanos “o simplemente, mansamente, reproducen de modo provinciano lo que en otros países puede tener su razón de ser”. Para Ezequiel Martínez Estrada, citado por Retamar, quienes así proceden “han traicionado a la causa de la verdadera emancipación de la América Latina”.

Efectivamente, Mariátegui no compartió con Haya la visión diacrónica unilineal que hiciera ver a este en el imperialismo un factor de progreso, de desarrollo modernizador, que crearía las condiciones para avanzar posteriormente hacia el socialismo. La sutileza de la crítica, y la negativa del Amauta a instaurar una franquicia de la III internacional en su país, de acuerdo al historiador Sant Roz, hicieron que el APRA y los partidos que emularon al movimiento en la región, como fue el caso aquí de Acción Democrática, en una operación ideológica del mismo pelaje, rechazaran las ideas referenciales de Marx y Engels y por esa vía de todo clásico marxista europeo o euroasiático, a través del marxismo heterodoxo, abierto, crítico y creador del Amauta; como decir que la crítica del Amauta a la III Internacional era en realidad una crítica a los pensadores marxistas por impertinentes, inviables, inaplicables. Pero todo lo contrario.

Es decir, en el marco del rechazo a la compleja realidad sociopolítica latinoamericana, y optando por la simplificación, por el camino fácil, se rechaza el esfuerzo adaptativo y recreador del teórico nuestroamericano con cuerda propia, por una parte, y por otra los verdaderos reformistas o directamente los conservadores o la reacción, presentan, ideológica y torcidamente, a la crítica creadora como una forma de rechazo y de condena a las ideas revolucionarias, quedando todo pues patas arriba. De ahí la importancia del pensamiento crítico, de la heterodoxia, de la imaginación creadora, a veces incómodas pero siempre necesarias.

@maurogonzag

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un "Equilibrium" para después de la hecatombre nuclear

El insoslayable, tradicional e inacabado debate sobre la naturaleza humana, particularmente sobre la supuesta inclinación –instintiva y natural- del ser humano hacia la perversión y la maldad, es la idea-fuerza sobre la que se levanta toda la trama de Equilibrium (2002), una película del director Kurt Wimmer y que enmarcada en el sub-género de ciencia ficción conocido como cyberpunk, está localizada en un futuro distópico, en una sociedad erigida luego de una tercera guerra mundial que ha provocado –a propósito de los tambores de guerra total que resuenan- una devastación nuclear.

    La gran tragedia no ha impedido el progresivo cambio tecnológico y la racionalización excesiva de la sociedad ― ¿causa de fondo de la devastación?―, y además a determinado a los líderes del gobierno de Libria (una ciudad –la última ciudad- homogénea, aparentemente utópica, geométrica, predecible, gris y que como vemos casi que se llama Libia) a encontrar una forma de erradicar definitivamente la guerra yendo hacia lo que ellos piensan es la fuente de la maldad del ser humano: sus emociones, su capacidad de sentir. Y es que, luego de un conflicto mundial que casi extermina la raza humana del planeta ¿Cómo seguir confiando en la volátil naturaleza del hombre y la mujer? ¿Cómo no darle la razón a Maquiavelo y a Hobbes, pilares de la teoría política moderna, quienes plasmaron convencidos una idea que de paso ha sido siempre evidente para quienes ―desde hace tiempo― consideran que el hombre y la mujer nacen pecadores?

    Para los ideólogos de este gobierno, el conflicto y la conflagración son producto de las emociones humanas y, por lo tanto, éstas son una enfermedad que hay que erradicar. Los síntomas de este “padecimiento” son los sentimientos: el odio, la envidia, la ira, los celos, y lo que los hace aparecer ―sus agentes― son todas las manifestaciones del genio y del espíritu humano, como la música, la literatura, la pintura y cualquier creación que recuerde, contenga o sugiera humanidad: desde una cinta roja para el cabello, una lámpara, una alfombra bordada, una escultura o el marco tallado de un espejo. Sin embargo, las emociones, si bien el sistema no las puede suprimir, las puede controlar, de ahí que una de las políticas centrales del gobierno libriano, liderado por un jefe máximo al que llaman “El Padre” (otra versión del Gran Hermano orwelliano) sea la efectiva y estricta administración al pueblo de una droga sintética llamada Prozium, que no elimina las emociones pero que las proscribe manteniéndolas en estado de latencia. Esta proscripción de las emociones, de otro lado, tiene como lógico corolario la prohibición de toda manifestación artística y la destrucción de ésta donde se encuentre.

    Si las emociones son la causa originaria de la guerra, quien se oponga al consumo constante del Prozium es propenso a sentir, lo cual convierte a la persona en un infractor sensorial y, sin vacilación, es condenado a muerte. En este punto surge otro paralelismo con 1984 de Orwell, donde el crimental (crimen mental) constituye la peor infracción y que es combatida con la reclusión del descarriado en el “Ministerio del Amor”. De ahí que el gobierno de este Estado totalitario dirigido por “El Padre”, haya institucionalizado una unidad especial –de elite- llamada Tetragrámmaton, compuesta por los clérigos, una especie de inquisición del futuro, y que son guerreros entrenados sistemáticamente desde niños en una forma sofisticada de combate que combina artes marciales y uso de armas de fuego, y que se encargan de vigilar el orden social manteniendo reprimido toda señal de humanidad, constituyéndose en garantes de esta seguridad inhumana y esta paz sin sentido.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Salvador Allende y Hugo Chávez: dos revoluciones pacíficas, dos contextos

Salvador Allende junto a su verdugo
Aunque ya antes en Chile se perfiló una opción socialista con Marmaduque Grove Vallejo en los años 30, experiencia que tuvo la corta duración de dos semanas y que fue frustrada por los factores reaccionarios de la época, la experiencia de la Unidad Popular y Salvador Allende constituyen el ejemplo más luminoso de los desafíos que enfrenta la construcción del socialismo de manera pacífica y en un solo país.

Si consideramos el programa político que impulsó la Unidad Popular, que incluyó la recuperación de recursos naturales, la nacionalización de empresas estratégicas, la política antimonopolio, la democratización de los medios de comunicación, la efectiva organización de los trabajadores en la CTU, entre otras medidas orientadas a alcanzar la justicia social en la sociedad chilena, así como el claro perfil antiimperialista de Allende, las similitudes con el proceso bolivariano son más que evidentes. Incluso, dentro del programa revolucionario chileno, se contempló una reforma constitucional que pretendió transformar el Parlamento en unicameral, y que hubiera pasado a llamarse “Asamblea del Pueblo”.

Pero más allá de las similitudes, del hecho de que en todos los países de Latinoamérica se presente una división social del trabajo producto de una herencia colonial que dividió la población en clases sociales y castas, más acentuada en unos que en otros, donde el contraste se presentó siempre entre una minoría blanca, urbana, privilegiada y enriquecida, y unas mayorías pobres por lo general compuestas por población autóctona, afrodescendiente, mestiza, o simplemente excluida, es importante destacar el contexto histórico en el que ocurrieron los hechos en chile y el marco contemporáneo en el que ocurre la Revolución bolivariana.

Salvador Allende se hace presidente de Chile en 1970, al comienzo de una década marcada duramente por la crisis mundial del modelo keynesiano de post-guerra, donde la época de oro del capitalismo llegaba a su fin producto de diversas circunstancias de repercusión mundial, como el empantanamiento de EE.UU en Vietnam, la decisión unilateral de Nixon de acabar con la convertibilidad del dólar en oro, la inédita combinación de estancamiento de la economía con inflación (estanflación), la crisis del petróleo provocada por la guerra del Yon Kipur, la ruptura de loa acuerdos de Bretton Woods, que fueron la expresión internacional del modelo keynesiano predominante después de 1945, y que configuraban un panorama sombrío para los intereses del capital, que desde entonces, se propondría convertirse en global impulsado por la nueva revolución científico-técnica y nuevas estrategias político-económicas y político-militares, entre las que se contemplaban los golpes de Estado en nombre de la lucha contra el comunismo.

Los países latinoamericanos se hallaban en una situación de división interna y de división entre ellos, en un marco donde lo que se llamó guerra fría, o enfrentamiento este-oeste, se convirtió en el principal catalizador de la geopolítica mundial, proceso dentro del que se subsumían todos los procesos políticos de las naciones del mundo, indistintamente de su carácter de lucha legítima y democrática por lograr las condiciones para emancipar a sus pueblos, como fue el caso del Chile de Salvador Allende. La influencia de los “medios de comunicación” y su capacidad creciente de manipulación creando matrices de opinión, unido a la creciente influencia de la industria cultural norteamericana, hicieron del comunismo un demonio al que había que perseguir y matar y el pretexto por excelencia para intervenir política, económica o militarmente en aquellos países que no respondieran a sus intereses.

El año 1973, se convirtió en el año de la conformación de lo que se llamó la trilateral, primer antecedente de articulación de gobierno mundial donde se dejaría claro cual sería el programa a seguir en aras de salvar al sistema capitalista de la nueva crisis. Resumidamente el programa consistió en: reducir la participación popular, darle primacía al mercado sobre el estado, darle prioridad a lo individual sobre lo colectivo y tecnificar la política. Estas tesis fueron recogidas por Samuel Huntington en el libro Las Crisis de las Democracias, programa que no era otro que el de la imposición del neoliberalismo, imposición que comenzó en el Chile de Pinochet, donde se aplicarían las teorías monetaristas de los Chicago Boys. Se daría comienzo a un proceso de despolitización de la realidad social, de separación de la economía de la política, de transculturización con hegemonía norteamericana, y de violación sistemática de los derechos humanos más elementales bajo las fachadas de “lucha anticomunista”, o la de “democracia representativa”, como sucedió en el caso venezolano.

La Revolución bolivariana pudo sortear y derrotar los ataques imperialistas, ataques que tuvieron como principal punta de lanza a la recalcitrante oligarquía del país, sus empresas de información, la jerarquía eclesiástica, las universidades tradicionales, los sectores reaccionarios de las Fuerzas Armadas, incorporándose además  a las fuerzas de la reacción las llamadas ONG, que como nueva fachada de la sociedad civil, conspiraron abiertamente contra el gobierno. Pero en esta oportunidad, no había fantasma comunista que perseguir. Hoy en día, la crisis del sistema capitalista, que abarca nuevos y preocupantes aspectos como el ecológico, no parece encontrar otra salida que la de implantar un sistema de destrucción civilizatoria para poner a funcionar su maquinaria industrial-militar-ingenieril, reproductora de la tasa de ganancia del capital; puro keynesianismo de guerra de cuarta generación que hoy podemos ver con estupor en Libia.

Allende no tuvo a la mayoría de las fuerzas armadas de su parte y los militares y funcionarios constitucionalistas fueron apartados o simplemente eliminados por la CIA. Pero además, el sabotaje económico llevado a cabo por la burguesía y la consiguiente escasez artificial de bienes, difícilmente podía ser compensado por importaciones, tal como lo tuvo que hacer el gobierno bolivariano durante el saboteo de la estatal petrolera. Si a esto le sumamos la particular formación social chilena, donde el pensamiento conservador tiene una importante influencia, el golpe de derecha parecía algo inevitable. Nuestros recursos naturales, nuestra capacidad económica, nuestra conciencia política adquirida o, para expresarlo mejor, nuestra nueva cultura política expresada en la organización del pueblo, nuestro patriotismo y el nuevo mapa geopolítico mundial, crean las condiciones para la continuidad de la Revolución bolivariana.

Hoy por hoy, el mundo sabe que Venezuela es la principal reserva de petróleo del mundo, y que el máster of puppets puede mover los hilos en cualquier momento para propiciar una intervención; de hecho ya lo hacen. La lucha principal del proceso bolivariano es a lo interno, contra su propia oscuridad, contra sus propias contradicciones, y por eso la revolución bolivariana debe retomar el impulso transformador y hacer de él algo permanente.

@maurogonzag

viernes, 9 de septiembre de 2011

Mariátegui: La Revolución bolivariana y el socialismo Nuestroamericano

Luis Villafaña
El siguiente texto pertenece a Luis Villafaña, conocido como el Negro Villafaña, y que fue publicado por partes en aporrea.org, a partir del día 13 de diciembre de 2006. Texto de gran pertinencia, sin exagerar lo puedo considerar como una extraordinaria pieza política. El texto que hoy dejo a los lectores es la versión completa, corregida y editada, y lo recomendamos para su utilización en las dinámicas de formación teórica-política, aunque no ideológica, porque me parece que hay que defender la concepción marxista de la ideología como reflejo invertido de la realidad; como falsa conciencia.
  

Presentación

El presente escrito está constituido por una presentación de la obra de José Carlos Mariátegui y una caracterización de la Revolución Bolivariana, en una dinámica donde se subraya la vigencia política-ideológica de la obra de éste, en la lucha por la liberación de los pueblos Nuestro-americanos en general y venezolano en particular. Es también un inventario de temas, aristas y ángulos de la experiencia bolivariana como hecho político-social en desarrollo y, niveles de coincidencias con el esfuerzo de elaboración intelectual, política, ideológica y organizativa de Mariátegui.

Requisito indispensable, en una exposición como la presente, es dar a conocer los principales aspectos en juego siendo uno de ellos la vida y obra de José Carlos   Mariátegui. Autor poco conocido, no solo en nuestro país, sino en muchos otros países de Nuestra-América, incluso para militantes revolucionarios debido al esfuerzo sistemático que tuvieron marxistas ortodoxos, trotskistas, reformistas, imperialistas y apristas entre otros, por tergiversar o acallar su obra*.
 
Por otra parte, más allá del liderazgo del Presidente Chávez, errores del imperialismo en sus ataques al proceso y de la debacle de la oposición, la trascendencia de la Revolución Bolivariana la constatamos en el esfuerzo de interpretar la realidad nacional desde la estructuración de un pensamiento propio (el bolivarianismo), que en su dinámica y profundización, desde lo especifico y particular de nuestro país, logra apuntalar una propuesta de cambio que impacta la universalidad de la cultura y particularmente de la cultura política-revolucionaria.

Espero que esta iniciativa nos acerque más a la implementación crítica de la Revolución Bolivariana, a valorar el papel de la teoría, el estudio, la sistematización de experiencias, el continuo aprendizaje y a hurgar en afirmaciones y propuestas elaboradas a lo largo y ancho de Nuestra-América Rebelde, pero que por prejuicios euro-céntricos permanecen silenciadas y desalojadas del arsenal teórico-político necesario para la Liberación de nuestras tierras, desde una propuesta Socialista y NuestraAméricana.

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(*) Véase: (cuatro caras de un mito) en la Introducción a los Siete Ensayos de Interpretación de la realidad Peruana, escrito por Aníbal Quijano Editorial Ayacucho, Caracas 1979, primera edición.