Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Diálogo en un café del centro de Caracas: encuentro entre el Compa Ugarte y el Camarada Arsenio

Me encontraba saboreando la bebida de los dioses en el centro de Caracas, pensando en la importancia de la reconciliación con una ciudad que, desde que se recuperaron espacios ciudadanos vitales, se ha mostrado tan diferente y tan amable como muchos ―dependiendo de la generación―  a lo mejor ni recordamos. Esperaba reunirme con una vieja amiga para hablarle de algunos proyectos que se delineaban en mi cabeza.

En la mesa contigua, un joven con aspecto de angustioso intelectual leía medio frenético el diario Ciudad Caracas, alternando la lectura del papel con la de la pantalla del teléfono móvil, cuyas teclas pulsaba con velocidad y destreza. Levantó de nuevo las páginas del diario y sobre la mesa se dejó ver un mamotreto de tapa dura, en cuyo lomo podía leerse la frase “Dependencia y revolución”; así de contigua estaba la mesa, y en eso llegó el interlocutor que esperaba mi vecino intelectual.

El compañero que llegó lucía más estrafalario. Como mi vieja amiga no llegaba y podía vaticinarse un interesante debate conversado entre los dos animales políticos, decidí sacar mi grabadora digital para captar algo de ese intercambio que, intuía, sería digno de reproducción. De bigote largo, lentes de pasta y portando una boina de cuero, al compañero que llegó lo llamaré Camarada Arsenio; al joven lector, lo llamare Compa Ugarte.

El Camarada Arsenio llegó con una media sonrisa y estrechando la mano de su amigo:

― Saludos estimado.

― Saludos Arsenio, compatriota y luchador ¿Cómo va la vida? ―respondió con energía y espontaneidad el Compa Ugarte, como contento por la llegada de la compañía―.

― Ahí voy compa, trabajando en la investigación ―respondió el Camarada Arsenio luego de sentarse y respirar profundo―. Sabes que leí por ahí que el documental Zeitgeist fue un encargo de los Rothschild a Peter Joseph.

― No sería extraño

― En el portal anillodepoder.com hay información interesante.

― Sabes que creo que detrás de este juego de monopolio está esta familia… Siempre desde los Medicis, ellos se convirtieron en banqueros y se diseminaron por Europa y la América. Y claro, los carajos son muy discretos, pero son los dueños del monopolio ― reflexionó Ugarte dando a entender que tal cosa no era sorpresa para él―, los demás son sólo jugadores, los Rockefeller, Soros, Slim, Cisneros, Mendozas… etc.

― Si, ni siquiera figuran en esas listas de los más millonarios del mundo, debe ser porque son mucho más que eso.

― Bueno, fíjate que yo le encontré cabras mochas al video ―afirmó Ugarte refiriéndose al Zeitgeist Moving Forward mencionado antes―.

― Ellos son los que mueven los hilos, los que financian las guerras ―Afirmó acto seguido Arsenio, con una seguridad como resignada―.

― Los que aparecen en la lista son sus empleados, ejecutivos de alto nivel que desempeñan roles en la empresa privada, en el mundo de las finanzas, en la burocracias privadas y públicas, nacionales, regionales e internacionales ―dijo Ugarte reiterando la idea―.

― Es verdad que las críticas del documental entusiasman, están bien documentadas, pero forman parte de la estrategia persuasiva para la trampa que plantean al final ―Dijo Arsenio volviendo al tema del documental―.

― Pienso que desde el siglo XVIII sólo han cambiado los nombres, pero los que mueven los hilos son los mismos de siempre, incluso en la Unión Soviética y en la China actual… No me extrañaría ― reflexionó Ugarte tratando de llevar la conversa de nuevo al tema de los “máster of puppets”―. La trampa es un mundo sin fronteras, con la tecnología en el cénit y unos recursos que son de todos. Sin dinero, sin propiedad; incluso sin política y sin religión, pero con nuevas formas de control… Un control que ya no hace falta que sea tangible porque nos han trabajado a nivel mental. Recursos que son de todos pero que están controlados por un poder central, anónimo, impersonal, el Gran Hermano. Hay que poner los pies sobre la tierra, las ideologías nos distraen si no se aterrizan…

― Si, y pensar que hay todo un movimiento internacional que promociona y difunde ese trabajo. Oye, a mi me parece que deberíamos hacer nuestro propio documental ―dijo Arsenio en completo acuerdo con Ugarte―.

― Yo cuando comencé a leer El hombre Unidimensional de Marcuse, dure como un año que no pasaba de la primera página, pues quien había financiado el trabajo era la Fundación Rockefeller.
― ¿Verga en serio, el libro de Mar-cuse?

― Sí señor, el mismito de la famosa Escuela de Frankfurt ―reiteró Ugarte con el tono de quien se apasiona por las teorías de la conspiración―. Me decía un amigo que los indignados de España estaban siendo promovidos por el Grupo Prisa…

― Bueno! Pero si en esta investigación que te comento incluso se afirma que el mismísimo Capital, fue financiado por estos señores o promovido por ellos de alguna manera! Viéndolo bien, la cuestión no carece de lógica aunque parezca la locura: ellos han generado sus propias críticas para profundizar su dominación.

 ― Necesitamos manejar la técnica, conocer al hombre, reescribir nuestra historia desde el aquí y el ahora, hacerla consciente y aprender a persuadir primero, convencer y despertar las mentes ―expresó Ugarte adoptando un aire místico de gurú―. Es un trabajo de hormiga, silencioso, que debe hacerse de recursos y debe ser constante y militante.

― Si, he pensado en reunir a un grupo de compañeros que compartamos estas ideas ¿No?, estas inquietudes, se de varios que andan por ahí no muy lejos pensando cosas radicales y pertinentes; a esos hay que reunirlos para plantear un proyecto teórico-político, un movimiento, hay que hacer algo!

 ― Bueno dale, cuentas conmigo para ello… Es que el problema está tan acumulado, que hasta los clásicos debemos releerlos y ampliar su visión, que es demasiado mecanicista, colonialista, economicista y simplista. El hombre es más complejo. Hoy leo a Lacan y Freud, y mi tesis de que al hombre no lo mueve la necesidad sino el deseo… se confirma con su teoría. De ser así, el socialismo, cuya premisa es la planificación de la producción para la satisfacción de las necesidades, niega la condición natural del hombre, porque ¡el hombre! ―dijo Ugarte levantando un poco la voz― el actúa por pulsión y no por instinto, una pulsión que está acotada por la ley del deseo, el cual satisface sólo a través la acción… pero una acción que nunca alcanza su fin, pues este se desplaza constantemente en nuevos significantes.

Ugarte lucía inspirado. Después de quitarse los lentes, se los colocó de nuevo y continuó:

― De hecho, de seguro que Google, Facebook y Twitter están manejados por estas familias a través de los tanques de pensamiento que están detrás de los inversionistas de capital que financian estas iniciativas, que son empresas y no fundaciones sin fines de lucro.

― Los factores subjetivos, la sexualidad, la imaginación, estoy de acuerdo contigo, en este trabajo que te comento se afirma precisamente eso, que Facebook y Twitter fueron creados porque el internet se estaba convirtiendo en una herramienta peligrosa para sus intereses ―dijo Arsenio recordando de nuevo la investigación―.

 ― Yo pienso que aún cuando lo méritos de la revolución cubana son innegables, su situación de bloqueo les ha facilitado el grado de consciencia que tienen, pues cuando están en un terreno sin bloqueo, aquí por ejemplo, su comportamiento es de una búsqueda insaciable de consumo.

― Completamente de acuerdo.

 ― Siendo así, esa revolución está gravemente amenazada, nosotros debemos aprender de ella y tomar nuestra previsiones; probablemente, te digo, debemos tomar el testigo.

― Una vez conversé sobre eso con un amigo cubano. Le dije que desde la perspectiva de la diplomacia internacional, de la lucha política, a Cuba le convenía condenar el bloqueo, pero que en su fuero interno, los cubanos sabían que ha sido ese gran desafío el que les ha permitido hacer cosas inimaginables, aunque el bloqueo sea también la causa de muchas de sus limitaciones.

― Pero es que fíjate, cuando se lee el discurso de Raúl en el recién finalizado Congreso del PCC, está claro que se preparan para una apertura tratando de conservar los principales logros de la revolución, pero sin saber muy bien a donde van…

 ― Bueno, nadie duda de que es una apuesta peligrosa, me parece. Hace poco recordaba el discurso de Fidel en Argentina antes de que le diera la cuestión por la que lo operaron, donde este recordaba que en Cuba no había publicidad, y que eso se relacionaba íntimamente con la ética revolucionaria alcanzada.

El camarada Arsenio también parecía inspirarse y recomendó un libro:

― El libro de Fernando Martínez Heredia, El ejercicio del pensar, es elocuente en relación a los actuales desafíos de Cuba.

 ― Yo aprendería de publicidad y mercadeo, de psicología; desarrollaría la investigación y el desarrollo en estas áreas, para problemas complejos, así daría respuesta en el mismo terreno. No pondría tanto énfasis en la tecnología que nos atomiza y nos hace más dependientes... Ahí está, lanzamos el satélite y metimos a Televén, Venevisión, TNT, ESPN, TCM… Na guara de soberanos! Ya verás que Igual va a pasar con la Televisión Digital…

― Aquí hay aun mucha ingenuidad, mucha vulgaridad a la hora de tratar estos temas ―Agregó Arsenio adoptando un gesto como desesperanzado―.

― Ni hablar de Twitter, pareciera que trabajáramos para el imperio.

― Somos demasiado discípulos de la tecnología.

 ― Es el inmediatismo, padecemos de cortedad de visión y a lo mejor tenemos aún una mentalidad colonial.
― Y eso tiene también su explicación. Nuestro estilo de vida, o el estilo de vida que aquí se nos impuso, el consuetudinario consumismo inoculado, la vida sensualista, jodedora, despreocupada…

― Ahí oigo al profesor con una Misión del Adulto mayor, pero que en nada cambia la valoración del trabajo… populismo peligroso…

― Toda una felicidad

― Al presidente yo le digo profesor

― Ta bien eso… Por eso es que las encuestas hablan de lo felices que somos. Y bueh, si, desde hace un tiempo estamos observando espectáculos preelectorales.

 ― La pregunta que yo me hago siempre es ¿Qué libros estará leyendo? y ¿Quien lo estará asesorando? Si seguimos así nuestro futuro es predecible…

― Los mismos que supuestamente le irradiaron el cáncer.

― Los recursos no dan, todos entran al mercado monetario, que con su voracidad va haciendo del dinero agua, con una inflación insostenible.

― Yo creo que hay grandes poderes fácticos que han logrado impedir aquí muchas cosas.

― Nada ha sido sacado de la lógica del mercado, la salud una verdadera contradicción, los salarios, los productos, incluyendo la Ley de Costos y Precios Justos… nos va a salir el tiro por la culata.

― No sé si tu percibes la restauración conservadora que estamos viviendo. Yo creo que si no nos han invadido es porque están implosionando esta vaina y con relativo éxito.

― A veces pienso que es una consecuencia de la madurez que aun no tenemos, incluyendo la renta petrolera y todo lo que esto conlleva… Siendo así, insisto aterrizar, desarrollar capacidades, para poder, y transformar en los ámbitos posibles… Formarse, investigar, dejar de ser ingenuo e idealista, y no hablo de pragmatismo, pero sí de dosificar un poco los ideales…

Respondiendo a lo dicho antes por Arsenio, Ugarte añadió:

O puede que estemos involucionando… Pero es histórico… ¿Cuantas evoluciones ha habido en el mundo?
― Es así… yo creo que hay que desarrollar un idealismo sin ingenuidad.

― Como dice Gramsci, necesitamos condiciones objetivas. Hagámoslas, sin mucho ruido.

 ― Si, las condiciones objetivas, y sin olvidar las subjetivas.

―Así, subjetivas y objetivas... Me dio una pena ajena la misión de ayer Niños de Venezuela, donde se le censaba a una niña de 13 años embarazada... Donde están los ministerios y la revolución si el embarazo precoz esta vivito y coleando… Mire compatriota, muy grata la conversa, pero ya los informantes se deben estar angustiando, van a creer que tenemos algo montado. Reunámonos próximamente con los otros amigos que me dijiste para seguir avanzando en la medida de nuestras posibilidades ―Dijo el Compa Ugarte en tono jocoso, chocando su puño cerrado con el Camarada Arsenio, al tiempo que se levantaba de la silla―.

―Seguro camara, no se pierda, estaremos en contacto.


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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Rafael Correa y la “libertad de expresión” subsumida por la libertad de empresa, es decir, pervertida por el capitalismo

La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten. Si un ciudadano tuviera derecho a hacer lo que éstas prohíben, ya no sería libertad, pues cualquier otro tendría el mismo derecho
Montesquieu.

 “No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad” George Bernard Shaw.

Rafael Correa en la Cumbre de la Celac
Rafael Correa, líder de la Revolución ciudadana en Ecuador, miembro de la alianza bolivariana, en su intervención en la Cumbre de la Celac denunció con las palabras precisas el actual estado pervertido del campo de la comunicación; a la canalla mediática que, tal como ocurrió aquí y sigue ocurriendo con Chávez, lo ha venido atacando de la manera más visceral y descarada. El presidente ecuatoriano, como complemento a una exposición que no tuvo desperdicio alguno, presentó dos videos que demuestran el grado de depravación de unas empresas mediáticas que, en nombre de la “libertad de expresión”, pasan por encima de toda ética y toda ley. Destacó Correa, que tal situación es de carácter planetario, y que la efectiva integración de Latinoamérica y el Caribe pasa por ganar esta batalla frente a las corporaciones mediáticas, que como sabemos hacen estragos en cada uno de los países de la región.

 En Venezuela, dos hechos históricos recientes, aunados a la intensidad de la lucha política de los últimos años, nos permitieron adquirir una privilegiada conciencia sobre un tema que nos ha llevado muchas veces a concluir que no será posible el socialismo, ni aún una transformación política profunda, sin una transformación de este campo tan determinante para la vida social de cualquier país. Uno de ellos fue el golpe de Estado de 2002, que como sabemos fue en una medida importante, mediático. Aquel nefando día, todos fuimos testigos de cómo se quiso engañar a venezolanos y extranjeros con la toma que desde un edificio cercano al Puente Llaguno, hacía la cámara de uno de los cuatro canales que en aquel entonces trabajaba ferozmente para sacar el presidente Chávez de Miraflores. Afortunadamente, esa no era la única cámara que en los alrededores del Llaguno captaba imágenes de una realidad que, como vimos, no era ni tan confusa ni tan obvia como se quiso postular.



El otro hecho de importancia alrededor del cual surgió un enriquecedor debate sobre el tema de los “medios de comunicación”, fue el fin de la concesión al canal Rctv, el 27 de mayo de 2007. Las semanas previas y las posteriores. Como todos recordarán, los dueños de esa empresa, sus trabajadores y las empresas de información afines convertidos en auténticos partidos políticos comunicacionales, un novedoso grupo de estudiantes (manos blancas) captados y manipulados por los artífices de las revoluciones de colores, se movilizaron frente a un hecho que fue definido por ellos como el “cierre” antidemocrático de un canal cuyo único pecado había sido defender la “libertad de expresión”. Tal acontecimiento también movilizó a los estudiantes bolivarianos y a la sociedad civil popular que, el 27 de mayo a las doce de la noche, desde los espacios del Teresa Carreño y en sus adyacencias, donde se dispuso una pantalla gigante, recibieron como quien recibe al año nuevo, a la señal de la Televisora Venezolana Social Tves. A pesar de que hoy en día, muchas veces por la fuerza de la costumbre, les siguen diciendo “medios de comunicación” a este conglomerado de radios, periódicos, webs y televisoras que lo que son ―y siempre han sido― es empresas puras y duras, empresas de difusión de informaciones, pero empresas al fin, negocios, entes privados en busca de reproducción de capital, ha sido apreciable la conciencia adquirida sobre el tema.

En esa oportunidad nos dimos cuenta de esa suerte de hándicap crítico que padecíamos como sector revolucionario, nos dimos cuenta de cuan subjetivados estábamos en lo referente a este tema de los “medios de comunicación”. Recuerdo que los tópicos centrales que se debatieron giraron en torno a la “libertad de pensamiento y expresión”, el derecho a la información, la democracia, el poder, el capitalismo, la cuestión de la hegemonía, el significado de la comunicación alternativa, la estética y los métodos que debían usarse en la nueva forma de comunicar, entre otros debates hoy abiertos aún. La subjetivación, esta manera de entender el hecho mediático consolidado por la costumbre, donde la consigna del periodismo oportuno y veraz, la objetividad y la inmediatez, se consideraban prácticamente incuestionables, gente como Fernando Buen Abad, se preguntaba en un foro realizado meses antes de que se anunciara el fin de la concesión a Rctv, si ya teníamos preparada una parrilla de programación, una agenda, unas palabras, una estética y un discurso realmente alternativos a lo que teníamos. Los primeros meses de Tves justificaron las inquietudes de Buen Abad.

Es así, como las palabras de Correa en su intervención durante la histórica Celac, nos recuerdan que las oligarquías, descontroladas por la angustia que sienten por la primavera política que vive la región y la potencialmente devastadora crisis del capitalismo, se comportan de manera muy similar cuando a su desesperación se suma el poder que tienen de nombrar, de definir y difundir visiones de la realidad, en virtud de su dominio sobre los medios de producción de sentidos y de información. En este sentido, dejo en lo sucesivo algunas citas de escritos anteriores en los que plasmé algunas ideas sobre el tema mediático, y que me parece pertinente recordar. Cada fragmento estará encabezado por el título que en su oportunidad llevó el artículo. En el último, consideré pertinente reproducir el artículo íntegro. Asimismo, al final de cada cita, el lector podrá encontrar el enlace que remite al escrito completo, tal como fue publicado originalmente, por lo general en el portal aporrea.org.
 

domingo, 27 de noviembre de 2011

Héctor Mujica y el "capitalismo popular"

Héctor Mujica
Del recientemente desempolvado “Capitalismo popular”, hemos dicho que es un descarado oxímoron; que es expresión de lo que Britto García llamó Neolingua en uno de sus artículos más actuales: todo un “genocidio humanitario”; un artificio volteador del lenguaje que va más allá del eufemismo y lo políticamente correcto; una vieja mentira enarbolada por Margaret Thatcher en momentos en que esta señora decía que “No existe la sociedad”, porque además  “No hay alternativa”. Era la época de la imposición del neoliberalismo. También afirmamos que era una inviabilidad racional y un irrespeto a la inteligencia de los venezolanos; una secuela de la más burda demagogia cuartarrepublicana pues. Tal propuesta produjo indignación y hasta hilaridad.

Pero resulta que el “capitalismo popular” es también una vieja fórmula psicológica, tal como lo recuerda Héctor Mujica en su libro, cuya primera edición data de 1967, El imperio de la noticia, recientemente reeditado por la Agencia Venezolana de Noticias.

El capitulo séptimo de esta insoslayable y vigente obra, se llama “La información económica y financiera”. En términos generales, en esta parte del trabajo se destaca la creciente importancia que para la época vienen tomando los reportajes y trabajos especiales relacionados con las vicisitudes del desempeño económico de los diversos países del orbe. Si bien Mujica abre fuegos afirmando que este tipo de información se ha convertido en una “moda”, hecho relacionado por demás con la incipiente ofensiva de la llamada globalización neoliberal, más adelante establece cuatro tipos de público al que van dirigidos los datos financieros:

1) Medios de negocios
2) A los cuadros de la actividad económica
3) Información del personal
4) Información al consumidor

De estos públicos nos interesa destacar, como bien lo sabe el lector, la información económica dirigida a los consumidores, a la gente, a los pueblos. Dice Mujica que en ese proceso llamado desarrollo económico no operan únicamente los factores “propiamente técnicos” y las decisiones de Estado, de los dirigentes. Intervienen también elementos “secundarios” que parecen cobrar cada vez la mayor importancia. Quiere decir Mujica que hay que atender no sólo a los factores objetivos del proceso económico, sino también y más aún a los factores subjetivos. Los factores psico-sociales, las costumbres, los valores y creencias, la “sociología del gusto” (Giss XXI).

Como ejemplo, cuenta Mujica que en 1965, el diario Pravda publicó una crítica hecha por una de sus lectoras soviéticas, en relación a un hecho al parecer insignificante. La mujer había comprado unas medias en un CUM (Almacenes Universales del Estado) y se le había roto al día siguiente. Además, en la misiva la mujer se explayaba en detalles sobre la mala calidad del producto, ensayando a partir de ahí comparaciones con la producción occidental, considerando además del precio y la calidad, el elemento estético. Esta publicación dio lugar a otras del mismo tono, lo que provocó una investigación del partido que dio a conocer que había en Moscú, dos telares que databan de la época del primer Plan Quinquenal (1927), entre otras situaciones relacionadas.

En este episodio se basa Mujica, para destacar la importancia que tienen las actitudes y reacciones del “consumidor” para el desarrollo económico armónico y sostenido. De ahí que el autor afirme, refiriéndose al sistema soviético, que “En general, todos los pueblos están dispuestos al sacrificio, pero no a la ignorancia de su sacrificio”. En países que impulsan proyectos de industrialización más o menos acelerada, conviene implementar, como refiere Mujica sucedía en los países socialistas, una política que a la construcción se unan los procesos de educación e información de manera constante y simultánea. Leyendo entre líneas, Mujica está elevando a primer orden lo que conocemos como política comunicacional.

Es en este punto donde entra a escena el “capitalismo popular”. La importancia de este proceso comunicativo  Estado-Sociedad, donde el libre flujo de la crítica seria y comprometida es capaz de impulsar y mejorar la ejecución las políticas públicas orientadas al bienestar general de la población, en los países altamente industrializados, como Estados Unidos, se traduce en “fórmulas psicológicas como el llamado capitalismo popular”, elaborada por los think thanks publicitarios “para aliviar la creciente tensión por el formidable enriquecimiento de unos pocos y las malas condiciones de vida de grandes sectores de la población, así como la tendencia interna a mirar hacia el exterior, hacia el mundo socialista” (Mujica, 2010). Salta a la vista, la importancia que tiene la información fidedigna y pertinente, no sólo para evitar los focos de perturbación, sino para garantizar el éxito de los planes y proyectos orientados a la emancipación y la transformación social.

De tal manera que lo del “capitalismo popular”, como mero discurso, si bien fue empleado por Thatcher en los ochenta, ya iniciada la imposición del neoliberalismo en el mundo, fue empleado también por los gringos en los años sesenta como “fórmula psicológica”, lo que es decir como artificio del lenguaje, como sutileza lingüística, para engañar a los “loosers” del sistema en un contexto donde llegaba a su fin el modelo keynesiano de posguerra.

Finalmente, traer ese discurso a nuestro actual contexto no resulta menos de exótico y funambulesco, reflejando el lado derecho de una dependencia cultural que condena, a ese lado derecho, al fracaso político.

amauryalejandrogv@gmail.com
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sábado, 12 de noviembre de 2011

Calle 13 en Las Vegas, Dudamel y los zapatos de Chávez

Los Calle 13
Hemos vivido en una época de simplificaciones, simplismos y mutilaciones de la realidad. Muchas veces la ideología al uso, consolidada con el paso de los años, el imperio de la moda, la ausencia de crítica y nuestros consuetudinarios problemas educativos y culturales, configuran una “visión del mundo” que hace cuesta arriba la comprensión de una realidad compleja. En un contexto como el nuestro, de cambio social, de pretensiones de ruptura radical con el sistema imperante en el marco de las propias reglas de ese sistema, las contradicciones puede que no sean sólo comprensibles, sino hasta naturales.

Es verdad que algunas no se justifican, y que reflejan una realidad subyacente, incólume, impoluta, intocada; hay otras que ni siquiera pueden llamarse contradicciones o que sólo lo son en una primera mirada. Por otra parte, hay situaciones que son harto comprensibles pero no por eso aceptables. En los últimos años, la campaña en la red que ha pretendido poner de manifiesto las “contradicciones” del postulado antiimperialismo de los que nos identificamos con el proceso bolivariano, ha sido incisiva y permanente, y me parece que nunca ha recibido una respuesta adecuada orientada a clarificar, por ejemplo, que las personas que usan teléfonos móviles Blackberry y apoyan a Chávez, no necesariamente están hundidas en un pozo de contradicción, aunque sea verdad que haya otros equipos con las mismas funciones e igualmente bonitos y hasta más baratos.

Otro sí, eso puede ser un indicador de que, efectiva y evidentemente ―escandalosamente―, aún nos queda mucho sendero por recorrer en el propósito de, como esgrime el lema ecológico, cambiar el sistema y no el clima; sobre todo porque a muchos como que nos gusta el mostrico. Oscar Varsavsky, quien trabajó en el venezolano Cendes y que fue un crítico de la dependencia cultural y científica de nuestros países nuestramericanos, afirmó que la modernidad capitalista había logrado producir una técnica, que devino en “fuerza física irrebatible”, que nos colocaba en la situación de no poder renunciar, por ejemplo, a las armas hechas por occidente para usarlas en la lucha por la liberación. Varsavsky decía que si un país Africano decidía antiimperialistamente renunciar a las armas hechas en occidente para defenderse, estaría condenado al colonialismo. Suena sensato. Hoy podríamos aplicar dicho ejemplo no solo a las armas de fuego sino a las armas de todo tipo, como por ejemplo las comunicacionales.



En tal sentido, conviene destacar que no renunciar a las armas no significa que debemos ser promotores de la guerra. La fórmula la ha dado la Revolución bolivariana: pacífica pero armada. Las armas, y la disposición privilegiada de ellas por parte de un sector de la sociedad, asociada a la necesidad originaria de garantizar un mínimo de orden que haga posible la vida social, han sido inherentes a la historia social, a la historia humana. Me parece que la clave está en poder hacer la distinción. Porque, ciertamente, ser antisionista o condenar los ataques del Estado de Israel a los palestinos, no significa en lo absoluto ser antisemita, como ser antiimperialista en referencia a los EEUU, no significa rechazar al pueblo norteamericano, así como no significa condenar “todo lo gringo”, verbigracia muchas de las producciones culturales que han nacido en su seno, como el Jazz, el Blues, Whitman o la música Rock. De ahí que sea algo equivocado aunque ciertamente llamativo, ver una contradicción en un militante que, revolucionario de corazón, es admirador de Michael Jackson. Sin embargo, otra cosa sería si ese militante termina amando o admirando, a través de Michael Jackson, los helicópteros Apache, los F-22 y la ciencia Wasp.

Lo he dicho en otras oportunidades. Una cosa es querer un carro porque lo necesito y porque el transporte público no sirve y toda la gama de razones que se puedan plantear, y otra bastante diferente querer el carro como si el motor albergara la potencia sexual y los cauchos la dignidad personal. Sean sólo aparentes y comprensibles o cínicas y escandalosas, nadie está absuelto de la contradicción. De ahí que sea importante siempre, de cara a dar el ejemplo, ser coherentes con nuestro discurso y poder explicar con sensatez, ingenio y creatividad las contradicciones que saltan por todos lados. Más aún, con tanta gente portadora del famoso revolucionómetro, una auténtica “maravilla” capaz de armarse y desarmarse con los contextos.

Cuando vi a Calle 13 en Las Vegas junto a Dudamel, mi primera impresión fue de vaya que interesante esta mezcla, propia de la riqueza y creatividad infinita que nos caracteriza. Calle 13, contestatario, ingenioso, poético y combativo, lanzando su verso popular junto a la Sinfónica Simón Bolívar, fenómeno venezolano dirigido por el prodigio Dudamel, en una audaz reunión materializada en un escenario que celebra al mainstream de la música latina, es decir, lo más comercial, empaquetado y simpático, lo que vende y enamora, lo que dirige, lo que se oye, lo que entra en los tops. El Grammy Latino en algún momento se erigió en máxima distinción de la música latina, y entregar ese premio en una ciudad que representa lo que representa Las Vegas daría lugar a muchas críticas bien fundadas, pero que Calle 13 haya arrasado en los premios no deja de ser llamativo y ciertamente encomiable. De todo lo que tal hecho podría simbolizar, habría que pensar si calle 13 en Las Vegas no expresa el reciclaje de lo contestatario, la asimilación de la protesta convertida en medio de la tramoya de los escenarios, en un exótico producto que vende bien. Sin embargo, si vemos aquí la clásica tensión entre el artista crítico antisistema y la gran industria de la música, creo no exagerar al afirmar que aquí la ventaja la obtuvo el primero y con cierta impunidad.

Finalmente, no es contradicción, en nuestro país importador y con los rasgos planteados en el primer párrafo, que Chávez use zapatos marca Nike cuando sale a trotar, así como no lo es que Fidel use monos marca Adidas. Al ser preguntado por Atilio Borón sobre si usar la marca no contradecía la revolución, Fidel respondió que él también era víctima del imperio. Más que una contradicción, incurrir en “la falta” sería más una especie de tupé, un mal necesario pero cómodo.

Siempre que se tenga conciencia, no parece pecado el uso y consumo de ciertos productos, siempre que lo que se esté considerando sea el valor de uso y no el valor de cambio y o el valor simbólico, lo cual supondría un proceso previo de alienación. La Coca Cola, por ejemplo, no sirve ni para quitar la sed.

De tal manera, que a pesar del toque de Calle 13 y  Dudamel juntos en Las Vegas, en esa meca del consumismo y el derroche, nadie les puede quitar lo bailao, aunque, como muchos seguramente han imaginado, lo mejor sería tener nuestros propios premios a la música latina.
Esto da para más, seguro que sí…


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@maurogonzag

martes, 8 de noviembre de 2011

Dussel, Laclau y el Gran Polo Patriótico

Enrique Dussel
Al feminista que no es socialista le falta estrategia, al socialista que no es feminista le falta amplitud

El Gran polo patriótico, podría definirse como el necesario espacio de confluencia y articulación de todas las organizaciones políticas y movimientos sociales que apoyan al gobierno bolivariano, conscientes de que la continuidad del proyecto político enrumbado hacia el socialismo depende de la reelección del comandante Hugo Chávez. Sin embargo, cuando recordamos lo que costó aglutinar a los varios partidos políticos identificados con el proceso bolivariano en el Psuv, y sobre todo al observar como evolucionó la configuración de los partidos, nos damos cuenta de la magnitud del desafío que significa aglutinar en una sola gran organización, a partidos y movimientos.

La diferencia fundamental entre ambas formas de organización sociopolítica, viene dada por la lógica de la lucha, donde en el partido está centrada en alcanzar el poder, lo que es decir en ganar elecciones, y en el movimiento social está centrada en la lucha por una reivindicación particular, por ejemplo la lucha de los campesinos por la tierra, la de las feministas contra la discriminación de género, o la del movimiento de pobladores por una vivienda digna y popular. Una visión simplista, plantearía que los movimientos sociales deben “acompañar” al partido político, quien a fin de cuentas es el que dispone de la maquinaria que gana las elecciones, y que argumentar la importancia de los movimientos sociales o equipararlos al gran partido equivale a fragmentar la lucha en la medida que son movimientos diversos con diversas banderas de lucha, lo cual resultaría suicida de cara a cualquier evento electoral.

Sobre este importante aspecto de la conformación del GPP, la tesis 11 del libro 20 tesis de política, de Enrique Dussel, hace un aporte que conviene tomar en cuenta.

Si seguimos la idea planteada arriba en el epígrafe, tendríamos la fórmula para la conformación del GPP. Una feminista puede tener serias diferencias con la estructura organizativa del gran partido político, y podría albergar diferencias que la inducirían a cometer el error de absolutizar su lucha, una lucha que es una reivindicación particular frente a la pragmática partidista de sumar votos para alcanzar una posición de poder que permitiría avanzar hacia un socialismo que, como debe estar lejos de las experiencias del “socialismo real”, se encuentra en discusión, en construcción. Por su parte, el militante del partido, que puede definirse como marxista crítico, bolivariano o humanista, puede considerar legítima la lucha feminista, siempre que no sea, por supuesto, machista. Pero incluso no siendo machista (y el machista puede ser hombre o mujer), podría, de la manera más natural, considerar la reivindicación de la mujer como algo que se logrará al arribar al socialismo, y para eso es necesario que la feminista forme parte de la maquinaria y mas nada.

Ernesto Laclau
Es así como la situación que se presenta es una tensión entre lo que Ernesto Laclau denomina la lógica de la diferencia y la lógica de la equivalencia. Surge acá un problema político, o más bien un desafío, político, cuando se advierte que hay tantos movimientos como reivindicaciones particulares, “diferenciales”, que en un principio parecen oponerse. Dussel se pregunta en la onceava tesis “¿Cómo puede pasarse de una reivindicación particular a una reivindicación hegemónica que pueda unificar a todos los movimientos sociales de un país en un momento dado? Es toda la cuestión del pasaje de particularidades diferenciales a una universalidad que las englobe” (Dussel, 2008). En esta parte de su explicación, el autor cita la obra La razón populista, de Ernesto Laclau, donde este explica con detalle cómo se realiza ese tránsito hacia lo que Dussel llama el “unívoco equivalencial”, y que da cuenta del proceso en el que las “demandas democráticas”, aisladas, particulares, se transforman en “demandas populares”, articuladas hegemónicamente a partir de la lógica de la equivalencia.

De tal manera, se hace necesario encontrar las equivalencias a través de un arduo proceso político de intercambio y discusión. Laclau, en el capítulo de la obra citada “La construcción del pueblo”, parece definir al Gran Polo Patriótico cuando establece las tres dimensiones estructurales de ese tránsito hacia lo que nosotros podemos llamar “Hegemonía popular revolucionaria”:

- La unificación de una pluralidad de demandas en una cadena equivalencial;

- La constitución de una frontera que divide a la sociedad en dos campos;

- La consolidación de la cadena equivalencial mediante la construcción de una identidad popular que es cualitativamente algo más que la simple suma de los lazos equivalenciales.

La Plebs, el Populus, el pueblo
La tesis 11 de Dussel constituye así, un diálogo con la mencionada obra de Ernesto Laclau, aunque en su planteamiento de la conformación del “hegemón analógico” ―otra forma de mencionar al GPP― añada también la propuesta de Boaventura de Sousa Santos, quien piensa sobre el tema de la unificación de los movimientos, que cada reivindicación debe entrar en un proceso de diálogo y de traducción, con el objeto de lograr un entendimiento que sin embargo nunca llega a ser el de una universalidad englobante. Dice Dussel que un ejemplo de demanda universal y universalizante de las demandas particulares, fue “la libertad”, en el marco de la lucha por la emancipación de España en 1810. La “libertad”, en ese contexto cobró una primacía indiscutible que tuvo la capacidad de unificar a todos los grupos del “bloque patriótico” latinoamericano.

Si en 1810 existía esa demanda universal de “libertad”, de lucha contra la monarquía (poder de uno) y los privilegios aristocráticos (nobleza de sangre) 200 años después, diría que existen demandas más apremiantes y con igual o mayor poder aglutinador: la demanda de liberación de las distintas opresiones inherentes a la modernidad capitalista de los 500 años, donde la mujer feminista toma conciencia de que si esta es afrodescendiente o indígena, obrera o de diferente orientación sexual, sufre mayor discriminación aún. Surgen así las analogías, las equivalencias entre los distintos movimientos que se reconocen antagónicos de un enemigo común, y que son agrupados por una “expresión simbólica positiva” (Laclau, 2005), que ya ustedes saben quién es.

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martes, 25 de octubre de 2011

Cristina Fernández criticó en su discurso lo que aquí se conoce como el “Quítate tú pa ponerme yo”

En el cierre de la campaña electoral
Cristina Fernández de Kirchner obtuvo ayer una resonante victoria convirtiéndose en la primera mujer presidenta de Argentina en ser reelecta. Pero además fue una victoria históricamente holgada, sacándole una ventaja de más o menos 8 millones de votos al rival que más se le acercó. Tal victoria, responde a una realidad sociopolítica nacida de las importantes reformas políticas que ha venido impulsando el kirchnerismo, por lo menos desde que su fundador, Néstor Kirchner, ordenara dignamente quitar los cuadros de los dictadores Videla y Bignone del Colegio Militar, hecho memorable de gran carga simbólica.

Resulta inevitable una digresión. Imaginémonos, recordemos, lo que simbólicamente significó, en un hecho físicamente similar pero que simbólicamente fue diametralmente opuesto, el que Pedro el breve, el dictador, haya mandado a quitar el cuadro de Bolívar del salón de Miraflores, en ese escaso tiempo que deambuló por el Palacio; como si hubiera llegado ahí pensando sólo en eso.

Contundente el triunfo de Cristina. Su discurso, dado naturalmente en la Plaza de Mayo, fue recibido fervorosamente por el pueblo cual palabras de Evita o de Perón. El recuerdo del hombre que junto a Chávez y otros dignos jefes de Estado enterraron el ALCA en Mar del Plata, añadió emotividad a las palabras de la flamante presidenta reelecta, quién recordó que su compromiso era con la historia, “con ustedes, con la memoria y con el legado de él…” Sin duda, este triunfo de Cristina constituye un espaldarazo al proceso de integración de Nuestra América, y garantiza la continuidad del proyecto de país que ella lidera, ahora junto al que fuera su ministro de economía, Amado Boudou.

Es así como, partiendo de lo que esta victoria significa para la Argentina y la región, queremos detenernos en el hecho de que dicha victoria constituye la garantía de continuidad de un proyecto político de país, una continuidad que viene dada por la reelección de una persona, de una organización política, de una visión, de un partido. De tal manera, que nuestro interés en un tema que se trató mucho en Venezuela en el marco de la campaña por la Reforma Constitucional, por allá por el 2007, cuando las empresas de información opositoras a Chávez se desgañitaron hablando de reelección indefinida y perpetuación en el poder, se origina en este pasaje del discurso de Cristina: 

Yo quiero convocar a todos los argentinos a la unidad nacional, a que no nos distraigan con enfrentamientos inútiles, a que no discutamos sobre los hechos y las realidades, que en todo caso si esos hechos y esas realidades  pueden mejorarse, pueden enderezarse, nos digan cómo hacerlo, tenemos que pasar a un país diferente, donde el que venga construya sobre el que ya hizo porque el que ya hizo, hizo bien pero bueno le faltó algo y entonces eligieron a otro, esta es la Argentina con la que yo sueño, una Argentina donde tengamos continuidad, que no significa continuidad de personas y de partidos sino de proyecto político de nación y de país, de eso estoy hablando, de esa continuidad, proyecto político y de país



Cristina parece criticar lo que históricamente ha significado la llamada “alternabilidad en el poder”, que en la historia venezolana de la cuarta república no pasó de ser un “quítate tú pa ponerme yo”, y que entre las luchas y tensiones entre partidos, corrientes, visiones, ha conducido a una alternancia que se tradujo la mayor parte de las veces en un echar por tierra, en hacer tabula rasa; en dar al traste con los proyectos en que, el grupo político saliente ―que tuvo “su oportunidad― venía trabajando pero que, finalizado el período de gobierno, no pudo concretar. Es así como muchas obras se quedan a medio hacer, y muchos proyectos  ―no sólo válidos o brillantes sino importantes y pertinentes― quedan engavetados, abandonados a la crítica del polvo y los animales microscópicos. Pero si nos preguntamos ¿Quién realmente termina perdiendo en esta “alternabilidad del poder”? La respuesta salta en lógica irresistible: los pueblos, la gente, los individuos concretos con voluntad, talento, expectativas y necesidades.

En primer lugar, podemos decir que en la medida en que un proyecto político es revolucionario, y que por tanto ostenta un programa político que chocará necesariamente con muchos intereses, incluyendo los del imperialismo, ese proyecto no podrá consolidarse en los períodos establecidos tradicionalmente en el marco de las democracias liberales burguesas. En tiempos de crisis orgánica y de visiones de mundo antagónicas, como es el caso venezolano y digamos que de la región en general, solo en el mediano plazo, e incluso en el largo plazo, es posible concretar cambios de tal envergadura. A esto le sumamos un hecho propio de los países que nos encontramos de alguna manera en una situación subalterna o dependiente. Decía Perón, luego de haber decidido dejar el poder para evitar una masacre de grandes proporciones e incluso, una intervención imperial directa, que lo difícil no era lograr la emancipación sino mantenerla, sostenerla en el tiempo hasta alcanzar la completa liberación. Y aquí las palabras clave son: sostén en el tiempo.

Menos aún, podría concretarse en un lustro un proyecto que se ha propuesto sacar de la pobreza al 80% de la población de un país, como fue el caso venezolano; que se ha propuesto recuperar la soberanía y la autodeterminación luego de largos períodos de entrega de riquezas. Todo lo cual nos habla de una realidad propia de nuestros países en pleno proceso de segunda emancipación y de integración: los proyectos  nacionales, populares, de cambio y transformación social, dados los desafíos que tienen que enfrentar en lo interno y externo, no pueden concretarse en los períodos de gobierno que establecen las constituciones de la mayoría de los países del mundo. De ahí que, como lo fue el caso de Venezuela, se haya tenido que enmendar la Carta Magna para permitir más de una reelección, que era lo que en principio establecía. ¿Cuántas constituciones no han sido modificadas en los últimos años con este propósito reelectivo? ¿En qué casos esas modificaciones constitucionales para permitir reelecciones no están relacionadas con la necesidad de dar continuidad a proyectos de mediano y largo plazo?

El tema da para mucho, sobre todo desde la periferia, desde países subalternos donde los sistemas electorales y de partidos; donde la democracia política se configuró en un contexto de colonialismos internos ejercidos por minorías, lo cual limitaba desde su nacimiento esa concepción liberal que concibe al Estado como un ente pluralista, sin ninguna clase particular representada, y donde diversas organizaciones políticas pueden competir “libremente” y tener posibilidades de acceder al poder. No señor, aquí las cosas no son ni nunca fueron así. Pero sucede, que en esta tierra de gracia y utopías han querido ser más papistas que el papa y más liberales que Adam Smith y Milton Friedman.

Así las cosas, el sueño de Cristina sería realizable solo en un contexto donde cada país de la región ha logrado construir una sociedad soberana, autónoma, productiva, liberada de todo coloniaje de cualquier signo, y sobre todo donde esos países, nuestros países, han logrado integrarse y consolidar dicha integración. Porque, sin Cristina no habría continuidad de proyecto de país, y sin Chávez tampoco.

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@maurogonzag


martes, 18 de octubre de 2011

A montarse todos en el "autobús capitalismo" del "progreso popular"

En artículo anterior hablábamos del “Capitalismo popular” de María Machado, como un irrespeto a la gente que, informada como está sobre lo que en el mundo ocurre, no se come viejos cuentos ―dicho sea de paso fracasados― como ese de que el capitalismo, un sistema que por naturaleza privatiza los beneficios y socializa los daños, puede llegar a ser “popular”.

En ese supuesto de “capitalismo popular”, que es, como hemos dicho, una inviabilidad de orden racional, un discurso que se utilizó en su momento para cohonestar la imposición del neoliberalismo en los años ochenta, se haría realidad la funesta distopía capitalista ―que viene siendo la utopía del propietario de buen corazón― de la “sociedad de propietarios”; propietarios, se supone, de sus medios de producción. Porque todos somos propietarios de alguna manera ¿O no? Ahora, hablar de una sociedad de propietarios de medios de producción es hablar de un conglomerado entero que vive comprando y vendiendo o, mejor, comprando el tiempo de los demás y vendiéndose. Una sociedad que tendría como divisa el compro y vendo, luego existo. Algo así como la clásica libre concurrencia.

Pero sucede que los tiempos de libre concurrencia terminaron en el siglo XIX. Estamos en la edad de las transnacionales, de los monopolios, de los imperios. Imperios en crisis pero imperios todavía. De ahí que la propuesta de la precandidata, aparte de ser una contradicción, un artificio del lenguaje, carezca de factibilidad real; valga la redundancia. Otra cosa sería si la propuesta incluyera la expulsión de todas las empresas transnacionales del país para darle paso a la formación de un mercado interno donde todo lo que se compra y vende es producto de una burguesía pionera, nacional y emprendedora, pero tengo la impresión de que los tiros pre-majunches no van por ahí.

Nuestro sistema, es bueno recordarlo, sigue siendo capitalista. Vivimos en un capitalismo rentista de socialización creciente. Es decir, donde las ganancias extraordinarias que recibe el país se pretenden redistribuir ―y se redistribuyen― con criterios de equidad y justicia. De ahí que algunos se hayan preguntado si nuestro socialismo, dado nuestro ―al parecer― insuperable y fatal rasgo de país petrolero, pueda ser un “socialismo rentista” o, para ilustrarlo mejor, un socialismo a la sueca, donde a cada cual le toca por derecho su barril de petróleo. Un barril que puede adoptar la forma de techo, salud o educación. Claro, hoy existe clara conciencia de que ese carácter petrolero debe ser superado como propósito trascendente del proyecto Nacional Simón Bolívar, en tiempos de cambios climáticos irreversibles, y que por consiguiente piden la construcción de un mundo diferente, socialista y ecológico.

De tal manera, que hasta el progreso, ese mito ilusorio y destructivo, pero que relumbra en el imaginario de mucha gente que ve como se levanta un nuevo centro comercial de cristalinos ventanales en pocos meses, si no se redefine como sinónimo de bienestar, felicidad, cultura y seguridad, más allá de su alusión a un bienestar que sería un supuesto producto de los “avances” de la ciencia y la tecnología ―que jugarán su papel―, no sería otra cosa que un autobús desbarrancado o, en la clásica definición, un burro tras la zanahoria.

Finalmente, ni “capitalismo popular”, porque este es impopular y antipopular desde lo teórico y lo práctico, ni autobuses de progreso, que es otra forma de decir capitalismo popular. Sí, porque aquí la palabra progreso se refiere al capitalismo y el autobús pretende aludir lo popular. Ambas propuestas carecen de credibilidad, y son un intento bastante poco elaborado de usufructuar un interés por lo social que en realidad no tienen, por lo menos en el sentido emancipatorio y liberador.

@maurogonzag

miércoles, 12 de octubre de 2011

Que viva el "capitalismo popular"

Dice el diccionario de la Real Academia del vocablo oxímoron: Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador. La definición resulta, como lo son las que ofrece el libraco real, estilizada y aséptica. Y es que, cuando se trata de poesía, de literatura, de ficción, todo está permitido y esta combinación de palabras con sentido opuesto puede dar lugar a nuevos y refulgentes sentidos; no así cuando se trata de conceptos referidos a formas de organización social o a toda una visión de mundo.

La audacia demagógica de la precandidata de la MUD, al proponer la ya más o menos vieja mentira del “capitalismo popular”, parece desafiar uno de los últimos artículos de Luis Britto García, intitulado Neolingua. En esa pieza, Britto comienza ofreciendo variedad de ejemplos de estas frases que, fuera de la poesía, se convierten en puro artificio volteador del lenguaje, yendo más allá de la frontera del eufemismo y lo políticamente correcto. Es así como se pretende que haya un “imperialismo humanitario”, “holocaustos bienhechores”, “agresiones pacíficas” que seguramente vienen del “fuego amigo”, cosa emparentada con el “bombardeo filantrópico”, que producirá “males buenos” como el “genocidio vivificante” o el “exterminio saludable”. Pero no hay que alarmarse, porque de lo que se trata en el fondo es de una “destrucción edificante” que producirá una “devastación creadora”.

Es así como una de las últimas obras de Eduardo Galeano, lleva un nombre que refleja el espíritu de la época en que al parecer vivimos: Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Lo del “capitalismo popular”, aparte de ser una vieja mentira enarbolada en su momento, entre otros personajes, por Margaret Thatcher, es también un “enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional”, es decir, una aporía. Es una irracionalidad, un irrespeto a la inteligencia de un pueblo que, si bien sabe que aún vive en el capitalismo, comprende que es el sistema que tiene pasando hambre a una considerable parte del mundo, el que ha provocado tres guerras mundiales, las guerras de Irak, Afganistán y Libia, el saqueo de África, entre otras perlitas, además de ser el sistema que tiene “indignados” a los pueblos de los regiones más capitalistas del mundo.

De ahí que puedan percibirse resabios de demagogia cuartarrepublicana en la funambulesca expresión “capitalismo popular”, frase que por otra parte no deja de recordar las propuestas aquellas de la tarjeta Mi negra, la de estudiar una carrera paga en una universidad paga, o la de que todos podríamos montar, luego del efecto derrame, una venta de helados. De tal manera, la visión de la pre candidata es llenar al bulevar de Sabana Grande de juan chicheros o, también, hacer del pueblo una sociedad de propietarios donde cada uno sería dueño de su propia miseria. Lo más opaco de tal discurso, sin embargo, es que parte de una falsa premisa, afirmando que la Venezuela de hoy es comunista o socialista, y yo lo que sé, si no que alguien me corrija, es que Venezuela ha logrado emanciparse en el marco del capitalismo, rentista y regulado por el Estado, pero capitalismo, donde se ha logrado distribuir mejor el ingreso en el marco de la recuperación de la soberanía por parte del movimiento político bolivariano, y donde mucha gente, más que en toda la historia del país, se ha hecho propietaria de su tierra, de su techo, de su carro, de su moto y de su destino.

Finalmente, lo que parece manifestar el discurso del “capitalismo popular” es una defensa anticipada de la propiedad privada de los medios de producción, la independencia del individuo frente al Estado, la tecnificación de la sociedad, la fragmentación de la comunidad y una defensa extemporánea del mercado en detrimento del papel central del Estado como actor e interventor central en la realidad social. Liberalismo trasnochado y cínico, porque ni siquiera la tercera vía pues…

@maurogonzag

domingo, 2 de octubre de 2011

Es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo: pura ideología al servicio de la explotación

Seguramente el lector habrá visto alguna vez el comercial donde un conocido animador de la televisión venezolana, quien fuera en su momento el sucesor de Amador Bendayan en el circo de sábado sensacional, invita a la adquisición de una póliza de seguros indistintamente de que a usted le haga falta.

La figura nos invita a la compra del seguro ―que por supuesto es presentado como una noble y necesaria inversión― con este sugestivo juego de palabras: es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo. Caramba, pero que escandalosa lucidez la de estas palabras que, por cierto, expresan de manera cruda la lógica de la sociedad de consumo en el marco del capitalismo global, hoy en crisis. Y es que detrás de tal “necesidad”, sin hurgar demasiado, detrás del retruécano truculento, lo que encontramos es un mensaje dirigido a una sociedad donde reina campante, el miedo. Un miedo asociado como no, a una percepción de inseguridad. Percepción inoculada, cómo no. Y no es que las probabilidades de que algo nos pase sean nulas, no. No es que no haya hechos delictivos en nuestro país. Aclaro de una vez, que excluyo de esta reflexión a todos aquellos que disponen del seguro porque realmente lo necesitan que, me permito intuir, son la minoría de la población en este país de gente joven.

Porque, amiga lectora, si hacemos un esfuerzo y hacemos una pausa en nuestro muchas veces frenético estilo de vida, y respiramos profundo y apagamos la televisión y la radio y nos relajamos, y nos detenemos un momento a analizar frases publicitarias como la citada, además de ciertos refranes y dichos populares, nos daríamos cuenta, ya sea en una inesperada epifanía o por medio de una vaga sospecha, que el significado de dichas frases, que por lo general contienen algo de verdad y en eso consiste la trampa, expresan el más puro pensamiento conservador cuando no son pura ideología al servicio del capitalismo y su forma de organizar la sociedad. Porque, como “se dice”, muchacho no es gente grande y por esa vía la juventud queda descalificada hasta que deja de serlo, sin olvidar que más sabe el diablo por viejo que por diablo y que si así es la vaina entonces la experiencia siempre primará sobre el pensamiento renovador, con el peligro de que los viejos paradigmas perduren mientras perduren los que Oscar Varsavsky llama ―para citar un ejemplo del campo universitario― los profesores fósiles.

Pero volviendo al Slogan publicitario, me pregunto si la idea de que tenemos que tener algo sin que lo necesitemos no es la base sobre la que se levantó toda la sociedad de consumo, que funciona gracias a la conocida obsolescencia programada y a la ofensiva pasmosa de la publicidad comercial. Esta última, sabemos, ha sido la histórica creadora de falsas necesidades que terminan muchas veces constituyéndose en necesidades más imperiosas que el techo y la comida. Es así, como siempre será más “conveniente” y “sensato” tener sin necesitar. Pero en el caso de un Seguro de Vida, el chantaje se hace como más explícito. Porque mientras más caro es el Seguro, habrá mayor cobertura y ciertamente, tal como la medicina en el marco del capitalismo histórico, aquel se convierte en una invitación a que te enfermes, te accidentes, te estropees o te infartes. El Seguro no te recomienda una dieta sana y está lejos de promover la medicina preventiva. Por el contrario, fortalece la percepción de inseguridad y explota el miedo milenario que, asociado tanto a cuestiones religiosas como a las más laicas, forma parte del sistema de creencias, de la ideología al uso y que subyace en toda sociedad. Como las computadoras, siguiendo a Roberto H. Montoya en su libro La ciencia ha muerto… vivan las humanidades, los seguros parecen ser una “solución en busca de problemas”.

Ciertamente, el tema de la ideología es un tema complejo. Afortunadamente, para no perdernos en los meandros de tema tan abstracto, disponemos de la obra de Ludovico Silva quien, en su Plusvalía ideológica, dice que lo que Marx entendió por ideología es lo que Bacon planteó en su teoría de los ídolos, que tiene como aspecto central el entender el fenómeno ideológico como un lenguaje impuesto a las sociedades. Sabemos que los métodos para imponer lenguajes es lo que nos ha brindado la técnica del último siglo, y que quienes imponen la gramática al uso han sido los ideólogos de la modernidad capitalista. Toda ideología está determinada por la realidad histórica. Dice Ludovico que la ideología “es un componente estructural de la realidad social; forma parte de la realidad mas no de sus relaciones visibles”. Por otra parte, Max Horkheimer, citado por el filósofo venezolano, sobre el tema plantea que: “Debería reservarse el nombre de ideología –frente a la verdad- para el saber que no tiene conciencia de su dependencia y, sin embargo, es penetrable ya para la mirada histórica”. Ese saber del que habla el autor alemán, es el lenguaje impuesto que forma parte de nuestro “sentido común”, de la estructura social, de lo inoculado y ajeno, pero que ciertamente es penetrable, lo que significa que podemos investigar sus orígenes, quebrándolo, para remontarlo y superarlo, y así alcanzar una conciencia que implicaría la necesaria transformación del sistema en el que vivimos.

Ludovico cita a Ortega y Gasset, quien sobre el tópico de las ideas y las creencias, nos dice que “las creencias no son ideas que tenemos, sino ideas que somos”, señalando así el lugar de la ideología. Esas ideas que somos forman parte del sistema de representaciones y creencias en el cual usualmente  “viven avecindados” los miembros de una sociedad. De tal manera que “lo que se piensa” y “lo que se dice” forma parte de la ideología de una sociedad, y ese hombre-todos u hombre-ninguno que “dice lo que se dice”, es ese manto ideológico que debe ser quebrado en una auténtica batalla de las ideas, donde la ideología del sistema, ese reflejo invertido de la realidad histórica, debe ser destruido por la conciencia revolucionaria.

Porque, ¿quien dice que “Es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo”? ¿Serán acaso los socios de los que día a día inoculan miedo y generan de manera sistemática una percepción de inseguridad que muchas veces no se corresponde con la realidad?

No permitir que nadie decida cuáles son nuestras necesidades es un acto revolucionario. Seamos capaces pues, soberanamente y en contra de la ideología oficial, de decidir que necesitamos y qué no. Y cuando la justificación venga de ese misterioso “se dice y se piensa que hay que tener o que hay que hacer tal o cual cosa”, tramposo, difuso y deslocalizado, no olvidemos preguntarnos:

¿Quién dice qué?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Palabras por un grano de sensatez

He comentado en otras oportunidades que una de las últimas reflexiones de Fidel, donde el líder histórico dice que uno de los más graves errores que pudieron haber cometido a lo largo del proceso de la Revolución cubana, fue pensar que alguien sabía cómo se construía el socialismo, parece no importar mucho a quienes quieren destacar siempre al Fidel de la sierra maestra y la crisis de los misiles. Es el mismo Fidel, sólo que el de las reflexiones de los últimos tiempos es el del balance histórico y la experiencia y no el de la guerra fría y el telúrico discurso.

Recuerdo esto a propósito de una opinión que anda circulando por ahí, que afirma que eso de que el socialismo en Venezuela debe ser autóctono y adaptarse a su realidad concreta, es producto de una confusión pequeño-burguesa, una desacertada opinión proveniente un reformismo que supuestamente pretendería humanizar el capitalismo. Esto plantea una vieja batalla teórica. Semejante opinión merecería recordar el debate clásico que sostuviera Mariátegui con los representantes latinoamericanos de la III Internacional. Si, el Mariátegui que pareciera estar vigente por aquello de la necesidad de dar vida al socialismo “con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje...” Porque lo del “calco ni copia” parece estar lo suficientemente claro, aunque no lo esté mucho lo de la “creación heroica”, que para el filósofo cubano Antonio Bermejo alude al genio y la eficacia con que el sujeto de la revolución ha logrado adaptar las ideas elaboradas en otras latitudes en función de una realidad diferente, específica y concreta.

Ciertamente, es más fácil adoptar la consigna que tomarle la palabra a Mariátegui, quien no nos está diciendo cómo construir el socialismo y si está haciendo una advertencia que, como hemos dicho, recuerda aquella reflexión robinsoniana “O inventamos o erramos”. Sin embargo, hay verdad también en el hecho de que se hace un uso ideológico y falseador de ideas sutiles como ésta, distorsión propia de la más peligrosa demagogia oximoronica: el socialismo en Venezuela, dado el carácter rentista de la economía, adopta la forma de un capitalismo humano. Se reduce todo así, a un simple problema de administración o distribución y nunca de cambio y transformación. Pero este uso ideológico no da razones para desechar la idea del socialismo propio a la venezolana. Tal cosa recuerda el cuento del esposo ocupado que, consciente de que su compañera lo engaña con el lechero, al que sienta en el sofá de la casa, encuentra la solución botando el sofá. Pero el mueble no tiene la culpa de que lo estén ocupando para esos menesteres ¿No?

Son conocidas también, las discrepancias teóricas que propiciaron la ruptura entre el Amauta Mariátegui y el fundador del APRA, Haya de la Torre. Éste último, en su propuesta reprodujo claramente lo que Roberto Fernández Retamar en Todo Calibán, llama la cultura de la Anti-América, que es la cultura de los opresores, de los que trataron o tratan de imponer en estas tierras esquemas metropolitanos “o simplemente, mansamente, reproducen de modo provinciano lo que en otros países puede tener su razón de ser”. Para Ezequiel Martínez Estrada, citado por Retamar, quienes así proceden “han traicionado a la causa de la verdadera emancipación de la América Latina”.

Efectivamente, Mariátegui no compartió con Haya la visión diacrónica unilineal que hiciera ver a este en el imperialismo un factor de progreso, de desarrollo modernizador, que crearía las condiciones para avanzar posteriormente hacia el socialismo. La sutileza de la crítica, y la negativa del Amauta a instaurar una franquicia de la III internacional en su país, de acuerdo al historiador Sant Roz, hicieron que el APRA y los partidos que emularon al movimiento en la región, como fue el caso aquí de Acción Democrática, en una operación ideológica del mismo pelaje, rechazaran las ideas referenciales de Marx y Engels y por esa vía de todo clásico marxista europeo o euroasiático, a través del marxismo heterodoxo, abierto, crítico y creador del Amauta; como decir que la crítica del Amauta a la III Internacional era en realidad una crítica a los pensadores marxistas por impertinentes, inviables, inaplicables. Pero todo lo contrario.

Es decir, en el marco del rechazo a la compleja realidad sociopolítica latinoamericana, y optando por la simplificación, por el camino fácil, se rechaza el esfuerzo adaptativo y recreador del teórico nuestroamericano con cuerda propia, por una parte, y por otra los verdaderos reformistas o directamente los conservadores o la reacción, presentan, ideológica y torcidamente, a la crítica creadora como una forma de rechazo y de condena a las ideas revolucionarias, quedando todo pues patas arriba. De ahí la importancia del pensamiento crítico, de la heterodoxia, de la imaginación creadora, a veces incómodas pero siempre necesarias.

@maurogonzag

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un "Equilibrium" para después de la hecatombre nuclear

El insoslayable, tradicional e inacabado debate sobre la naturaleza humana, particularmente sobre la supuesta inclinación –instintiva y natural- del ser humano hacia la perversión y la maldad, es la idea-fuerza sobre la que se levanta toda la trama de Equilibrium (2002), una película del director Kurt Wimmer y que enmarcada en el sub-género de ciencia ficción conocido como cyberpunk, está localizada en un futuro distópico, en una sociedad erigida luego de una tercera guerra mundial que ha provocado –a propósito de los tambores de guerra total que resuenan- una devastación nuclear.

    La gran tragedia no ha impedido el progresivo cambio tecnológico y la racionalización excesiva de la sociedad ― ¿causa de fondo de la devastación?―, y además a determinado a los líderes del gobierno de Libria (una ciudad –la última ciudad- homogénea, aparentemente utópica, geométrica, predecible, gris y que como vemos casi que se llama Libia) a encontrar una forma de erradicar definitivamente la guerra yendo hacia lo que ellos piensan es la fuente de la maldad del ser humano: sus emociones, su capacidad de sentir. Y es que, luego de un conflicto mundial que casi extermina la raza humana del planeta ¿Cómo seguir confiando en la volátil naturaleza del hombre y la mujer? ¿Cómo no darle la razón a Maquiavelo y a Hobbes, pilares de la teoría política moderna, quienes plasmaron convencidos una idea que de paso ha sido siempre evidente para quienes ―desde hace tiempo― consideran que el hombre y la mujer nacen pecadores?

    Para los ideólogos de este gobierno, el conflicto y la conflagración son producto de las emociones humanas y, por lo tanto, éstas son una enfermedad que hay que erradicar. Los síntomas de este “padecimiento” son los sentimientos: el odio, la envidia, la ira, los celos, y lo que los hace aparecer ―sus agentes― son todas las manifestaciones del genio y del espíritu humano, como la música, la literatura, la pintura y cualquier creación que recuerde, contenga o sugiera humanidad: desde una cinta roja para el cabello, una lámpara, una alfombra bordada, una escultura o el marco tallado de un espejo. Sin embargo, las emociones, si bien el sistema no las puede suprimir, las puede controlar, de ahí que una de las políticas centrales del gobierno libriano, liderado por un jefe máximo al que llaman “El Padre” (otra versión del Gran Hermano orwelliano) sea la efectiva y estricta administración al pueblo de una droga sintética llamada Prozium, que no elimina las emociones pero que las proscribe manteniéndolas en estado de latencia. Esta proscripción de las emociones, de otro lado, tiene como lógico corolario la prohibición de toda manifestación artística y la destrucción de ésta donde se encuentre.

    Si las emociones son la causa originaria de la guerra, quien se oponga al consumo constante del Prozium es propenso a sentir, lo cual convierte a la persona en un infractor sensorial y, sin vacilación, es condenado a muerte. En este punto surge otro paralelismo con 1984 de Orwell, donde el crimental (crimen mental) constituye la peor infracción y que es combatida con la reclusión del descarriado en el “Ministerio del Amor”. De ahí que el gobierno de este Estado totalitario dirigido por “El Padre”, haya institucionalizado una unidad especial –de elite- llamada Tetragrámmaton, compuesta por los clérigos, una especie de inquisición del futuro, y que son guerreros entrenados sistemáticamente desde niños en una forma sofisticada de combate que combina artes marciales y uso de armas de fuego, y que se encargan de vigilar el orden social manteniendo reprimido toda señal de humanidad, constituyéndose en garantes de esta seguridad inhumana y esta paz sin sentido.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Salvador Allende y Hugo Chávez: dos revoluciones pacíficas, dos contextos

Salvador Allende junto a su verdugo
Aunque ya antes en Chile se perfiló una opción socialista con Marmaduque Grove Vallejo en los años 30, experiencia que tuvo la corta duración de dos semanas y que fue frustrada por los factores reaccionarios de la época, la experiencia de la Unidad Popular y Salvador Allende constituyen el ejemplo más luminoso de los desafíos que enfrenta la construcción del socialismo de manera pacífica y en un solo país.

Si consideramos el programa político que impulsó la Unidad Popular, que incluyó la recuperación de recursos naturales, la nacionalización de empresas estratégicas, la política antimonopolio, la democratización de los medios de comunicación, la efectiva organización de los trabajadores en la CTU, entre otras medidas orientadas a alcanzar la justicia social en la sociedad chilena, así como el claro perfil antiimperialista de Allende, las similitudes con el proceso bolivariano son más que evidentes. Incluso, dentro del programa revolucionario chileno, se contempló una reforma constitucional que pretendió transformar el Parlamento en unicameral, y que hubiera pasado a llamarse “Asamblea del Pueblo”.

Pero más allá de las similitudes, del hecho de que en todos los países de Latinoamérica se presente una división social del trabajo producto de una herencia colonial que dividió la población en clases sociales y castas, más acentuada en unos que en otros, donde el contraste se presentó siempre entre una minoría blanca, urbana, privilegiada y enriquecida, y unas mayorías pobres por lo general compuestas por población autóctona, afrodescendiente, mestiza, o simplemente excluida, es importante destacar el contexto histórico en el que ocurrieron los hechos en chile y el marco contemporáneo en el que ocurre la Revolución bolivariana.

Salvador Allende se hace presidente de Chile en 1970, al comienzo de una década marcada duramente por la crisis mundial del modelo keynesiano de post-guerra, donde la época de oro del capitalismo llegaba a su fin producto de diversas circunstancias de repercusión mundial, como el empantanamiento de EE.UU en Vietnam, la decisión unilateral de Nixon de acabar con la convertibilidad del dólar en oro, la inédita combinación de estancamiento de la economía con inflación (estanflación), la crisis del petróleo provocada por la guerra del Yon Kipur, la ruptura de loa acuerdos de Bretton Woods, que fueron la expresión internacional del modelo keynesiano predominante después de 1945, y que configuraban un panorama sombrío para los intereses del capital, que desde entonces, se propondría convertirse en global impulsado por la nueva revolución científico-técnica y nuevas estrategias político-económicas y político-militares, entre las que se contemplaban los golpes de Estado en nombre de la lucha contra el comunismo.

Los países latinoamericanos se hallaban en una situación de división interna y de división entre ellos, en un marco donde lo que se llamó guerra fría, o enfrentamiento este-oeste, se convirtió en el principal catalizador de la geopolítica mundial, proceso dentro del que se subsumían todos los procesos políticos de las naciones del mundo, indistintamente de su carácter de lucha legítima y democrática por lograr las condiciones para emancipar a sus pueblos, como fue el caso del Chile de Salvador Allende. La influencia de los “medios de comunicación” y su capacidad creciente de manipulación creando matrices de opinión, unido a la creciente influencia de la industria cultural norteamericana, hicieron del comunismo un demonio al que había que perseguir y matar y el pretexto por excelencia para intervenir política, económica o militarmente en aquellos países que no respondieran a sus intereses.

El año 1973, se convirtió en el año de la conformación de lo que se llamó la trilateral, primer antecedente de articulación de gobierno mundial donde se dejaría claro cual sería el programa a seguir en aras de salvar al sistema capitalista de la nueva crisis. Resumidamente el programa consistió en: reducir la participación popular, darle primacía al mercado sobre el estado, darle prioridad a lo individual sobre lo colectivo y tecnificar la política. Estas tesis fueron recogidas por Samuel Huntington en el libro Las Crisis de las Democracias, programa que no era otro que el de la imposición del neoliberalismo, imposición que comenzó en el Chile de Pinochet, donde se aplicarían las teorías monetaristas de los Chicago Boys. Se daría comienzo a un proceso de despolitización de la realidad social, de separación de la economía de la política, de transculturización con hegemonía norteamericana, y de violación sistemática de los derechos humanos más elementales bajo las fachadas de “lucha anticomunista”, o la de “democracia representativa”, como sucedió en el caso venezolano.

La Revolución bolivariana pudo sortear y derrotar los ataques imperialistas, ataques que tuvieron como principal punta de lanza a la recalcitrante oligarquía del país, sus empresas de información, la jerarquía eclesiástica, las universidades tradicionales, los sectores reaccionarios de las Fuerzas Armadas, incorporándose además  a las fuerzas de la reacción las llamadas ONG, que como nueva fachada de la sociedad civil, conspiraron abiertamente contra el gobierno. Pero en esta oportunidad, no había fantasma comunista que perseguir. Hoy en día, la crisis del sistema capitalista, que abarca nuevos y preocupantes aspectos como el ecológico, no parece encontrar otra salida que la de implantar un sistema de destrucción civilizatoria para poner a funcionar su maquinaria industrial-militar-ingenieril, reproductora de la tasa de ganancia del capital; puro keynesianismo de guerra de cuarta generación que hoy podemos ver con estupor en Libia.

Allende no tuvo a la mayoría de las fuerzas armadas de su parte y los militares y funcionarios constitucionalistas fueron apartados o simplemente eliminados por la CIA. Pero además, el sabotaje económico llevado a cabo por la burguesía y la consiguiente escasez artificial de bienes, difícilmente podía ser compensado por importaciones, tal como lo tuvo que hacer el gobierno bolivariano durante el saboteo de la estatal petrolera. Si a esto le sumamos la particular formación social chilena, donde el pensamiento conservador tiene una importante influencia, el golpe de derecha parecía algo inevitable. Nuestros recursos naturales, nuestra capacidad económica, nuestra conciencia política adquirida o, para expresarlo mejor, nuestra nueva cultura política expresada en la organización del pueblo, nuestro patriotismo y el nuevo mapa geopolítico mundial, crean las condiciones para la continuidad de la Revolución bolivariana.

Hoy por hoy, el mundo sabe que Venezuela es la principal reserva de petróleo del mundo, y que el máster of puppets puede mover los hilos en cualquier momento para propiciar una intervención; de hecho ya lo hacen. La lucha principal del proceso bolivariano es a lo interno, contra su propia oscuridad, contra sus propias contradicciones, y por eso la revolución bolivariana debe retomar el impulso transformador y hacer de él algo permanente.

@maurogonzag

viernes, 9 de septiembre de 2011

Mariátegui: La Revolución bolivariana y el socialismo Nuestroamericano

Luis Villafaña
El siguiente texto pertenece a Luis Villafaña, conocido como el Negro Villafaña, y que fue publicado por partes en aporrea.org, a partir del día 13 de diciembre de 2006. Texto de gran pertinencia, sin exagerar lo puedo considerar como una extraordinaria pieza política. El texto que hoy dejo a los lectores es la versión completa, corregida y editada, y lo recomendamos para su utilización en las dinámicas de formación teórica-política, aunque no ideológica, porque me parece que hay que defender la concepción marxista de la ideología como reflejo invertido de la realidad; como falsa conciencia.
  

Presentación

El presente escrito está constituido por una presentación de la obra de José Carlos Mariátegui y una caracterización de la Revolución Bolivariana, en una dinámica donde se subraya la vigencia política-ideológica de la obra de éste, en la lucha por la liberación de los pueblos Nuestro-americanos en general y venezolano en particular. Es también un inventario de temas, aristas y ángulos de la experiencia bolivariana como hecho político-social en desarrollo y, niveles de coincidencias con el esfuerzo de elaboración intelectual, política, ideológica y organizativa de Mariátegui.

Requisito indispensable, en una exposición como la presente, es dar a conocer los principales aspectos en juego siendo uno de ellos la vida y obra de José Carlos   Mariátegui. Autor poco conocido, no solo en nuestro país, sino en muchos otros países de Nuestra-América, incluso para militantes revolucionarios debido al esfuerzo sistemático que tuvieron marxistas ortodoxos, trotskistas, reformistas, imperialistas y apristas entre otros, por tergiversar o acallar su obra*.
 
Por otra parte, más allá del liderazgo del Presidente Chávez, errores del imperialismo en sus ataques al proceso y de la debacle de la oposición, la trascendencia de la Revolución Bolivariana la constatamos en el esfuerzo de interpretar la realidad nacional desde la estructuración de un pensamiento propio (el bolivarianismo), que en su dinámica y profundización, desde lo especifico y particular de nuestro país, logra apuntalar una propuesta de cambio que impacta la universalidad de la cultura y particularmente de la cultura política-revolucionaria.

Espero que esta iniciativa nos acerque más a la implementación crítica de la Revolución Bolivariana, a valorar el papel de la teoría, el estudio, la sistematización de experiencias, el continuo aprendizaje y a hurgar en afirmaciones y propuestas elaboradas a lo largo y ancho de Nuestra-América Rebelde, pero que por prejuicios euro-céntricos permanecen silenciadas y desalojadas del arsenal teórico-político necesario para la Liberación de nuestras tierras, desde una propuesta Socialista y NuestraAméricana.

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(*) Véase: (cuatro caras de un mito) en la Introducción a los Siete Ensayos de Interpretación de la realidad Peruana, escrito por Aníbal Quijano Editorial Ayacucho, Caracas 1979, primera edición.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Crítica al artículo "El batallón intelectual contrarrevolucionario" de la columna Un Grano de Maíz

Al camarada Oscar Vilera,

Leyendo el artículo de Antonio Aponte del día 24 de agosto, no puedo sino recordar la ola de descalificaciones que sobrevino luego del encuentro de intelectuales de mayo de 2009 en el Centro Internacional Miranda, donde se metieron en un mismo saco a Juan Carlos Monedero y a Vladimir Acosta, a Rigoberto Lanz y a Luis Britto García.

Un grano de maíz, ha sido una columna periodística que ha expresado una postura política de las más comprometidas entre los sectores que apoyan la Revolución bolivariana, y por cierto que tener una columna en un diario de circulación nacional, sitios en internet y programas radiales donde se discurre y analiza sobre temas teóricos, políticos e ideológicos se llama trabajo intelectual. De ahí que me extrañe tanta descalificación contra los intelectuales en aquella oportunidad, y ahora vuelva por los mismos fueros en el mencionado artículo; sobre todo porque aquí nadie está exento de crítica, siendo lo ideal destacar lo que une a las corrientes y no lo que las separa.

El primer error que me parece advertir es la insistencia de Antonio Aponte en mezclar peras con manzanas. Porque, por ejemplo, agrupar a Dussel y a Negri en el mismo conjunto de intelectuales que defienden “la miasma de las mismas teorías”, ya constituye una simplificación que nadie se cree. Por cierto, que en ningún momento se explicita cuáles son esas teorías que tienen en común además de estos dos, Marta Harnecker, Heinz Dietrich e Itsván Mészáros. De este grupo de intelectuales, que además son más que eso, tu sabes que a quien más conozco es a Dussel, lo cual no quiere decir que no haya leído algo de los otros o que no conozca desde qué lugar teórico se expresan.

Lo que sí es indiscutible, y te lo digo porque escuche varios programas de Misión Conciencia y he leído otros artículos de Aponte, es que las teorías a las que alude son las teorías del llamado posmodernismo, una propuesta que para definirla en términos sencillos constituye una crítica eurocéntrica al eurocentrismo. De tal manera que, a pesar de que alguna propuesta de Tony Negri, que se ubica en esta postura, podría parecer interesante para algunos en estas latitudes, el posmodernismo por estos lares tiende a producir formas particulares de colonialismo intelectual, en la medida en que como propuesta crítica elaborada desde el norte del mundo, no ha superado sus límites eurocéntricos. De más está decir que este es un debate prolijo.

Entrega del Premio Libertador al Pensamiento Crítico a Enrique Dussel
En el caso de Dussel, como tú también has podido comprobar, estamos en presencia de un pensador de los nuestros, filósofo latinoamericanista, crítico del eurocentrismo, y que es el fundador de la filosofía de la liberación latinoamericana, que además constituye uno de los antecedentes del grupo de investigación modernidad/colonialidad, cuya propuesta tiende a ser confundida ―y digamos que algunas veces con razón― con toda una gama de teorías y de corrientes de pensamiento que van desde los estudios culturales y el pensamiento poscolonial hasta el posmodernismo. La obra de Enrique Dussel, por otra parte es vasta y abarca trabajos sobre la historia de la iglesia en América Latina y otros estudios teológicos, el marxismo, la filosofía, la ética y más recientemente la política, sobre la cual nos ha dejado una valiosísima obra de la que hemos hablado y que son los tres tomos de Política de la Liberación, de la cual las 20 tesis de política, obra que conoces, constituyen un resumen y una síntesis.

Pero como no se trata de escribir un tratado sobre las diferencias y coincidencias entre estos pensadores que Aponte mete en el mismo saco, vayamos al grano, a la crítica de su propuesta central.

Subcomandante Marcos
Primero. Nos dice que Chávez llegó destartalando todas esas teorías, que se expresaban y se expresan en el Foro Social Mundial de Porto Alegre y que ciertamente encontraron en el movimiento zapatista cierta inspiración. Pero si recordamos que Chávez no llegó a Miraflores lo que se llama esclarecido teóricamente, si recordamos que de hecho el modelo que seguía el comandante era el de Anthony Guiddens y su tercera vía, que por cierto constituye una de las más acabadas visiones socialdemócratas, yo no sé cuáles fueron las teorías que desbarató alguien que es un líder, un lector, un estadista ―que es estadista por ser lector― que ha venido aprendiendo y documentándose sobre la marcha, en permanente dialéctica con la realidad, precisamente porque no es un pensador ortodoxo, dogmático, lo cual indica que está lejos de ser un loro marxista ludoviquiano.

Te digo que si fuera extranjero y no conociera Venezuela y leyera este artículo de Aponte, pensaría que el país está viviendo una revolución armada al mejor estilo de la cubana o la sandinista, y que llegado el momento en que se reúnen pensadores nacionales y extranjeros para discutir sobre cuál debería ser el modelo económico a seguir por la Revolución ―tal como ocurrió en la Cuba revolucionaria y que quedó plasmado en el libro “El gran debate sobre la economía en Cuba”― unos intelectuales extranjeros se encargan de evitar, con su inteligencia y su prestigio, la transformación radical de esa sociedad en tanto que ellos en el fondo representan los intereses del statu quo. Pero el problema es que aquí no hay una transformación radical de la sociedad ni estamos en la Cuba de los años sesenta ni en la Nicaragua de los ochenta. Y vaya si en la Cuba de hoy están cambiando algunas cosas. En una revolución pacífica, que para mí siempre será una ilusión mientras esos cambios no adquieran un carácter cultural, es una contradicción en los términos y siempre es más o menos reformista en la medida en que está sometida al sistema internacional, pero sobre todo a las normas del Estado burgués que, me pregunto, después de 12 años ¿Ha cambiado, se ha transformado? Me parece que no, y esta es una realidad que se impone hasta al que no la quiere ver. Por supuesto, esto no significa negar ni encubrir las cosas que se han logrado con los mecanismos de redistribución de la riqueza que efectivamente se han instrumentado, como las misiones.

Tony Negri
Antonio Aponte, sin embargo dice algo sobre el “batallón intelectual” que me pareció bastante interesante. Les da la suficiente importancia como para atribuirles el que hayan logrado impedir “el estallido cultural que toda revolución supone”. Esto refleja, ante todo, una realidad que no hemos superado: confiamos más en los pensadores europeos o europeizantes, en los extranjeros que “saben mucho”, que en nuestros propios pensadores, ya sea por las secuelas de un esnobismo no superado,  o porque sencillamente y como lo afirmó con tono aleccionador el poeta Gustavo Pereira, seguimos colonizados. Sin embargo, aquí se alude una cuestión sobre la cual yo personalmente he tenido mis sospechas: entre los intelectuales extranjeros que han estado asesorando o que de alguna manera han tenido alguna influencia en el proceso bolivariano, sin ser muy partidario de las teorías de la conspiración puede que haya uno que otro que sea un pagado por la CIA. Pero además, me parece que Aponte, aludiendo a la división de las fuerzas revolucionarias, problema por demás histórico de la izquierda, encuentra en los pensadores mencionados el chivo expiatorio que explicaría por si solo los problemas de formación política y la indefinición o confusión teórica en la Revolución bolivariana.

Ahora vayamos a los tres elementos finales que Aponte plantea al final de su artículo, como supuestas ideas centrales de la teoría del mencionado “Batallón intelectual”:

Dice Aponte que dice el batallón:

"Primero, la revolución “no es posible”, “es una temeridad”, “es no estar en sintonía con la realidad”, “es muy buena pero es idealista”, “lo real es adaptarse a una especie de socialdemocracia”, a una suerte de “dar poder al pueblo” pero sin poner en jaque al sistema. Así la gente se preocupa sólo por resolver su vivir, su entorno, y no levanta la vista para la sociedad, no enfoca al sistema."

Quien tenga ojos que vea. Esto no es una idea que quieran imponer un grupo de profesores de universidades europeas y mexicanas, y más bien refleja una realidad que es comprobable empíricamente. Incluso son palabras que bien se podrían poner en boca de un boliburgués en conversación con su mejor amigo. No es que eso lo digan los intelectuales, es que son ideas que forman parte del sentido común de mucha gente y que se expresaron en los resultados electorales del 2 de diciembre de 2007. Porque uno puede ser optimista o pesimista, pero lo que no se puede ser es avestruz.

Dice Aponte que dice el batallón:

"Segundo, aparece el rechazo al Estado, se le tilda de soviético, burgués, y se pretende sustituirlo por formas que fragmentan a la sociedad, la hacen incapaz de acciones políticas..."

Lo que se ha dicho sobre el Estado no es un simple “rechazo”, ni el carácter de burgués es un mero “tilde”. Se ha hablado de la necesidad de transformar el Estado, desde el Presidente de la República para abajo. No es nada nuevo. No se ha propuesto su desaparición ni su sustitución por “formas que fragmentan la sociedad”. Las palabras de Aponte parecen ser una defensa del Estado burocrático y del capitalismo de Estado.

Dice Aponte que dice el batallón:

"El tercer elemento, es atacar al líder, ellos saben que no hay Revolución sin líder, así lo dice la historia. Pero, ¿cómo hacerlo si su prestigio es tan grande? La respuesta tiene varias aristas."

Ya está, porque uno de los intelectuales durante el encuentro en el CIM habló de hiperliderazgo desde un ángulo crítico propositivo, esto se interpreta como un ataque. Sin duda que hay algo de paranoia en estas afirmaciones. Ya se sabe que un proceso que se precie de revolucionario y de socialista, sobre todo si estamos claros que estamos en una suerte de transición, no puede sostenerse en los hombros de una sola persona. Ya lo dijo Fidel hace tiempo: Chávez no puede ser el alcalde de todos los municipios; aprovechemos también para recordar otras palabras de Fidel, mucho más recientes, donde el líder histórico afirma que uno de los mayores errores que cometieron fue haber pensado que alguien sabía cómo se construía el socialismo.

Esta última afirmación, hecha a partir de la vasta experiencia de lucha contra el imperio más poderoso de la historia de la humanidad, y que ha durado décadas, debería llamarnos a todos al diálogo, a la humildad, porque para teorizar ―para intentar teorizar y algunos hasta pontifican― sobre la revolución bolivariana, lo mínimo que se pide es un mínimo de coherencia y de sustento, porque descalificar siempre es fácil.

@maurogonzag