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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Superar la “crisis de liderazgo” y la “crisis moral y educativa” (¿Los illuminatis mataron a Chávez?)

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En días recientes, explorando las redes sociales, un tuit que citaba unas palabras del general Pérez Arcay llamó mi atención. Al hacer click, soy remitido a una reseña que resumía la intervención del conocido militar en el programa “Análisis situacional”, conducido por el director de la agencia de inteligencia Hinterlaces, Oscar Schemel. La nota estaba acompañada del video con la entrevista completa, el cual estaba colgado en la cuenta de youtube del programa y, hecho curioso, había sido colgado a mediados de año. 

La reseña de la intervención del general fue publicada ayer en la propia web de Hinterlaces, como si hubiera sido el programa más reciente. Sin embargo, después de ver la entrevista con atención, imaginé que los editores de la web habían decidido lanzar al ciberespacio las reflexiones de Pérez Arcay como una suerte de reflexión o balance final del año que termina, dada la indudable vigencia de los temas que allí se trataron. Entre las frases que más resonaron en el espacio, estuvo esta: el país atraviesa una crisis política causada por la falta de liderazgo; en otra, afirmó que vivimos además una crisis moral y educativa, y que esta se expresa en “la gente que prefiere el dinero a los estudios.”

Considero que el general, quien fuera uno de los maestros del Comandante Chávez, es una de esas personas a las que hay que escuchar, no solo por su evidente bagaje cultural, sino por su sensibilidad y genuina preocupación por los factores culturales y el papel que estos tienen en la forja de los hombres y mujeres que desean vivir en una sociedad, en una “república”, políticamente estable, socialmente segura y tan feliz como sea posible. También, me parece que son dos temas que pueden considerarse “raizales” (liderazgo político y crisis moral-educativa), por su relación con nuestra evolución en tanto individuos y como sociedad. Por tanto, quiero aprovechar para plasmar algunas opiniones que sobre estos tópicos he compartido con amigos y allegados en los últimos años.

Sobre la “crisis de liderazgo”

Para Pérez Arcay, desde la muerte de Bolívar el país entró en una crisis de liderazgo que solo se salvó con la llegada de Hugo Chávez al poder; un liderazgo político que, hay que destacar, se configuró frente al proyecto geopolítico de dominación plasmado en la famosa doctrina Monroe de “América para los americanos”. Ahora, habría que agregar que hubo dos gobiernos durante el siglo XX –incluso tres−, en los cuales se verificó una estabilidad política que daba cuenta de un liderazgo de alguna manera reconocido: el de Juan Vicente Gómez y el del general Marcos Pérez Jiménez; el tercero, sería el de otro general: Isaías Medina Angarita. Como puede observar el lector, son tres gobiernos militares que expresaron liderazgos y que lograron instaurar una situación hegemónica, indistintamente del carácter del Estado y el tipo de régimen.

En este sentido, hago la comparación entre el gobierno de Chávez y los de estos militares por una sencilla razón: el fenómeno del chavismo, la conexión del gran líder con gran parte de la sociedad de la que surge, fue la expresión de un tipo de liderazgo (telúrico-carismático) que da cuenta de una sociedad que lleva en su psicología, en su memoria genética, la necesidad de un gendarme poderoso que inspire la suficiente autoridad como para que las instituciones políticas –y al sociedad como un todo− tengan estabilidad y funcionen adecuadamente. Como ya puede advertir, no se trata sino de la tesis de Vallenilla Lanz (Cesarismo Democrático), salvando un tanto las distancias y los tiempos.

Así las cosas, la desaparición física de Chávez no podía sino producir una crisis de liderazgo, aunque esta vez como llamado a la sociedad venezolana a madurar definitivamente y cortar así con la dependencia histórica de un tipo de líder que pareciera estar siempre preparado en algún cuartel del país, esperando que el gobierno civil de turno se caiga por el peso de su propio desorden, su propia corrupción; de su propio bochinche, para tomar las armas y salir a salvar de nuevo a la patria. Entonces, mi parecer es que la desaparición de Chávez es un llamado a la sociedad venezolana como un todo, e incluso a la sociedad latinoamericana, a que se preocupe más por el estado de su moral y su educación, y asimismo se detenga un poco más en su desarrollo espiritual, en el contexto de los estertores del materialismo rentista-petrolero.

Sobre la crisis educativa y moral

Respecto a la crisis moral-educativa esbozada por Pérez Arcay habría que decir muchas cosas; pero seamos concisos. El general ha dicho que la gente prefiere el dinero a los estudios, lo cual es, en el contexto de nuestra tradicional sociedad rentista de lo rápido, fácil y sin esfuerzo, una manera de evidenciar un materialismo particularmente enfermizo, que en mi opinión ha sido bastante gravoso para la cultura y al sociedad venezolana. Sobre la reflexión del general, habría que decir que el problema radica en dos confusiones históricas:

- Se ha confundido instrucción con educación (a pesar de Simón Rodríguez)

- La instrucción, como capital cultural, ha sido vista como un vehículo para acceder al dinero, a un “estilo de vida”, y no para ascender a la comprensión del mundo y de la sociedad actual, con todos los cambios profundos que ha experimentado en los últimos treinta años; e incluso para comprendernos mejor a nosotros mismos como seres que dicen pertenecer al “homo sapiens”, aunque su comportamiento este determinado en un 95% por su mente subconsciente.

En semejante contexto, habría que comprender por qué el maestro dice que “Esta coyuntura que estamos viviendo es porque no hay la palabra de los hombres que están en la oposición y en el poder”. Más aún, si recordamos con Aristóteles que somos “animales políticos” porque en virtud de nuestro lenguaje podemos distinguir entre lo justo y lo injusto. Y aquí volvemos al consabido tema del libro y la lectura, considerando que para el general la gente no está leyendo, y aquí al parecer lo que tenemos es un problema ético y dialógico en el que la palabra ha sido secuestrada por una  propaganda convertida en el "orden del discurso", como diría Foucault. Así, habría que preguntarse:

¿Cuál es la valoración social del libro y la lectura en nuestra actual sociedad?

¿Qué significa ser culto en la sociedad del conocimiento y la información?

¿Ante la presencia del Dr. Google, cuáles son las implicaciones para nuestro sistema educativo?

¿Qué significa ser intelectual en el marco de una era de expansión de la consciencia?

¿Estaría preparada la sociedad venezolana, y también la latinoamericana y mundial, para aceptar la existencia de la vida inteligente distinta a la humana?

Llama también mi atención la forma en que Pérez Arcay sitúa la figura de Chávez. Para él, a Chávez lo mataron porque se opuso (y derrotó en medida importante) a los planes de aquellos que adoran al “dios dinero”, los illuminatis que vienen de la “pérfida Albión”, de la cual Estados Unidos no es más que una extensión. Incluso, el general dio cuenta del Council on Foreign Relations (CFR), uno de los think thank que maneja la elite mundial aludida por el invitado, donde en gran medida se diseñan los acontecimientos (hasta ahora) que marcan la pauta del mundo occidental. Entramos así, al campo de las teorías de la conspiración.