A 10 años hace del golpe de Estado que intentó dar al traste con el proceso de recuperación de la soberanía y la dignidad nacional, podemos decir ―aunque esto sea un debate― que sí es posible desde el Estado burgués gobernar para las grandes mayorías, contodas las contradicciones que esto implica. Son 10 años en los que se han alcanzado grandes logros materiales y espirituales para todos los venezolanos ―sin exclusiones―, en un contexto de gran politización y de un ejercicio de las “libertades” que solo se da en Venezuela.
Una de esas libertades, ejercida de una manera que dificilmente veamos en otras países del mundo que no formen parte de los países de la ALBA, es la llamada libertad de expresión, que ha sido practicada y ejercida sin ningún tipo de responsabilidad por las varias empresas audiovisuales e impresas, quienes la han confundido con una supuesta libertad para conspirar, presionar y pasar por encima de la ley. Una grave distorsión capitalista que fue utilizada sistemáticamente para concretar el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, que incluiría esta vez la "libertad" para no decir lo que tenían que decir, para callar criminalmente y negarle a la sociedad su derecho a la información, por lo que este pasó a la historia como el primer golpe mediático del mundo.
Flamante cualidad del golpe de abril que fue celebrada cínicamente por los civiles y militares golpistas. Personajes de la política, del mundo empresarial, de la cúpula eclesiástica, articulados con algunos militares de alta jerarquía y los tradicionales factores externos quienes, en un acto de gran subestimación del pueblo y de gran ignorancia de lo que Chávez representaba ―y que aún representa―, estuvieron muy lejos de intuir siquiera que en nuestra Fuerza Armada no tendría efecto eso que llaman en el campo castrense "obediencia debida", y que en las dictaduras del Cono Sur sirvió para librar de culpa durante a un tiempo a militares que habían violado derechos humanos fundamentales obedeciendo “órdenes superiores”.
Los planificadores del golpe oligárquico no repararon en el hecho de que Chávez es la encarnación cabal de lo cívico-militar, del pueblo ejército, el factor aglutinador por excelencia no solo de corrientes, partidos y movimientos, sino de dos universos que durante la Cuarta República se mantuvieron convenientemente separados: el de lo civil y el de lo militar. Pero la historia de nuestro ejército ha sido la de un pueblo en armas que ha sido el único que ha salido de sus fronteras no para conquistar sino para liberar pueblos. Ignorar esa tradición heroica y profunda fue lo que hizo la oligarquía. Soberbio error.
Fueron diversos factores los que confluyeron para que se convalidara la tesis ceresoleana de gobierno-pueblo-fuerza armada, en unos hechos que trastocaron temporalmente al primero, al gobierno, y que precipitó un movimiento sociopolítico donde los otros dos, pueblo y fuerza armada, en unidad fundamental, fusionados, restauraron a aquel.
El cemento de tal bloque, hoy día podemos decir, fue la comunicación popular, una red informativa entretejida en medio de una gran voluntad de vivir, que generó un consenso popular que hizo factible el regreso del presidente Chávez, en unos hechos que así como demostraron algunos postulados de la filosofía política, sentaron también precedente.
Finalmente; unidad cívico-militar y política comunicacional, en medio de la jauría reaccionaria, fueron determinantes para el regreso de un líder popular que inauguraría un período luminoso para toda la región, período que durará mucho más. Para esto hay por ahora una condición: el triunfo en las venideras elecciones del 7-O.
Editorial Poder en la Red
No hay comentarios:
Publicar un comentario