La noche del 15 de abril, Isaac Armando Alfonso, de 33 años, tuvo que llevar a su hijo de emergencia al centro de salud más cercano. Eran más de las once, y a esa hora el municipio Los Salias lucía tranquilo y silencioso. El hombre, con la premura del ataque respiratorio que padecía su hijo, llegó al ambulatorio ubicado en una esquina de la avenida Perimetral de San Antonio de los Altos; uno imagina que nunca le pasó por la cabeza que sería su última excursión.
Isaac había llegado al dispensario en su vehículo particular, un Volkswagen Polo, y aunque las reseñas no lo informan y las versiones de calle se contradicen en referencia al momento preciso del suceso, el hecho es que Isaac fue interceptado por cinco sujetos para robarle el carro y este se resistió. Como los lectores podrán imaginar, la resistencia provocó que le descerrajaran un tiro en el tórax, provocando la muerte de la víctima pocos minutos después de haber ingresado en el hospital Víctorino Santaella Ruiz de Los Teques, a donde había sido trasladado. Así lo confirmaron fuentes policiales.
Al día siguiente, algunos vecinos del sector junto al personal del centro de salud al que había acudido la víctima, se manifestaron en contra de la violencia y la inseguridad con pancartas que fueron exhibidas y pegadas en rejas y paredes. De acuerdo al testimonio de diversas personas, los agresores se desplazaban en motos, pero de acuerdo a la versión policial, estos se movilizaron en una camioneta EcoSport, la cual abandonaron en el sector El Picacho, a pocas cuadras del lugar de los hechos.
Frente a este panorama sombrío, en un municipio tradicionalmente considerado por la opinión pública como una “tacita de plata”, expresión que sugiere no solo una cualidad estética sino de seguridad y civismo, resulta difícil no relacionar el suceso con otros episodios criminales que vienen ocurriendo en las adyacencias de esta jurisdicción, así como con los hechos violentos ―como el asesinato de oficiales de policía― que han acontecido en días recientes en otros municipios del estado Miranda, como Sucre, Chacao y Baruta.
En días posteriores, vecinos de la urbanización Los Castores y testigos vivenciales de otros hechos criminales, dieron cuenta del curioso “modus operandi” que estarían aplicando estos grupos criminales en algunas zonas del sector. Fue a plena luz del día, cuando dos sujetos abordaron a un grupo de cuatro hombres que hablaban entre ellos en un sector aledaño al conocido Centro Comercial La Casona. Los sujetos llegaron saludando, dando palmaditas en los hombros cual compadres de los hombres que, en las primeras de cambio, no entendían lo que pasaba. De inmediato, uno de los sujetos enseña el arma de fuego mientras sonríe, al mismo tiempo que su compañero informa sobre el atraco y da instrucciones para que entreguen carteras, y sobre todo, los codiciados smartphones.
Un hecho similar y no menos insólito, tuvo lugar en las mesitas de una panadería cerca también de este Centro Comercial. Así como en el caso anterior, dos sujetos abordaron, sentándose, una de las mesas del local, saludando afectuosamente a los presentes como quien encuentra entrañables amigos después de años de silencios y ausencias. Enseñaron el arma mientras sonreían y preguntaban por hermanas y familiares, al tiempo que daban las respectivas instrucciones para sacar los aparatitos, muchas veces ya disponibles en las mesas junto al cafecito.
Esto es lo que está pasando, simultáneamente a los asesinatos de oficiales de policía que vienen ocurriendo con preocupante frecuencia, casi sistemáticamente. Un elemento no deja de llamar la atención: estos hechos vienen ocurriendo en municipios gobernados por la oposición, jurisdicciones ubicadas por cierto en un estado gobernado también por la oposición. ¿Dónde está la responsabilidad?
Hace poco más de una semana, hubo una reunión en la que alcaldes de la oposición de todo el país se reunieron en Caracas para discutir sobre el tema de la seguridad. Por su parte, el ministro del Interior Justicia y Paz Gustavo González López, ha denunciado la existencia de un plan macabro para asesinar funcionarios de seguridad del Estado. De tal manera, indistintamente del debate sobre las causas, hoy tenemos razones para decir que la llamada “hampa común”, tan mentada en algunos medios, en algunas partes de Venezuela se ha convertido en la menos común de todas las hampas.
Amaury González V. / @MauroGonzag
Leer otras Crónicas
No hay comentarios:
Publicar un comentario