“Las conspiraciones sí existen… Cualquier conocimiento que
uno tiene que no tienen los demás, a uno le da un poder y una ventaja sobre el
resto. Entonces, vivimos en un mundo en el cual se controla la información” Sixto
Paz Wells.
“Ninguna fuerza externa ha frenado todavía nuestra tendencia
general hacia un mundo kafkiano–orwelliano donde las peores fantasías parecen
cada vez más plausible para más y más gente”
R. Anton Wilson.
Por lo general, cuando se esbozan explicaciones alternativas
sobre acontecimientos históricos o actuales que tuvieron algún tipo de
trascendencia económica, social o política, que generaron conmoción en alguna
medida y que incluso han influido significativamente en el curso del desarrollo
de la humanidad, tarde o temprano terminan siendo ubicadas en el campo de la
llamada teoría de la conspiración.
Estas teorías, muchas veces suelen ofrecer una
interpretación de los hechos que se ubica en las antípodas de las versiones
oficiales, lo cual puede resultar escandaloso cuando no increíble. Una vez que
se han detectado suficientes cabos sueltos en la explicación oficial, cuando no
está plagada de incoherencias o incongruencias, la mesa queda servida para las lecturas
alternativas que, con todo, en una primera mirada podrían parecer jaladas de
los pelos, inverosímiles, o al menos el producto de mentes inquietas adictas a
la ficción.
De acuerdo a la definición generalmente aceptada, estas
teorías dan cuenta de todo un espectro de hechos y situaciones a la luz de un
poderoso grupo oculto en las sombras, infiltrado en todas las instituciones
sociales, económicas, jurídicas, políticas y culturales, cuyas intenciones
giran en torno a la planificación, control y manipulación de procesos y sucesos
de importancia, ya sea a niveles tácticos o estratégicos y con propósitos
orientados, en el mejor de los casos, a la dominación social.
No obstante, destaquemos que el término “conspiración” es
bastante anterior a las “teorías de conspiración”, y que la existencia de las
más bizarras conspiraciones está bien documentada en textos históricos y, al
decir de la wikipedia (una suerte de enciclopedia conspirativa), en el derecho
penal, las leyes y sentencias de los tribunales. Esto nos indica, en un primer
momento, que han existido conspiraciones que de alguna manera se han develado
al público y han llegado a formar parte de las más diversas historias
oficialmente aceptadas.
Sin embargo, por razones elementales de manejo, circulación
y democratización de la información, ha llegado el momento en que algún ser
imaginativo o grupo de investigadores, buscadores (y encontradores) de la
verdad, logra detectar más de una inconsistencia en las explicaciones oficiales
de muchos hechos, advirtiendo una notable debilidad en las argumentaciones y
justificaciones que con el tiempo se van tornando absurdas e insostenibles,
atrayendo el interés, la curiosidad y, durante el proceso, la indignación del
investigador que descubre cosas y va develando la urdimbre mitológica de la que
él mismo ha formado parte, decidiendo sacar a la luz la nueva verdad.
Discurrir sobre el tema de las teorías de la conspiración en
una época como la nuestra, parte de una serie de premisas que convendrá siempre
considerar. En primer lugar, esta es una era signada por el conocimiento y el
exceso de información, lo que es decir marcada por la desinformación. Agreguemos
que la historia que hemos conocido fue la que se escribió, lo cual no implica
la certeza de que haya sido lo que realmente ocurrió. Esto nos recuerda una
premisa clásica, propia de un mundo en cuyas poblaciones siempre ha sido
posible distinguir gobernantes y gobernados, dominantes y dominados; ganadores
y perdedores.
En pocas palabras, lo que nosotros, ciudadanos de a pie,
optimistas transeúntes y entusiastas participantes de los cuentos que nos echa
la matrix, lo que hemos conocido como historia ha sido el relato que ha
plasmado e institucionalizado el grupo de los ganadores. Marx expresó la misma
idea al decir que las ideas dominantes de una época eran las ideas de la clase
dominante. Teniendo esto claro, debemos ahora combinar esta premisa con una
reflexión sobre lo que entendemos por realidad y por ficción. Se ha dicho, por
ejemplo, que “la realidad supera con creces a la ficción”, y para los efectos
de lo que tratamos en este ensayo conviene tener presente la idea en todo
momento, así como advertir sus implicaciones.
Ni ficción ni realidad: conspiración
Y es que, en un mundo donde la realidad (realidades) es creada
y recreada cada día a través del consuetudinario poder de los mass media y la
industria cultural, lo cual termina configurando un mundo de simulaciones y
simulacros (Baudrillard) como un conjunto de representaciones en lucha que no
termina de entenderse desde la más elemental de las racionalidades, la
confluencia entre informaciones oportunas y viejas intuiciones nos dice que las
respuestas a nuestras preguntas pueden encontrarse en el campo de lo que la
literatura y el cine nos ha enseñado a entender como “ficción”. Esto es, el
dominio del arte de la creación y re-creación artística como obra “pura” de la
imaginación.
Así las cosas, ¿qué significa entonces que la realidad
supera a la ficción? Otra pregunta, en un sentido similar, se ha planteado si es
el arte quien imita a la vida o es esta quien imita al arte. Después de
pensarlo un momento, pareciera que ahondar un poco en las inconsistencias de lo
que nos han vendido como realidad, y advertir así sea un poquito la complicidad
y la colaboración que puede llegar a establecerse entre realidad y ficción,
origina un espacio de interpretación donde entra campante la teoría
conspirativa. No obstante, su alcance y legitimidad han sido puestos en duda
muchas veces, ridiculizados otras tantas, hasta que alguna voz autorizada
declara “la verdad” en rueda de prensa, la escribe en exclusiva en sus memorias;
es revelada por algún bizarro desertor de los servicios secretos o se desclasifica
algún documento “top secret”.
Estas explicaciones o visiones alternativas sobre los más
variados acontecimientos y situaciones generaron con el tiempo toda una forma
narrativa que, inevitablemente, dio cabida a un amplio espectro de autores con
mayor o menor imaginación, rigurosidad y documentación, algunos de los cuales
se ganaron el mote de “conspiranoicos”. Con el tiempo, podemos decir que surgió
una conspiración contra el término “teoría conspirativa” que logró endosarle
cierto sentido peyorativo, con el fin de restarle credibilidad y relegarla a
uno de los más peculiares subgéneros de la ciencia ficción.
Dentro de todo, algo sí es cierto; muchos teóricos de la
conspiración, algunos de ellos investigadores e intelectuales de no poco
prestigio, han dado cuenta de algunos aspectos de la realidad a la luz de
complots cuyo origen y tinglado recuerdan relatos fabulosos capaces incluso de
trascender la ficción. Sin embargo, la probabilidad de certidumbre de algunos
de sus constructos tiene el potencial de tambalear el orden social establecido,
ya sea el político o el religioso, el económico o el científico. Añadamos, que
los criterios con los que se han cuestionado estos postulados son los del
establishment, lo cual ya nos da razones para detenernos en las investigaciones
e imaginaciones conspiranoicas.
No por casualidad, la expresión “teoría conspirativa” es
bastante usada por los académicos establecidos del sistema, quienes hasta ahora
han reclamado con cierto éxito el monopolio de los métodos para teorizar sobre
los hechos, y la han utilizado para identificar y señalar un tipo de relato
que, alejándose de sus explicaciones “serias” apoyadas institucionalmente y con
buena prensa, están más cerca de las leyendas urbanas. Estos “hombres de
ciencia” suelen atribuir a estas teorías alternativas suficientes “debilidades
metodológicas”, como para considerarlas meras leyendas, lo cual constituye el
paso que precede a la desestimación y ridiculización directa.
Por este camino, el término adquirió cierta connotación
peyorativa, en muchos casos justificada y completamente injusta en muchos otros.
De ahí, calificar a una explicación alternativa con potencial de acercarse a la
verdad, que ofrece multitud de elementos y evidencias aunque sin presentar
“pruebas concluyentes”, como “teoría conspirativa”, se fue convirtiendo en una
forma de descalificar estos relatos, supuestamente por no tener suficiente
justificación, ser incoherentes, paranoicos, irracionales, extravagantes,
pseudomágicos o pseudocientíficos.
En tal sentido, calificar algo de “pseudocientífico” a veces
es suficiente para desterrar una idea adelantada a su época, o a una teoría
audaz con altas probabilidades de ser cierta. Porque, a fin de cuentas ¿De qué
se trata todo esto si no de encontrar eso que llamamos la verdad? De repente,
se me ocurre la teoría conspirativa de que encontrar verdades resulta poco
rentable para muchos negocios basados en la ignorancia de las masas. Además, debo
añadir que siempre ha llamado mi atención la definición de seriedad que
prevalece en los ámbitos académicos, como si una investigación “seria” −por lo
cual entiendo un estudio sistemático, honesto e independiente de grupos de
poder que se orienta a buscar la verdad− solo pudiera realizarse dentro de los
monacales recintos de ciertas universidades.
Si hay alguien que sabe de academia, por cierto, es el
lingüista, analista y escritor del MIT, Noam Chomsky, a quien siempre hay que
leer hasta la última palabra –y entre líneas− para entender el todo de su
ejercicio comunicacional. Para el conocido y prestigioso intelectual, una
teoría conspirativa es lo que se opone al análisis institucional, el cual está
enfocado en el “comportamiento público a largo plazo de instituciones conocidas
públicamente”. Es decir, las explicaciones oficiales están siempre marcadas por
el interés en el desarrollo, mantenimiento y regularidad de las instituciones,
de lo establecido. Entonces, lo contrario sería dar a conocer y convalidar una
teoría con el potencial de destruir el prestigio −y hasta poner en peligro la
existencia− de ciertas instituciones (militares, políticas, económicas,
educativas, sociales).
La conspiración como motor de la historia
Para ampliar nuestra visión sobre el tema, y en particular
para distinguir una teoría de la conspiración “seria” de lo “conspiranoico”,
consultamos con el librero, editor, poeta y conocedor de la teoría
conspirativa, Ricardo Romero, quien afirma que el verdadero motor que ha tenido
la historia han sido las conspiraciones.
Dice Romero, que “hablar de teoría conspirativa es hablar de
un tema muy complejo, porque no hay una sola teoría conspirativa, hay muchas
teorías conspirativas. Creo que hay tantas teorías conspirativas como teóricos.
Entonces, hablar de esta teoría significa englobar una cantidad de fenómenos,
algunos de los cuales están bien sustentados en una amplia bibliografía, y podemos
ver por otro lado cuestiones especulativas basadas en afirmaciones no
comprobables, no argumentables, sino más bien desarrolladas desde ciertos
imaginarios que pudieran corresponder a algo que no sea serio, que no sea bien
sustentado.”
Después de establecer esta siempre importante distinción, la
cual aplica por cierto no solo a la teoría objeto de nuestro ensayo sino a
todas las demás, Romero añadió que “la conspiración es un motor de la historia.
Gran parte de la historia se ha hecho desde la conspiración, desde el
secretismo; incluso, desde las sociedades secretas. Yo diría que incluso, las
conspiraciones contienen elementos de la historia que nos ayudarían a
comprenderla mejor. Si nosotros investigamos sobre las conspiraciones, si
investigamos sobre las sociedades secretas; si investigamos sobre fenómenos que
están relacionados a hechos que la historia oficial ha tenido aparte,
pudiéramos entender mejor lo que está pasando, lo que ha pasado, lo que pasa y
lo que viene…”
¿Se podría decir, por ejemplo, que la teoría de la
conspiración es una realidad que justifica su existencia por el solo hecho de
que la historia oficial siempre es la historia de los ganadores, una especie de
relato que siempre encubre la verdadera historia?
“Yo lo voy a plantear de esta manera: hay algo que conocemos
como establishment. Esto es, un sistema de dominación oligárquico de las
grandes corporaciones, de los grandes capitales que controlan los medios, las
universidades, que controlan emporios de información… Y esos emporios
evidentemente responden a intereses, que son intereses elitistas, que educan y
forman a una población para estar sometida a un nivel de vida que les permite a
ellos hacer cosas a espaldas de esa población, dominar a esa población desde
las sombras…”
Sobre las palabras de nuestro intelectual invitado, debo
decir un par de cosas. A pesar de que estoy de acuerdo con ellas casi en su
totalidad, hay un aspecto de su análisis en el cual hay que detenerse. Romero
distingue entre dos tipos de teóricos de la conspiración: los que plantean
teorías “bien sustentadas” en una “amplia bibliografía”, y los “especulativos”
que se plantean sus teorías sin suficiente sustento, en base a imaginarios que
podrían ser “poco serios”. En primer lugar, este lenguaje se me parece mucho al
proveniente del propio establishment, lugar desde el cual se han avalado muchas
veces teorías bastante cuestionables, aunque con el apoyo de poderosas empresas
transnacionales, prestigiosas universidades, organismos internacionales y, lo
más importante, corporaciones mediáticas.
Quiero decir, que cuando hablamos de criterios de
invalidación o convalidación de una teoría, debemos cuidarnos de no estar
utilizando los mismos pautas valorativas del sistema que se está denunciando,
pero del que muchos desean obtener algún reconocimiento. Una vez obtenido
alguna presea del sistema, talvez nuestro trabajo pueda convertirse en una
referencia digna de ser citada en un trabajo de grado académico; pero,
considerando siempre los márgenes de probabilidad que un planteamiento puede
tener de difundirse y cobrar autoridad y reconocimiento, más allá de las
estrecheces de un partido, secta o gremio, la actitud más sana, lo más objetivo
y acertado que puede hacer cualquier investigador, es tener una actitud lo
suficientemente abierta y creativa como para trascender los tradicionales
limites, tanto del ateísmo materialista como los de una ortodoxia científica
que, hoy en día, parece estar entrando en conflicto consigo misma –y talvez con
otras instituciones− frente al avance del paradigma cuántico y el inquietante y
sorprendente acercamiento que este ha planteado con el mundo espiritual.
Además, creo que muchas veces no consideramos las
implicancias que tiene para los diversos campos del conocimiento, no solo la
democratización de la información que ya lleva tiempo marcando nuestras
sociedades, sino el hecho de estar atravesando el umbral entre dos eras o
épocas; un cambio de era que, como el que tuvo lugar hace unos siglos con la “separación”
entre razón y fe, el triunfo de Aristóteles sobre Platón, el Renacimiento y la
Revolución industrial, hoy podría estar modificando de nuevo los fundamentos
del estatus social y, más importante aún, los criterios de verdad predominantes:
la episteme moderna.
Agreguemos, que siempre ha existido un mundo de
posibilidades heurísticas en los bordes y exteriores de los tradicionales
métodos científicos, tanto como existen en nuestra capacidad cerebral no
utilizada, que como se sabe ronda entre el ochenta y el noventa por ciento.
Entonces, volvamos a nuestro tema con algunos ejemplos recientes y no tan
recientes de teorías que conspiran contra los relatos institucionales.
Vladimir Putin: el ganador de las elecciones en Estados
Unidos
El pasado 8 de noviembre, el magnate Donald Trump ganó las
elecciones presidenciales en Estados Unidos. Contra el pronóstico de diversas
encuestadoras que daban como ganadora a la candidata demócrata y, más llamativo
aún, a pesar de haber tenido a las grandes cadenas mediáticas en contra, el
empresario salió triunfador en la contienda después de una campaña signada por
la polémica y que tuvo un nivel que causó no poca indignación.
Al día siguiente del batacazo, algunos periodistas de
importantes corporaciones mediáticas atribuyeron la victoria de Trump a los
“buenos oficios” del líder ruso, Vladimir Putin. Entre hackers galácticos y
operaciones encubiertas de visión remota, había nacido una nueva teoría
conspirativa, aunque esta vez desde un sector que siempre ha sido uno de los
principales señalados como constructor de grandes relatos y eficiente fábrica
de consentimientos: los mass media. Una nota publicada por RT el 10 de
noviembre dio cuenta de la situación, ilustrando sobre lo que dijeron algunos
medios y la reacción de la cancillería rusa y los usuarios de las redes
sociales.
Uno de los artículos citados fue publicado en el diario
británico The Times y su autor fue Roger Boyes. En su trabajo titulado “¿Cómo
Putin podría ganar la carrera por la Casa Blanca?”, este columnista aseguraba
que Trump había sido decididamente apoyado por el Kremlin, y especulaba sobre
la pretensión de Moscú de "tirar lodo en el proceso democrático" y de
"vengarse de Hillary Clinton" por haber apoyado las protestas que se
vivieron en Moscú en 2011. Por otra parte, la periodista de The Boston Globe Indira
A.R. Lakshmanan, en la misma línea decía que "La injerencia polifacética
de Rusia en las elecciones de 2016 no tiene precedentes, está bien documentada
y es impresionante". Más adelante, concluía que la “misión de Putin” se
había cumplido.
Sumándose al coro, uno de los voceros más experimentados de
la cadena estadounidense CNN, corporación que hizo la campaña más abierta
contra Trump y que incluso especuló sobre lo que pasaría en caso de que se
perpetrara un atentado en su contra durante el acto de toma de posesión la
noche anterior a esta, acusó directa y abiertamente a Rusia. Dijo Van Jones:
"esta es la primera elección en la que un poder enemigo explícitamente
interfirió y se salió con la suya”.
Mientras tanto, María Zajárova, portavoz de la cancillería
rusa, se refirió a los medios occidentales como los “reyes del mainstream”,
señalando que su actitud –ciertamente conspiranoica− era el reflejo de que no
aceptaban que habían fallado en sus predicciones. No sin ironía, la vocera
destacó que estos medios inocularon a todos con sus mantras sobre la “Rusia
mala”, cantos repetidos que al final se creyeron, terminando como víctimas de
sus propias vociferaciones.
La nota da cuenta de la reacción de las redes sociales ante
el tratamiento mediático que Occidente le daba a la victoria del magnate. Así,
el usuario John Yowan, lanzaba en twitter:
“"la CNN está tratando de culpar a Rusia en lugar de a
los demócratas por elegir una candidata terrible y corrupta".
El usuario Brannon, afirmó:
"La CNN repite la teoría de la conspiración sobre Rusia
al decir que ayudó a elegir a Trump".
Otro usuario, más particular, lanzó un tuit que fue borrado
en lo sucesivo, aunque ya había sido capturado por los internautas. Se trata
del ex embajador de EE.UU. en Rusia Michael McFaul, quien dijo:
"Putin interfirió en nuestras elecciones y tuvo éxito.
Bien hecho”
La teoría conspirativa estaba siendo alimentada. Llama la
atención, que a pesar que la documentación para sustentarla no ha sido
presentada, son muchos los que dan crédito a este relato, ¿por qué? Talvez
porque Trump era el “candidato de Putin”; talvez porque simplemente constituye
una posibilidad tecnológica, o la mejor manera de asimilar la victoria del
republicano frente a una candidata demócrata que, después de todo, obtuvo mayor
votación total. Aunque ya se sabe, hay que destacar que al final todo quedó en
manos de los colegios electorales de ese país, quienes son los que tienen la
última palabra democrática en ese sistema.
Obama ordena una investigación
A pesar de la falta de documentación o de alguna evidencia
que demostrara la intervención en las elecciones estadounidenses de algún
hacker vinculado al Kremlin, el presidente saliente Barack Obama ordenó a las
agencias de inteligencia de su país: CIA, NSA y FBI –por cierto vinculadas a un
sinfín de conspiraciones demostradas por la historia− que determinaran si
efectivamente si algún informático hijo de Putin intervino en el proceso
eleccionario, favoreciendo la victoria de Trump.
Simultáneamente, durante un desayuno con periodistas de la
Christian Science Monitor, la asesora de Seguridad Nacional y Contraterrorismo
de la Casa Blanca, Lisa Mónaco, informaba que el presidente le había solicitado
a la Comunidad de Inteligencia que llevara a cabo una revisión completa de lo
sucedido “para aprender las lecciones de este caso”. Es decir, el presidente
Obama legitimaba de alguna forma la teoría emergida de un conjunto de medios
que, al tiempo que se parcializaban “profesionalmente” a favor de la candidata
demócrata, difundían sus mantras sobre la Rusia mala y los amores prohibidos
entre Putin y Trump.
La respuesta de la cancillería rusa no se demoró, y la
respuesta de María Zakharova fue precisa e inmediata: "También estamos muy
interesados en entender de qué nos acusaron. Le solicitamos muchas veces la
información completa, pero nunca nos respondieron". Por su parte, el
flamante presidente de EE.UU. desestimó la orden de Obama con su estilo
habitual, declarando que detrás del ciberataque “podría estar Rusia, podría
estar China y podría estar algún tipo en su casa de Nueva Jersey".
Actualmente, la campaña contra Trump, alimentada por las
reacciones que sus políticas han tenido dentro y fuera de su país, podría estar
dando lugar a otras teorías conspirativas. Por ejemplo, cualquier lector (a)
que le guste el cine y tenga TV por cable, se habrá dado cuenta que desde
diciembre, un conjunto de canales no ha hecho sino colocar maratones enteros de
películas relacionadas con atentados presidenciales y ataques a la Casa Blanca.
Desde cintas clásicas como JFK
(1991), de Oliver Stone, hasta el más reciente Olimpo bajo fuego (2013), con Morgan Freeman y Gerard Butler, la
industria del cine parece estar sintonizándose con las líneas editoriales de
medios como CNN.
El atentado, ¡Perdón!, el demolición controlada que todos
vimos el 11/09/2001
Como decía al principio, las explicaciones alternativas
ofrecen una interpretación de los hechos diametralmente opuesta a la que ofrecen
las versiones oficiales. Esta interpretación, por lo general surge a partir de
las incongruencias, cabos sueltos, incoherencias y debilidades que exhiben las
explicaciones del establishment sobre estos hechos. Llegado este punto, la
teoría sobre una conspiración urdida desde las sombras por poderosos grupos o
sociedades secretas con el objetivo de lograr propósitos muchas veces
inconfesables, se abre paso hasta el punto de adquirir la capacidad de cuestionar
la credibilidad y legitimidad del sistema.
En tal sentido, un caso ejemplar, dotado además de la
espectacularidad y cinismo suficientes, dejó tantos cabos sueltos que hoy
resultaría algo insólito encontrar a alguien que sepa leer y escribir y con
acceso a internet, que se trague el cuento de que las torres del WTC fueron
derribadas como producto de un ataque terrorista que consistió en estrellar un
avión comercial lleno de gente en cada torre, y que este atentado fue
planificado en todas sus letras por Osama Bin Laden; más aún, que se trague que
el impacto que ese día recibió el Pentágono fue de otro avión piloteado por un
tenebroso terrorista suicida, aunque no se encontraran los elementales restos
del fuselaje del supuesto avión.
Amparados en la confusión y en la tremenda conmoción
producida por un hecho de tal envergadura −la teoría del shock (Naomi Klein,
2007)− quienes maquinaron esta dramática calamidad, en su locura dejaron muchas
preguntas que, si bien no fueron respondidas por quienes debieron hacerlo
–tampoco podían− empezaron a ser respondidas desde infinidad de sitios alternativos,
incluyendo el testimonio crudo de muchos de los sobrevivientes que lograron
salir, convulsionados pero ilesos, de las fenecidas torres. Y qué decir del
célebre edificio N° 7, el cual se cayó solito y sin afectar a los edificios
circundantes, como exasperado por lo que había acontecido a sus torres vecinas,
y sin haber recibido siquiera el impacto de un dron o un pájaro desorientado.
Desde el principio, surgieron teorías de la conspiración que
afirmaban que los ataques del 9/11 habían sido nada menos que auto atentados
orientados a justificar las posteriores acciones del Dpto. de Estado en Irak y
Afganistán. Como suele suceder, estas explicaciones fueron descalificadas como
especulaciones de mentes conspiranoicas. Sin embargo, algunos antecedentes en
la historia daban cuenta de algunos ataques de bandera falsa que, en su
momento, habían servido como excusa para emprender una acción de guerra posterior.
Hoy, luego de 16 años de aquellos hechos, habría que preguntarse si dar con la
verdad de las cosas es cuestión de sentido común, cuestión de imaginación o,
simplemente cuestión de internet.
“En una época de
engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”
Los análisis sobre lo que pudo haber ocurrido en realidad el
9/11 no se hicieron esperar, y proliferaron. Veamos algunos casos de gente que
analizó el tema con seriedad y que dan cuenta de que las teorías de la
conspiración, como la poesía, muchas veces “hablan con verdad”. Fue en
septiembre de 2006, cuando el programa de opinión Contragolpe, transmitido por
el canal del Estado, VTV, en horario estelar, tuvo como invitado al humorista y
periodista Carlos Sicilia. El tema a tratar: los hechos del 11 de septiembre
que habían conmocionado al mundo y habían inaugurado la doctrina de la lucha
mundial contra el terrorismo, el nuevo y ubicuo enemigo. Tuve la oportunidad de
ver el programa, y recuerdo con claridad las pruebas que el periodista, laptop
en mano, expuso y comentó ante la audiencia, y que demostraban que las torres
gemelas habían sido demolidas con explosivos especiales de alta potencia.
Las afirmaciones de Sicilia expresaban convicción. Aún recuerdo
el rostro escéptico y algo escandalizado de la entrevistadora, quien en
primicia entrevistaba a alguien que estaba siendo capaz de contradecir la
versión del Dpto. de Estado sobre los infaustos hechos. El invitado sustentaba
sus afirmaciones en los análisis hechos por arquitectos de dilatada experiencia
y expertos en el uso de explosivos, todos residentes en Estados Unidos. Este
grupo de profesionales aseguraba que el mundo había presenciado una demolición
controlada, por dos razones clave: la primera: el material de las torres había
quedado pulverizado, cosa solo posible con explosivos más potentes que el C4;
la segunda: era imposible que el peso de los pisos más altos de las torres,
donde se estrellaron los aviones, lograra derrumbar las estructuras en solo 8,7
segundos.
Recuerdo que Sicilia enseñó en vivo la web de la CIA, en la
cual el periodista encontró y expuso elementos comprometedores para la versión
oficial del gobierno de George W. Bush. Otro dato aportado ese día fue el “cabo
suelto” expresado en Larry Silversten. Este había sido entrevistado en CNN, y
de él se supo que en abril de 2001, 5 meses antes de los hechos, había firmado
un contrato de alquiler de las torres por 99 años que incluía un seguro contra
accidentes terroristas. ¿Por qué? Digamos que el señor Silverstein era un tipo
paranoico y démosle el beneficio de la duda; pero se inmediato, pasemos a los
hechos. Estos nos dicen que el personaje tenía una póliza de $3.500 millones
por cada torre, y que luego del “evento inesperado” este logró que la Corte
Suprema de ese país, en palabras de Sicilia “llena de magistrados amigos de
Bush”, le pagaran los $7 mil millones.
El programa estuvo por demás interesante, y recuerdo que el
espacio recibió en lo sucesivo otros invitados que discurrirían sobre el tema,
incluyendo a un estadounidense de origen latino que el 9/11 se encontraba
laborando en una de las torres. En un español fluido aunque con acento gringo,
este caballero convalidaba las afirmaciones que había hecho Sicilia asegurando que
él, junto a otros compañeros que lograron salvarse, escucharon un conjunto de
detonaciones que no tuvieron nada que ver con el impacto del avión, antes,
durante y después del choque, durante ese par de segundos y sus milésimas.
Mientras esto ocurría, todo el que le hacía seguimiento al asunto y veía un
poco de televisión, se dio cuenta de algo que fue posteriormente denunciado por
el periodista Ernesto Villegas: a Carlos Sicilia lo habían callado.
Por un tiempo que se extendió por muchos meses no se supo nada
de un periodista que había estado activo en la prensa escrita, y que además
tenía un programa de TV llamado Sicilia Desechable. ¿Lo habían intimidado para
que no siguiera con el tema de las torres?, ¿Le habrían pagado alguna suma por
su silencio? Creo que fue debido a estos hechos, y por aquellos días, que
empecé a interesarme en averiguar un poco más sobre las grandes conspiraciones
mundiales y a darme cuenta que, en el espíritu de la frase de George Orwell,
estábamos en una época de engaño universal, y que las “poco serias” teorías de
la conspiración, por más ficción que parecieran en muchos casos, podían
albergar las claves de la verdad sobre los más variados hechos.
Más adelante, al conocer a analistas y escritores como
Thierry Meyssan (La Gran Impostura. Ningún avión se estrelló en el Pentágono,
2003) o Walter Graziano (Hitler Ganó la Guerra, 2005), cobraba consciencia de
un hecho señalado por Romero un poco más arriba: la historia de nuestras
sociedades es la historia de las grandes conspiraciones.
Una teoría que se va convalidando
Entretanto, las investigaciones sobre lo ocurrido en New
York en septiembre de 2001 han continuado, y en agosto de 2016 circuló unanoticia que anunciaba que las incontenibles sospechas sobre lo ocurrido ese
día, y que podrían demostrar que los atentados no fueron otra cosa que un
ataque de “falsa bandera”, estarían cerca de convertirse en un hecho con todos
sus componentes, de la mano de un nuevo documental que saldría pronto a la luz.
Se trata del audiovisual “Evidencia de Explosivos / Hablan
los expertos”, realizado por el grupo “Arquitectos e Ingenieros por la verdad”,
el cual pretende demostrar lo que hemos venido comentando y que se sospechó
desde el principio: las torres del WTC no fueron derribadas por el impacto de
los aviones, sino por el uso meticuloso y casi perfectamente planificado de
explosivos especiales, en una operación orquestada por aquellos que buscaban
invadir Irak y Afganistán, y que necesitaban una justificación.
Entre los científicos que exponen sus estudios y análisis en
la película, está el connotado Lynn Margulis, merecedor de la Medalla Nacional
de Ciencia en EEUU. Este deja al descubierto el fraude del Nist, y explica –con
numerosas pruebas en mano− que el asombroso derrumbe de las gemelas fue causado
en realidad por bombas de alta temperatura, las cuales fueron colocadas
estratégicamente, pero que dejaron importantes rastros entre los pulverizados
restos de los edificios. Entonces, esta es una de las muchas historias que podrían
servir para demostrar que, con todo y lo evidentes que pueden ser para mucha
gente las costuras, debilidades y
mentiras de las que puede adolecer la versión oficial sobre todo un espectro de
hechos, la propia sociedad parece estar en su mayoría condicionada para aceptar
una mentira tranquilizadora, antes que darse cuenta de una verdad que puede ser
perturbadora, estremecedora y más tenebrosa que la mejor realización
cinematográfica.
Una inquietante conspiración global de complicada
convalidación
Hace un tiempo publiqué un post en el que sugería (como
mucha gente) que seres extraterrestres han vivido siempre entre nosotros, que
fueron estas inteligencias superiores las que nos habían creado en el marco de
un proyecto genético evolutivo, y que la agencia de noticias Russia Today, de
un tiempo para acá, parecía estar preparando a la opinión pública mundial para
que aceptara la realidad de la existencia de quienes han sido llamados “los
antiguos astronautas” o nuestros “hermanos mayores”.
En ese artículo, cito un post
publicado por la agencia el 6 de septiembre del pasado año. En su encabezado,
se leía: Sin tapujos: Revelamos la verdad sobre las mayores conspiracionesglobales de la humanidad. Aunque no era ajeno a la línea editorial de la
agencia, que siempre ha dedicado espacios para tratar el tema de los ovnis,
seres extraterrestres y los misterios del cosmos, esta vez la agencia parecía
estar haciendo un esfuerzo pedagógico especial para presentar algunas famosas
teorías de la conspiración a la gran multitud de sus seguidores.
En sus dos primeros párrafos, introducen el tema de la
siguiente manera:
“Las conspiraciones han sido parte de nuestras creencias a
lo largo de la historia. Controlar la sociedad, cambiar la historia o las leyes
de la naturaleza, son algunos ejemplos de las teorías más famosas, temas muy
polémicos y discutidos.”
Resulta interesante que el tema sea considerado solo como
“parte de nuestras creencias”, como si fuera una realidad latente detrás de
cada religión, de cada teoría científica; como si fuera un tema que va más allá
de la mitología y el folklore. El párrafo siguiente, apunta:
“Muchas personas están seguras de que existen proyectos a
nivel global que marcan el camino de la historia de la humanidad. Algunas de
ellas pueden sonar increíbles, otras tienen algo de razón, pero todas son
polémicas y difíciles de creer. Sin embargo, hay que reconocer que a muchos les
encanta vivir con la idea de que estas teorías son reales. ¿Lo son?”
Entre estos supuestos proyectos
globales que “marcan el camino de la historia de la humanidad” que presenta el
post, hay uno en el cual hay que detenerse. El enunciado es claro, inquietante,
terrorífico: “los seres humanos somos gobernados, y hemos sido gobernados desde
hace miles de años, por una élite reptiliana”. ¡¿Que, qué?!
Sí. Se trata de una teoría que
asegura que muchos gobernantes y monarcas del mundo, entre los cuales se cuenta
la familia real británica, miembros de la aristocracia europea, altos jerarcas
de las finanzas y dirigentes de poderosas corporaciones, cuando no son
extraterrestres con capacidad de metamorfosearse y adquirir forma humana, son
híbridos entre seres reptilianos y los seres humanos. Entre todas las teorías
conspirativas, esta parece ocupar el más alto pedestal entre las que suenan
como la más alocada de las ficciones, producto de una imaginación desbordante
de locura y LSD.
No obstante, después del impacto
que produce escuchar semejante cosa por primera vez, nuestro escepticismo al
respecto podría retroceder vertiginosamente
frente a la existencia de numerosas evidencias históricas, arqueológicas,
lingüísticas y testimoniales, estructuradas y coherentes, que podrían dar
cuenta no solo de este tema reptiliano, sino de un cúmulo de información capaz
de dar lugar a relatos que, de difundirse y legitimarse, generaría un revuelo
mundial donde no quedaría títere con cabeza. Y como en todos los casos de
trascendencia, enigmáticos o esotéricos, si bien conviene mantener una actitud
de sano escepticismo, conviene más aún tener la mente clara y abierta frente a
toda teoría “alocada” y, por supuesto, frente a toda investigación seria.
Recordemos, como comenté al
principio, que la realidad suele superar a la ficción, y que existe al menos un
90% de probabilidades de que la historia conocida, la que hemos aprendido en la
escuela, de la religión, y la que nos relata la red mediática mundial haya sido
falseada, escamoteada, tergiversada, distorsionada o, simplemente encubierta. Cobrar
consciencia de semejante realidad puede generar cierto deslumbramiento (en el
sentido planteado en el mito de la caverna platónico), expresado en la
dificultad de la mente condicionada para comprender y aceptar algunas
explicaciones sobre muchos hechos, que se pensaba tenía su origen en causas más
inocentes que nos fueron enseñadas “desde siempre”.
Esta podría ser la razón por la
que muchos conspiracionistas reflejan rasgos paranoides. En palabras de Robert
Anton Wilson, muchos teóricos de este campo son clínicamente paranoicos, por lo
cual puede verificarse en ellos cierta tendencia a generalizar. Para un
pensador paranoide, detrás de cada teórica conspiración global, se encuentra un
grupo de individuos donde ninguno se salva, sean estos judíos, jesuitas,
masones, iluminados de Baviera o de otros lugares… (elija usted el grupo). En
tal sentido, quizá sea un error meter a todos los miembros de un grupo determinado
en el saco de los más perversos conspiradores, pero lo que sí no se podría
discutir es la existencia de sociedades secretas a lo largo de la historia, y
que estos grupos, sean masones, aristócratas asociados, grupos religiosos o sencillamente
gente millonaria y con poder, han actuado articuladamente para la consecución
de sus propósitos.
Entonces, sobre las teorías
alternativas y citando de nuevo a Anton Wilson: “Estos modelos o narrativas
brindan explicaciones armoniosas, coherentes y crudamente sencillas sobre
acontecimientos que de otra manera parecen caóticos y más allá de la
comprensión humana. Es por eso que yo mismo creo en muchos de ellos.” Ahora,
veamos algunas teorías conspirativas, conocidas y no tan conocidas, para que sean
evaluadas por los lectores sin mayor explicación o sustento. Eso sí, con las
palabras clave será suficiente para que las interesadas ensayen una búsqueda en
la red (en youtube hay canales de investigación que presentan información
valiosa), hagan uso de sus dos hemisferios cerebrales y estén dispuestos a
moverse de su círculo de confort teórico, salvo que el movimiento implique caer
en depresión o sufrir ataques de pánico.
Algunas teorías de la conspiración más difíciles de
comprobar
1- El ser humano, tal como lo conocemos hoy, fue creado por
seres extraterrestres altamente evolucionados, en el contexto de un proyecto
genético. Desde su creación, este prototipo humano ha estado sujeto a evolución,
pero también a modificaciones e intervenciones involutivas por parte de seres
oscuros conocidos como los reptilianos.
2- Detrás de los sistemas económicos, educativos y
políticos, de la alimentación dominante, de las religiones y la ciencia, tal
como las hemos conocido hasta ahora, (considerando las excepciones en cada
caso) está la mano de grupos poderosos y manipuladores que han procurado mantenernos en
situación de esclavitud.
3- Lo que hemos aprendido sobre la lucha que hay en el mundo
entre opuestos: oscuridad y luz, el bien y el mal, ángeles y demonios, sugiere
en realidad que somos seres con libre albedrío en un mundo donde, a lo largo de
eones, se ha desarrollado una especie de disputa entre seres benefactores
provenientes de otros lugares del universo y sus respectivos opositores.
4- Estas entidades oscuras (reptilianos), históricamente se
han alimentado de la raza humana y de otros animales, ya sea directamente de su
sangre (por medio de los sacrificios rituales) o, a través de su sufrimiento,
de sus sentimientos de culpa, de su miedo y su ira; en general, se han nutrido
de la energía que producen las bajas vibraciones. Para saber dónde está la
oscuridad, solo mantente atento a todo aquello cuyo resultado sea bajarte la
vibración (desde una situación o persona, hasta una noticia, película o
canción).
5- Partiendo de la base según la cual cualquier figura que
accede a altos cargos de poder político ha necesitado pactar de alguna forma
con estas entidades, recientemente ha llegado a mis manos una teoría que
plantea que el presidente venezolano Hugo Chávez, en sus inicios, habría
llegado al poder como producto de un pacto con entidades de diversa naturaleza.
En lo sucesivo, al negarse a realizar los sacrificios que estas pedían
−expresados en exclusión social y el consecuente sufrimiento de la población− y
al verse apoyado por seres benefactores, Chávez logró impulsar un importante
proceso de emancipación social y evadió durante un tiempo las consecuencias de
la ruptura de su pacto; pero, llegado el momento, las entidades oscuras se
cobraron los viejos favores.
6- El accidente en el cual falleció la princesa Diana de
Gales fue producto de un plan fraguado por la élite reptiliana que domina el
mundo −de la cual hace parte la familia real británica− debido a que la
princesa llevaba tiempo comentando a su círculo íntimo de amigos sobre los
extraños sucesos que ocurrían en el Palacio de Buckingham relacionados con
reptiles, rituales de sangre y sacrificio de niños. La versión más insólita de
la muerte de Diana, plantea que el egipcio Al-Fayed provenía de una casta rival
de Isabel II que se remonta a la antigua Babilonia, por lo cual un hijo entre
los dos –el cual venía en camino− era menos que inaceptable por parte de la
casta iluminatti. Una clave que da cuenta del interés que había en asesinar a
la princesa, fue que después del infausto “accidente” en el túnel parisino,
Diana agonizó durante hora y media, antes de que llegara alguna ambulancia a
socorrerla.
7- La sociedad de los Illuminati es el grupo secreto que ha
estado detrás de cada una de las grandes conflagraciones que ha vivido el
mundo, como la primera y la segunda guerra mundial. El objetivo de la secta,
aparte de beneficiarse de sus inversiones en los dos bandos en conflicto,
aprovechándose de sus frutos empresariales y financieros, ha sido crear un
festín de miedo, sangre y destrucción para disfrute de los seres involutivos. En
tal sentido, los actuales “daños colaterales” han fungido como sacrificios de
sangre colectivos.
En la actualidad, una teoría conspirativa que se hizo viral el
año pasado, plantea que esta sociedad secreta se está preparando para laTercera Guerra Mundial, desarrollando activamente refugios subterráneos para
proteger a todos los miembros de la sociedad de lo que vislumbran sería una
catástrofe nuclear. La información fue revelada a través de la red social
Imgur, por un usuario que aseguró ser un ex miembro de los Illuminati.
Este personaje especificó que, hasta ahora, se han
construido 430 búnkeres en todo el mundo, y que el mayor de ellos se encuentra
en Sao Paulo, Brasil, el cual tiene capacidad para albergar a 5000 personas
durante 10 años. Cabe destacar, que esta teoría ya había sido divulgada
anteriormente a las revelaciones en la mencionada red social, y que el refugio
de Sao Paulo fue hecho para los 5000 individuos “más ricos, brillantes y
poderosos del mundo”.
8- De acuerdo a la versión oficial difundida en su momento,
el guionista, productor y director de cine estadounidense Stanley Kubrick,
considerado uno de los más influyentes del siglo XX y famoso por cintas como
Espartaco, La Naranja Mecánica o Eyes Wide Shut, falleció antes de terminar
esta última a causa de un infarto. Era el año 1999. No obstante, como hemos
dicho, este es uno de los casos donde los cabos sueltos no faltaron. Repasemos
brevemente el caso.
Esta historia, como muchas, está relacionada con la
existencia de la mencionada elite illuminati, y con otra teoría alternativa que
asegura que el primer viaje a la luna realizado por el Apolo 11, fue en
realidad un montaje cinematográfico en el cual el director, genio reconocido
por su maestría en el asunto, habría participado. Dice esta teoría que Kubrick
−como buen judío ortodoxo que era− por haber participado en semejante engaño
para la humanidad sufría de constantes y tormentosas crisis emocionales. Este
factor hizo pensar a la elite que organizó y dirigió el montaje, que en alguno
de esos momentos de debilidad Kubrick revelaría al mundo la verdad o, que lo
haría deslizando sutilmente mensajes en alguna de sus películas. Y esto era considerado
un riesgo por la elite que, como se puede comprobar, ya se había encargado de
“despachar” a otros colaboradores del montaje.
Y es que, efectivamente, algunos analistas y trabajos
periodísticos se han animado a encontrar en sus películas mensajes misteriosos,
reveladores y hasta anticipatorios, expresados de forma simbólica. Sobre estos,
es conocido el artículo publicado en el diario Pravda, el cual afirma que en su
última película, Eyes Wide Shut, quiso revelar las prácticas satanistas de la
elite dominante (quien la haya visto sabe a qué escenas me refiero). Añadamos
que, como trascendió después de su muerte, muchas de estas escenas fueron
suprimidas de la versión final de la cinta, cuando el director ya estaba
muerto.
Al parecer, desde su participación en el montaje lunar la
elite le montó el ojo, porque todo indicaba que el director aprovecharía su
prestigio para ensayar la revelación en una de sus películas. Por otra parte,
Nicole Kidman, protagonista junto a Tom Cruise en “Ojos Bien Cerrados”,
concedió una entrevista en 2002 al diario estadounidense National Enquirer, en
la que dice sin vacilar que Stanley se había ido del mundo pero no por voluntad
propia y, lo más inquietante de todo, que este la había llamado dos horas antes
de que muriera en su casa para decirle que no fuera a su casa de Harforshire
porque “nos van a envenenar a todos tan rápidamente que no nos dará tiempo ni a
estornudar”.
La sospecha de que los servicios secretos de EEUU
intentarían asesinarlo estaba fundada en que varios de los participantes del
montaje del falso alunizaje en la luna (por cierto, satélite-nave espacial,
otra teoría), habían muerto “misteriosamente”. Así, de acuerdo a una
investigación del diario The Sun, esta fue la razón por la que Kubrick abandonó
USA en 1971 para refugiarse-recluirse en Gran Bretaña. De hecho, no regresó
nunca a Norteamérica. Agreguemos, que ya lo habían intentado asesinar en el 79.
Entonces, ¿es cuestión de imaginación o de información? Recordemos siempre
nuestra divisa: la realidad siempre supera a la ficción.
9- Muchas teorías alternativas que hablan de alucinantes
confabulaciones fraguadas en la sombra por sociedades secretas que se
encuentran en la antesala a la cúspide de la pirámide del poder, suelen
esconder otras historias más alucinantes aún a medida en que avanzamos de lo
táctico a lo estratégico. Más arriba, analizamos el caso de los atentados del
9/11 en New York, una pesquisa que nos llevó a concluir que las torres habían
sido demolidas con explosivos; que había sido un auto atentado, pero con
apariencia de ataque terrorista para poder justificar una invasión a gran
escala en oriente medio, particularmente en Irak, país que además tendría
“armas de destrucción masiva”.
Los análisis asentados en un respetable nivel “crítico-científico”
de la realidad, denunciaban que el Pentágono y los halcones neoconservadores de
Washington con Bush a la cabeza, lo que querían era saquear los recursos
naturales de un país que, de paso, ya había sido invadido por Bush padre poco
más de 10 años antes, una guerra que fue seguida de un conjunto de sanciones
que habían dejado al país bastante debilitado. Bien, esta teoría asegura que la
familia Bush, ligada por cierto a la familia real británica, se había metido en
esas tierras para destruir en algunos casos y apropiarse en otros, de tesoros
culturales y secretos civilizatorios relacionados con tecnologías ultra-avanzadas
no humanas. En concreto: portales estelares o puertas dimensionales de origen
anunnaki.
Recordemos que las tierras de Irak son las mismas tierras de
la antigua Babilonia (del caldeo Bab-ilu, que significa “la puerta de Dios”) y
de la más antigua y originaria Sumeria, “donde comenzó todo”. Se trata del
lugar al llegaron los Anunnaki, los “descendientes de Ann en la tercera dimensión
de la tierra”, quienes construyeron templos en importantes vórtices
energéticos, y llevaron a cabo proyectos de ingeniería genética de los cuales
nacieron los primeros híbridos y las primeras razas de seres humanos. Por
cierto, el descubrimiento de una de estas stargate en Yemen fue noticia
reciente, y de los gigantes pelirrojos que el ejército de EEUU se encontró en
Afganistán hay abundante información.
Como diría el presidente Putin en una reunión de alto nivel
en el Kremlin: “en el mundo las cosas no son lo que parecen”.
* * * * * *
Existen muchas otras teorías conspirativas sobre los más
variados hechos y situaciones, que por razones de espacio las presentaremos en
otro trabajo. Como pueden ver, se trata de teorías que fácilmente pueden pasar
por pura ficción, pero que si nos detenemos en lo que en su oportunidad nos
dijeron sobre los hechos presentados, los analizamos más detenidamente,
detectamos los cabos sueltos, le sumamos toda la información nueva o revelada
que podamos utilizar y empezamos a atar esos cabos, veremos que estas teorías
pueden albergar más verdad de lo que una primera mirada prejuiciada podría
sugerir, y que es más probable que nos demos cuenta de algo que, por cierto,
constituye una de las teorías no mencionadas arriba: que vivimos en una matrix,
en una simulación con varios niveles de realidad en la cual nuestro papel no es
muy distinto del de una batería de 5W.
Lo complejo del asunto se advierte en el horizonte. Después
de décadas; de siglos de simulaciones, las verdades no pueden difundirse en su
calidad de verdades, sino en forma de ficción y “teorías conspirativas”. Primero,
porque el propio sistema no está diseñado para permitir tal cosa; segundo,
porque la humanidad no estaría preparada para aceptar la existencia de al menos
“un cuervo blanco”, suficiente para trastocar los sistema de creencias
dominantes en al mundo.
Finalmente, no podríamos dar término a este ensayo, sin
dejar planteada una nueva teoría conspirativa: esta, la llamada teoría de la
conspiración, fue creada para que la humanidad tuviera acceso a la verdad, pero
de forma que no pudiera creerla. Así,
talvez una buena forma de contribuir con el despertar y la expansión de la
conciencia sea emprender una labor divulgativa seria, que contribuya a despejar
el panorama en medio de tantas manipulaciones y desinformaciones.
Recordemos las palabras de Anton Wilson, “que no seas
paranoico no significa que no estén conspirando en tu contra”.
Amaury González V. San Antonio, 02/13/2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario