Hace poco más de un año la derecha fascista venezolana lanzaba una nueva
ofensiva dirigida a provocar la “salida” del presidente Nicolás Maduro.
La “salida” era un eufemismo para designar una convocatoria a la
sedición, es decir, la destitución por medios violentos, ilegales y
anticonstitucionales del mandatario legal y legítimamente electo por el
pueblo venezolano. Esta iniciativa fue rodeada por un halo de heroísmo
por la prensa de derecha de todo el continente, que con sus engañifas y
sus “mentiras que parecen verdades” -según la perspicaz expresión de
Mario Vargas Llosa- intentó concretar una audaz de operación de alquimia
política: convertir a un grupo de sediciosos en épicos “combatientes de
la libertad”. Todo esto, naturalmente, fue alentado, organizado y
financiado desde la Casa Blanca que a la fecha aún no ha reconocido el
triunfo de Maduro en las elecciones presidenciales del 14 de Abril del
2013.
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