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domingo, 2 de septiembre de 2012

Una mala simulación que no se puede permitir el 7 de octubre

Como todo el que participó hoy en el simulacro electoral, que fueron muchos, pude constatar lo sencillo y expedito del proceso. Sin exageraciones literarias, mi participación pudo consumarse en segundos. Llegué a eso de las dos de la tarde al colegio habilitado para el simulacro, a pleno sol y con un calor tipo zuliano.

Tengo la seguridad de que el resultado del simulacro de hoy será más que positivo. Lo de hoy fue, como ya es costumbre en Venezuela, una fiesta democrática, un evento en el que se demostró de nuevo el talante democrático del pueblo venezolano, y la eficiencia, seguridad y confiabilidad del sistema electoral venezolano que es, sin duda, uno de los más avanzados y precisos del mundo, si no el que más.

Pero, de Perogrullo, no todo fue eficiencia y precisión de reloj en los 1553 centros electorales habilitados para el importante evento. Y es que, en uno de los centros habilitados en los Altos Mirandinos, la Sra. Esperanza Aguirre, quien se levantó temprano para cumplir con este deber democrático, tuvo que devolverse a su casa sin pulsar el botón “Votar” en la máquina de votación. “Todo fue una confusión”, podría decir alguien para escurrir el bulto, para diluir la responsabilidad. El hecho es que, después de escuchar el testimonio de la Sra. Esperanza, tengo que decir que la culpa no es de la vaca.

Tal como hice yo, Esperanza entró al salón donde estaba instalada la mesa en que le tocaba ejercer su simulación del acto de votar; tal como hice yo, considerando la experiencia que hemos tenido en los quince dieciséis procesos electorales anteriores, Esperanza se fue sin documentarse sobre las novedades de este proceso, esperando que al llegar, el personal de la mesa le explicara y la orientara sobre qué hacer, cómo, de qué manera, si así o asao, si allá o acullá; así como en mi caso, a Esperanza le pidieron la cédula laminada. Llegado este punto le dijeron que sus nombres no aparecían, que sólo aparecían los apellidos, que eso era un problema de la data, del CNE. En fin, le dijeron que se metiera en la página web del poder electoral para imprimir una planilla, con la que tendría que dirigirse al CNE a pedir la aplicación de los correspondientes correctivos.

Esperanza, algo desconcertada, dejó claro que tenía años votando en el centro en cuestión, que había actualizado sus datos, que nunca había tenido tal problema. Esto, ante los representantes del CNE. Seguidamente, comunicó la situación a un grupo de vecinos del sector, representantes de una de las organizaciones políticas de la batalla. La respuesta fue similar: usted debe dirigirse al CNE, meterse en su web, etc.

El caso se tornaba interesante, por lo que insté a la Sra. Esperanza a que me explicara paso a paso lo que había hecho, las instrucciones que había recibido, el trato, todo. Habrase visto pues! Resulta que en mi caso, supongo que como en el 99% de los casos, luego de pedirme la cédula, ahí mismo me pidieron colocar el pulgar derecho en el recuadro capta huella, y recordé que había leído que tal novedad servía para verificar la correspondencia entre número de cédula y huella dactilar, lo cual añadía mayor seguridad y confiabilidad al sistema. Se trata pues, del SAI, o Sistema de Autenticación Integrado.

En el caso de la señora Esperanza pasó algo tan elemental como preocupante: nunca le pidieron que colocara su pulgar derecho en la máquina. Para la votación del 7-O, estoy seguro que todos los que vamos a votar, iremos con un conocimiento técnico-enciclopédico del funcionamiento de la herradura electoral, pero hoy, muchos como yo fuimos dispuestos a que nos explicaran sobre la novedad. Yo podía o no podía saber lo de la huella, lo del SAI, pero indistintamente de eso, la indicación “ponga aquí el pulgar derecho y presione”, era necesariamente obligatoria.

Pero a pesar de eso, se dio el particular caso de un elector al que no le pidieron la huella, cosa ya preocupante, y donde este elector tampoco indagó sobre el caso. Eso sí, le explicaron muy bien sobre la responsabilidad del poder electoral en el hecho.

Cosas que pasan, diría uno; como lo de Amuay.

@maurogonzag

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