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jueves, 14 de marzo de 2013

El Deja Vu del 11 de marzo en la plaza Diego Ibarra

Comunicadores esperan el discurso de Maduro
En horas del mediodía de ayer, 11 de marzo, la plaza Diego Ibarra fue inundada por la misma marea roja que el pasado 11 de junio acompañó al Comandante Chávez en la inscripción de su candidatura, esta vez demostrando su apoyo total a Nicolás Maduro, quien ha asumido la tremenda responsabilidad de darle continuidad a la Revolución bolivariana.

Nueve meses transcurrieron para que se repitiera la escena de la plaza Diego Ibarra. No dejaba se impresionar, en medio de la gran concentración, el hecho de que Chávez ya no estaba. Desde que abordé el primer autobús hacia mi destino, pude notar las señales de un duelo que solo cesará con la gran victoria que se espera para el próximo 14 de abril en homenaje al Presidente Chávez.

El chofer, como todos los choferes, tenía la radio puesta. Había tráfico, y en un determinado momento se empezó a escuchar la voz de Chávez entonando “Patria, patria, patria querida…” Ahí, en ese preciso momento, pude ver como se fruncía el ceño del señor como tratando de contener las lágrimas. Al instante, sus ojos se tornaron vidriosos. Luego, en el metro, aparte el elocuente silencio imperante, el dolor y el vacío en hombres y mujeres que se dirigían, con tristeza pero con firmeza, a la plaza del centro de Caracas para apoyar al hombre en quien Chávez depositó toda su confianza, o también a la capilla ardiente de la Academia Militar para darle un último saludo al Comandante, prestarle solemne juramento o persignarse delante de sus restos mortales.

El día era de un sol inclemente, como han sido todos los de este histórico mes de marzo. El calor que hacía era como el de aquel 11 de junio de 2012, cuando un Chávez hinchado pero vigoroso inscribía su candidatura con el Programa de la Patria en la mano, en medio de la lealtad de un pueblo que no esperaba que hablara durante cuatro horas, como al final lo hizo. Así, el 11 de marzo tuvo mucho de Deja vu. Esta vez, el candidato llegó manejando un autobús, oficio que desempeñó en el pasado, formalizó su candidatura como “hijo de Chávez”, con el mismo Programa de la Patria en la manos, para luego asomarse en el balcón ubicado en el extremo oeste de la Diego Ibarra, donde funciona el Consejo Nacional Electoral, y enviar un saludo a la multitud. Así lo hizo Chávez.

Aplaudimos y gritamos consignas, silbamos y esgrimimos el puño izquierdo en señal de combatividad escuchando el discurso de Maduro, pero el dolor era inocultable. Encontrarse a los amigos de la universidad y de la vida no fue lo mismo esta vez. No podía ser lo mismo.

No podemos desplomarnos, dice Maduro ahora en TeleSur.

*Publicado el 12 de marzo en PoderenlaRed.com

@maurogonzag

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