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domingo, 13 de octubre de 2013

Bartolomé de las Casas y su crítica temprana a la conquista salvaje*

…”los indios son seres tan racionales como los romanos o los habitantes antiguos de la Península Ibérica.”  Bartolomé de las Casas.

Desde lo más reciente del encuentro desencontrado entre dos mundos acaecido en 1492 (1) , desde los infaustos inicios del genocidio contra la población aborigen, surgieron líderes que se opusieron a la matanza, voces de protesta que de manera frontal y con gran pasión y compromiso, elevaron su voz en defensa de los indígenas. Es el caso del Fraile Dominico Bartolomé de las Casas quien, por su rol histórico no postuló nunca la independencia de las tierras que empezaban a conquistarse, si pudo dar al traste filosóficamente con todo ese cuerpo de ideas que justificaba la conquista y quebraba salvajemente el ideal cristiano.

Bartolomé de las Casas, es conocido como el mejor exponente de lo que después se llamó “La Leyenda Negra Española”, título que refiere todas las crueldades, salvajismos, infamias y matanzas que perpetraron los conquistadores españoles en estas tierras y que, valga aclarar, no tienen nada de leyenda. Su extensa obra, fue definida como indigenista en virtud del propósito central en que se empeñó el fraile dominico: la defensa irrestricta y apasionada de los indígenas. Sin embargo, es importante no caer en la tentación de pensar que nuestro fraile decidió defender a los autóctonos movido por algún sentimiento romántico; siempre tuvo suficientes argumentos para enfrentar las pretensiones de los que defendían la licitud y naturalidad de la guerra y la brutal matanza contra los naturales.

De tal manera, en momentos de crisis global del capitalismo y de la posibilidad de guerras de gran escala para salvarlo, es bueno recordar este cuerpo de ideas que pretendieron licitar la “guerra justa” contra los indígenas y la famosa batalla de ideas que enfrentó a Bartolomé de las Casas con Juan Ginés de Sepúlveda, el primero oponiéndose férreamente al uso de la violencia y reconociendo la Igualdad Indígena, y el segundo defendiendo el uso de la violencia y la consideración de los indígenas como “inferiores”.

Sin embargo, no deja de ser curioso el hecho de que el Fraile Dominico, con todo y su arduo y apasionado trabajo pro-indígena, después de haberles reconocido su diversidad y por lo tanto su dignidad, estuviera a favor de la colonización. Estuvo de acuerdo con la colonización, pero en términos pacíficos. La gran barbarie a la que se enfrentó y las dimensiones del área donde ocurría simplemente lo sobrepasaron. Hay que decir que Bartolomé de las Casas fue en lo esencial un conquistador, de los que utilizaron la cruz y no la espada. Pero con una particularidad: este hombre tuvo el valor de romper con su propia tradición filosófica, con su propia formación aristotélico-tomista, reconociendo en ella a la causante originaria justificadora y cohonestadora del brutal exterminio.

De las Casas, no sólo fue una precoz manifestación de protesta, de contestación, sino uno de los primeros vestigios del movimiento pre-independentista latinoamericano, el primer hombre sabio que denunció teológica y filosóficamente el sentimiento de “superioridad europea” que licitaba la guerra, sentimiento que hoy en día sigue manifestándose y que todos pudimos ver manifestado de manera cruda en aquella cumbre “iberoamericana”, donde el “Rey” de España pretendió mandar a callar al Comandante Chávez,  infinitamente más respetable que su pretendida “majestad”(2) ; fue un visionario, un auténtico humanista, que defendió la igualdad indígena porque talvez ya vislumbraba que la tan mentada “superioridad europea” no era más que superioridad de violencia, superioridad de barbarismo, hecho que podía ver de cerca en tanto fue testigo vivencial, desde adentro, de los mecanismos del imperialismo.

El pensamiento teológico-filosófico de cuya tradición se nutrió y en cuyos preceptos se formó Bartolomé fue el de la Escolástica, palabra artificiosa ésta que sugería la asimilación al ideario cristiano del pensamiento del filósofo griego Aristóteles. La Escolástica se convirtió en el movimiento teo-filosófico más importante de la edad media y tuvo su apogeo entre los siglos XI y XIV. En este período, específicamente en el siglo XIII, tiene lugar en Europa un auge importante, comienza la conformación de los Estados Nacionales, con hegemonía francesa, se crean las universidades y se fundan las órdenes mendicantes: Franciscanos y Dominicos. Los primeros, asimilarán al platonismo; los segundos, al aristotelismo a partir de las traducciones e interpretaciones hechas por los árabes Avicena y Averroes.

Es de esta tradición dominica de la que se nutre y en la que se forma de las Casas, siendo el pilar fundamental de este pensamiento, el autor más importante de este período y de toda la Escolástica en general, Tomás de Aquino (1225-1274), autor responsable de haber llevado a cabo la más completa síntesis entre aristotelismo y cristianismo, incorporando también aspectos del platonismo y de la filosofía árabe. No obstante el gran mérito de haber completado esta síntesis, el pensamiento del Estagirita siempre fue difícilmente armonizable con los dogmas de la iglesia, situación que generó un importante debate en torno a la relación que debía existir entre la Fe y la Razón, entre Teología y Filosofía. Con todo, gracias a Tomás de Aquino, la filosofía de Aristóteles logró el reconocimiento de la iglesia, haciéndola su filosofía oficial a partir del concilio de Trento.

Santo Tomás de Aquino, se constituyó entonces en el principal antecedente teológico-filosófico de Bartolomé de las Casas, y este fue precisamente el problema que se le presentó a éste llegado el momento de defender a los indígenas: Aristóteles era el problema. Era el problema y veremos por qué: La oposición hecha por Aristóteles entre esencia y accidentes, donde el hombre es antes que otra cosa, esencia o sustancia, había cerrado las posibilidades definicionales de un ser tan complejo como el hombre. Y fueron los estoicos los que en polémica con Aristóteles, así como Bartolomé de las casas en polémica con Sepúlveda, dieron al traste con las contradicciones filosóficas del Estagirita. Cómo se ha popularizado, para Aristóteles el hombre era un “animal político”, en la medida en que poseía un lenguaje, con el que podía expresar aparte del placer y el dolor, lo justo y lo injusto, convirtiéndose así el lenguaje en razón.

De tal manera, este esencialismo llevó a Aristóteles a pensar, en una de sus características teleologías, que existían “esclavos por naturaleza”, esclavos en virtud de que estos tenían otra “esencia” o “sustancia”. Citemos al Estagirita: “La autoridad y la obediencia no son solo cosas necesarias, sino que son eminentemente útiles. Algunos seres, desde el momento en que nacen, están destinados, unos a obedecer, otros a mandar”(3). Sobre el pensamiento aristotélico que queda expresado en la cita es importante decir dos cosas:

a)    Hay que destacar, que la lucha del Fraile De las Casas es desarrollada desde la filosofía en la que se formó, advirtiendo al conocer el nuevo mundo y el arrase que se estaba practicando, cosa que le permitió poner en perspectiva su filosofía, que el esencialismo de Aristóteles y su gran influencia en el pensamiento Europeo había devenido, expresado en el Doctor Sepúlveda, en sentimiento de superioridad cultural. No sería muy aventurado pensar ―al contrario sería muy pertinente― establecer ciertas analogías entre la actitud imperialista española del siglo XV, apoyada en este sentimiento de superioridad, y la actitud imperialista norteamericana, que se caracteriza por un fundamentalismo cristiano de rasgos muy Aristotélicos, apoyándose también en un sentimiento de superioridad cultural muy teleológico (el destino manifiesto), muy finalista, esencialista, muy Aristotélico. La Doctrina Monroe y sus secuelas y actuales variantes, ilustran esta idea.

b)    Es importante señalar que el pensamiento aristotélico, ha sido y es el más utilizado por las distintas corrientes del pensamiento universal, así como el hecho de que el fortalecimiento de la visión esencialista, se debió más a las posteriores escolásticas que al propio Aristóteles. Desviaciones, malas interpretaciones, tal como ocurrió con el pensamiento de Marx.

Recordemos de nuevo a Aristóteles: “aquí toda la cuestión estriba realmente sobre la noción del derecho, colocado por los unos en la benevolencia y la humanidad y por los otros en la dominación del más fuerte”(4). La controversia Sepúlveda-de las Casas, expresa con transparencia la confrontación entre estas dos visiones, donde el primero se apoyaba en el derecho de la fuerza y el segundo en la benevolencia y el respeto de la condición humana. Si analizamos nuestro mundo contemporáneo ¿No se presenta aún esta confrontación entre dos visiones del mundo, entre dos nociones derecho? ¿La lucha entre el Neoliberalismo y el Socialismo no es esto mismo? ¿Aquel “por qué no te callas” del Borbón, o el “excepcionalismo” proclamado recientemente por Obama no expresan con claridad meridiana ese sentimiento de “superioridad cultural” que hoy bien podríamos llamar soberbia imperial y fascismo?

En los siglos XIV y XV, podemos decir que comenzó un incipiente proceso de secularización, donde la preocupación por el alma cedió ante la preocupación por la ciencia y el intercambio comercial, actividades éstas que dieron comienzo a la “civilización”, que si bien permitió al ser humano alcanzar deslumbrantes y vertiginosos logros materiales, tal industriosidad ha puesto entre paréntesis la supervivencia del homo sapiens. También, se originó la apertura estructural de lo que hoy se conoce como “mercado mundial”. No obstante la ruptura filosófica del Fraile dominico nos habla de las “jaulas de hierro” en las que se encontraba el pensamiento de la época, o en las que se estaba autoencerrando, jaula en la que todavía se encuentra y de la que parece estar saliendo, precisamente en las tierras donde Bartolomé de las Casas decidió decir “Adiós Aristóteles”. Romper con la tradición en la que uno se ha formado, remite en nuestra época a la más genuina expresión de pensamiento crítico, a la necesidad de desaprender, impensar, deconstruir, etc. Todo esto nos lleva a establecer una analogía:

Si Bartolomé rompió con el Aristotelismo al darse cuenta que en su pensamiento esencialista estaba la raíz de salvajes prácticas, nosotros tenemos que romper definitivamente con el Eurocentrismo y toda su carga colonialista. Para nosotros sería más fácil, al fin y al cabo el fraile era uno de ellos, nosotros somos nosotros.

* Versión adaptada del original publicado en noviembre de 2007 en aporrea.org
 Publicado en PoderenlaRed.com el pasado 12 de octubre

amauryalejandrogv@gmail.com
@maurogonzag

Notas:

1) Este fue también el año de la recuperación por parte de los Reyes Católicos del Bastión de Granada, del que fueron expulsados los Moros y judíos, pueblos que representaban lo más avanzado desde el punto de vista del proceso de modernización que comenzaba en Europa, dando al traste con las posibilidades de que se hubiera dado una Revolución Burguesa en la península que eventualmente se trasladase al “nuevo mundo”. (Recordatorio para Javier Nart)

2) Leyendo un artículo aparecido en Aporrea el 20/11, del Sr. Oliverio Comte, llamado: La “pataleta” del rey, observo lo que me parece es una importante equivocación. En el tercer párrafo dice: “Nunca un gobernante-en este caso el rey-había hecho callar a otro jefe de estado en una cumbre presidencial”. Sr. Comte, primero, ese rey no es gobernante y segundo, tampoco hizo callar a Chávez.

3) Aristóteles: La Política, Buenos Aires, Edit. El Cid, 1978, Pág. 13

4) Aristóteles: La Política, Buenos Aires, Edit. El Cid, 1978, Pág. 15

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