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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Introducción a un venidero ensayo sobre cultura y revolución

El pasado lunes 14 de octubre, el Mayor General Jacinto Pérez Arcay, fue el orador de orden en la sesión solemne realizada en el Cabildo Metropolitano de Caracas, a propósito de la conmemoración de los 200 años de la proclamación de Simón Bolívar como Libertador de Venezuela. Durante su discurso, el maestro sintetizó lo más acabado del pensamiento republicano bolivariano, así como también citó pasajes de las más brillantes reflexiones hechas por el Comandante Chávez, a quien el general colocó junto a Bolívar en el pedestal de los grandes de la historia de la Patria.

Aparte la solemnidad y profundidad de las palabras del maestro Pérez Arcay, conviene que nos detengamos en algunas de sus citas, en sus sentidas reflexiones sobre la filosofía social y ética republicana presentes en el pensamiento bolivariano y en uno de sus más coherentes epígonos, Hugo Chávez. De todo lo dicho, hubo una reflexión que nos motivó a escribir estas líneas, a propósito de una tarea pendiente desde hace un tiempo: “Una revolución, o es educativa o no es revolución”. Innegable la relación de esta frase con aquella otra sentencia, por cierto de la misma estirpe: “Una revolución, o es cultural o no es revolución”.

No por casualidad, el orador citó estas palabras de Bolívar, pronunciadas durante el Discurso de Angostura: “El progreso de las luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu es la que ensancha el progreso de las luces“, ideas que mantienen hoy toda su vigencia, adelantadas por demás en su momento, particularmente por su enfoque eminentemente dialéctico. En la página siguiente del documento, recordemos que Bolívar, abogando por la educación popular, nos dice: “Moral y luces son los polos de una República; moral y luces son nuestras primeras necesidades”. ¿Cuál moral y qué luces deben ser los polos de la Venezuela bolivariana del siglo XXI?

Pérez Arcay se expresó con elocuencia en su discurso, y enfatizó siempre ―hasta la vehemencia― el tema cultural, hasta el punto de recordar que el hombre es una unidad bio-psico-social que necesita ante todo alimentar su espíritu, su psique. De esta manera, si bien el discurso del maestro de Chávez merece especial atención, pasaremos a detenernos en el tema cultural, más precisamente en lo que significa la palabra cultura, dada la guerra declarada contra la corrupción y dado que una revolución que se precie de tal, debe ser siempre cultural.

Ahora bien, todos sin duda tenemos una idea de qué es cultura. Recuerdo una vez, debatiendo sobre estos temas formativos, en la que mencioné que no se qué cuestión dependía de los “niveles de cultura” que tuvieran fulano y perencejo. De inmediato, mi interlocutor me refutó, o quiso refutarme, diciéndome que no había “niveles de cultura”, que no había culturas que estuvieran en niveles superiores o inferiores respecto a otras, que toda “cultura” tiene valor en sí misma, y que estas pueden ser distintas entre sí, lo cual no implica establecer jerarquías. Estuve de acuerdo con mi contertulio. En efecto, no había tal cosa como “niveles de cultura”, pero siempre que ubiquemos la discusión en la perspectiva antropológica. En efecto, los dos teníamos nuestra parte de razón, dado que este servidor estaba haciendo el planteamiento desde la perspectiva, digamos, ilustrada, referida al conocimiento del mundo, ciencias, artes, política, historia, papel del hombre en la sociedad y su relación con la naturaleza, etc., y el compañero hablaba desde la perspectiva sociológica-antropológica, desde la cual, efectivamente, la cultura del hombre blanco, cristiano, patriarcal, europeo, no es superior a la cultura yanomami. Sin embargo, para mi interlocutor, la visión antropológica era la única existente o la única merecía llamarse cultura.

De tal manera, hacer esta distinción constituye un buen comienzo para la definición de la cultura, o bien para su problematización, en un contexto donde las Tics (Tecnologías de la información y la comunicación, la industria cultural o, también y mejor, la industria de la ideología y el proceso de reivindicación y democratización social que ha vivido nuestro país en los últimos años, han introducido nuevos elementos en el campo de la cultura, algunos de los cuales parecen adquirir caracteres cada vez más determinantes, como en el caso del universo abierto por la red de redes. También, este constituiría el necesario inicio de una discusión orientada a dilucidar lo que sería una Revolución cultural, recogiendo en un principio estas palabras de Enrique Dussel:

“El siglo XXI exige gran creatividad. Aún el socialismo, si aún tiene algún significado, deberá desarrollarse como indica Evo Morales, también como una “revolución cultural” (Y no es ya para nada la de la China de 1966)”. 

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@maurogonzag

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