Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

jueves, 1 de marzo de 2012

Brzezinski, Fukuyama, el Caracazo y la primavera política en Nuestramérica

Los años de imposición del llamado neoliberalismo ―o remozado regreso al liberalismo salvaje― fueron años particularmente difíciles para Venezuela y para nuestra América en general. Durante los años ochenta, el mundo fue testigo de cómo el imperialismo destruía pueblos enteros en Centroamérica, de cómo un viejo imperio reafirmaba su colonialismo sobre las Islas Malvinas quedando deslegitimado para siempre el Sistema Interamericano; de cómo la Unión Soviética se quebraba y daba paso a la “Transparencia” y a la “Reestructuración”, y de cómo en el año 1989, meses antes de que ocurriera el hecho que simbolizaría la derrota del “Socialismo real” en el mundo y por tanto el resonante y soberbio triunfo del capitalismo (Caída del Muro de Berlín), en Venezuela el pueblo ya se alzaba contra el nuevo esquema de dominación mundial llamado, como dijimos, Neo-liberalismo.

Recordar tan pantanoso contexto, en el marco de la conmemoración de los 23 años de los sucesos del Guarenazo-Caracazo, hoy nos sirve para plantear que si bien para personajes como Daniel Bell o Francis Fukuyama, el derrumbe de la URSS expresó el “fin de las ideologías” y el “fin de la historia”, en Venezuela, desde otra geopolítica de la razón, ese año significó algo diametralmente opuesto. Porque el Caracazo, como hecho político, multitudinario, popular, señaló el camino de la transformación social y de una nueva historia para Venezuela, y que repercutiría en un histórico y poético amanecer político para toda la región.

La caída del famoso muro desató la euforia capitalista y les permitió a sus dirigentes mundiales ahorrarse la amabilidad de las poses, mostrando su rostro más descarnado. Comenzarían los “felices 90”, años de privatizaciones, expoliación de los pueblos y más guerras. El mundo unipolar que quedó luego del fin de la Unión Soviética, impuso la ideología del individualismo  exacerbado, la del imperio irresistible del mercado y la separación vertiginosa de política y economía. En tal contexto, Margaret Thatcher llegaría afirmar que la sociedad no existía; si existían, por supuesto, los individuos, particularidades indefensas y solitarias dispuestas a vender su fuerza de trabajo y a doblar el espinazo ante la desbordante ola capitalista; ante la llamada globalización.

En un apretado balance histórico, hoy diríamos que esos sucesos del 89 explican en medida importante dos realidades contemporáneas indiscutibles: la de la primavera política de América Latina, hoy día más integrada y pujante que nunca; y la realidad de Estados Unidos y Europa: de decadencia, desesperación guerrerista, de crisis económica y de legitimidad. Por vez primera, presidentes como nuestro Chávez denunciaría abiertamente al imperialismo demente de Bush en la tribuna de la Asamblea General de la ONU; por primera vez un presidente brasileño, Lula Da Silva, declararía que la crisis capitalista en desarrollo no había sido causada por un  afrodescendiente, un mestizo o un indígena, y si por el hombre blanco de ojos azules, en clara alusión al hombre blanco capitalista euro-norteamericano; por vez primera, un presidente argentino, Néstor Kirchner, le diría en su cara a los representantes de Canadá y EEUU que no permitiría más patoteos por parte de potencia alguna.

De tal manera, digamos que el año 89 del siglo XX resultó determinante para los procesos políticos que se desarrollarían tanto en el este como en el oeste, en el norte como en el sur.

Todo lo que venimos planteando en relación a la emergencia del Sur y la crisis en el norte, lo confirman las recientes declaraciones Zbigniew Brzezinski, connotado ex asesor de la Casa Blanca, quien recientemente afirmó que EEUU ya no podía reinar como la única superpotencia del mundo (http://bit.ly/xbFmQJ), es decir, que la supremacía global del país del norte, terminó. Recordemos también, a propósito de las palabras de quien fuera el principal responsable del empantanamiento de la URSS en Afganistán, guerra ocurrida durante los años 80 y que fuera plasmada en la película Rambo III, que el Sr. Fukuyama, invalidando su tesis de finales de esta misma década y siendo también un reputado ex asesor del Dpto. de Estado, refirió algo así como que la historia había regresado, que había renacido de sus cenizas.

En este sentido, el Caracazo, como respuesta popular temprana al paquetazo neoliberal, explica el hecho de que la Revolución bolivariana haya sido la última del siglo XX y la primera del XXI, siempre con la permanente presencia revolucionaria de Cuba, y que hoy Venezuela este jugando un apreciable rol en la nueva configuración geopolítica mundial.

Por todo lo anterior, conviene recordar que el candidato del empresariado, de la derecha, si bien regresar al pasado es imposible, pretende resucitar vínculos con instituciones financieras internacionales como el FMI, lugar donde se diseñaron las políticas económicas para Venezuela y otros países de la región, y cuya aplicación por parte de las anteriores clases políticas, oligárquicas, subalternas, colonizadas, originaron resonantes explosiones sociales que trastocaron el rumbo de nuestros países, hoy en plena lucha política por su completa liberación.

El mundo cambió definitivamente, y no porque Brzezinski diga que ya EEUU no es el gendarme mundial o porque Fukuyama haya hablado del “regreso de la historia”, sino porque el proceso bolivariano ha dado luz a una nueva época, al ALBA, a la CELAC, para mencionar sólo dos grandes señales de unidad, de soberanía y autodeterminación.

@maurogonzag

amauryalejandrogv@gmail.com

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