Después de 15 años de Revolución bolivariana el pueblo venezolano ha
madurado. Sobre todo, ha aprendido de las lecciones del pasado reciente,
concretamente de las experiencias de abril de 2002 y de abril de 2013,
que le permitieron conocer de cerca lo que es el fascismo.
Los hechos violentos que lamentablemente tuvieron lugar hoy en la
ciudad de Caracas y en otras del país (Que no terminan aún) y que
dejaron ―de acuerdo a la información ofrecida por el alcalde de Caracas,
Jorge Rodríguez― un saldo de al menos dos fallecidos y 23 heridos, han
sido condenados por la alta dirigencia del Gobierno Nacional, la cual ha
manifestado todo su apoyo a la Fiscal General en el objetivo de imponer
la justicia ante el desparpajo y salvajismo de una manifestación que
terminó destrozando la fachada de la sede principal de un poder del
Estado, quemando cinco unidades del CICPC, destruyendo los espacios
adyacentes y, lo más repudiable, acabando con la vida de personas.
Como diversos materiales y testimonios lo han evidenciado, durante la
marcha de los “estudiantes” de la oposición, las consignas que se
expresaban hablaban de muerte y destrucción, de tumbar a un Gobierno al
que califican de autoritario y represor, como ya lo hemos visto y
escuchado en otras puntuales ocasiones. De tal manera, no podemos dejar
de hacer un llamado a los sectores sensatos de la oposición, e incluso a
los que dicen no identificarse con ninguna posición política, dado que
el 12 de febrero de 2014 será recordado por la gloria de la juventud
patriota bicentenaria, pero también como un día en el que se volvió a
evidenciar de qué lado está el despropósito, la violencia, la
manipulación, la oscuridad política y el odio.
Entretanto, las redes sociales volvieron a desempeñar un papel central
como fuente de información y termómetro de las reacciones de los
diversos sectores de la opinión pública. En tal sentido, de la
diversidad de reacciones observadas, podemos destacar que existe, por un
lado, una imperturbable consciencia capaz de contener la indignación y
el deseo de retaliación y justicia popular, para hacer un llamado a no
caer en lo que puede considerarse la más grave y frontal provocación que
ha recibido el chavismo en los últimos meses. De otro lado, lo que con
más facilidad puede colegirse de los análisis en la radio y los mensajes
en redes sociales como el twitter, es una determinante exigencia de
justicia.
Ahora bien, conviene ubicar los hechos en su contexto. La oposición
venezolana se encuentra dividida, y atraviesa una de sus peores crisis
como alternativa política unitaria, si es que alguna vez lo han sido.
Derrotada electoralmente en ocasiones sucesivas, y con el que ha sido su
líder hasta el momento, Henrique Capriles, bajando el tono de su
discurso, rindiendo cuentas por primera vez en la Gobernación y
reuniéndose con el ministro Rodríguez Torres para coordinar políticas de
seguridad, el dirigente de Voluntad Popular, Leopoldo López, parece
haber tomado el testigo para volver por los fueros violentos y golpistas
de factura fascista, y proyectarse así internacionalmente como el
arrojado líder que se mantiene firme en la lucha contra el rrégimen.
Además, se sabe que la estrategia que pretenden implementar es la de la
desestabilización al estilo Ucrania, libreto que ya se viene estudiando y
denunciando. Venezuela, como Ucrania, no está atravesada de gasoductos y
oleoductos, pero ya se sabe que es la principal reserva de petróleo del
mundo.
De tal manera, en una situación de debilidad creciente, sobre todo por
el terreno que el Gobierno viene ganando en materia económica y de
seguridad ciudadana, las acciones violentas de hoy podrían estar dando
cuenta de la desesperación y de la crisis de liderazgo de una oposición
que ya no tiene argumentos para deslegitimar al Gobierno; ni siquiera
para decir que no están siendo convocados al diálogo y la participación
en la definición y ejecución de políticas públicas como la Misión A Toda
Vida Venezuela o el Plan Patria Segura.
El presidente de la República ya ha fijado posición. Si el Gobierno
bolivariano cayó en algún momento en el chantaje según el cual, si el
Estado impone su autoridad ante la violencia entonces eso es
autoritarismo, conviene que esta vez hile fino en el ejercicio de su
autoridad, dado que la estrategia antichavista dura sigue siendo
eminentemente mediática. Maduro anunció el lanzamiento el próximo
viernes del Plan de Pacificación Nacional. El pueblo pide la
interrupción del guión golpista y el cese de la impunidad.
Editorial PoderenlaRed.com del 12F
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