Desde la primera piedra que el primer homo habilis afiló hace dos millones y medio de años, la tecnología humana no ha parado de superarse. Y sin duda, no se detendrá jamás, porque justamente en ello consiste la esencia de nuestra especie: la búsqueda perpetua de lo nuevo. La tecnología, en definitiva, no es sino eso: la forma de desarrollar instrumentos que nos permitan aumentar nuestra capacidad natural, nuestro poder, de defendernos de lo hostil y desconocido.
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