“Tienes que generar problemas para generar ganancias” Michael Ruppert.
La tercera parte del documental –tal como lo venimos presentando, en fragmentos de 15 minutos- terminaba con el comienzo de lo que en la obra es la segunda parte, denominada: Patología Social. Desde ahí, el profesor de la universidad de Guelph John Macmurtry, nos dice que el actual colapso acumulativo tiene su origen en la obra de John Locke; particularmente, en los conocidos Tratados sobre el gobierno civil, que en sus palabras ha sido hasta ahora el texto convencional para “el entendimiento económico, político y legal” –por supuesto, en el ámbito intelectual, universitario, capitalista-, el texto básico, imprescindible, referencial.
Resulta interesante, como apretadamente lo expondremos, la afinidad que se presenta entre lo que refiere Mcmurtry sobre Locke en el fugaz espacio del documental, y el análisis que sobre la obra de este hace Enrique Dussel en su Política de la liberación. Historia mundial y crítica, en el parágrafo referido a los pensadores de la “Segunda modernidad temprana”, en donde dedica un apreciable espacio a la obra de un pensador inglés que, instruido en retórica y con un conocimiento “no común” de la situación de la Europa de la época, se erigiera, parafraseando a Dussel, en el filósofo del poder fundamentador del nuevo bloque histórico dominante en Inglaterra. En otras palabras, y en el mismo espíritu gramsciano, Locke fue el intelectual orgánico por excelencia de la burguesía naciente y triunfante en la primera revolución burguesa europea.
Tanto Mcmurtry como Dussel destacan su habilidad argumental y retórica. El primero, nos dice que para justificar el derecho a la intimidad y a la propiedad privada, el inglés establece la validez de esta última siempre y cuando se cumplan tres condiciones: que mezcles tu trabajo con el mundo y sus recursos, que no dañes los materiales, bienes y recursos, y que dejes suficiente para los demás, premisas que parecen aceptables universalmente y hasta aquí Locke nos va convenciendo; pero llega un momento en la lectura de los tratados donde estas premisas son sutilmente derribadas por su autor, consistiendo en esto su estrategia argumental, y que Mcmurtry señala en el pasaje donde este habla del dinero: “una vez que se introdujo el dinero por consentimiento tácito de los hombres…” se puede comprar el trabajo de los demás, no importa si se echa a perder o si queda para los demás. Estos hechos, por supuesto, son encubiertos por el inglés.
Para el Prof. de Guelph, Locke, con su obra, hace trucos de prestidigitación lógica con los que se sale con la suya. Efectivamente, la filosofía lockeana se diferencia de la de Hobbes y Spinoza, y desde la perspectiva de la historia de la modernidad significó un importante avance. Pero por otra parte, estamos en presencia de un peligroso prestidigitador filosófico. Dice Dussel que Locke “expone un argumento donde retóricamente logra sutilmente invertir el sentido de la cuestión en cada caso”. Así como Hobbes, pero en un sentido novedoso, la filosofía política de Locke parte de la distinción entre un estado de naturaleza y un estado civil, donde la premisa mayor en el primero, aceptada incluso por los oponentes de Locke, nos dice que “todos los seres humanos son por naturaleza iguales” y tienen “todos los bienes en común”. Ahora bien, partiendo de esta gran premisa aceptada por todos, Locke probará justo lo contrario, argumentando sobre la existencia de la desigualdad y la propiedad privada desde el propio “estado de naturaleza” en un segundo momento.
No obstante, la filosofía de John Locke, su carácter de raíz y “sólida” justificación del liberalismo, del capitalismo burgués, constituye sólo uno de los orígenes de lo que podríamos llamar la “gran patología” que está padeciendo el mundo y que hoy ha llegado a niveles de gran peligrosidad para la supervivencia del “homo sapiens” en el planeta.
Es así, como en esta parte del documental se hace una importante crítica –un muy corto espacio- del sistema económico como patología social, que comienza con el análisis de la obra de Locke, para luego pasar a Adam Smith, -quien parte de varios supuestos dejados por el anterior- y su “mano invisible del mercado”, como fuerza “divina” equilibradora de la oferta y la demanda que es, como sabemos, uno de los postulados o “leyes” de lo que se dio en llamar ciencia económica. El profesor entrevistado, refiriéndose a la obra de Smith, nos dice que es necesario leer completo el libro clásico Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, para encontrar un pasaje en el que habla de “raza de trabajadores” –exrpesión que denota explícitamente esencialismo, racismo- para referirse a la naciente clase obrera –nacida por cierto, de un traumático proceso de despojo de tierras para crear mano de obra “libre”- además de aquellas palabras donde habla de la fementida “escasez de subsistencias” –otra idea central de la “ciencia económica”- que “pone límites a la reproducción de los pobres”, límites que se traducen en una “eliminación de sus hijos” por parte de la naturaleza.
Tenemos aquí, como refiere Mcmurtry, una anticipación de la teoría de la evolución, atribuida a Charles Darwin (1809-1882); y digo atribuida porque ha quedado demostrado que Darwin, desde la biología, lo que hizo fue tomar y adaptar de las ciencias sociales la idea de evolución social como supervivencia del más fuerte, en particular de la obra de H. Spencer (1820-1903), como ha dicho Sergio Bagú, entre otros.
No alargaremos más las reflexiones sobre esta parte del documental que, de todas las hasta ahora mostradas, es una de las que se presta más para fomentar el debate reflexivo orientado al fortalecimiento de la conciencia revolucionaria, en la medida en que se repasan temas como los siguientes:
- Crítica al mercado financiero; al dinero que produce dinero
- Alusión a la disociación (confusión) que se presenta entre la “secuencia monetaria del valor y la secuencia vital del valor
- Crítica a la incapacidad de los indicadores económicos para expresar en realidad, el progreso y el bienestar social.
- Alusión al consumo cíclico como necesidad del sistema para seguir funcionando.
- Esto último necesita de un consumo constante, lo cual sugiere que el sistema necesita crear la compulsión al consumo, y lo hace.
- Esta compulsión al consumo –que produce el consumo desenfrenado- en un mundo donde los recursos son finitos, constituye una locura ecocida.
- El sistema actual realmente es anti-económico, una disociación del significado cabal de la palabra economía.
- Para mantener los ritmos de consumo necesarios para que el sistema “funcione”, es necesario que los productos sean intrínsecamente obsolescentes, esto es lo que se conoce como obsolescencia intrínseca y obsolescencia programada.
A debatir pues…
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