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viernes, 24 de enero de 2014

Sin capitalismo serio parece que no puede haber socialismo

Cuando el Comandante Chávez hizo aquella reflexión en la que nos pidió que no nos engañáramos, recordándonos que la economía venezolana seguía siendo no solo capitalista, sino rentista, hizo algo así como “bajarle dos” al idealismo exacerbado de algunos sectores cuya realidad teórica parece sin duda predominar sobre la realidad social concreta. Seamos idealistas, pero sin ingenuidades.

Tal dosis de realismo se emparenta con otra reflexión, esta vez de Fidel Castro, en la que el revolucionario afirma o, reconoce, que uno de los mayores errores históricos que cometieron fue pensar que alguien sabía cómo se construía el socialismo. Nos parece que el Comandante Fidel, con ese pensamiento quiso enviar un mensaje de humildad para los que hoy pensamos y trabajamos por transformar la sociedad capitalista, en Venezuela y en otras naciones hermanas. Sin embargo, indistintamente de la complejidad que implica la construcción de una nueva sociedad en nuestro mundo contemporáneo, hay una reflexión, esta vez del Che, que no parece haber perdido vigencia: esa nueva sociedad no se construye con las armas melladas del capitalismo.

Decimos que no parece haber perdido vigencia, porque ¿Será posible construir el socialismo desde el mercado, el Estado y la empresa capitalista? El modelo chino pareciera estar señalando ese derrotero. Pero ¿Estaríamos hablando de socialismo, o de una transición a largo plazo de crecimiento y expansión capitalista, que conduciría, dadas las circunstancias, hacia un nuevo modelo de socialismo?

En Venezuela, el año 2013 sirvió no solo para que entendiéramos mejor nuestra economía rentista, predominantemente importadora, sin burguesía productiva, sino también para comprender la estructura de la profunda distorsión económica, si bien podemos llamarla robo descarado, que imperó históricamente en todos los sectores de la economía. Esta distorsión, con todos sus perversos mecanismos materiales y simbólicos generadores de complicidades, y apoyados además en un sistema de creencias funcional ―en el mejor de los casos― se reveló como un formidable obstáculo para el propósito de construir el socialismo.

La guerra económica iniciada por la burguesía a finales de 2012, y que la verdad han practicado siempre las clases dominantes, produjo una movilización histórica del Gobierno bolivariano y las comunidades organizadas que, demostrando una auténtica voluntad política, generó la determinación de combatir y superar el comercio especulativo, propio del rentismo petrolero y de otros factores sociopolíticos, históricos, si recordamos que la renta logró impregnar con su espesa abundancia desde actitudes y comportamientos individuales y sociales, hasta nuestra gastronomía y la forma y tamaño de nuestras casas. Todo lo anterior hizo que nos preguntáramos, a parte los discursos y las utopías, si en Venezuela no era necesario “enseriar” nuestro capitalismo para, a partir de ahí, avanzar hacia cualquier otro objetivo, sea la Luna, Marte, o el socialismo.

Atilio Borón, América latina y el “capitalismo serio”


Evidentemente, cuando el presidente Maduro habla de la necesidad de “sanear nuestra economía”, de superar el rentismo petrolero, de corregir las distorsiones económicas y superar nuestros problemas estructurales, bien definidos por los teóricos de la dependencia, se refiere indudablemente a la necesidad de “enseriar” nuestro capitalismo. Esto quiere decir, por ejemplo, crear las condiciones jurídicas y políticas para ajustar los márgenes de ganancia de nuestra dinámica económica, a niveles normales propios de cualquier capitalismo desarrollado; llevarlos, desde los niveles de bochinche que imperaron históricamente, a niveles “serios”. Definitivamente, nuestro capitalismo es el menos serio de los que hay en el mundo, y puede que sea precisamente por eso que es viable construir un modelo socio-económico distinto, que enriquezca al ser humano y no a la ciega máquina del capital.

Este tema, nos recuerda el análisis sobre geopolítica latinoamericana hecho por el sociólogo argentino Atilio Borón, en el marco del seminario de tres días realizado en el Teatro Teresa Carreño, luego de que se alzara ganador de la última edición del Premio Libertador al Pensamiento Crítico. En esa oportunidad, el escritor hizo una análisis interesante sobre los diversos bloques de países que integran la región, desde una perspectiva político-ideológica:

a) Una revolución consolidada, Cuba
b) Países de centro izquierda: Argentina, Brasil y Uruguay
c) Países bolivarianos: Agrupados en el Alba, los cuales plantean un "reformismo radical"
d) Países de derecha: Agrupados en la Alianza del Pacífico

A partir de esta clasificación, Borón dice que los países bolivarianos se distinguen por dos cosas: se plantean la construcción del socialismo como objetivo político y en ellos se presenta una lucha frontal entre la clase dominante y el Estado.

De otro lado, en los países de centro-izquierda, se plantea un “capitalismo serio” y la confrontación se da entre los representantes de la clase dominante (No la clase propiamente dicha) y el Estado. Es decir, sería una confrontación más declarativa, más mediática que otra cosa. Recuerdo al autor discurriendo sobre la realidad argentina, en la que la clase dominante está brincando en una pata de lo contenta, aunque de cara a los medios se plantee una “confrontación” con la dirigencia política.

Algo similar ocurre en Brasil. Cuenta el autor de América Latina en la Geopolítica del Imperialismo, que la Asociación Bancaria de Brasil, la que agrupa a la banca más poderosa de ese país, le mandó a hacer a Lula Da Silva una estatua en la plaza de una de sus sedes principales, como homenaje a un presidente que hizo que la banca de su país obtuviera estratosféricas ganancias, como nunca antes en su historia. Ambos ejemplos los coloca el autor para hablar del ya famoso “capitalismo serio”.

De acuerdo a la clasificación, Venezuela se ubica en el grupo de los países bolivarianos, lo cual es indiscutible. Segundo, en nuestro país está planteada la construcción del socialismo, bien, correcto. Ahora bien, ¿Existe una lucha frontal entre la clase dominante y el Estado? Más frontal que en Argentina y Brasil, bien, pero ¿La banca y la burguesía comercial venezolanas no tendrían razones para mandarle a hacer una estatua a Chávez, por haberles hecho obtener históricas y jugosas ganancias en los últimos años? Es verdad, de otro lado, que esas ganancias las han obtenido en el contexto de un capitalismo parásito, rentista, para nada serio, como ya hemos dicho. Esto impide, por lo que entendemos a Borón, incluir a Venezuela entre los países de Centro-izquierda que promueven el capitalismo toda seriedad.

Así las cosas, parece estar fuera de discusión que Venezuela debe sanear su economía, diversificándola, al tiempo que debe reeducar a una población que consume como las mejores. Queda entonces el debate sobre el socialismo, en un contexto donde la práctica siempre estuvo por delante de la teoría, y donde los ataques y acosos permanentes de los enemigos internos y foráneos de la Revolución bolivariana, mantuvieron siempre el proceso político enfocado en las luchas coyunturales, electorales, políticas, económicas. Pero eso, al fin, parece estar cambiando.

El riesgo, como se podrá intuir, es que la industrialización y la configuración de un capitalismo productivo, con reglas mínimas respetadas por todos los actores, en la auspiciosa vía de la entrada de Venezuela al Mercosur, aleje las metas del nuevo modo de vida socialista, el alto propósito de los países del Alba. En esta vía, los factores mediáticos, educativos, subjetivos, a propósito de la reciente reunión Gobierno-Televisoras, siguen siendo centrales en la construcción de la nueva sociedad.

Finalmente, si lo vemos desde al ángulo de “las dos corrientes”, tendríamos que el debate está planteado entre los que piensan que hay que avanzar sobre la escala de valores existente y predominante, sin formar al hombre nuevo pues, y los que son de la convicción de que el socialismo democrático humanista del siglo XXI necesita una escala de valores distinta, un hombre y una mujer matinal -diría Mariátegui-. lo cual implica un desafío formidable, el camino de mayor resistencia y por tanto el más fácil, el más susceptible de postergación.

Esto es así en la medida en que nuestro desafío ―así lo indica, por ejemplo, el estado de producción de contenidos audiovisuales en el país, necesario para combatir los anti-valores de la violencia funcionales al capitalismo― expresa la necesidad de continuar liberando el poder creativo que sabemos que tenemos, cualidad necesaria para consolidar los nuevos modos de vida y organización social que comienzan a perfilarse en el país, y que determinarán el desarrollo de la patria en los próximos 100 años.

Conclusión: “enseriar” nuestro capitalismo debe ser nuestra prioridad. Y si una nueva moral y unas nuevas luces iluminan nuestra práctica, el socialismo vendrá por sus propios pasos.

@maurogonzag

martes, 21 de enero de 2014

La filosofía de Leo Strauss, el imperialismo y las guerras mediáticas

Recuerda Walter Graziano en su popular obra Nadie vio Matrix, que son las teorías del filósofo de origen alemán Leo Strauss, las que se erigieron en inspiración y base conceptual de los llamados “neocons” (Neoconservadores) del Partido Republicano estadounidense, y del CFR, el think tank desde el cual la elite globalizadora petrolero-financiera maneja los hilos de los acontecimientos mundiales.

Graziano, recuerda que Strauss emigró a Estados Unidos perseguido por motivos raciales por el Tercer Reich, y que fue muy bien recibido en la conocida Universidad de Chicago, casa de estudios fundada y dirigida por los intereses petroleros, y lugar donde florecieron las teorías monetaristas de Milton Friedman, base del neoliberalismo, y donde además trabajaron los físicos que llevaron a cabo los estudios para el desarrollo de la bomba atómica.

Añade el autor de Hitler ganó la guerra, que Strauss se convirtió en una especie de gurú para los neoconservadores republicanos quienes, después de los atentados del 11/09 en Nueva York, como lo expone Miguel Ángel Contreras en Una Geopolítica del Espíritu, configuraron un escenario discursivo “anclado en una restauración de la teología-política”. Esto implicaba una “filosofía política como retorno”, lo cual no le venía nada mal a los intereses de la elite globalizadora, desde siempre darwinista y malthusiana.

Lo interesante del pasaje del libro de Graziano, es que resume el pensamiento de Strauss, plasmándolo en una premisa básica y tres líneas de acción estratégicas. Agrega el autor, para más señas, que Strauss es un continuador de las tesis de Maquiavelo, cuyas conocidas máximas no le merecieron nunca la más mínima crítica. De tal manera, como esta es la filosofía-ideología de los neoconservadores en Estados Unidos, de los cuales por cierto se pueden encontrar algunos epígonos en la ultraderecha de nuestro país, conviene que nos detengamos en las implicaciones de este pensamiento, una vez aclarada su base filosófica. Empecemos con la premisa básica, según la cual:

Por derecho natural, los fuertes deben gobernar sobre los débiles.

La premisa recuerda a los “esclavos por naturaleza” de Aristóteles, un esencialismo peligroso que evoca la doctrina del “Destino manifiesto”, dotado de una teleología muy aristotélica; las palabras de Ginés de Sepúlveda en el debate con el padre De las Casas con las que pretendió justificar la guerra y exterminio indígena, y las afirmaciones sobre el supuesto “Excepcionalismo” de EE.UU. con las que Obama sugirió, desde la tribuna de la ONU, que su país puede atropellar el derecho internacional cuando sus intereses así lo reclamen.

Por otra parte, las líneas de acción, si bien son manejadas por la elite con fines de dominación mundial, podrían ser también la fuente nutricia del accionar político de personajes más conocidos por nosotros:

1.- La mentira como necesidad: como no existen verdades absolutas, sino solo relativas, es necesario que los gobiernos mientan. Las clases dirigentes, a través de la prensa, deben difundir solo un mínimo indispensable de información veraz. En términos generales, no cabe otra posibilidad que la mentira y el engaño, con el fin de mantener bien cohesionada la fe y el optimismo de las masas en el futuro y en un sistema de valores y creencias. Así, la mentira y el engaño serían las armas para impedir el mínimo brote de escepticismo o nihilismo en los pueblos, lo cual podría conducir al desorden.

- Claramente, esta línea straussiana nos habla del perverso papel que la ideología ―entendida como falsa consciencia o “imagen invertida”― desempeña en las modernas sociedades capitalistas, mediatizadas y en gran medida condicionadas por los “mass media”. Como puede verse, son múltiples las implicaciones de esta “línea”.

- De otro lado, como actitud y comportamiento político, en Venezuela hemos presenciado hasta la saciedad como los personajes más representativos de la ultraderecha venezolana, recurren a la mentira y al engaño de manera sistemática, muchas veces obedeciendo “líneas” de los entusiastas discípulos que dejó señor Strauss.

2.- Al contrario de lo que establece la mayoría de las constituciones democráticas modernas, de carácter laico y que por tanto separan Iglesia y Estado, Strauss pensaba, a la usanza de los neocons estadounidenses con los Bush a la cabeza, que la fe religiosa y las constantes invocaciones a un dios todopoderoso (Bush hijo, incluso, hablaba con Dios) ayudan significativamente a que ese nihilismo y ese escepticismo se mantenga en el mínimo posible. De tal manera, la religión, cualquiera que sea, es una potente arma de dominio, tal como la mentira, para lograr meter en cintura, disciplinar, encolumnar, a las masas tras un líder y tras la clase dominante que, de acuerdo a la premisa básica, debe gobernar una sociedad o país por “derecho natural”.

- Este lineamiento pretendería aprovecharse de la necesidad de trascendencia presente en el alma humana, dándole un uso convenientemente político. Recordemos con Ludovico Silva, que los sacerdotes fueron los “primeros ideólogos”, dotados de autoridad carismática y de conocimiento trascendental. En 15 años de Revolución bolivariana, si hacemos un repaso del papel de la iglesia nos daremos cuenta de cómo su autoridad ―hoy bastante maltratada y socavada― fue utilizada siempre para canalizar intereses políticos criminales y antipopulares. Estaríamos en presencia aquí de un importante factor teológico-político, escolástico-medieval, propio de Strauss, capaz incluso de poner entre paréntesis el supuesto laicismo de nuestras sociedades modernas.

3.- La base de cualquier Estado y de cualquier gobierno es la existencia de un enemigo. Luchar contra un enemigo común sirve para aglutinar y mantener cohesionadas a las masas. Si bien un enemigo externo a un Estado puede aparecer de manera espontánea o imprevisible, según Strauss, y aquellos que siguen y practican su pensamiento, si ese enemigo no aparece, no existe, es necesario crearlo. Si no se puede echar mano de uno, este debe ser fabricado, porque sin la existencia de un enemigo poderoso al acecho se corre el riesgo de que se den las condiciones para que surjan importantes grados de disenso interno, el cual podría poner en cuestión la conducción del Estado y el dominio de un país por la clase “ungida” por derecho natural, es decir, los más fuertes. Lógicamente, en un sistema capitalista, los más fuertes son por lo general los más ricos.

- Una línea aplicable sobre todo a estados territorialmente extensos y culturalmente heterogéneos, ciertamente como Estados Unidos, pero sobre todo a aquellos países de vocación imperialista dirigidos desde las sombras por élites capaces de asesinar presidentes, organizar increíbles auto-atentados y crear enemigos de la nada, incluso sacarlos de entre el viejo grupo de “aliados”.

En resumen, mentir, usar la fe religiosa, y crear enemigos de la nada, nos da un resultado interesante: hegemonía, una situación de dominación-dirección construida en lo esencial por ese conglomerado ideológico-condicionante, hoy en el ojo del huracán en Venezuela: las empresas de información y “entretenimiento” llamadas medios de comunicación.

@maurogonzag

sábado, 18 de enero de 2014

“Un burgués es un personaje infernal, y su moral es la moral de Lucifer”

Si cultura es “el modo de organización de la utilización de los valores de uso”, como afirmó Samir Amin, entonces en una sociedad capitalista, y como tal basada en los valores de cambio, no puede haber otra cosa que Contracultura.

Tal es parte de la tesis de Ludovico Silva en su ensayo Contracultura, del cual extraemos la frase que presentamos hoy para ustedes, con la que el escritor ilustra e interpreta el “satanismo” de Charles Baudelaire, poeta al que considera como “el más puro representante” de lo que ha llamado “Contracultura”. Aquí puede notarse la dialéctica que plantea Ludovico con la categoría: contracultura es lo que impera en la sociedad capitalista basada en valores de cambio, pero contracultura es también la cultura genuina que quiere dejar de ser ideología.

Silva destaca a Baudelaire como uno de los casos más ejemplares del artista que no se identifica con su ciudad, cosa que no ocurría en sociedades de otras épocas, no basadas en el valor de cambio. Es el artista en la nueva situación postindustrial, por lo cual Ludovico lo califica como el “poeta de la modernidad”. Apoyado en Friedrich, Silva dice que el francés “resumió en sí todas las miserias y esplendores de la Revolución industrial.

De ahí su satanismo. Si la vieja sociedad pre moderna había sido teocrática, la moderna sociedad capitalista es “profundamente satánica”. El satanismo de Baudelaire es, entonces, el satanismo de la modernidad. El poeta era creyente, y siempre se refirió a Dios y a las religiones con respeto. No perdonaba, eso sí, el “ardor satánico de los modernos capitalistas”.

Así, tenemos que para Baudelaire, un burgués de mediados del siglo XIX era un personaje infernal, lo que es decir un burgués clásico, de aquellos que nacieron de la primigenia Revolución de la máquina de vapor, las hilanderas y el ferrocarril. Hoy, a siglo y medio de la muerte del poeta, nos preguntamos ¿Que escribiría Baudelaire del burgués especulador y parásito de la Venezuela rentista pre-industrial del siglo XXI? ¿Difícil de imaginar?

* Publicado el 15 de enero en PoderenlaRed.com en la sección "Frases para la historia"
@maurogonzag