Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cualquiera puede ser bueno, lo difícil es ser justo

El Comandante Chávez, se rebeló contra las cúpulas de la Cuarta República y llegó posteriormente al poder para saldar una inmensa deuda social, para hacer renacer a una Patria de sus cenizas; para luchar por la justicia social siempre necesaria para alcanzar la Paz, en un país signado por una violencia producto de sucesivas injusticias históricas. Pero, el noble espíritu de cristiano misionero del militar del pueblo no se esperaba una reacción tan furibunda de las cúpulas tradicionales y su parentela de oligarcas.

Indistintamente de cómo empezó todo, de la filiación de Chávez por la propuesta de la llamada Tercera vía y de su posterior radicalización hacia el socialismo del siglo XXI, la llamada Revolución bolivariana ha sido ante todo un proceso orientado a lograr la justicia social. Y para lograrlo, Chávez tuvo la voluntad y los cojones de hacer una revolución dentro de la antigua PDVSA; de rescatar a la bastante venida a menos OPEP y de poner la nueva ola de ingentes ingresos petroleros al servicio de su legítimo dueño: el pueblo de Venezuela. Esto, sin excluir a los “locoven” que siempre se llevaron la torta completa.

La Revolución en Venezuela, comenzó cuando Chávez se preguntó, como bien lo recordó no hace mucho Aristóbulo Istúriz, si valía la pena gobernar Venezuela sin tomar el control de PDVSA y sus recursos. Lo hizo, y de ahí en adelante, el proceso ha sido golpe y contragolpe, posturas polarizadas que generaron una esquizofrenia mediática donde el pueblo venezolano en su conjunto se vio notablemente afectado. Frente al depravado libertinaje simbólico desatado en este marco, en algún momento el ideal de justicia se confundió o se vio desplazado por la bondad. Ser eficiente para la tarea, lo justo y necesario, dejó de ser lo importante, lo prioritario, dando paso a la lealtad, que pasó a ser lo bueno, lo deseable.

Y como dijo el poeta Víctor HugoEs cosa fácil ser bueno, lo difícil es ser justo”. No dudo de la pretensión de justicia que animó siempre la fibra más profunda del Comandante Chávez, y aunque no es nada nueva la idea, cabe recordar que en la idea de igualdad pervive una esencial injusticia, particularmente en una idea como la de igualdad, por lo general mal entendida. “De cada quien según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, reza una divisa clásica del pensamiento socialista en la que podríamos ver, dependiendo del contexto, justicia o bondad. Ahora bien, si yo digo “De cada quien según su capacidad, a cada cual según su trabajo”, una suerte de variante de la idea anterior, estamos en presencia de una idea que, más que pretender ejecutar una política “bondadosa”, pretende ser justa.

El debate sería interesante y arduo, y más aún en nuestras sociedades caribes de la diversidad cultural, pero bien podríamos decir que el Comandante Chávez fue más bueno que justo, talvez porque eso era lo que dictaba la necesidad, el contexto. Consciente de su finitud y de cosas que solo él y Dios sabrán, Chávez quiso ser generoso y magnánimo hasta el final, enarbolando el amor como principio político. Desde la perspectiva económica, esto se expresó en la profundización del carácter rentista de la economía y de la persistencia de sus nefastos correlatos culturales, principales enemigos de toda sociedad productiva capitalista o socialista.

La situación está allí, en forma de crisis y oportunidad. En tal contexto, creemos que el presidente Maduro ha asumido el desafío, el reto formidable de enseriar un poco la pea rentista y ejecutar políticas orientadas hacia la justicia, hacia el esperar de cada quien según su capacidad y dar a cada uno de acuerdo a sus esfuerzos, con las excepciones de siempre, que siempre las hay y las habrá.

Separar el grano de la paja, comprender los gustos, actitudes, vicios y virtudes de todo un pueblo y cambiar lo que tenga que ser cambiado, conocer y saber interpretar las consecuencias de los nuevos paradigmas emergentes, las ideologías al uso y la necesidad de mantener la Paz; transformar una economía de precios “estructuralespeculativos” en una de precios justos, es una lucha por la justicia que puede calificarse de cualquier cosa menos de fácil.

Se trata de un problema ético-político, de reconocimiento del otro, de valores y de criterio, de madurez política e intelectual pero también emocional. Así, la organización, será una de las claves para el crecimiento, la actividad que permitirá producir más y mejor, justi-preciar, conocer mejor y valorar lo que tenemos.

Seamos buenos, sí, pero seamos justos.

@maurogonzag

martes, 16 de diciembre de 2014

7 verdades históricas de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

Caracas es de nuevo el centro de una de las más grandes movilizaciones populares del año. Desde tempranas horas de la mañana, el pueblo de la Gran Caracas empezó a manifestarse para celebrar el Día del Poder Popular Constituyente, el día en que se aprobó en referéndum popular la nueva Carta Magna que se convertiría, hace ya 15 años, en el texto fundamental de la nueva República, en el “libro de todos”.

A propósito de la fecha, la alta dirigencia de la Revolución bolivariana y el combatiente pueblo venezolano, de nuevo salieron masivamente a la calle para expresar su más contundente condena al Departamento de Estado estadounidense, quien pretende imponer sanciones a Venezuela en su afán por desestabilizar al legítimo y constitucional Gobierno bolivariano, quien en 2014 pasó por una de sus más duras pruebas al enfrentar la violencia guarimbera que pretendió crear las condiciones para una insurrección golpista y para una intervención extranjera en nombre de la defensa de los derechos humanos.

A continuación, presentamos, sin ánimo de exhaustividad, algunas claves importantes que encierra el texto jurídico que refundó la Patria de Simón Bolívar, y que inauguró los nuevos tiempos que vendrían para Venezuela:

1- La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es la única en el mundo aprobada en referéndum popular, es decir, la única refrendada por la voluntad del pueblo.

2- Como toda Constitución, la CRBV, más que una expresión de la realidad sociopolítica del país, constituye un proyecto de nación, el diseño avanzado de una realidad que está en pleno proceso de construcción.

3- La CRBV fue pionera en el reconocimiento de la diversidad cultural que hace al pueblo de Venezuela, al definir al Estado como multiétnico y pluri-cultural. Así, se reivindicó la historia de lucha de nuestros indígenas.

4- Junto a los derechos civiles y políticos, la CRBV reconoce los derechos económicos, sociales y culturales, lo cual hace de este texto constitucional uno de los más inclusivos del mundo.

5- La CRBV no solo define al Estado como Estado de Derecho, sino como un Estado Democrático, Social, de Derecho y de Justicia, lo cual otorga un indiscutible signo humanista a la Carta Magna.

6- La CRBV, es la única en el mundo que fue desconocida durante un golpe de Estado, y que luego sería defendida por esos mismos golpistas.

7-La CRBV, crea las condiciones para el ejercicio democrático directo, para la participación política del pueblo como esencia de la democracia, yendo mucho más allá de la participación como ir a votar cada tantos años.

8- La CRBV, posiblemente sea el libro que más se ha publicado y leído en Venezuela en los últimos 15 años.

Publicado el 15 de diciembre en PoderenlaRed.com

lunes, 8 de diciembre de 2014

Algunos Bares Notables de Buenos Aires + imágenes

Este es el café La poesía, localizado en San Telmo, un barrio lleno magia y color donde la calle Defensa se convierte cada domingo en la famosa feria de San Telmo. Al inicio del deambular, notará de inmediato el olor a frutas, incienso y cuero. En el cruce con la calle Chile, está nuestro café.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Zapato 3 mandó a follar a la gente en el Suena Caracas

El Festival Latinoamericano de Música "Suena Caracas"está dejando huella. Para cuando escribo estas lineas, la fiesta musical ha sido disfrutada presencialmente en las plazas y teatros dispuestos para él, por alrededor de 800 mil personas.

Aún quedan tres jornadas de conciertos, por lo que se avizora que para el lunes 8 la cifra superará ampliamente el millón de espectadores, toda vez que bandas como El Gran Combo de Puerto Rico serán las encargadas de cerrar el histórico show, este domingo.

Los amantes del buen rock de siempre, convendrán conmigo en que una de las mejores presentaciones del festival fue la de la agrupación Zapato 3, cuyos temas trazan historias de amores y desamores intensos, depravación sexual, poesía exaltadora de inolvidables experiencias, mujeres vampiras y vitalidad desbordante.

"Ok mi Caracas querida, los quiero ver a todos rugiendo", lanzó Carlos Segura iniciando el toque, bien entrada la noche en la Plaza Diego Ibarra. Llegado el momento de la clásica "Pantaletas negras", el líder de Zapato aprovechó para mandar al público a portarse mal, a practicar la cópula milenaria luego de tan mágica fiesta musical.

Sexo y Rock, una vieja fórmula surgida en los años dorados de la Contracultura, las multitudinarias movilizaciones contra la guerra y la práctica libre del sexo como gesto de solidaridad y afirmación de la Paz y la vida. Nada tan oportuno en nuestras sociedades con tanta gente amargada por ahí; nada como la liberación de las energías físicas y psíquicas reprimidas para que el orgasmo cumpla su importante función, como diría el polémico W. Reich.

También me llamó la atención que finalizaran el toque con una canción como "Hermana", cuyo estribillo reza "mañana me iré, muy lejos de aquí". Pero, suponemos que eso es lo de menos, visto el show en su conjunto.

domingo, 30 de noviembre de 2014

El Festival "Suena Caracas" y el estribillo de Desorden Público


El Festival Latinoamericano de Música “Suena Caracas”, continúa resonando desde el centro de la ciudad en jornadas caracterizadas por la peregrinación armónica de contingentes de ciudadanos, en su mayoría jóvenes, que rebosan los espacios recuperados para el encuentro y el disfrute de la música en un ambiente donde se respira seguridad y ética social.

Pasadas las cuatro de la tarde, la plaza lucía nutrida de gente, adultos con sus hijos, grupos de jóvenes, parejas, hombres y mujeres cuya sonrisa dejaba salir la alegría y la pasión por la música propios del Caribe caraqueño. Oportunamente, los funcionarios de seguridad desplegados por todos los espacios, hacían recorridos permanentes entre la gente, atentos, vigilantes. Debemos decir que es primera vez que vemos tal actitud entre el personal que vela por la seguridad de la gente en un espectáculo de esas dimensiones, y se saluda. Eso sí, nada de alcohol. Hemos sido, y somos, tradicionalmente bebedores de caña, pero talvez sea el momento de aprender a disfrutar de estas ocasiones sin necesidad de los néctares espirituosos.

Indistintamente de la coyuntura política y de los complejos devenires socio-económicos, todos y todas debemos celebrar y aprovechar la inversión y el esfuerzo que miles de personas han hecho para hacer posible una fiesta cultural como la que comenzó el pasado viernes en una plaza conocida en otras épocas como “Saigón” ―entiéndase tierra de nadie o zona de guerra―, pero que para muchos compatriotas era simplemente parte del paisaje, un hecho natural en el decadente oeste de la ciudad, que siempre y necesariamente debía diferenciarse del este, o del sureste del este. Casi dos centenas de artistas nacionales e internacionales están ofreciendo conciertos gratuitos o a precios simbólicos, cosa que por cierto no es nueva en la nueva Caracas, y decenas de miles de ciudadanos están asistiendo indistintamente de doctrinas o filiaciones políticas.

No obstante, hemos notado como algunos grupos y voces agoreras han querido generar matrices negativas sobre este histórico festival; nada nuevo bajo el sol. En momentos en que Venezuela atraviesa momentos políticos y económicos complejos, los catastrofistas de siempre se indignan por la ingente inversión que el Gobierno ha hecho en el festival. Sobre tal actitud, nos parece que necesariamente hay que decir que son muchos los venezolanos los que han puesto las cosas en perspectiva después de todo lo que ha vivido el país en los últimos años, pero particularmente en este duro año 2014, en el que los enemigos del país intentaron de nuevo precipitar nuestra sociedad por el abismo de la muerte. Y de esta, ciertamente, se supo.

Si esas voces negativas tuvieran algún asidero o alguna lógica irrefutable, hermanos y hermanas, no fueran decenas de miles los que estuvieran acudiendo a citas como la de anoche en la plaza Diego Ibarra, como es imposible negar con todas las desestimaciones o sobreestimaciones que se puedan lanzar a los medios. La realidad, es que mas allá de las voces oscuras y las mezquindades, gente de todas partes de Caracas se está vacilando los conciertos, incluyendo a muchos que no podrían pagar un concierto privado de muchos de los artistas que están en el festival, o que prefieren ahorrarse la plata a propósito de la ocasión. La guerra mediática ha tenido, sí, efectos nefastos. Todavía hoy, quienes se cansaron de decir en periódicos, o en vivo y directo por radio o televisión, que en Venezuela no había libertad de expresión, no imaginan como fueron vistos por otras sociedades latinoamericanas y de otras latitudes; por un Galeano desde Uruguay, o por toda la sociedad brasileña o bielorrusa, por decir algo.

La campaña ha sido la misma desde hace años. Venezuela se derrumba, el hambre se extiende por la rica Venezuela. Pero hasta el más furibundo opositor, se daba cuenta de lo rápido que se agotaban los pasajes aéreos y terrestres meses antes de cada temporada vacacional, y de la inocultable demanda salvaje de bienes y servicios que se había generado en Venezuela con la redistribución de la riqueza que había logrado realizar el Gobierno de Hugo Chávez. Pongamos las cosas en perspectiva. Veamos la realidad concreta. Hoy atacan al festival, que no ha estado exento de la polémica política, pero cuando una amiga fue a comprar, en el segundo día de la preventa, entradas para ver a Los Tres, de Chile, éstas estaban agotadas. Y la verdad, dudamos que haya algún tipo de uniformidad política en ese contingente que agotó las entradas en tan poco tiempo.

El “estribillo” de la canción de Desorden Público

Una de las presentaciones estelares de la jornada de anoche fue la de Desorden Público, emblemática banda de ska venezolana. Agrupación de larga trayectoria, es conocida por esas canciones que lograron hacer época y que por eso la gente está siempre dispuesta a volver a escuchar en vivo, veinte o treinta años después. Canciones como “políticos paralíticos”, “Valle de balas” o “La tierra tiembla”, aparte el éxito que tuvieron, la vibra y el tripeo, son piezas donde la crítica social se hace presente, más o menos explícitamente y siempre con un toque de ironía y de aparente superficialidad.

Desorden Público, surgió y se hizo famosa en el país en una época en la que era difícil ser el líder de alguna agrupación de pop-rock o cualquiera de sus derivados, hacer música, sin esgrimir alguna crítica social al imperante y decadente sistema político. Muchas bandas de la época, se alimentaron de ese desarraigo y vieron bien fundamentada su rebeldía. El Estado era cínico responsable de muertes y de crisis, la pared contra la cual descargar toda la energía de la protesta social. Frente a ese Estado represor y excluyente, muchos quisieron que a los políticos les diera una parálisis que les impidiera seguir hundiendo a Venezuela. Pero ¿Por qué recordar aquel contexto?

Porque, con las expresiones culturales, particularmente con el rock nacional, pasó en la era del chavismo lo que pasó con algunas instituciones y movimientos sociales: perdieron al enemigo tradicional frente al cual levantaban su combatividad, su arte y sus armas: el Estado represor, instrumento de los poderes fácticos y perseguidor de “vagos y maleantes”. El Estado se convirtió en un aliado de la mano del Chávez, el “subversivo de Miraflores”, como el mismo se definió una vez.

Sin embargo, la política es compleja, y ese Chávez subversivo ya no está físicamente con nosotros. Y como la tierra sigue temblando, las balas han seguido zumbando por el valle y todos quisiéramos que algunos políticos fueran paralíticos, aunado todo a la complejidad del contexto, Horacio Blanco no podía dejar pasar la oportunidad de lanzar unas palabras en protesta contra la corrupción, un flagelo al que el presidente Maduro ha declarado la guerra y frente al cual se ha plantado con firmeza.

“Si nos van a seguir robando, al menos cambiemos los ladrones”, dice el estribillo de la canción que generó reacciones encontradas en el evento. Por cierto, que esta diversidad de reacciones es una señal de la diversidad de posturas que se hizo presente en la ocasión, toda vez que una administración estatal libre de corrupción es, hoy, un ideal compartido por la mayoría de los venezolanos indistintamente de colores y pasiones políticas.

Desde nuestra perspectiva, la frase de la canción de Desorden expresa, más allá de la ingenuidad, simplismo o incomprensión que expresa sobre ese monstruo de mil cabezas, el deseo de dejar la huella y la piedra en el zapato a algunos funcionarios del Estado. De otro lado, el Gobierno bolivariano, con su amplia convocatoria ha demostrado una amplitud y una tolerancia que está muy lejos de lo que hubiera ocurrido en una situación similar durante la Cuarta República.

También, Añadamos que si Horacio Blanco quiere cambio de Gobierno porque este es un corrupto sin remedio y el propio festival es producto de un inmenso despilfarro, como argumentan algunos, entonces Desorden Público es cómplice de la vaina, y lo más digno para ellos hubiera sido declinar públicamente la invitación. Pero, claro, el show y por supuesto, la platíca, bien valían una misa en Santa Teresa y un concierto en la plaza de enfrente.

Para finalizar, digamos que lo que más ha destacado del festival ha sido su diversidad de propuestas, seguridad, organización, polémicas, tolerancia y amplitud, cualidades que solo pueden verse, manejarse y disfrutarse en una democracia llena de vitalidad como la venezolana.

Hay muchas cosas por resolver, cosas en cuya resolución debemos aportar todos. Mientras tanto, el festival debe continuar, y continuará.

Foto: RadioDelSur
@maurogonzag

sábado, 22 de noviembre de 2014

Ascensión, muerte y resurrección en el Barolo

El palacio Barolo, edificio ecléctico alusivo a La Divina Comedia, del Dante.

Crucé el umbral del Palacio Barolo, acaso el edifico más interesante de la Buenos Aires monumental. La última vez, me había limitado a captar sus formas eclécticas desde alguna esquina de la Av. de Mayo. Había leído que el arquitecto Mario Palanti era un discípulo del Dante, y que el edificio era alusivo a La Divina Comedia. También, que en Montevideo habían erigido al hermano del Barolo.

El día anterior había hecho mi reserva por teléfono, antes de entrompar la calle. Después de dar mi nombre, compré mi ticket a la joven de la taquilla. Llevaba un sombrero negro que le lucía muy bien, y se lo dije. Se mostró receptiva, simpática. Resultó que el palacio tiene su propio vino, sus anécdotas, su misterio. En pocos minutos empezaba la visita guiada hasta la cúspide de la estructura, de 100 metros de alto por los cien cantos de la obra, y de 22 pisos por los 22 capítulos que estructuran el impresionante poema del Dante. Cada columna, detalle, forma, tiene un significado y guarda alguna relación con la excelsa pieza literaria; nada es casual entre el piso y las bóvedas de ese palacio. Flores de liz en la punta de las manecillas del ascensor grande, señales de la masonería a la que el empresario Barolo y el arquitecto Palanti estaban vinculados.

Sobre el hermano uruguayo del Barolo había charlado hacía pocas semanas con el compañero Miguel Guaglianone, desde la Casa de las Primeras Letras Simón Rodríguez, en Caracas, lugar que nos reunió en varias oportunidades durante este singular año; especial por lo duro, por lo vertiginoso de las transiciones, reacomodos y repliegues. Cuando aparece la incertidumbre, cuando se siente que todo recomienza y los hechos convalidan las viejas críticas, la estética, más que un refugio, se convierte en oportunidad para seguir creando desde la magia profunda de la belleza, aprovechando la riqueza de los personajes circundantes.

Así como Virgilio lleva al Dante, y con el al lector, por un recorrido espiritual simbólico desde los 9 círculos infernales hasta el paraíso, pasando por el purgatorio, quien decida dejarse guiar por el templo de la Av. de Mayo deberá entender que será conducido desde “el infierno”, la planta del edificio, hasta el paraíso, el poderoso faro que volvió a iluminar a la ciudad con la llegada del bicentenario, ubicado en la cúspide de la torre.

Una visita mística, puedo decir. Un paseo interesante que sugiere que vivimos en un infierno del que solo podemos salir por breves interregnos, mientras mantenemos la lucha por una mejor sociedad o cuando ascendemos al faro del palacio, desde donde se siente la respiración de la hermosa la grande, y se puede divisar el río plateado. Calvino (Ítalo), decía que el infierno no era algo que, como el paraíso, podía venir después de la muerte, sino que el averno era el conglomerado de los hombres y mujeres que hacían la vida cotidiana del mundo. Calvino era de la opinión de que existían dos maneras de no quemarse con esas llamas: hacerte parte del infierno hasta el punto de no sentirlo y dejar de verlo, o buscar y asociarte con todo aquello que no sea hades, y que seas capaz de encontrar en medio de los caminos del mundo moderno, empedrado de tecnologías al servicio del carretero.

Ascendí por los ascensores y escaleras del Barolo hasta el estrecho paraíso, un faro que te puede dejar tieso con un pase de corriente, por lo que recomiendan no tocarlo. Allí nos sentamos siete ocho personas, escuchando al joven Virgilio, cuya charla tenía duplicada en el idioma inglés. Allí sentados, todos vimos la ciudad del bajo en un día normal, una aglomeración moderna que, como muchas o todas, pueden ser llamadas “infernales”, aunque puedan ser también ciertos purgatorios y cielos abiertos al paraíso. Guaglianone, dirigió por mucho tiempo el barómetro de la geopolítica internacional, fue premio nacional de crítica de arte y leyó con avidez las Crónicas de la Ciudad del Bajo; perteneció, sin duda, al contingente de los que rehusaron siempre aceptar las líneas del infierno. Por buscar espacios libres de su tormento y tratar de liberar otros más, fue perseguido por sus furibundos gorilas

La noticia de su muerte me llegó esa mañana. Lamenté no estar en Caracas para despedirlo, pero desde el paraíso del Barolo lo saludé, tratando de extender la mirada hasta el faro del palacio erigido en la capital de su patria natal.

@maurogonzag

Secuestro en la peatonal Florida

Florida, durante ese sábado
 El sábado 8 de noviembre aterricé en Ezeiza, luego de las más de 6 horas de vuelo desde Caracas. Travesía tranquila. La turbulencia del 2011 fue violenta en comparación a esta. Vislumbro una estancia más relajada, aunque no menos curiosa y buscadora, por lo que puede que no sea tan relajada. Imposible no recordar aquella noche que llegué a Buenos Aires, junio de 2011, en vísperas de invierno. En ese momento, sí, supe que regresaría.

Llegué a las 4 am a las puertas del alojamiento que tiene el mismo nombre del famoso hotel que en Caracas fuera el escenario de los primeros grandes espectáculos coreográficos; el lugar donde cantaría Gardel. Ese Majestic tuvo sus glorias en los años 30 y sería derrumbado para abrir paso a la Avenida Bolívar. Después del cambio de habitación, como a las once, me preparo para salir a la pampa florecida de concreto.

Estoy alojado en el centro de la ciudad, a pocas cuadras del edificio de la Montevideo donde estuve la última vez. El mapa lo tengo en la cabeza, eso sí, la atmósfera es otra, completamente otra. El verano está enseñando las primeras luces y hace calor. Siento las calles diferentes, desahogadas. Por un momento, caminar por Libertad o Corrientes se hace similar a un paseo por la Candelaria o la Universidad, a media mañana o a medio día. Hay que agregar que Chávez ya no está, que ese ciclo está cerrado. Acá, Cristina lleva días reposando, recuperándose de una fuerte gripe. Me parece que la gente prefiere la noche.

Empiezo a respirar la magia, una magia compartida. Esta vez, ella brota del sólo hecho de ser esta una travesía de mochilero solitario, abierto a todas las posibilidades, o casi a todas. En Suipacha, un joven me invita a los shows de un local verdiamarillo divisable desde la Corrientes. Las calles están libres, parece que la mitad de la urbe se ha ido a la costa; deben haber huido de las sucesivas olas de calor. Cristian parece un pibe ecuánime. Se interesa en la política y está consciente de lo más importante: no se puede creer en todo lo que dicen algunos canales de TV y algunos periódicos; sobretodo si hacen parte de algún pulpo monopólico. Tuvo memoria para recordar cómo los medios presentaron el caso de los pistoleros de Puente Llaguno, durante el golpe de 2002, y la idea que en ese momento lograron instalar entre sus paisanos sobre lo que supuestamente pasaba en Venezuela.

Me desplazo por la favorita de Borges hacia el norte, buscando unos zapatos que encontraría en la Santa Fe, ahorrándome porcentajes inauditos en comparación a una adquisición similar en Sabana Grande. En una tienda de vinos degusto el exquisito néctar, pero la forma de pago era aquel llamado purocash. Acabo de llegar, poco a poco. Voy tomándole el pulso a la ciudad. Una mujer, gordita y sonriente, me enseña un volante de no se que vaina. Su lenguaje no estaba claro, solo sé que su tono me agradó, que me inspiró confianza; escuché la palabra masaje. Me impresioné después de lo ingenuo que puedo ser a veces.

Me tomó de la mano. Como un cordero, me dejé llevar hasta un antro cuya entrada era un hueco en la pared tapado con una puerta metálica de un rojo desgastado y chirriante. Cuando me di cuenta estaba en un sofá con una morocha de senos paraditos y cortísima falda. Un instante más y me estaba acariciando la bragueta del pantalón, ayudada por una colega que había caído como un buitre hablando de lo buenas que son las pingas de los venezolanos. No digo que no pensé en quedarme, pero una tercera amiga apareció con tres vasos de bebida suave y amarillenta. Esta, más corpulenta, desempañaba el rol de vigilar y castigar, si fuera necesario. Estaba sitiado.

Hubo un intento de seducción cada vez más agresivo. Nunca me han gustado las putas agresivas y mecánicas, y más si son bonitas. No tengo pesos, le dije. Pagas en dólares, me respondió con tono indignado. Tomo un sorbo de la bebida y me levanto, y la mujer más grande se atraviesa en mi camino y me dice que no puedo marcharme. Las otras dos la secundan. La principal me dice alzando la voz que esas tocadas leves no son gratis.

Insistieron, casi tuve que empujar a la grande. Les dije que podía regresar el lunes cuando tuviera los pesos, pero eso las arrechaba más. Baje las escaleras y dirigiendo la voz alzada al proxeneta, dije “Voy de salida maestro”, porque el señor tenía su edad, y era bajito y calvo. Seguí mi caminata por Florida, la peatonal de la gran mina alborotada por el verano inminente, y algo seca, me dije.

@maurogonzag

miércoles, 29 de octubre de 2014

Me voy demasiado, me quedo demasiado

Este domingo había amanecido con un sol templado y sabroso, sin chubascos mañaneros que dejan la tierra empantanada junto a pozos que aquí y allá se hacen propicios para el brote de los zancudos portadores de los virus maléficos. 

Buen día para subir las generosas lomas del Guaraira, me dije. Al llegar a plaza Venezuela recordé la reciente inauguración de la nueva línea del metrobus que enhorabuena recorre Simón Rodríguez, Pinto Salinas y Sarría, donde se alzan los inveterados y eternos bloques de Pedro Camejo. Divisé el flamante Yutong en la esquina oeste de la Plaza Bolivia, hice una breve cola y lo abordé. Este nuevo agregado al buen vivir se lo debemos a las comunas en construcción de Sarría, al poder popular, pensé; también recordé cuando, hace al menos cuatro años, algunas iniciativas de organización y autogestión que florecieron en algunos puntos de la calle Real fueron tildadas como “anarquistas”.

El autobús se detiene frente al bloque 9 y 10 de la urbanización que lleva el nombre del gran filósofo que enseñaba desnudo y despeinado, y que como todo genio fue tachado no pocas veces de diletante delirante. Me bajo y camino en dirección a las escaleras que llevan hacia el teleférico pero también a la avenida Boyacá y de ahí a la energética naturaleza de la montaña. Delante de mí, camina una mujer joven que, me doy cuenta, mide como metro ochenta. Su cabello castaño claro con rulitos recortados más arriba de los hombros, su blanco transparente, mirada ingenua y caminar desenfadado, hace que parezca una niña grande escapada de algún enclave secreto de pueblo Hunza ubicado Galipán adentro.

La muchacha entró a los espacios del teleférico con sus largos pasos, y yo seguí por la cota mil, casi trotando, hacia la pica más cercana en la Florida. El mediodía me había alcanzado y la avenida sería abierta al ansioso tránsito vehicular en pocos minutos. Empiezo mi ejercicio en dirección al Corta fuego. Tengo tiempo que no lo hago, voy sin atore, tranquilo, respirando profundo. Alguna gente viene bajando. Familias, mujeres, hombres, una señora con un perro. De la sede del INE sale una música que se escucha en todo el entorno. Resuena una changa noventosa que deviene en el pop depresivo de los Coldplay; parece una bailoterapia. En eso me cruzo con el Junior, un viejo pana de la época en que todos nos creíamos Michael Jordan cuando jugábamos en el patio trasero del centro materno del bloque 17, con un tablero hecho en casa que permitía arrojadas fantasías voladoras.

Nunca fuimos amigos. Nos identifica, eso sí, ese sentimiento especial de ser parroquia, los recuerdos de los tiempos de primera juventud inconsciente de agresiva competitividad; aunque también la época en que coincidimos en el empleo del banco, donde a veces trabajábamos hasta el amanecer, una vez por semana, para redondear la quincena. Parroquias, aunque ya yo no viva en Sarría y él tenga el firme propósito de irse definitivamente del país, y abandonar el súper-bloque pariente de aquellos del 23.


miércoles, 15 de octubre de 2014

Contundente victoria de Evo Morales en honor a la resistencia indígena

En horas de la noche de este domingo, las autoridades electorales bolivianas  informaban que con más del 90% de los votos escrutados, Evo Morales ganaba las elecciones presidenciales con más del 60%, una victoria contundente y refrescante para los pueblos y los gobiernos progresistas de la región, y particularmente para el pueblo y el Gobierno bolivariano de Venezuela, que actualmente enfrenta los más duros desafíos desde de la desaparición física del Comandante Chávez.

Así como Hugo Chávez tuvo su 7 de octubre, Evo Morales tuvo su 12 de octubre; una victoria por toda la línea, contundente, inobjetable y poderosa. Pero además, hay que destacar que la extraordinaria fiesta democrática que culminó con la nueva victoria del aymara, ocurre en el día de la resistencia indígena, un hecho simbólico nada desdeñable en un contexto de crisis civilizatoria donde a la explotación, la destrucción de la naturaleza, al racionalidad instrumental y la guerra que han predominado en el occidente capitalista, el líder indígena y su proyecto han opuesto el pensasiento, el cosmocimiento, la Paz, el respeto a la madre tierra y una concepción de desarrollo que no descarta la capacidad técnica moderna como herramienta para alcanzar el bienestar, cabalgando las contradicciones.

Como lo destacó el presidente reelecto, esta nueva victoria electoral representa un triunfo del anticolonialismo y del antiimperialismo, una nueva manifestación de la fuerza “anti-cartesiana” que ha logrado ir más allá de la mera “meditación” (Dussel dixit). Los herederos de Tupac Katari y Guaman Poma se impusieron en 8 de los 9 departamentos que tiene Bolivia, y se han propuesto convertir al país en el centro energético de Sudamérica, como la tierra con las segundas reservas de gas de la región, las primeras del mundo en Litio y con el proyecto de aprovechar el potencial de la energía nuclear con fines pacíficos.

Tal como lo recogió la agencia boliviana de noticias, Morales llamó a la oposición a dejar de lado la confrontación y los convocó a sumarse al trabajo conjunto por Bolivia, para la ejecución de proyectos de desarrollo que redunden en el bienestar de todo el pueblo boliviano. En esta línea, Evo abogó porque la oposición política “tire del carro por el mismo lado” y se siente a debatir todo lo relacionado con el desarrollo de un país que este año lidera el crecimiento económico de Sudamérica. Sobre este llamado, conviene recordar que tanto el presidente Chávez en su momento como el presidente Maduro ahora, han hecho llamados reiterados a la oposición a incorporarse al trabajo conjunto para el desarrollo del país, conscientes del papel que ese sector está llamado a desempeñar en la construcción del país posible. Sin embargo, lo que hemos visto los venezolanos ha sido guarimbas, señas de paramilitarismo y en general un sector opositor que, aunque diverso, sin ningún pudor ha demostrado que es capaz de sumergir al país en la tragedia nacional con tal de desplazar al Gobierno bolivariano del poder.

Mientras tanto, medios locales han aprovechado la victoria de Morales para revivir el discurso de la mal llamada “reelección indefinida”, un discurso que fue ampliamente difundido en Venezuela en el marco de la Propuesta de Reforma Constitucional, y luego con la enmienda hecha a la Constitución para crear la libertad de candidatura o, de otra forma, la posibilidad de la postulación repetida de la misma personalidad política. Así, el portal Web de El Universal, destaca en su titular de hoy la victoria de Morales extiende su gestión a 14 años, y que sus críticos y detractores temen que el líder cocalero haga uso de los dos tercios obtuvo en el parlamento para modificar la Constitución y así incorporar la llamada “reelección indefinida”. Continuando con su discurso sutilmente oligofrénico, la nota de este diario incluso compara a Evo Morales con el Mariscal Andrés de Santa Cruz, quien en el siglo XIX gobernó Bolivia por casi 10 años, destacando que en lo sucesivo aquel lo superará en materia de tiempo en el poder.

Mientras tanto, la oposición de Bolivia parece quedar en una situación de franca debilidad. No por casualidad, el candidato del sector opositor fue un empresario, Dora Medina, quien no alcanzó a sacar el 20% de los votos, razón por la cual analistas como Rolando Ramos afirman que "la oposición boliviana debe leer este mensaje y reflexionar. Debe unificarse y renovar los liderazgos”. ¿Suena familiar? Siempre hay que leer los mensajes que dan los números electorales, e indistintamente de los resultados estos deben ser leídos con atención por todas las fuerzas políticas en pugna; más aún cuando estos reflejan realidades elocuentes.

El hecho, es que Evo Morales obtuvo una contundente victoria que le permitirá seguir al mando del país corazón de Sudamérica hasta el 2020. Conviene, desde Venezuela, que tanto nuestra variopinta oposición como el chavismo en general hagan las lecturas necesarias y, también, que opten por tomar lo mejor del ejemplo de esa Revolución cultural en marcha.

 Editorial PoderenlaRed
@maurogonzag

viernes, 3 de octubre de 2014

Revolución y democracia: ante la señal de lo evidente

Desde que en 2004 los venezolanos nos enteramos que habían detenido a un nutrido grupo de paramilitares colombianos en una finca por El Hatillo, Edo. Miranda, propiedad de un señor vinculado a furibundos sectores contrarrevolucionarios de Miami, se visibilizó claramente cuál sería la nueva estrategia de las derechas nacionales e internacionales coaligadas para aniquilar la Revolución bolivariana.

La renaciente Venezuela dirigida por el Comandante Chávez era una República refundada, con una nueva Constitución, la primera aprobada por el pueblo. La Revolución había derrotado un golpe de Estado cupular en abril de 2002, y casi de inmediato, después que los sectores reaccionarios confundieron la actitud cristiana de Chávez con debilidad, se inició un criminal paro petrolero que, si bien fue impulsado por una minoría meritocrática, las cuantiosas pérdidas que generó fueron para el país entero. La respuesta del pueblo fue ejemplar, el sabotaje petrolero fue también derrotado.

La oligarquía local y sus aliados en los sectores imperialistas del país del norte, pero también en países vecinos, comenzaban a darse cuenta de que el proceso liderado por el Comandante Chávez, que para más señas estaba sirviendo de ejemplo de emancipación pacífica en toda la región, no podría ser derrocado ni con elecciones democráticas ni con golpes de Estado, a la vieja usanza. La legitimidad y el apoyo popular a la nueva fuerza política era avasallante, y los diversos sectores de la reacción oligarca, desconcertados frente al liderazgo arrollador del Comandante, optaron por la anti-política, por las teorías de Gene Sharp, por el fascismo.

En medio del fragor de la lucha política, las guerras mediáticas arreciaron y generaron un clima de crispación que nos llevaron al borde de una guerra civil. El debate entre los sectores progresistas alcanzó niveles extraordinarios de efervescencia. Muchos decían: si esto es una Revolución, hay que expropiar a la banca, a los terratenientes, a la poca burguesía productiva, regular el comercio, nacionalizar el comercio exterior y meter presos a unos cuantos golpistas que andan por ahí realengos y conspirando. Por esos días, Luis Britto García empezó a denunciar la infiltración de paramilitares que habían quedado sin trabajo en el país vecino, como producto del proceso de desmovilización de esos grupos terroristas implementado en ese país.

En un sentido, el discurso denunciaba al golpismo apátrida, en otro, la histeria reaccionaria respondía con acusaciones de dictadura autoritaria. Mientras tanto, nuevas formas de violencia se iban fundiendo con la criminalidad “tradicional” del país. De pronto, el llamado secuestro express apareció en la escena, de forma seguida y sistemática, junto a crímenes horrendos que muchos, si no todos, empezamos a notar como impropios de nuestra sociedad; como prácticas inhumanas y dantescas (adjetivo demasiado elegante para calificarlas) de factura paramilitar. Asesinato de Danilo Anderson, el “fiscal valiente”; valiente porque lo dejaron solo y siguió pa’ lante.

Mientras esto ocurría en la ciudad, en el campo se vivía una nueva guerra federal, y con cada día nos llegaba la noticia de la caída de un nuevo grupo de campesinos o de uno de sus líderes, a manos de grupos armados al servicio de los terratenientes. La cifra que hoy se maneja, nos habla de cientos de campesinos muertos en la lucha por la tierra en medio de una “Revolución pacífica”. A propósito de esta expresión, debemos aclarar que se puede definir así dado que es un proceso de cambio, de emancipación social, que se realiza en democracia y libertad, lo que es decir, respetando las reglas del célebre y ultra mentado Estado burgués; es decir, respetando y defendiendo las instituciones por las que murió un Salvador Allende.

Dice García Márquez en su extraordinaria crónica “Chile, el golpe y los gringos”, que la contradicción más dramática de Salvador Allende fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado. Allende, continua el Gabo, creyó haber resuelto esa contradicción desde la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo, dentro de la legalidad burguesa. Es decir, la tesis de los reformistas Berstein y Kautsky; lo mejor del ideario de la Sociedad Fabiana, que imaginamos alguna influencia tendría en Allende, dada su condición de doctor masón. ¿Cuál fue la lección? El Gabo, dice que Allende comprendió tarde que no se puede cambiar un sistema desde el Gobierno sino desde el poder.

En Venezuela, este 1º de octubre asesinaron en su propia casa al joven diputado revolucionario Robert José Serra y a su compañera María Herrera. Fue con armas “blancas”, perfectamente planificado, en quince minutos, con gran precisión. En 2011 uno de sus guardaespaldas había sido asesinado en circunstancias confusas; en 2012, antes de las elecciones presidenciales, otro de sus guardaespaldas apareció en el monte del Guaraira Repano con un tiro en la nuca. Una realidad sombría, sórdida, se comienza a cernir sobre nuestra tierra de gracia. El ministro Rodríguez Torres, destaca en la mañana del 2 de octubre que la muerte de Serra obedeció a una “macabra encomienda”. El twitter se desparrama. El escritor Hernández Montoya, dice que el hecho constituye un “acto de guerra”.

El país de nuevo está de luto. Algunos aún estamos pasmados, pero al ver como el diputado Serra sacó el pecho frente al tema de la expulsión de Colombia y posterior detención de Lorent Gómez Saleh, quien en uno de sus videos habla sobre el plan de “bajarse a 20 muñecos” en Venezuela, el panorama se aclara tenebrosamente. Por su parte, Ernesto Samper, actual Secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, afirma vía twitter, por si quedaban dudas, que el “Asesinato de Serra es una señal de infiltración del paramilitarismo colombiano en Venezuela”. Su declaración es confirmatoria de una realidad que esperemos continúe siendo atajada, dada las circunstancias sociopolíticas contemporáneas.
¿Cuáles son esas circunstancias? Allende y las fuerzas de la Unidad Popular estaban en el Gobierno, pero no en el poder. Maduro y las fuerzas chavistas están en el Gobierno y también en el poder, pero luchando contra poderes fácticos como el económico y el mediático nacional e internacional, capaz de movilizar algunas capas medias de la sociedad ―como los estudiantes opositores― e infiltrarlas con grupos entrenados en tácticas de guerra asimétrica y guerrilla urbana. Marchas pacificas infiltradas de violencia asesina, frente a las cuales las fuerzas del orden tuvieron que actuar con la máxima prudencia, esperando muchas veces por una definición más acertada de la coyuntura. En dos platos, el hecho clave de hoy para los Gobiernos progresistas es, no combatir la violencia guarimbera con la llamada violencia legítima del Estado ―tema de los más duros debates―, sino con la promoción permanente de la Paz, apostando por el diálogo, la resistencia, la construcción de consensos, y sin traicionar los principios revolucionarios y el legado del Comandante.

El presidente Maduro, ha adelantado que las investigaciones están bastante avanzadas, que pronto caerán los autores materiales e intelectuales del asesinato de Robert Serra. El pueblo exige justicia, ante la crudeza de la acción de unos criminales que esta vez hasta se ahorraron el trabajo de disfrazar el asesinato con el antifaz del hampa común, como intentaron hacer con Otaiza. Ni la juventud ni el chavismo se desmoralizan. La oposición ha sido emplazada a pronunciarse sobre los hechos. Puede que haya llegado el momento de radicalizar la revolución, apostando siempre por la convivencia y la Paz, el único camino posible.

Publicado hoy en PoderenlaRed.com

miércoles, 17 de septiembre de 2014

En el centro de Caracas ahora todo es posible

Suelto por las relucientes aceras del centro de Caracas, bajo la plena incandescencia del sol de agosto a mediodía, me dije que el mejor lugar para leer un guión cinematográfico ―pero también el periódico o cualquier libro― era la Casa de las Primeras Letras Simón Rodríguez, un espacio que se va haciendo predilecto para todos aquellos que pensamos que la casa-museo es mucho más de lo que aparentan sus humildes muros.

El café, esa mágica infusión de primera necesidad en Caracas y en más ciudades de las que se podría pensar, me espabiló oportunamente de una modorra espesada por el calor de la hora. Pasadas las tres cumplí con la tarea. La sala de lectura ubicada entre los dos ambientes del café sirvió como un oasis, casi como refugio. El encuentro con el camara Roque sería en pocos minutos, después de abandonar el bulevar Panteón y darle pa bajo hasta otro local de esos que refulgen por haber nacido en los nuevos buenos tiempos de la ciudad del valle, la jodida y milagrosa urbe de las resistencias.

La esquina de San Jacinto bullía con las risas de un ejército de niños que le daban la vuelta histórica al casco, conducidos por dos sargentos de Bolívar enfundados en la indumentaria de la época. El Chocolate estaba abierto, y ya sus mesas se llenaban de la frescura de las parejas, la curiosa parsimonia del viajero y talvez de la soledad de algún jubilado, poeta o buscador tardío de la belleza. Sí, ahora muchas cosas eran posibles; todo, incluso. Porque ahora tenían frente a sí un artificio musical de colores sugestivos, pequeños templos de acción simultánea donde se intercambian las miradas, se conspira y hasta donde te enamoras mientras un criollito ―a base de cocuy― te erecta las neuronas.

El camara Roque es uno de esos seres singulares que andan en tres patas ―siguiendo al enigma aquel de la esfinge― lo cual aumenta su definitiva presencia ludoviquiana de eterno sátiro insatisfecho que, like a rolling stone, ha sido golpeado y acariciado por el amor, maleteado por las mujeres, caído de algunas palmeras y plasmado algunas páginas embriagadas desde su complejo universo de figuras y duendes. Su frente no parecía estar marchita, aunque las nieves del tiempo habían plateado alguna de sus enruladas mechas. A los pocos minutos apareció, me dijo que no había almorzado y me invitó al restorán El Congreso, uno de esos locales semi-escondidos del  casco central, que se alcanzan entrando en pasillos flanqueados por bisuterías y ropas y subiendo escaleras serpenteantes.

Su voz retumbó en ese lugar amarillo y blanco cuando saludó al catire, un hombre moreno con la bienvenida en el rostro que parecía conocer la chispa desenvuelta de Roque. Pasadas las cuatro, El Congreso está vacío. Divisamos vida sólo en una mesa, donde dos mujeres entablaban una charla de alta concentración sobre esos temas que solo pueden tratarse en un restorán vacío y a esa hora. Nos ubicamos cerca de las muchachas, en una mesa contigua. Mi contertulio pidió unas albóndigas. Yo, como ya había comido, pedí una cerveza. Una de las mujeres, morena, frente noble y mirada despierta, nos lanzaba raudas miradas con una discreción que podría causar regocijo. Roque jode un poco con el catire, quien conoce sus claves y reconoce su asiduidad. Las muchachas sonríen. En la mesa de enfrente hay dos hombres, dos estampas, dos tiempos, palabras que empiezan a llegar, invocaciones al encuentro.

Hicimos algunos escarceos, ensayamos un brindis por la creación y por la revelación de las historias verdaderas, esas capaces de quebrar algunos espesos muros ideológicos que el Comandante eterno logró agrietar, estremecer. Roque leyó sobre la ciudad “poblada de referencias circulares y bifurcadas que se encuentran luego del tránsito obligatorio por senderos de terror, de música, de temblores, y se vuelven a difuminar como en un delirio”. Celebró el valor estético de algunas frases que se adaptan bien al discurso del séptimo arte. Antes de darle curso a esa mediana farra, indagamos sobre la fusión fría y su potencial para transformar la matriz energética de un mundo cuya invertida historia puede hallarse en la primera página de la biografía de Nicola Tesla.

El catire iba y venía con las frías. Al fondo, el resto de los mesoneros jodían, aprovechando el momento muerto. Parecían divertirse con la escena que se representaba en ese amplio escenario de mesas vacías. En eso, Roque le lanzó una pregunta a la morena, quien respondió de buen grado, siempre en coordinación con su amiga, una joven de cabello largo y castaño que alcanzaba una cintura que juraba poder rodear completa con mis manos. Cuando nos dimos cuenta la tertulia se había encendido. El Roque, hablaba de amores del pasado y destacaba las escenas eróticas de mi libro, haciéndome propaganda. La sirena se animaba, cruzó las piernas elegantemente, las cambiaba, rozaba mi cuerpo bajo la mesa, rompimos bien el hielo. Era valiente, pero sin coraza, inteligente y sencilla. Junto a su compañera, encaraba día a día la violencia de género, ese flagelo que también sufre el hombre, aunque este prefiera quedarse callado, como nos decían.

María era toda una sirena urbana, una rara especie asalmonada en este estanque de peces toscos y escurridizos. Mirada analítica y dulce, de cierto aire conservador, entregada a su trabajo, estaba abierta sin embargo a las posibilidades, y estaba segura de que tiempo siempre había para hacer lo que uno quiere hacer. Ana, la morena, parecía entretenida con la charla de Roque, quien recordaba un episodio en el que se había ido sin pagar de un restaurant en Moscú, gracia que le recordaron puntualmente un año después cuando, de paso por el mismo lugar con algunos poetas resonantes, un maitre le preguntó qué le había pasado aquel día que salió apresurado del local, manifestándole su preocupación.

Hacia las seis de la tarde, con siete amarillas en el coco, la tertulia desembocaba en un animado debate sobre machismo, hembrismo, que si las lolas operadas y la mujer como objeto sexual. Conozco casos de algunas a quien llamaban “gallas” en su adolescencia por no “echar pa lante” o por usar lentes culo e botella, que años después se quitaron los cristales despojándose violentamente del pudor, como para recuperar el tiempo perdido, decía. Las muchachas me daban la razón, ¿Por qué atraparse como mujer entre ser una galla o una putañera? Entre la represión y el libertinaje está la alternativa, pero hubo una época en que había que estar en uno de los polos. Pero lo hombres no tienen ese problema ―decía Ana, reflexiva―, ellos pueden ser putos y la sociedad se lo celebra. El pene debería ser un aparato enroscable para todos aquellos hombres casados que gustan salir a beber con sus amigos por la noches. Así, uno se divertiría enroscando y desenroscando y no habría lugar para malos entendidos.

Era una versión cyberpunk del cinturón de castidad aplicado al hombre “jodedor” y disoluto, pero casado y con familia. Fueron pocas las horas, pero El Congreso podía ser en ese momento un bohío en Mochima o el balcón del apartamento de Ana. El catire sonreía. Había aparecido un hombre de edad madura, bermejo de los varios tragos que traía encima, quien después de hablar con los muchachos de la barra reconoció a María. El torrente de palabras fue interrumpido por un momento, el hombre se sentó un rato con nosotros. Quiso involucrarse pero su dicción parecía relentizarse por la kurda. Por momentos, balbuceaba, se inclinaba sobre María, le tocaba el hombro en una caricia que la empujaba. Nos habló de su tragedia marital y lanzaba alternativamente miradas desconfiadas a Roque y a este servidor.

El caso es que María era un ángel. “La vida es algo mágico y el amor es un milagro”, me escribió dos semanas después del día de El Congreso, ese lugar frecuentado por abogados, banqueros y burócratas y propuso, sin querer, un nombre para esta crónica, una frase que contiene la esencia de una clásica escena de bar o café, en que la atmósfera, el azar urbano y las palabras, precisas, amables, fluidas y sinceras, le dan paso al deseo, al milagro. Ahora en el centro todo es posible, desde la Casa de las Letras hasta El Congreso.

@maurogonzag

viernes, 5 de septiembre de 2014

Cerati, puede que no haya certezas, solo un lago en el cielo


“Comunicamos que hoy en horas de la mañana falleció el paciente Gustavo Cerati como consecuencia de un paro respiratorio”, decía el parte médico de Gustavo Barbalace con el que lanzaba la noticia de la muerte de una de las más brillantes estrellas del pop-rock argentino y latinoamericano.

Después de más de cuatro años en estado de coma profundo tras un ACV que sufrió después de ofrecer un concierto aquí en Venezuela, el fundador de la entrañable banda Soda Stéreo falleció a las 9 de la mañana de ayer jueves, en momentos en que se encontraba solo, dijo su médico, quien detalló que en los últimos días su estado “no mostraba un decaimiento particular” sino que se mantenía estable.

Muchos son los recuerdos que deja en Venezuela del fundador de un trío que desde sus inicios atrapó a toda una generación con un estilo pop y una estética que comenzó emulando a bandas inglesas como Echo and The Bunnymen o The Cure, y que fue creciendo y evolucionando hasta convertirse en una super banda de gran originalidad e indiscutible liderazgo en el universo del pop-rock de la región. El teatro Mata de Coco en Chacao, el autocine de El Cafetal y el legendario Poliedro de Caracas, fueron algunos de los recintos donde cientos de miles deliraron con la pasión de sus acordes.

Desde su temprano encuentro con Caracas, varios fueron los reportajes que dejaron plasmadas algunas de las peripecias de Gustavo y los soda, empezando por las escapadas nocturnas de la banda para pasear de incógnitos por la ciudad. En una de esas, Cerati hace acopio de la Avenida Libertador por arriba y por abajo y de la presencia de la imponente montaña hacia el amanecer. También, son conocidos los “paseos inmorales” que el compositor se lanzó por algunos locales de Bello Monte, Sabana Grande y Las Mercedes en las noches interminables de las giras por Latinoamérica -con la banda y después como solista- que siempre lo trajeron hasta esta, la también ciudad de la furia.

Recuerdo una entrevista que concedió a finales de los noventa, cuando se lanzaba en solitario con el disco Bocanada, en la que opinó que los venezolanos estábamos en una situación musical adelantada. Y es que, el Cerati no podía entender como en los locales de moda de la ciudad, en los buenos y en los no tan buenos, se pasaba de la salsa al rock y luego al merengue y de nuevo al rock como si se pasara de un tango a una milonga. “En Buenos Aires, si entras a un local de salsa es de pura salsa, si es rock es sólo rock, pero aquí ocurre que en un mismo local te mezclan salsa con rock, dos géneros aparentemente inmezclables”.

Así somos. En fin, el hecho trascendente es que recordaremos su última Bocanada, desde Buenos Aires a Caracas, porque le brindó a millones de personas confort y música para volar, canciones de amor amarillo y canciones animales que nos dicen que siempre es hoy en las ciudades de la furia, donde sacando fuerza natural podemos alcanzar el lago en el cielo. Porque, no deja de ser cierto que el silencio no es tiempo perdido y que la poesía es la única verdad.

Ahora estás iniciando un nuevo viaje a en ese plano con el que siempre te conectaste con tú música ligera y galáctica, y desde este lado nos parece escucharte, diciendo Ahí vamos. 

Publicado el 4 de septiembre en PoderenlaRed.com
Foto: Clarín.com

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cadena nacional y ráfaga de disparos en Plaza Venezuela


Los principales impresos de la ciudad habían amanecido titulando que Maduro anunciaría hoy los cambios en el Gabinete, la imperiosa transformación del Estado, ese gran monstruo propietario de la renta petrolera que le pertenece a todos los venezolanos. Al término de una reunión con algunos compañeros del medio y de la lucha, hacia el atardecer, terminé en Chocolate con cariño conversando sobre ideología, libros y política con el poeta Romero.

Que si la agresividad de la ciudad, que si el fascismo rebrotando en un sector de la clase media y la rebelión de unas masas llenas de vitalidad que lo quieren todo y lo quieren ahora, que consumen y se quejan, que van al cielo y van llorando. Chávez dejó una sociedad despierta, grupos sociales con expectativas de realización de sueños y aspiraciones, legítimos aunque también de opio. El poeta Romero me dice que un amigo psiquiatra le ha asegurado que la violencia estructural, en el corto plazo solo puede combatirse con represión. Pero no represión como plomo a discreción, sino como la articulación inteligente de medidas preventivas disuasorias. Le digo que me parece que Rodríguez Torres está haciendo el trabajo y el poeta me responde que por ahí van los tiros, pero que había que apretar más esas tuercas de la patria segura.

No habíamos terminado el vasito de papelón cuando se fue la luz. La vaina era más que un parpadeo, porque el pana del local estaba recogiendo sillas. Llegamos a algunas conclusiones precarias sobre temas que talvez merecen un tratamiento más detenido aderezado con un par de cócteles espirituosos. Caminamos hasta la estación Capitolio y me despedí del poeta. Llego a la estación Plaza Venezuela. Veo a dos guardias del pueblo que parecen regañar a dos muchachos. Uno de ellos le responde al guardia que revisa su bolso y no de buena manera. Unos metros más allá esta otro grupo de militares, de los que usan el chaleco fosforescente. Impera el orden y la tranquilidad, son las siete treinta, más o menos.

Me aproximo a las escaleras mecánicas de la salida que da hacia el hotel President, y veo a tres o cuatro personas que miran hacia arriba como perplejos, dos de ellos señalan y parecen especular sobre algo. Llego y hago lo propio, y como no se escucha ni se ve nada fuera del paisaje normal de un día cualquiera, subo. Pero el olfato me dice y me advierte. Al llegar al lobby de la estación noto que todo está pelao. Hubo algún episodio criminal y se llevaron a alguien preso, me dije. En una de las esquinas, dos hombres jóvenes hablaban frenéticamente. Uno de ellos señalaba la esquina donde está el perrocalentero, haciendo gestos aparatosos de espectacularidad. Cruzo la calle, y al pasar frente a la cola de los autobuses Yuruani, noto que toda la gente mira medio atónita hacia el mismo punto.

Las diversas colas de gente tienden a atestar esa parte de la acera, por lo que opté por  caminar por los espacios del mercadito que se extiende paralelo a la acera. Ahí, en uno de los locales de ropa, sentada en algún objeto de madera o aluminio, con su bebé en brazos, veo a una amiga de los Altos Mirandinos. De una le pregunto si pasó algo y me pregunta que si no escuche los disparos. Le dije que vi unos movimientos raros pero que no alcancé a escuchar nada. Lisbe me dice que fueron ráfagas de tiros, que estos los lanzaron desde la esquina y por la calle paralela, esa donde está el edificio Inon, un oscuro trecho donde algunas parejas aprovechan para hacer el amor en vehículos con vidrios negros y estacionados con disimulo, y que ha sido escenario de violentas persecuciones y encuentros entre bandoleros urbanos que necesitan cerrar algún negocio.

Lisbe está nerviosa, su bebé duerme en sus brazos. Frente a nosotros, se alza la sede del Sebin. Bajo la tierra, unos cuantos guardias del pueblo hacían su trabajo en los espacios del metro. Pero no hubo explicaciones. ¿Qué había pasado? ¿Una persecución? ¿Un robo o secuestro frustrado? Lisbe me dijo que ese sitio era muy concurrido, que las varias paradas del transporte público atraen siempre a mucha gente. ¿Cuál había sido la intención del que lanzó esas ráfagas de tiros al aire? A esa hora ya el presidente Maduro hablaba en cadena nacional y el país esperaba los anuncios sobre el sacudón. Montados en la camioneta, un señor que escuchó parte de nuestras palabras dijo algo así como “esa es la seguridad que nos da este Gobierno”.

Ahí mismo Lisbe y yo caímos en cuenta: más de la guerra psicológica, de la estrategia del miedo. La gente que llega cansada a esa parte de Plaza Venezuela a hacer la cola para subir a los altos mirandinos y todas las familias que viven alrededor, aunque no todos, automáticamente asocia la cadena nacional con los tiros, los cambios anunciados con incertidumbre, al Gobierno con la “inseguridad”. Me pregunté: ¿Será que el psiquiatra amigo del poeta Romero tiene razón?

@maurogonzag

jueves, 21 de agosto de 2014

Represión y censura en Ferguson: llamando a las panteras negras

A la derecha, Ferguson. A la izquierda, Irak.
El pasado sábado, algunas agencias internacionales reseñaron que los ánimos se habían caldeado en Ferguson. Seis días después de que funcionarios de la policía local tirotearan, asesinándolo, a Michael Brown, las autoridades locales hicieron pública la identidad del agente que disparó, y revelaron un video que presentaba a la víctima como sospechoso del robo de una tienda cercana al lugar de los hechos.
Esta acción de la policía indignó a los familiares de Brown, quienes de inmediato la denunciaron como un intento de desviar la atención y criminalizar a la víctima. Las agencias reportaron que esa noche hubo destrozos y saqueos, cundió la indignación. Mientras el gobernador de ese Estado, Jay Nixon, anuncia su visita a Ferguson, la senadora por Misuri, Claire McCaskill, pide por twitter que no se confunda a un “pequeño grupo de saqueadores” con los “cientos y cientos de manifestantes pacíficos”, que han salido a las calles para recordar a Brown y pedir justicia.

Tal como ha ocurrido en otras latitudes, el asesinato a mansalva de una o varias personas que protestan legítimamente en ejercicio de sus derechos civiles y políticos, se convierte en la gota que derrama el vaso en un contexto de exclusión y hostilidad sostenida en el tiempo. En 2005, el asesinato de dos jóvenes musulmanes de origen africano mientras escapaban de la policía en Clichy-sous-Bois, una comuna pobre en una banlieue (suburbio-periferia) del este de París, provocó una ola de disturbios que se caracterizó por la quema de vehículos y violentos enfrentamientos entre multitud de jóvenes inmigrantes y la policía francesa. Aquella vez, los ánimos se exacerbaron después de las infelices declaraciones del para entonces ministro de Interior Nicolás Sarkozy, quien llamó “escoria” a los manifestantes.

En esa oportunidad, así como ahora, la opinión pública mundial dilucida rápidamente la connotación racista de los hechos. Ferguson, pequeña ciudad localizada en el estado de Misuri, tiene una población ―según censo del 2010― de 21.203 habitantes de los que 14.297 son afroamericanos. Sin embargo, de los 55 oficiales de policía con los que cuenta la comunidad, sólo 3 son afrodescendientes. Es decir, en una comunidad de mayoría negra, mejor si son los blancos los que dominen las fuerzas de seguridad. A estos, con toda seguridad, no les temblará el pulso al momento de reprimir a quienes consideran, tal como lo expresó el ex presidente francés en su momento, escoria social.

jueves, 14 de agosto de 2014

Crónica sobre la inquietud en medio del auge liberal

Aún creemos en el socialismo. No hemos perdido la Fe. Hasta en el peor de los escenarios siempre conviene colocarse del lado de los “optimistas de la voluntad” y mantenerse a una sana distancia de los catastrofistas que vociferan sobre la “decadencia de occidente”. Cuando Spengler publico su libro con ese nombre, gente como Trotsky y Mariátegui señalaron oportunamente que había decadencia, pero del proyecto de la burguesía.

Como mi optimismo no es panglossiano, en nuestro caso creo que debemos preguntarnos si hay una decadencia del proyecto socialista, en el sentido de declive, deterioro o principio de debilidad (RAE dixit). Debo decir que vivo en una tierra de gracia, privilegiada como pocas, y con un pueblo arrecho pero tan noble y generoso, que si bien no se deja joder en última instancia, soporta estoico situaciones como la que ha generado la guerra económica silenciosa que viene emprendiéndose de manera cotidiana en su contra desde que el Comandante Chávez denunció a los “amos del valle” y declaró la guerra a la burguesía y a los propietarios de los medios de importación. La utopía concreta del socialismo corre peligro como nunca antes en los años de Revolución bolivariana.

Se combinan desbarajuste económico y reacomodo de fuerzas políticas, en una transición que debería conducirnos a un modo de organización donde el socialismo se trague mejor de lo que se traga ahora. Las opiniones que se vierten y las reconfiguraciones del poder dan cuenta y son expresión de lo que está pasando. Un ejemplo, es lo que dice el compañero William Torcátiz en artículo reciente publicado en este medio. Pareciera exagerar cuando, entre la rabia y la impotencia, dice:

“…pero el problema no es la guerra, el problema es que la estamos perdiendo y no se ve la famosa luz al final del túnel que nos diga que la vaina es pasajera, no se le ve solución a la crisis, ya sea, o porque no la tiene o porque al gobierno le ha faltado cojones para meter en cintura a los especuladores, a los promotores, a los financistas y a los ejecutores de la guerra y a todos aquellos que joden impunemente. La escasez y la inflación se han convertido en nuestras amantes y compañeras de vida, ya son parte de nosotros y pareciera que a nadie le duele y que todo sigue igual dentro de una normalidad explosiva”.

lunes, 28 de julio de 2014

Un relato desde Buenos Aires que celebra la vida en la ciudad

Este domingo, la sala Enrique Bernardo Núñez fue el escenario donde se presentó mi libro Crónicas de la ciudad del bajo. Relato desde Buenos Aires, obra ganadora de la cuarta edición del premio literario Stefanía Mosca 2013, en la mención ―como podrán imaginar― de crónica.

El libro se publica en el contexto de la V Feria del libro de Caracas, en el momento ideal si se considera que la nueva fiesta del libro está dedicada a la crónica como género literario, y que el homenajeado de la ocasión es el periodista y escritor, cultor como pocos de los cuentos de non fiction, Earle Herrera.

Hacia las tres de la tarde, Kelvin Malavé, gerente editorial de Fundarte, abrió fuegos con unas palabras introductorias hacia el público que ya se aglutinaba en torno al espacio levantado entre los árboles del Parque Los Caobos. Seguidamente, la presentación de Daniel Peralta, sensible y minuciosa, habló de su identificación y conexión espiritual con las experiencias plasmadas en esta bitácora que, gracias a la crónica, fueron una excusa y un marco ideal para deslizar ideas, viejos sueños y hasta algunas reflexiones políticas.

Peralta destacó la celebración de la música presente a lo largo de las páginas, la pasión del rock-pop latinoamericano intrincada con una breve pero intensa historia urbana, la salsa Caribe y el tango, híbridos nacidos al calor del magnífico y diverso crisol cultural que caracteriza nuestra tierra de gracia. No se le escapó a Daniel la práctica digresiva permanente que caracteriza la propuesta, incluyendo aquella en la que narro los aciagos momentos en que se dio a conocer la muerte del Comandante. La muerte, que aparece así en medio del relato, tiene su contraparte en el episodio erótico y la celebración de la vida y la libertad.

Como lo hiciera Mercedes Chacín en una edición de agosto de 2013 del suplemento Épale, Daniel me invitó a escribir unas crónicas sobre Caracas, y debo decir que con un talante que me honra, dado que lo hizo recordando literalmente una de las reflexiones que dejara sobre nuestra relación con la ciudad vernácula: admirarla y recorrerla cual viajero extranjero en su propia tierra. La mirada del que llega, la perspectiva desde el borde, la exterioridad, puede resultar a veces la mirada. Es justo decir que no me inicié en la crónica con el viaje a la ciudad del bajo, sino con nuestra ciudad capital de la primavera política latinoamericana. La pregunta sobre si todos conocemos nuestra ciudad salta a la vista, más aún porque quien la conoció hace dos quinquenios puede que no la conozca ahora. No obstante, hay una serie de historias sobre Sarría y algunos avatares y personajes que deben ser contadas, y en ese sentido la palabra ha sido tomada.

Lo contrario es válido para las nuevas generaciones. De ahí la importancia de la crónica, que es testimonio y por tanto, memoria. Cronos, devenir del movimiento lento y trascendente del renacimiento de una ciudad para la gente y para la vida. Porque eso es la crónica, cuento Caribe, literatura hibrida sugerente de gran poder comunicativo. Escritura originaria y primigenia, tal como lo dije el domingo, que nació en unidad con el testimonio histórico no exento de intención estética. Definitivamente, las Crónicas de la ciudad del bajo tienen vitalidad y música. Puedo repetir, además, que más allá de las descripciones, narraciones, diálogos y comentarios, elementos básicos del género, la obra es una celebración de ese artificio humano por excelencia como lo es la ciudad, la polis de monstruosa belleza que a todos atrae y que a muchos se traga.

El libro, eso sí, tiene un meta-mensaje: una invitación a viajar, a conocer,  a que desplieguen sus alas, más que como turistas como viajeros. Y el primer paso para esto es disfrutar de los espacios de tu ciudad, salir al encuentro ciudadano, a la cita nocturna. Mis votos son por conocer el propio país, para lo cual resulta fructuoso palpar y comprender otros países; preferiblemente si son del Sur.

Por cierto, que otra forma de viajar es a través de la lectura, por lo que te invito a una migración espiritual temporal a la ciudad del bajo leyendo estas humildes narraciones, palabras que fueron premiadas por Fundarte, lo cual les agradezco infinitamente.

@maurogonzag