A propósito de la entrega al presidente Chávez del Premio Rodolfo Walsh a la Comunicación Popular, por parte de la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Plata (UNLP).
El pasado 25 de marzo se cumplieron 34 años de la desaparición de Rodolfo Walsh, justo un día después de enviar a la junta militar esta carta que hoy publico en este espacio. En su momento, como era de esperarse, no fue publicada por ningún medio, y hoy constituye un testimonio inestimable de una época en que comenzaba la dantesca represión contra las fuerzas revolucionarias en el Cono Sur, y una experiencia que refleja nítidamente las fuerzas oscuras que enfrenta todo proceso revolucionario. Junto a Jorge Masetti y a Gabriel García Márquez, fue fundador de la que se convirtiera en la agencia de noticias de la Revolución cubana, Prensa Latina, proyecto concebido, por cierto, desde los días de la Sierra Maestra. Walsh fue un agudo investigador y un destacado escritor (El perro y la rana editó recientemente una antología de sus cuentos), quien nos legó los conocidos trabajos Operación masacre y ¿Quién mató a Rosendo?, entre otras obras.
El investigador y periodista Enrique Arrosagaray, especializado en historia política y social del siglo XX, nos dice que no es mucho lo que se sabe de Rodolfo Walsh y su raudo y fructífero paso por la Cuba revolucionaria, sin embargo, existen elementos que indican que fue el protagonista, en virtud de sus conocimientos en criptografía, del descubrimiento de los planes del imperialismo de invadir playa Girón; un hecho que, por demás, ha estado envuelto por un halo de misterio de matiz legendario. Lo cierto, es que Walsh constituye un ejemplo de auténtico periodismo de investigación, un hombre que nos dejó inestimables trabajos como Jefe del Departamento de Servicios Especiales de Prensa Latina; un hombre que fue retratado por sus amigos y viejos compañeros de labores y sueños, como un hombre callado, introvertido, un “prolífico productor de Servicios Especiales” y una “persona de acción”.