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miércoles, 22 de junio de 2016

La salud del ser humano en este "manicomio administrado por sus pacientes"

La_salud_del_ser_humano_en_este_manicomio_administrado_por_sus_pacientes
Lo que está pasando con la salud de la gente, con la salud del ser humano como un todo, no parece estar hablando muy bien de nosotros; particularmente de nosotros los occidentales, incluyendo a los que fuimos occidentalizados a la fuerza por razones históricas ya conocidas. Para ser personas formadas alrededor de la idea de razón; para ser "animales políticos" "racionales" que no solo distinguen entre el placer y el dolor sino entre lo justo y lo injusto, no nos está yendo muy bien que digamos.

Durante el pasado siglo tuvieron lugar guerras civiles y mundiales de una magnitud, crueldad y poder de exterminio sin precedente en el mundo. Estas dieron unos cuantos golpes duros a la Fe que el hombre (sí, esta vez solo podemos hablar del sexo masculino) hasta el momento había profesado, con pasión desenfrenada y ciega, a la razón. Tanto así fue que surgieron movimientos y corrientes de pensamiento que empezaron a cuestionar (desde la razón), a la razón misma. Desde la crítica a la razón instrumental de los teóricos de la Escuela de Frankfurt hasta eso que se dio en llamar posmodernidad, definivamente algo no estaba bien en medio de tanta ciencia y tanta técnica. Se había creado un monstruo peligroso que se tornaba incontrolable y que ponía en el ojo de la tormenta el viejo tema de la naturaleza humana.

Se trataba otra vez de un baño caliente de modernidad pura; del triunfo de Maquiavelo, Hobbes, el pensamiento cristiano, y en general de todas las corrientes y propuestas que nos definieron ante todo como seres malvados por naturaleza, indistintamente de los contextos íntimos, sociales y atmosféricos. Así, en la película El abogado del diablo (1997), Al Pacino (el diablo), durante el clímax de las revelaciones, le dice a su confundido y atormentado hijo (Keanu Revees) que no podía haber duda de que el siglo XX había sido todo suyo. Viéndolo así, hasta suena convincente. Hacemos estas reflexiones sobre la razón, porque lo que está pasando con la salud del ser humano Hoy, no es para nada razonable. Perdón, sí lo es. Sí, se trata de algo perfectamente razonable, como ya veremos. Aquí, pues, la segunda entrega.

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Los llamados al ser humano a cambiar su estilo de vida, su mentalidad, su manera de producir y reproducir la vida, se vienen presentando de forma silenciosa pero contundente en las cifras que arrojan respetados entes multilaterales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras instituciones. Hemos visto también, como en algunos programas de entrevistas en radio o televisión, en la sección de salud de algún noticiero o en las reflexiones de algunos coachs, motivadores, astrólogos, yoghis, psicólogos y gurús de diverso tipo, surge constantemente el tema sobre el sufrimiento del ser humano contemporáneo, y consecuentemente la importancia de expandir la consciencia sobre esas actitudes y hábitos que amenazan o impiden nuestro bienestar y, más importante aún, todo aquello relacionado con nuestras capacidades, con nuestro poder.

Alguien pudiera decir que estos gurús siempre han existido; que en la vida los problemas de salud siempre han estado ahí y que, en ultima instancia, hay que preocuparse por cosas más importantes como estudiar y trabajar duro para conseguir todo aquello sin lo cual, de acuerdo a lo que nos dijeron, difícilmente podamos alcanzar la felicidad. Y si sobreviene la enfermedad, pues ahí están los hospitales y las clínicas con sus médicos que estudiaron bastante en la universidad para salvar nuestro pellejo cuando, por razones que aceptamos como normales, empezamos a padecer de alguna enfermedad crónica que amenaza nuestra vida. Después de todo, estamos “asegurados” o tenemos “acceso” a la salud. Pero esta vez, en sintonía con un agravamiento sin precedente de la salud mundial y, en sintonía con una singular y emergente toma de conciencia sobre lo que hemos estado haciendo con nosotros mismos como humanidad, como especie, el llamado se produjo desde el púlpito de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El mundo se parece demasiado a un manicomio administrado por sus propios pacientes

Fue a finales de septiembre de 2015, en el contexto de la 70° Asamblea General de la ONU, cuando el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, en su condición de médico oncólogo, se refirió al tema de la salud mundial en forma directa y dramática, dejando las esquirlas de la bomba que soltó flotando en la conciencia de los presentes y de todos aquellos que lo escucharon. No obstante, la cita de arriba fue tomada de su discurso, ya tocando su final, como para que no quedara duda del carácter de su crítica cultural. ¿Qué hemos hecho, y que estamos haciendo como sociedades modernas formadas por seres “sapientes” que habitan el mundo de la segunda década del siglo XXI? Con todo y la importancia de lo que dijo, de la elocuencia de los números presentados, medios como TeleSur y muchos otros prefirieron destacar de su intervención −seguramente por su perfil− que pidió el cese del bloqueo a Cuba y que manifestó su apoyo al proceso de paz en Colombia.

Ahorrándonos el preámbulo de su discurso, donde deja claro lo que la salud pública significa para cualquier gobernante, empecemos por su diagnóstico de la situación, el cual expresó con la siguiente frase: “enfrentamos una realidad preocupante e inexcusable a nivel de todo el planeta tierra”. A continuación, Vázquez dio sustento a su afirmación. Según recientes estudios e informes de la OMS, la carga mundial de morbilidad está pasando de las enfermedades infecciosas, de las enfermedades agudas, a las enfermedades crónicas no transmisibles. Las afecciones crónicas como las cardiopatías y los accidentes cerebro vasculares, destacó Vázquez, son las principales causas de muerte en todo el mundo. A estas afecciones se suman otras enfermedades no transmisibles vinculadas sobre todo al estilo de vida que hemos tenido y profundizado en nuestras sociedades de hoy.

Estamos hablando de que entre el 60 y el 70% de la morbi-mortalidad en el mundo, se debe a enfermedades crónicas no transmisibles como las cardiovasculares ya mencionadas, a las que se suma el cáncer, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la diabetes, entre las de mayor incidencia. Por razones de peso, el presidente se detuvo en el cáncer. Esta enfermedad le cuesta a Latinoamérica 4.500 millones de dólares por año, cifra alimentada por lo costos directos como consultas, estudios, diagnósticos, tratamientos, medicamentos, internado, cuidados, paliativos; e indirectos como gastos en traslados y alojamiento, pérdida de productividad, etc.

Continúa...

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