Luis Villafaña |
Presentación
El presente escrito está constituido por una presentación de la obra de José Carlos Mariátegui y una caracterización de la Revolución Bolivariana, en una dinámica donde se subraya la vigencia política-ideológica de la obra de éste, en la lucha por la liberación de los pueblos Nuestro-americanos en general y venezolano en particular. Es también un inventario de temas, aristas y ángulos de la experiencia bolivariana como hecho político-social en desarrollo y, niveles de coincidencias con el esfuerzo de elaboración intelectual, política, ideológica y organizativa de Mariátegui.
Requisito indispensable, en una exposición como la presente, es dar a conocer los principales aspectos en juego siendo uno de ellos la vida y obra de José Carlos Mariátegui. Autor poco conocido, no solo en nuestro país, sino en muchos otros países de Nuestra-América, incluso para militantes revolucionarios debido al esfuerzo sistemático que tuvieron marxistas ortodoxos, trotskistas, reformistas, imperialistas y apristas entre otros, por tergiversar o acallar su obra*.
Por otra parte, más allá del liderazgo del Presidente Chávez, errores del imperialismo en sus ataques al proceso y de la debacle de la oposición, la trascendencia de la Revolución Bolivariana la constatamos en el esfuerzo de interpretar la realidad nacional desde la estructuración de un pensamiento propio (el bolivarianismo), que en su dinámica y profundización, desde lo especifico y particular de nuestro país, logra apuntalar una propuesta de cambio que impacta la universalidad de la cultura y particularmente de la cultura política-revolucionaria.
Espero que esta iniciativa nos acerque más a la implementación crítica de la Revolución Bolivariana, a valorar el papel de la teoría, el estudio, la sistematización de experiencias, el continuo aprendizaje y a hurgar en afirmaciones y propuestas elaboradas a lo largo y ancho de Nuestra-América Rebelde, pero que por prejuicios euro-céntricos permanecen silenciadas y desalojadas del arsenal teórico-político necesario para la Liberación de nuestras tierras, desde una propuesta Socialista y NuestraAméricana.
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(*) Véase: (cuatro caras de un mito) en la Introducción a los Siete Ensayos de Interpretación de la realidad Peruana, escrito por Aníbal Quijano Editorial Ayacucho, Caracas 1979, primera edición.
1.- JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (1894-1930)
Mariátegui, José Carlos (1894-1930), es el ideólogo peruano más importante del siglo XX y posiblemente el pensador marxista latinoamericano más influyente de su época. Aparte de sus libros, hay que destacar su acción personal en la vida política peruana, y su admirable labor como periodista, especialmente a través de las páginas de Amauta, revista fundada por él en 1926, que se convirtió en uno de los grandes órganos de difusión del pensamiento, la crítica y la creación en América. Esa labor es todavía más notable si se considera que la cumplió confinado en una silla de ruedas durante los años decisivos de su vida.
Su primera etapa de formación intelectual —lo que él llamará "mi edad de piedra"— llega hasta 1919 y se distingue por su actividad periodística. Escribe artículos y crónicas sobre los más variados temas, con un cierto tono frívolo, mundano y elegantes rasgos posmodernistas; luego, hay un claro giro hacia el socialismo y el activismo político. Fundó la revista Nuestra Época y el diario La Razón; frecuentó la lectura de España, de Manuel Azaña y los textos de Araguistain y Unamuno; siguió muy de cerca la Reforma Universitaria, iniciada en la Universidad Argentina de Córdoba en 1918; fue elegido vicepresidente del Círculo de Periodistas y apoyó las reivindicaciones obreras y el Comité de Propaganda Socialista. Para alejar del país a este incómodo crítico, el presidente Augusto B. Leguía lo envió a Italia, donde pasó unos tres años (1920-23) que fueron cruciales en su maduración intelectual. Visitó París, Berlín, Viena y Budapest, conoció a Gramsci (Esto no es compartido por la mayoría de estudiosos de la obra de Mariátegui, observación nuestra), siguió de cerca el proceso de renovación de la izquierda europea y muy influido por Spengler llegó a pensar en la inevitable decadencia de Occidente. Cuando vuelve al Perú, Mariátegui es otro hombre: un marxista convencido, un crítico bien informado sobre la situación mundial y los grandes cambios que se producían en la literatura y las artes, y un revolucionario dispuesto a servir la causa de los movimientos obreros y agrarios en toda América. En 1926 fundó Amauta (el nombre en quechua significa 'maestro, filósofo' y fue aplicado después a él mismo), que se publicó hasta 1930; colaboró con distintas revistas literarias como Mundial y Variedades; organizó el Partido Socialista (1928), que luego se convirtió en el Partido Comunista Peruano, y la Confederación General de Trabajadores (1929). Tras un encuentro con Víctor Raúl Haya de la Torre, dirigió una cátedra en la Universidad Popular Manuel González Prada, se hizo cargo de la revista Claridad y en 1924 sufrió la amputación de la pierna enferma. Su primer libro, La Escena Contemporánea (1925), compilación de crónicas y artículos provoca un gran escándalo, y en palabras de Waldo Frank, "su sillón rueda hacia la cárcel". Su ruptura con Haya de la Torre le llevó a la fundación de un partido marxista-leninista, del que fue elegido Secretario General, pero sus posiciones heterodoxas respecto del comunismo internacional, provocaron el distanciamiento y la crítica de los dirigentes de la Internacional comunista.
Entregado a todas estas tareas, Mariátegui publicó pocos libros en vida, pero su obra, recopilada póstumamente, llena numerosos volúmenes. Del conjunto, nada supera en importancia y difusión a sus célebres Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), que han sido reeditados incontables veces. Es el primer examen integral de la problemática política, social, económica y cultural del país desde un punto de vista marxista. Hoy se puede señalar algunos errores en sus análisis específicos, pero no cabe duda de la oportunidad histórica de su estudio, su precisión para detectar la raíz de los grandes males nacionales, y sobre todo de su capacidad para aplicar el método marxista con flexibilidad y lucidez, evitando las estrecheces ideológicas que abundan en los estudios de ese tipo. Su lenguaje apasionado, comunicativo y convincente confirman las dotes de gran periodista que había en él. Entre sus ensayos póstumos se encuentran: El artista y la época, Defensa del marxismo y Signos y obras, todos publicados en 1959 como parte de sus Obras completas. Su muerte, a la edad de 35 años, interrumpió una trayectoria político-intelectual fecunda y cargada de enorme proyección latinoamericana y mundial. Se considera que Defensa del Marxismo, obra que preparaba con gran interés, es el mejor exponente de sus ideas y un excelente punto de referencia para conocer su evolución ideológica, frente al dogmatismo de la época (1)
2.- CONCEPCIÓN DEL MARXISMO EN MARIÁTEGUI
Marxismo crítico (2)
En los inicios del siglo XX, ante la instauración del llamado socialismo real soviético se configurará una corriente revolucionaria que reivindicara el aspecto revolucionario, praxístico y dialéctico de la obra de Marx. Los aportes de Georg Lukács, Karl Korsch, Antonio Gramsci y José Carlos Mariátegui, además de otros autores, establecieron premisas que al correr del tiempo se han estructurado bajo la definición de “marxismo heterodoxo o crítico”, el cual interpretamos como: una corriente política-ideológica caracterizada por la acogida de la dialéctica revolucionaria, la consecuencia y apego al carácter crítico y negativo del método de Marx y a la fuerza y veracidad de la filosofía de la praxis, inventariando como temas centrales de sus polémicas e investigaciones: la relación Hegel-Marx; la significación humana del socialismo, la relación del marxismo con la filosofía, el historicismo dialéctico, la categoría de la totalidad y la praxis, entre otros.
Corriente, que replantea la vuelta crítica a Marx en toda su dimensión, rechazando las supuestas “rupturas epistemológicas”, que enfrenta y rechaza el dilema: “condiciones objetivas”-“condiciones subjetivas”, subrayando la unidad contradictoria de éstas en la praxis revolucionaria. He allí la crítica esencial al “socialismo” ruso y burocrático en general. Una concepción crítica del marxismo, abierta a nuevas realidades y propuestas como el socialismo nuestro americano, tema que trataremos a continuación.
Transitaremos algunos aspectos del marxismo crítico en compañía de los aportes de José Carlos Mariátegui y su particular manera de aplicar la obra de Marx a la realidad peruana que, junto a otros agregados, de los cuales también hablaremos después, constituyen el punto de arranque para la reconstrucción del socialismo en NuestraAmérica (3).
Hoy, el pensamiento y obra de Mariátegui cobra vigencia como reflexión política-ideológica, por el carácter original como él interpreta la realidad peruana, al tiempo que instrumenta el marxismo de manera crítica y por consiguiente revolucionaria. Lamentablemente, sus detractores, imbuidos en dogmas y dependencias foráneas, estuvieron imposibilitados de comprender el alcance de su legado. De forma tal, que prefirieron dar continuidad al estudio y uso de un marxismo burocrático y conservador. Negándose a conocer y menos compartir, la comprensión que éste tiene de la obra de Marx, y que innumerables veces sintetizó como: Un método de interpretación revolucionaria de la realidad; Un método de acción revolucionaria y Una Filosofía de la historia apta para enriquecerse con otras vertientes filosóficas.
El marxismo como método de interpretación revolucionaria de la realidad.
Para Mariátegui, como método de interpretación revolucionaria de la realidad, el marxismo tiene vigencia y valor científico en la medida que exista la sociedad liberal burguesa ya que: la crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de capitalista en colectivista, mantiene viva esa crítica, la continúa, la confirma, la corrige (4). Esta concepción del marxismo, tiene concreción en los ”Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” –escrito por Mariátegui en 1928-. Esfuerzo este de comprender la realidad del Perú, bajo la convicción de que la superación de la misma exige como paso previo su interpretación y delimitación desde la teoría de Marx como herramienta interpretativa y no impositiva. Logrando mediante esa labor que la especificidad contenida y reflexionada sobre la realidad del Perú enriquezca la universalidad del marxismo, signado por la dialéctica recreación de la teoría en la confrontación con los hechos.
El marxismo como método de acción revolucionaria
La concepción del marxismo como método de acción revolucionaria, en la producción política de José Carlos Mariátegui, se expresa en: “Defensa del marxismo” y la “La escena contemporánea”; donde afirmará: “que si Marx ha señalado la evolución y desarrollo del capitalismo hacia el socialismo, evitando el economicismo determinista, solo subrayando la necesidad de la toma de conciencia por la clase explotada es factible la realización del proceso revolucionario. Así, la fuerza de la revolución no reside tanto en su aspecto científico, como en su verdad y realidad necesaria para el explotado. –Y continuará- Pasa sobre todo que a la revolución no se llega sólo por una vía fríamente conceptual. La revolución más que una idea, es un sentimiento. Más que un concepto, es una pasión. Para comprenderla se necesita una espontánea actitud espiritual, una especial capacidad psicológica”(5). Es la presentación de las condicionantes ideológicas-sociales para la valoración de la voluntad como un aspecto de trascendencia y peso específico en la búsqueda de la liberación de los pueblos.
El mito de la revolución social evidencia la incapacidad de la ciencia y de la técnica para poder cumplir promesas: “La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios ¡qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito” –José Carlos Mariátegui-(6). El Mito de la revolución social, ante la crisis de la sociedad occidental, encarnará la posibilidad de sobrevivir a ella. Siendo el capitalismo no solo una técnica, sino además un espíritu, el socialismo, como superación de éste, ha de contener en sí una fuerza que exprese ambas realidades. De allí que el proletariado además de ser una fuerza material es una fuerza espiritual y como tal: “La idea revolucionaria tiene que desalojar a la idea conservadora, no solo de las instituciones sino también de la mentalidad y del espíritu de la humanidad. Al mismo tiempo que conquista el poder, la revolución acomete la conquista del pensamiento”(7).
De modo que el marxismo en la perspectiva de José Carlos Mariátegui, estará incompleto si se le comprendiera solo en su aspecto interpretativo, independientemente del valor histórico o sociológico que ello contenga. Pues si los “Siete ensayos...”, contribuyen a la comprensión de la realidad peruana (la síntesis entre el factor económico, el problema del indio, la educación, el regionalismo y centralismo, el problema de la tierra y la literatura), además de mostrar premisas válidas para el desarrollo de la revolución en ese país y en otros países latinoamericanos. Ello es insuficiente, si no está acompañada por una voluntad de acción fuertemente inscrita en la teoría marxista, ya que esta otra perspectiva es la que posibilita el encuentro y construcción de espacios ideológicos –el mito social-, además de la superación del modelo economicista y determinista, y de la relación estructura-superestructura desde una integración dialéctica, más que de dependencia o determinación mecánica.
El marxismo como una filosofía de la historia apta para enriquecerse con otras vertientes filosóficas
Según José Carlos Mariátegui: “Los profesionales de la inteligencia no encontraran el camino de la fe, lo encontraran las multitudes. A los filósofos les tocará codificar el pensamiento que emerja de la gran gesta multitudinaria ¿supieron acaso los filósofos de la decadencia romana comprender el lenguaje del cristianismo? La filosofía de la decadencia burguesa no puede tener mejor destino”(8). Allí esta expresada, la relación entre pensamiento y acción, entre realidad y subjetividad, en donde a pesar de la autonomía relativa del pensamiento, éste necesita de la constitución y complementación de lo real, para expresarse cabalmente. Lo real en este caso es la situación de crisis y agotamiento de la dominación burguesa, sin que todavía se conforme como proceso acabado, lo real es también la pugna entre un pensamiento que se desmorona y se retrotrae a instancias nunca antes reflexionadas por él (el escepticismo y el nihilismo), cuando en sus inicios se caracterizó por su positivismo, por el ejercicio de su verdad y otro que pugna por realizar su verdad –el marxismo-, sin que ello signifique una filosofía acabada. Es la pugna entre, lo que tiene que morir y lo que tiene que nacer.
El fin de los sistemas filosóficos es la conciencia intuitiva, el preludio de un nuevo filosofar, no es el fin de la filosofía, es el fin de una manera y forma que ha entrado en crisis junto con el orden político-económico-social que lo sostiene: “En la filosofía occidental contemporánea prevalece un humor escéptico. Esta actitud filosófica, como sus penetrantes críticos lo remarcan, es un gesto peculiar de una civilización en decadencia” (9). Mariátegui Identifica en el escepticismo y nihilismo el sentimiento agónico de una civilización cuyo desarrollo ha sido conformado a partir de la promesa científica. Y que, con la primera guerra mundial (1914), como hecho político de trascendencia internacional, se pone de manifiesto la incapacidad de la ciencia, la técnica, la razón para asegurarle un mejor porvenir a la humanidad, sin traumas, ni crisis de bienestar y confort. Evidentemente, la limitación mencionada no reside en la ciencia, sino en el uso discriminatorio de ésta, así como en el grado de dependencia y de relación idolatra, como el hombre y la civilización se han concebido así mismo con respecto al saber y conocer, a la apropiación y transformación de lo real.
El marxismo, como especulación filosófica, toma la obra del pensamiento capitalista en el punto en que éste, vacilante ante sus extremas consecuencias, vacilación que corresponde, estrictamente, en el orden económico y político, a una crisis del sistema liberal burgués, renuncia a seguir adelante y empieza su maniobra de retroceso. La misión del marxismo es asentar las bases para el continuo avance de la humanidad. Planteándose Mariátegui el marxismo, como el camino teórico y práctico apropiado, que generará las condiciones para el surgimiento y la sistematización, en el marco de la sociedad comunista, de un nuevo reflexionar filosófico.
“Marx no se propuso nunca la elaboración de un sistema filosófico de interpretación histórica destinado a servir de instrumento a la actuación de su idea política y revolucionaria (dirá Mariátegui en su polémica con Max Eastman). Su obra, en parte, es filosófica, porque este género de especulaciones no se reduce a los sistemas propiamente dichos, en los cuales... No se encuentra a veces sino su exterioridad. La concepción materialista de Marx nace, dialécticamente, como antítesis de la concepción idealista de Hegel” (10). De donde,... si Marx se hubiera propuesto y realizado, únicamente, con la prolijidad de un técnico alemán, el esclarecimiento científico de los problemas de la revolución, tales como se presentaban empíricamente en su tiempo, no habría alcanzado sus más eficaces y valiosas conclusiones científicas, ni habría mucho menos, elevado el socialismo al grado de disciplina ideológica y de organización política que lo han convertido en la fuerza constructora de un nuevo orden social” (11). Y continua, “...sin la teoría del materialismo histórico, el socialismo no habría abandonado el punto muerto del materialismo filosófico, y en el envejecimiento inevitable de éste, por su incomprensión de la necesidad de fijar las leyes de la evolución y del movimiento, se habría contagiado más fácilmente de todo linaje de ‘idealismos’ reaccionarios” (12).
El marxismo como una filosofía de la historia “abierta” continuará su enriquecimiento en diálogo con otras doctrinas, con los avances técnico-científicos, pero sobretodo, en su enriquecimiento constante a partir de la praxis revolucionaria de los pueblos. Allí está, rudimentariamente expresada la relación dialéctica entre pensamiento y acción, entre realidad y subjetividad, en donde a pesar de la autonomía relativa del pensamiento, éste necesita de la constitución de lo real para expresarse cabalmente; siendo lo real la situación de crisis y agotamiento del neo-liberalismo y su globalización. Es la pugna entre un pensamiento que se desmorona en la arena sinuosa del escepticismo, la frustración y el nihilismo; que apuesta a la muerte, al terror, a la violencia y otro enganchado en la esperanza, en la fuerza de los pueblos, en esa voluntad inimitable por realizar su verdad –el socialismo-, sin que ello signifique un sistema filosófico acabado. Es la contradicción, el meta-diálogo entre lo que tiene que morir y lo que tiene que nacer.
Además de los tres aspectos presentes en la concepción del marxismo de Mariátegui, hemos incluido una somera referencia a: El Humanismo marxista y el Socialismo indo-americano.
Humanismo marxista
Según Ibáñez, “...el humanismo de Mariátegui es ante todo, un humanismo revolucionario que se manifiesta en el papel que asigna a los hombres en la revolución, en su ética socialista y en su concepción del hombre nuevo” (13). El marxismo como teoría revolucionaria incluye el humanismo, lo integra como aspecto esencial en la comprensión y superación de la realidad existente. La liberación del hombre, así como el desarrollo de sus potencialidades se realiza a través de la revolución proletaria que en el proceso de instauración del socialismo y posterior defensa de éste, suprime y supera la explotación del hombre por el hombre. La energía revolucionaria del socialismo no se alimenta de compasión ni de envidia. Es en la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a una ‘moral de productores’ muy distante de la ‘moral de esclavo’ que oficiosamente se empeñan de proveerlo sus gratuitos profesores de moral, horrorizados de su materialismo.
La lucha por el socialismo es la lucha del proletariado por su transformación y asunción a un nivel cualitativamente superior al existente en el orden social capitalista. La empresa de superar al capitalismo, es a su vez, la superación de la condición de “paria” del proletariado: “Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social, suprimir el orden capitalista, incumba a una amorfa masa de “parias” y de oprimidos, guiados por evangélicos predicadores del bien” (14). La lucha de clase no solo es el motor de la historia y la posibilidad de instrumentar la victoria del proletariado sobre su situación de miseria, es también el proceso de negación dialéctica de su situación de miseria material y espiritual, en donde de inmediato se inicia el desarrollo de su auto-enriquecimiento y disposición como proyecto revolucionario en gestación, pues: “El trabajador indiferente a la lucha de clases, contento con su tenor de vida, satisfecho de su bienestar material, podrá llegar a una mediocre moral burguesa, pero no alcanzará jamás a elevarse a su ética socialista”(15). Si el socialismo no debería realizarse como orden social, dirá Mariátegui, bastaría esta obra formidable de educación y elevación para justificarlo en la historia.
El socialismo indo-americano y los Principios programáticos del partido socialista peruano
Nos limitaremos en este punto a referir algunos artículos del Programa del Partido Socialista del Perú, redactado por Mariátegui, en los cuales se expresa el rol que éste le asigna a las masas indígenas en su propuesta de liberación del Perú.
Art. 6 del programa citado: “El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria. Solución que tolerará en parte la explotación de la tierra por los pequeños agricultores allí donde el Yanaconazgo o la pequeña propiedad recomiendan dejar a la gestión individual, en tanto que se avanza en la gestión colectiva de la agricultura, las zonas donde ese género de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímulo que se preste al libre resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativo, no significa en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual solo quedan, como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista; y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas sino por el contrario la máxima y metódica aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida nacional” (16).
En este contexto de reivindicación indígena, Julio Godio señala: “Mariátegui, para integrar el marxismo a la realidad peruana, tuvo que introducirse en el universo indígena, era el camino para romper con el europeísmo de la inteligencia burguesa peruana y el punto de partida para poder resolver concretamente el problema del campesino, continuando y superando el esfuerzo que a principio de siglo había hecho Manuel González Prada desde la ideología anarquista” (17). La originalidad del indo-americanismo en José Carlos Mariátegui, también se expresa cuando coloca el problema del indio en correspondencia con el problema de la tierra: “Quienes -sostiene él- desde puntos de vista socialistas estudiamos y definimos el problema del indio, empezamos por declarar absolutamente superados los puntos de vista humanitarios o filantrópicos...no nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente su derecho a la tierra y este problema de la tierra se presenta ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú” (18).
Donde los comunistas ortodoxos verán indios Mariátegui ve pueblos, etnias, señalando que la categoría “indio” hace referencia al contraste con los “no indios”, es decir, a una categoría impuesta por el blanco colonizador; allí radica, en el entender de algunos autores la clave de un nuevo estilo marxista de abordar la cuestión indígena. Su planteamiento referido a la recuperación de la civilización originaria invierte los términos en los cuales ha sido visto el problema de las nacionalidades, tanto por Lenin, Stalin y sus posteriores seguidores. Según Godio “Esta categoría ‘pueblo civilización’ es lo que Mariátegui considera el ‘eslabón’ para la alianza obrero-campesina, el ‘medio ambiente’ para implantar la ideología socialista. El pueblo civilización pasa así a ser sujeto histórico, no ‘objeto’ de concientización” (19).
De modo que la lucha por el socialismo logrará articular la nación, mediante un régimen de propiedad (entendido en términos de la propiedad de la tierra que el indio trabaja, de las incipientes fábricas que el obrero trabaja), que coloque a todos los productores como iguales e integre el régimen de economías diversas, abriendo de esta manera la vía para que el mundo indígena evolucione, mediante el Partido Obrero Revolucionario, el cual, en la recuperación de la territoriedad, eliminando el cerco gamonal reivindicará al indio. “El problema de los indios es el problema de cuatro millones de peruanos. Es el problema de las tres cuartas partes de la población del Perú. Es el problema de la mayoría. Es el problema de la nacionalidad” (20).
El programa del partido socialista peruano sintetiza entre otros puntos, dos problemas fundamentales: primero, definición del partido proletario como organización política de base social obrera y campesina bajo dirección proletaria, opuesta a la dirección oficial de la III Internacional, que insiste mecánicamente en el carácter obrero del partido, independientemente de la escasa población obrera del Perú para ese entonces. Segundo, definición del carácter de la revolución como socialista y más concretamente “socialismo indo-americano”. Ante la definición dada por la III Internacional de “antiimperialista y antifeudal”.
Hemos hecho una presentación de la obra de José Carlos Mariátegui lo más apegado a la verdad histórica y conceptual que la contiene, aún así, estamos convencidos que cualquier ojo crítico podrá observar presencia de aspectos comunes al esfuerzo que hoy realiza la Revolución Bolivariana. De todas maneras, a continuación presentaremos una síntesis del proceso bolivariano ateniéndonos a los análisis de especialistas recogidos en el texto: “Para Comprender la Revolución Bolivariana” (21); opiniones del Presidente Chávez; artículos de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela y nuestras reflexiones.
Parte II
CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es a toda vista, el Programa de la Quinta República, en el cual resalta la presencia y peso del pensamiento de Simón Bolívar: “La Republica Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional” (22). Además de esta consideración central, a lo largo de este texto fundacional, las observaciones y reflexiones del Libertador, matizan gran cantidad de artículos, que relacionado con las continuas alocuciones presidenciales, hacen de la obra de Bolívar una presencia activa en la vida nacional. Así como la insistencia en el aspecto humanístico de este proceso.
En el texto: Para Comprender la Revolución Bolivariana, Jorge Pérez Mancebo, en su conferencia: Venezuela Crisis y Transformación: Revolucionando la Revolución, define la Revolución Bolivariana como: “Humanista por cuanto su preocupación y razón de ser es el hombre y su desarrollo integral con equidad, participación democrática y realización personal...Revolucionaria pues el proceso de transformación política no es sino el primer paso hacia el cambio estructural de la sociedad venezolana, del funcionamiento institucional, formas de propiedad y distribución, igualdad de oportunidades y democracia participativa. Bolivariana al combinar la mundialización de las relaciones de producción y cambio con la autodeterminación de los pueblos, una soberanía expresada en el objetivo de la justicia social basada en la educación. Inspirada en el ideal emancipador de Simón Bolívar, su concepción anfictiónica y su constancia para vencer las dificultades; Simón Rodríguez como emblema de apostolado educativo y su convicción en ‘los poderes creadores del pueblo’; Ezequiel Zamora, como expresión del pueblo armado en búsqueda de su liberación de la explotación del hombre por el hombre y su derecho al acceso a la propiedad.”(23)
Por otra parte, en la Presentación del texto ya mencionado, Haiman El Troudi sintetiza su valoración de la Revolución Bolivariana señalando: “Cuando se opta por transitar la verdad de la simpleza, la originalidad creativa y la participación plena; cuando no se adoptan esquemas rígidos sino que se reconocen y adecuan los acumulados de otras experiencias y recorridos; cuando se reivindica y legitima la frondosa senda de quienes nos precedieron; cuando la paz se subordina a los cambios; cuando el amor es el motor de un pueblo y ese pueblo se resuelve a liberar sus ataduras de miseria y sufrimiento; cuando la patria es la humanidad toda sin mezquindades... estamos en presencia de un hecho revolucionario que se inventa, se edifica en un sostenido fluir de procuras y enigmas. ¡Así es la Revolución Bolivariana! Un desafío y una promesa, un parto de cayenas, una amplia habitación y un sueño caudaloso.”(24)
Para nosotros, la Revolución Bolivariana más que el producto de la deliberación académica, intelectual o política fríamente sistematizada, es la integración de voluntades, sentimientos, recuerdo y valoración histórica de la lucha contra el colonialismo español; gesta libertaria por la independencia y resistencia cultural. Teniendo como matriz, las reflexiones políticas y filosóficas del Libertador Simón Bolívar, además de los aportes político-pedagógicos de Simón Rodríguez y las proclamas sociales de Ezequiel Zamora. A ello debemos agregar, que la propia dinámica de esta revolución, así como sus características inéditas, entre otras, ser una revolución pacífica, permite la flexibilidad y riqueza de amplitud como para hacer parte de su acervo teórico-ideológico aportes como el de José Martí, Sandino, Morazán, Guevara, Mao, entre otros, según las reflexiones de uno de sus propulsores, el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Lo cual no significa, que el Bolivarianismo como propuesta política y revolucionaria sea una amalgama de retazos ideológicos, generado más por el oportunismo de una coyuntura política o histórica, que por una razón política-ideológica estrechamente vinculada a la necesidad de impulsar la justicia social, equidad, libertad y desarrollo integral del pueblo venezolano, así como la integración con el resto de pueblos de NuestraAmérica.
La pertinencia de la obra de Bolívar como matriz fundamental para la liberación, después de doscientos años, cobra sentido en la medida que se actualiza y enriquece con el fruto de otras elaboraciones teórica-políticas posteriores, sobre todo en aspectos esenciales como: Lucha por la Liberación Nacional desde un pensamiento propio, lo cual, abre una variedad de temas de fundamental importancia en la significación de la Revolución Bolivariana, como: Reivindicación del papel del hombre, del indigenismo, de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del proceso revolucionario; Anti-imperialismo e integración latinoamericana; Tensión entre la acción política y la elaboración de la teoría revolucionaria. Que, como veremos más adelante, coinciden en muchos aspectos con la obra y pensamiento de Mariátegui.
Lucha por la Liberación Nacional desde un pensamiento propio
Uno de los obstáculos insalvables de las diversas propuestas de liberación llevadas a cabo por los pueblos oprimidos del mundo, ha sido la ausencia de un referente político-ideológico que sintonice las necesidades, aspiraciones y propuestas de cambio, con el acervo histórico-cultural de dichos pueblos. La guerra fría y el propio manejo mecánico, dogmático y burocrático de las teorías revolucionarias, hacían que las tesis de liberación nacional sonaran a imposición, incomunicación entre los sectores de vanguardia y los pueblos y, lo que fue peor aún, la propuesta teórica se convertía en una negación e incomprensión de la realidad, imponiendo sujetos, situaciones, objetivos y programas que nada tenían que ver con las características propias de esos pueblos.
La Revolución Cubana y hasta cierto punto el esfuerzo nicaragüense y salvadoreño, tienen como elemento coincidentes que el arribo a las premisas de liberación nacional, marxistas o de cualquier otro contenido universal se da desde la reflexión e interpretación de sus estados de miseria y opresión específica, de sus historias de intervencionismo imperialista, contenido en la mirada particular-regional de sus próceres: Martí en Cuba; Farabundo Martí en El Salvador y Sandino en Nicaragua. Así, uno de los aspectos de ruptura y enriquecimiento de la propuesta Bolivariana como revolución sin más, reside precisamente en apostar por un proceso de cambio, de ruptura revolucionaria partiendo, por una parte de nuestra realidad y, esto es muy importante, de la continuidad histórica de luchas desde el mal llamado descubrimiento hasta ahora.
No es un Marx desconocido y distante de las grandes mayorías sociales quien convoca agitando las banderas de la lucha contra la injusticia social; es el propio Bolívar, en compañía de Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora quien se nos descubre como agitador, propagandista, organizador y estratega de nuestro proceso de liberación. Es la historia que dignifica y compromete (la sana añoranza del Incario en Mariátegui), en donde el impulso ideológico, ese resorte que conduce a los pueblos a movilizarse, no está en la sola promesa de un mundo mejor, sino en la satisfacción colectiva de saberse parte de la resistencia indígena; de las luchas de independencia con Bolívar al frente y de las sucesivas confrontaciones contra los enemigos de la patria a lo largo de nuestra Historia.
Otro elemento importante a resaltar, en lo que respecta el papel de un pensamiento propio en la fundamentación de la liberación nacional, está en que impulsar ese pensamiento, sus contenidos y características, remite no solo a lo temporal como eje histórico, que es un poco lo que vimos anteriormente, sino que también es una reivindicación de lo espacial como coordenada geográfica-existencial. Esas epopeyas, esas luchas del pasado se desarrollaron en espacios que ahora reconocemos a pesar de haber cambiado su arquitectura; es el lugar de origen de nosotros mismos, de un familiar, vecino o amigo. Los nombres de pueblos, de ciudades, de caseríos, nos remiten a momentos puntuales de nuestras luchas libertarias. Bolívar, junto a un sin número de héroes, conocidos y desconocidos, así como la geografía nacional se nos convierten en referencias integrales, en cercanía, en asunción de la conciencia nacional y revolucionaria desde la cotidianidad. Hoy, bajo la inspiración de la Revolución Bolivariana ciudades como La Victoria, Puerto Cabello, La Guaira o pueblos como La Grita, Tinaquillo, Villa de Cura son iconos, escenarios de lucha y sacrificio de nuestros antepasados.
El trabajo de construcción de un pensamiento propio como palanca del proceso de liberación, trae una revalorización de la producción artística e intelectual como pueblo-muchedumbre. Hace rato la lectura de Doña Bárbara o Florentino y el Diablo, por solo nombrar dos casos, alcanzan una connotación mucho más integral, cercana e ilustrativa del pasado reciente. Y hasta las manifestaciones culturales y populares comienzan a ser herramientas de continua consulta y disfrute por parte del militante bolivariano. Ilustremos con un ejemplo este punto de vista: “En fidelidad a lo ocurrido en ese proceso histórico -Gaspar E. Velásquez- (desde 1948 hasta el presente), tenemos que tomar en cuenta, que es necesario aprender, desaprender y reaprender en la reconstrucción de nuestro verdadero proceso histórico, es la única manera con la cual podremos, fiel y de forma científica, enlazarnos con nuestro verdadero hilo histórico, puesto que la historia de Venezuela y del mundo la escribieron súbditos y mercenarios de las oligarquías nacional e internacional.”(25)
El Humanismo: reivindicación del indigenismo y de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del proceso revolucionario
Otro aspecto de significativo valor en la Revolución Bolivariana tiene que ver con el hombre o la mujer, no como categorías abstractas, sino como hecho humano y social, con historia y entornos integrales. Es característico, en la resolución de políticas o medidas gubernamentales la ubicación del rol y satisfacción de necesidades concretas del ser humano, baste la referencia a las misiones dirigidas a los segmentos más desasistidos de la población. Así como el uso de los recursos públicos, particularmente de la renta petrolera, dirigidos a la inversión social. Pensamos, sin temor a equivocarnos, que a excepción de la Cuba socialista, no existe país alguno en el planeta tierra que destine tal porcentaje de recurso a los sectores populares.
La Revolución Bolivariana, entre el dilema de desarrollo económico y atención social, ha sabido insistir que la mejor garantía de progreso reside en la apuesta por el ser humano como capital esencial de toda sociedad. Así también, en su revalorización de las manifestaciones populares está inscrita la reivindicación de la subjetividad de las grandes mayorías, sus mitos, creencias, costumbres, como virtudes y no como taras sociales, que es el calificativo con el cual estaban registradas esas riquezas del pueblo en los gobiernos anteriores.
Continuamente Hugo Chávez, líder indiscutible de este proceso, subraya el carácter humanístico del la Revolución Bolivariana. Y tal vez sea la propuesta del Desarrollo endógeno un buen ejemplo para observar esa estrecha vinculación entre economía, revolución, producción, hombre y sociedad. Como sostiene Carlos Lanz: “Desarrollo endógeno sin ciudadanía no existe, la siembra de ciudadanía y la ciudadanización es un aspecto clave del desarrollo endógeno.”(26).
Importa mucho la siembra de ciudadanía como tensión entre el habitante y el activista bolivariano, pues difícilmente podemos ser revolucionario o militantes del proceso, si ni siquiera nos auto-reconocemos como ciudadanos y sobretodo ciudadanos críticos, aproximación necesaria para la definición del revolucionario como un estadio superior del ser humano, como sostenía el Che. “Eso significa, según Héctor Navarro, ex ministro de Educación Superior, que si nosotros queremos formar ciudadanos participativos, críticos, protagónicos, corresponsables, tenemos que hacerlo en un ambiente que sea crítico, participativo, corresponsable, solidario, con esos valores que están en nuestra Constitución”(27). Ni más ni menos es la exigencia de una educación, en el proceso bolivariano, formadora de ciudadanos; generadora del ambiente apropiado para la cosecha de bolivarianos revolucionarios, de hombres y mujeres críticos, vistos así mismos como militantes de la única causa imperecedera, constante, universal y propia del ser humano en estadio de trascendencia desde lo individual hacia lo colectivo, lo social, la causa de la liberación de la especie humana de cualquier injusticia, violencia y desigualdad.
A lo largo de la historia anterior a la V República, la población indígena venezolana, vivió carente de derechos o de mínimas condiciones de respeto. Los descendientes de los primeros habitantes de estas tierras fueron diezmados por los españoles y demás conquistadores, luego perseguidos y marginados por los gobiernos de sus respectivas repúblicas. Sin embargo, con el arribo al gobierno del presidente Chávez comienza un proceso de reivindicación de este sector social que se va a expresar, primero; en el reconocimiento como seres humanos, con costumbres y valores que enriquecen el acervo socio-cultural de nuestro país y, segundo en la formalidad contenida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “Capítulo VIII, De los Derechos de los Pueblos Indígenas”.
Debieron transcurrir más de quinientos años, para que este importante conglomerado social, alcance derechos humanos, respeto político, social y constitucional. Lo cual incluye respeto a sus costumbres, lengua, territoriedad, memoria histórica, ajuste de cuenta con la injusticia y un importante paso hacia la integración nacional (eco mariateguista), resguardo de las fronteras, de los recursos naturales y ejercicio inédito de soberanía nacional. Así como ruptura con siglos de complicidad entre los gobernantes criollos y la metrópoli; es apertura para reinscribir la historia de esos pueblos y por extensión del continente americano.
La reivindicación del indígena es también parte del reconocimiento de comunidades abandonadas en el interior del país y marginadas en las grandes ciudades, tales como los afro-descendientes y emigrantes de naciones hermanas. También incluye este proceso, la reivindicación de la mujer, niños, adolescentes y ancianos abandonados por la lógica inclemente del capital.
La constitución de la República Bolivariana de Venezuela es contundente en lo que respecta el rol del pueblo en el desarrollo y construcción de la Revolución Bolivariana. Términos como Contraloría Social, Participación Protagónica; Economía Social, además de resoluciones políticas como: Vuelvan Caras, Barrio Adentro, Misión Robinsón, Ribas, Sucre; Universidad Bolivariana, Misión Cultura, entre otras, contienen una disposición política donde el sujeto fundamental son las grandes mayorías sociales. Para William Izarra, actual vice-ministro de relaciones exteriores para Asia; “...la revolución, cuyo modelo político es la democracia participativa y directa significa, antes que nada, transformar el poder en instrumento del pueblo. Es transferir la toma de decisiones a las comunidades organizadas. Es gobernar con base a los derechos de la participación del pueblo. Es darle consistencia constitucional a los actores soberanos del colectivo nacional. Es reconocer el derecho que tiene el militante, activista o revolucionario identificado con el Proceso, para expresar sus opiniones y que éstas sean respetadas. Es también aceptar las decisiones de la base, en todo lo concerniente al ámbito de su competencia. Es, de manera concluyente, darle todo el poder al pueblo.”(28). Pero no se trata solo de la política, tal como la conocemos, es el reconocimiento integral de los sectores populares, de sus virtudes, de sus carencias, de sus sueños y esperanzas, incluidos en la propuesta de cambio. Es la proximidad, entre esos sectores y los decisores políticos, a pesar de las limitaciones de las estructuras administrativas y de muchas incomprensiones en algunos actores fundamentales de la Quinta República. Hoy, el hombre de la calle, gracias a las normativas constitucionales, al conocimiento de éstas, pero sobre todo a la enseñanza presidencial basada en la anécdota, el chiste, la pedagogía, encuentra en su historia concreta, particular modo de vida y costumbres locales, un potencial, una riqueza hasta ahora usurpada y marginada por los regímenes anteriores. Existe una total reivindicación de la dignidad a pesar del estado de pobreza real, un entusiasmo, una apuesta en la cual ese hombre ayer marginado, hoy se siente protagónico como sujeto social, planificador, ejecutor, organizador, agitador, trozo de historia.
Estas consideraciones gubernamentales han cambiado la cotidianidad de cantidades de personas a lo largo y ancho del país en apenas seis años. La asistencia medico-asistencial de los cubanos; las misiones y las alocuciones presidenciales han convertido a hombres y mujeres, hasta ayer marginados, en actores políticos de sus comunidades, sean urbanas o rurales. La democratización de la comunicación mediante las radios comunitarias alternativas y la prensa alternativa, abre una mayor posibilidad de conocimiento y comprensión de lo político-social para el hombre común a pesar, como ya lo señalamos, del saboteo de individualidades o grupos contrarios al proceso bolivariano inscritos en el entorno gubernamental.
Anti-imperialismo e integración latinoamericana
Difícilmente la Revolución Bolivariana puede ser consecuentemente integracionista si a su vez no es anti-imperialista y viceversa, porque a la final el anti-imperialismo no es más que la comprensión integral de las razones últimas de atraso, miseria y dependencia de los pueblos (el socialismo indo-americano de Mariátegui, solo puede serlo en tanto es anti-imperialista), amarrados a una suerte de destino que les imposibilita la profundización de la unidad y el desarrollo armónico. Así, anti-imperialismo e integración latinoamericana están llamados a ser dos gestos de una misma acción política. El imperialismo medra y estimula la división y aislamiento entre pueblos hermanos, su lógica no es otra que aprovecharse de las riquezas de pequeños pueblos, huérfanos de apoyo y solidaridad. Así, cuando se habla, como lo hace la Revolución Bolivariana, de integración, se está abriendo la posibilidad de identificar al enemigo externo (el imperialismo); a los enemigos internos (los pro-yanquis nacionales) y a la perversa desunión, constatándose así que la palanca fundamental para nuestro desarrollo, autonomía y soberanía es la integración de los pueblos Nuestro-americanos, en férreo combate contra el imperialismo y sus lacayos internos.
En palabras de Samuel Moncada: “El latinoamericanismo, la integración latinoamericana, es otra parte esencial de lo que significa bolivarianismo: la conciencia clarísima de que Venezuela sola es débil, pequeña y puede ser presa de los grandes poderes mundiales, pero que unida al resto de América Latina se convierte en un bloque de poder que puede ver a los ojos a los otros poderes. Eso es lo que Bolívar llamaba precisamente ‘el equilibrio del universo’ frente a los grandes bloques de poder que él veía como los grandes imperios” (29).
En nuestra interpretación, este aspecto de la Revolución Bolivariana, no solo se tensa por la presión del imperio, es que en sí mismo, la lucha anti-imperialista y la integración latinoamericana, es la apertura de un diálogo necesario, impostergable; del conocimiento y reconocimiento de nuestras similitudes, de nuestras diferencias; es la revalorización de historias, costumbres e idearios de estos pueblos tan cercanos geográficamente, pero tan distanciados por obra del imperio y las oligarquías nacionales. Es la reconstrucción de la identidad Nuestra América bajo el crisol de diversas y ricas maneras de ser en víspera de la gestación de un ser humano síntesis de múltiples determinaciones.
Ese anti-imperialismo también contiene un llamado para el propio pueblo oprimido y marginado del imperio, el pueblo estadounidense. Nos reconocemos en el descubrimiento de los mecanismos de dominación del imperio, al tiempo que descubrimos para el pueblo oprimido de éste, el estado de sujeción del mismo. Nada más parecido a la fuerza de la Dialéctica que esa relación armoniosa entre anti-imperialismo e integración latinoamericana, uno complementa el proceso creativo del otro. Ambas intencionalidades configuran la posibilidad de un sujeto político-social dinámico, consciente del mundo en que se desenvuelve a partir de la comprensión integral de su estado actual. También es la configuración de espacios para el inventario exhaustivo de iniciativas y propuestas, que en su conjunto aporten al escenario internacional un agregado fundamental para entender las relaciones de desigualdad y los peligros que corre el planeta ante el mundo unipolar, desde una visión inédita y particular. No de otra manera ha de entenderse el llamado de la multipolaridad que tanto subraya el presidente Chávez y que en palabras de Samuel Moncada se sintetiza en: “Pensamos que el multipolarismo es mejor que el unipolarismo, es decir, que haya varios polos, el equilibrio del universo otra vez. Un solo polo de poder en el mundo con un solo y gigantesco poder, ese no es el equilibrio del universo. Unirse los pequeños en bloques, para contrarrestar a los grandes bloques de poder, es restablecer el equilibrio del universo y eso es Bolívar directamente hace 200 años, hoy en vida.”(30).
Tensión entre la acción política y la elaboración de la teoría revolucionaria
Es clásico en los teóricos de la revolución social la sentencia: “Sin teoría revolucionaria, no existe acción revolucionaria”. Pero resulta que una investigación exhaustiva de lo que denominamos Revolución Bolivariana seguramente nos llevará a la conclusión que ésta no cuenta con un cuerpo teórico sistemáticamente pensado y elaborado ¿Concluiríamos que el proceso bolivariano no es revolucionario según la apreciación de los clásicos? o más bien, nos atreveríamos a un paso mucho más interesante y trascendente, en el cual, la afirmación mencionada:“Sin teoría revolucionaria, no existe acción revolucionaria” termina constituyéndose en una aseveración, que sesga la acción de las masas populares y limita a los actores de vanguardias a desempeñar un rol concebido y elaborado por seres escogidos y exclusivos. Según ese guión, el accionar revolucionario, al igual que la interpretación de la realidad político-social, estarán sometidos a las consideraciones teóricas revolucionaria preconcebidas y acordada por una elite de especialistas.
Para nosotros la Revolución Bolivariana lo es en tanto es inédita. Es un proceso que gestado desde la institucionalidad de la democracia representativa burguesa, promete ser una ruptura con la lógica de ésta; aceptando, respetando e impulsando la cultura del debate; la libre circulación de ideas y demostrando gran capacidad de tolerancia ante los exabruptos de conspiradores antidemocráticos. Es una revolución que se define como anti-imperialista y mantiene relaciones con el Imperio. Y es un proceso que espera ser novedoso y ejemplo ante el mundo, a partir de una premisa teórica del siglo dieciocho (el pensamiento de Bolívar), cuestión que en alguna medida lo ha logrado a pesar de los obstáculos, provocaciones y saboteos externos e internos.
Se verifica, en el seno de la Revolución Bolivariana, una relación inédita entre el accionar político y la elaboración teórica. Recordemos que los cimientos de esta revolución están en el pensamiento político de Simón Bolívar, los aportes pedagógicos de Simón Rodríguez y las consideraciones sociales de Ezequiel Zamora. Sin embargo, y de manera simultánea, este cuerpo doctrinal, en poco menos de seis años ha venido incorporando a su reflexión teórica aportes de otros autores venezolanos, latinoamericanos y universales.
Obsérvese que detrás de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esta un compendio jurídico, sociológico, político, geográfico, extraído de las últimas reflexiones realizadas por la humanidad en tales campos. De igual modo, en propuestas como Economía Social; Desarrollo Endógeno; Comunicación Alternativa; el ALBA; la Carta Social de las Américas; la Multipolaridad; Escuelas Bolivarianas, medran significativos aportes de Lingüistas, Semiólogos, Sociólogos, Economistas, Filósofos, especialistas de la comunicación social, venidos de las más avanzadas reflexiones de pensadores libertarios, marxistas de nuevo tipo, feministas, ecologistas y humanistas en general.
En tal sentido, la Revolución Bolivariana se concibe así misma como un proceso inacabado, presto a enriquecerse con lo mejor de la humanidad en lo que respecta la reflexión teórica (Mariátegui y su concepción de la filosofía marxista). Y este es un detalle de suprema importancia, pues contiene la dicotomía entre encerrar el todo social en los límites de un cuerpo de ideas preconcebidas (Teoría de la Revolución Bolivariana) o, apoyarse en una reflexión propia (el Bolivarianismo) y desde él abrirse al reto de lo social; ruptura de paradigmas, producción teórica y profundización ideológica, en el marco del inmediato porvenir. Pensamos que hasta ahora, y de manera intuitiva, ha funcionado así este proceso, necesario es concienciar ese paso y por consiguiente hacerlo mucho más eficiente en lo que respecta a generar las pautas para la continua elaboración y reelaboración de la Teoría de la Revolución Bolivariana.
Otro asunto de peso en este punto (relación entre la teoría revolucionaria y la acción política bolivariana) tiene que ver con la concepción que se tenga del hombre, de la mujer y del pueblo en general como factor fundamental en un proceso revolucionario. O concebimos un hombre, una mujer, un pueblo pasivo, acrítico o todo lo contrario, confiamos en esa frase de Nazoa, “Creo en los poderes creadores del pueblo”. Hasta ahora la revolución bolivariana, con todos los riesgos que ello significa, viene transitando el camino de enriquecerse, en términos teóricos, en un diálogo constante y permanente con los sujetos esenciales de toda revolución social, los sectores populares y unos tantos intelectuales orgánicos, como los denominaba Gramsci, favorables al proceso bolivariano.
Parte III
4.- MARIÁTEGUI Y LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
El principal acercamiento entre el esfuerzo teórico-político de José Carlos Mariátegui y la Revolución Bolivariana reside en el punto de partida de ambos: la reelaboración de un pensamiento propio, nacido de las especificidades del Perú en un caso y de Venezuela en el otro. A partir de allí se desprenden búsquedas, encuentros y desencuentros con las teorías universales vigentes; interpretación del Perú; redescubrimiento de Venezuela; identificación del papel de las grandes mayorías, de la mujer, del indio, del hombre, del imperialismo. Es mediante la construcción de ese pensamiento original, interpretando el marxismo según la particularidad peruana, que Mariátegui va hacia el descubrimiento de la historia, la tradición e importancia del Incario. La dignificación del indio, la reivindicación de su historia. De igual modo, es esa particular manera de asumir la obra de Marx que lo conduce al humanismo marxista, puente de comprensión entre las ideas avanzadas de la Teología de la Liberación, la Ecología, el Humanismo, el respeto a los géneros humanos, entre otros, y las propuestas de Liberación Nacional. Así mismo, es en ese redescubrir al Perú, su historia, su economía, su sociedad, la desigualdad de clase y la alianza de clase entre los sectores burgueses y el imperialismo, que Mariátegui entenderá que la única forma del Perú y Nuestramérica de ser libre, soberana y autónoma es enmarcando su acción en un programa de liberación anti-imperialista, socialista e indo-americano.
En el caso de la Revolución Bolivariana encontramos que ese punto de inicio –la reelaboración de un pensamiento propio, en este caso, el bolivarianismo-, dará continuidad a su proceso histórico y sentido de pertinencia: la lucha de hoy es la misma emprendida por Guaicaipuro y los suyos, José Leonardo Chirinos, Bolívar, Zamora. Es el inventario del largo peregrinar de las masas populares bajo el sometimiento de los oligarcas, desde Páez hasta Gómez y desde el primer Betancourt hasta el último Caldera. Es el reconocimiento de las minorías indígenas, de los negros, de los explotados de siempre. Encuentro con el hombre, con la mujer de carne y hueso, dándole ese carácter humanista al proceso bolivariano. También es la lucha contra el imperialismo y el esfuerzo por la integración latinoamericana.
Otro aspecto interesante cuando observamos la relación entre la obra de José Carlos Mariátegui y el proceso venezolano, está en lo que respecta la elaboración de la teoría de la revolución. Mariátegui subraya la correspondencia entre el hecho revolucionario y la continua reelaboración de la teoría revolucionaria (El marxismo como una filosofía de la historia apta para enriquecerse con otras vertientes filosóficas). Proceso de teorización de la praxis como conjunción de elementos objetivos y subjetivos, de necesidades y exigencias en consonancia con lo dialéctico-histórico dado, que forma y conforma la totalidad social como síntesis del decurso histórico y discurso teórico. Permitiendo la misma afirmarse o sucumbir ante los nuevos agregados teóricos-prácticos. Disposición de la voluntad de acción para la transformación en la transformación, como un proceso individual y colectivo que no termina en la incorporación al aparato, el partido o movimiento, sino que es allí donde ha de iniciarse. Estableciéndose un paralelismo entre; la realidad histórica-social (incluyendo en ella la teoría, el arte, lo ideológico, lo social, lo económico) y el hombre, ambos en dialéctica armonía revolucionaria. Revolución en la revolución que incluye no solo la teoría, la realidad, sino fundamentalmente al sujeto que sintetiza la totalidad concreta en el cambio. Históricamente, los inicios de los años 20 del siglo pasado, constituyeron un instante relevante de ese proceso, expresado en hombres como G. Lukács, K. Korsh y A. Gramsci, entre otros, y silenciado por la instauración de la ortodoxia soviética.
En la Venezuela Bolivariana, si bien no existe una reflexión explicita, es evidente un proceso de elaboración teórica al fragor de la práctica política, del voluntarismo que caracteriza al líder del proceso y en ese contexto, existe la apertura a propuestas y tesis que enriquezcan la profundización del proceso de liberación. Por supuesto que se dan casos de obstáculo, de menosprecio por el estudio, por la formación crítica, sin embargo apostamos que más temprano que tarde, este déficit del accionar político revolucionario se convierta en uso cotidiano tanto del militante de base como del dirigente local, regional o nacional.
En los tiempos de Mariátegui (1918-1926), el imperialismo Yanqui no había alcanzado la fortaleza actual, de allí que silenciar y aislar su aporte, vino mas por sectores “identificados” con la revolución social, pero cargados de ortodoxos y deficientes métodos para la comprensión de la realidad peruana y latinoamericana en general. Sujetos, que sin proponérselo sembraron el camino hacia la liberación de desconcierto, confusión y escepticismo en las masas Nuestramericanas, dejándolas en manos de la socialdemocracia, social-cristianismo, militares golpistas y fascistas. Fue brutal el peso específico de la III Internacional, su burocratismo, concepciones y occidentalismo. En la actualidad, la fuerza del imperialismo es innegable, sin embargo el peligro, la amenaza, paradójicamente tiene su asidero en el seno mismo de la Revolución Bolivariana; en la presencia de rasgos de la vieja cultura política adeco-copeyana, con su secuela de: clientelismo, paternalismo, coyunturalismo, oportunismo, corrupción y burocratismo, además de una especie de culto a seudo valores propios de la decadente cultura occidental. Evidentemente, no existe una suficiente valorización de la teoría, de la construcción en conjunto, de la investigación para la participación, para la revolución. No se ha interiorizado en lo individual y colectivo el contenido de la propuesta Bolivariana, es más, en algunos sectores se desconoce, tergiversa o personaliza.
Por último, y guardando la distancia del caso, salta a la vista los elementos coincidentes entre el pensamiento del Libertador Simón Bolívar; los Aportes teórico-políticos de Mariátegui y la actual búsqueda de la Revolución Bolivariana. Ese “no ser calco ni copia” de Mariátegui es el eco de aquel “inventamos o erramos” de Rodríguez. Ese tránsito desde la realidad del Perú hasta la propuesta de una revolución indo-americana, es el mismo que se constata en la lucha bolivariana contra el imperialismo y por la integración latinoamericana.
El esfuerzo mariateguista, siempre estuvo dirigido porque el hombre común del Perú se descubriera victorioso, digno, histórico. La Revolución Bolivariana en boca de Chávez y en la práctica de sus seguidores, es un solo canto de reivindicación de sus raíces populares. Y así como Mariátegui, en su tiempo, reconoce el avance de Europa, mientras reivindica la especificidad latinoamericana, de igual modo hoy, la propuesta bolivariana reconoce el adelanto de la técnica y la ciencia occidental, asumiéndola como producto de todo el esfuerzo de la humanidad y que debe estar al servicio de los pueblos para su desarrollo, bienestar y disfrute de una vida digna.
Esperamos que este sencillo aporte permita sopesar cuanto de trascendencia alcanzaría la Revolución Bolivariana al integrar, no solo el pensamiento de José Carlos Mariátegui, de José Martí, Farabundo Martí, Sandino, Zapata, Eliécer Gaitan, sino de muchos otros Nuestroamericanos silenciados por la cultura pro-imperialista de tantos lacayos nacionales y por la comodidad del pensamiento único que impone el imperio. Esperamos también contribuir, de esta manera con el debate necesario sobre la vigencia del Socialismo, que en nuestra perspectiva tiene, desde hace muchos años una connotación inocultable: SOCIALISMO NUESTROAMERICANO, que entre otros elementos constitutivos contiene; el Marxismo Crítico Latinoamericano, el Cristianismo Liberador, el Bolivarianismo Revolucionario, la Resistencia Indígena, la Resistencia Afro-americana, los Pensamientos Regionales, el Humanismo Marxista y otros tópicos llamados a ser debatidos y profundizados.
Parte IV
5.- GLOBALIZACIÓN Y NEO-LIBERALISMO
Ante el poder del imperio:
“pesimismo de la razón
Y optimismo de la voluntad”.
Gramsci
Globalización
El común denominador en la mayoría de países sometidos a los designios del capital son: la transferencia del valor por ellos generados hacia los centros de poder del imperio; la succión de recursos financieros y la remisión de utilidades industriales; la pérdida de autonomía política de las clases dominantes de la periferia y la amenaza constante o hecho cumplido del intervencionismo militar norteamericano.
En los centros del poder imperial puede aumentar la pobreza, profundizarse las diferencias distributivas o sufrir los embates de apertura comerciales, aumentos del precio petrolero o dificultades ante fuertes veranos o inclementes inviernos. Sin embargo, en este virtuoso escenario global, cada una de esas incomodidades del centro tiene sus contrapartidas en la periferia. La pobreza en el norte, es la cruda indigencia, desnutrición y muerte en el sur, miseria y prácticamente desaparición de poblados ante el abandono gubernamental y las exigencias de los organismos multilaterales. El sur existe para pagar las cuentas que el norte consume. Pero ojo, no todos pagan las cuentas en el sur, como tampoco todos son insaciables consumidores en el norte. Las clases dominantes del sur han conseguido la manera de ser invitados de segunda, pero invitados al fin de los grandes festines del norte. Son socios y en esa sociedad, el invalorable capital que “poseen” es ser la legítima garantía para la recolonización del sur. El norte no necesita invadirnos, sus nuevos “hermanos postizos” abren las puertas, las ventanas o el patio, para que el “hermano grande” se sienta a sus anchas. Ahora se equilibran las cosas; algunos miserables en el centro, junto a muchos miserables de la periferia, pagan las cuentas que consumen los pocos ciudadanos del norte, junto a los ciudadanitos del sur.
La jornada de más de un siglo, ha sido casi perfecta. La complejidad del tejido indica con creces la magnitud de la tarea: la subordinación a los amos del capital alcanza hasta al inconsciente de las clases dominantes en nuestras regiones; entretenimiento audiovisual, radio y prensa escrita complementan la magna tarea de dependencia financiera, entrega descarada de recursos naturales y privatización de empresas estadales junto a la entrega de estratégicas zonas. Dos grandes tenazas oprimen la soberanía política-económica de las naciones sometidas al imperio: el departamento de estado y el fondo monetario internacional ¡qué triste, cuando lo inconcebible se nos presenta como normal y aceptable! existen estados o naciones “justas” “independientes” y “libres”, aunque no gocen de soberanía económica y política.
Irónicamente, aquellos estados que más apostaron a las recetas del norte, que mejor y más consecuentemente inscribieron sus prácticas políticas-económicas-financieras en el engranaje neoliberal, mas dramáticamente sufrieron y sufren las consecuencias de tan demenciales decisiones. El comulgar activamente con la globalización tiene consecuencias un tanto impredecibles, esto es: cuando pretendes darle un parao al esfuerzo globalizado que te prometía ser más rico como país, descubres que ya estas más pobre y si continuas en el juego puede ser que pierdas lo poco que te queda como nación. Mientras, el consejo de seguridad de la ONU, la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional, continúan garantizándole a menos de una veintena de naciones el control sobre más de 200 países humillados y saqueados. Juego perfecto: el neoliberalismo, como arma perfecta de la globalización, cuenta para la mejor ejecución de sus tareas con la tríada: recolonización política, expropiación económica e intervencionismo militar en los países subordinados.
Así, la prefiguración de la integración del capital a escala mundial se realiza en la conjunción de países y clases dominantes del norte. El consenso y la concordia tiene su espacio en las instancias políticas (ONU, G-8), económica (FMI, BM, OMC) y militar (OTAN). Un solo sujeto -el imperialismo- con diversas y apropiadas instancias garantiza la presencia activa desde la globalización de privilegios a unos pocos y hambre a unos muchos. Su perversión se concretiza en el atropello de naciones (Palestina, Haití, Afganistán, Irak, por ejemplo) por parte de un agresor (USA e Israel) que obliga a sus socios a voltear la mirada (la vieja Europa), siempre en estado de ausencia, de irresponsabilidad. También, la globalización por intermedio de sus tantos tentáculos; contamina la capa de ozono; acaba con la vida de indefensos osos polares y de centenarios árboles en la Amazonía, mientras deja en la calle a ejércitos de desempleados. Pero no importa porque esa misma globalización produce “defensores” de la capa de ozono, de osos polares, de la Amazonía, junto con premios nobel de la paz y profesionales de los derechos humanos.
Entonces somos socios-espectadores del crimen globalizado, del redentor globalizado y la magnitud de la ofensa desarrollada en Irak o el ejército de desempleados, nos convencen de la existencia de puntos borrosos en el recuerdo, de pequeñas referencias, de sumatoria de días con sus noches de hambre que acaba de llevarse a un niño más de la calle en nuestras grandes ciudades (ahora solo quedan unos 4.999 millones de personas, entre ellos, alguno se despedirá mañana).
En este “apreciable” mundo globalizado, solo en casos de imperiosa necesidad (esto es, casi siempre), por la paz, la democracia y libre expansión del imperio, se viola uno que otro protocolo, y a espalda de los organismos creados para justificar el avance de la globalización, desde el cielo el terror se siembra en Afganistán e Irak, mientras se afinan los cañones hacia Corea, Irán, Venezuela, y cualquier otro país del sur que ose tener grandes recursos naturales en sus suelos, ser referencia geográfica de importancia o pretender modelos de gobierno y desarrollo al margen de la falsa democracia norteamericana y peor aún, de su criminal criterio de progreso y desarrollo.
No veremos ya, por un buen tiempo, confrontaciones entre las grandes potencias, lucha por mercados, territorios y recursos, para eso está el gran gendarme del mundo (U.S.A) el cual, luego le coloca precios a la repartición del botín. A cada cual según sus grados de indignidad, hasta los pequeñines tienen cabida en el festín (recuérdese El Salvador y su miserable precio por participar en la invasión a Irak). En síntesis se ha globalizado la explotación de los recursos naturales en todo el planeta tierra, las técnicas de creación y satisfacción de necesidades para un pequeño grupo de la población mundial, mientras se generaliza la violencia, el odio y la usurpación de la dignidad. Hace bastante rato secuestraron el amor, como idea fuerza para la inspiración y creación del género humano, la solidaridad y el respeto. La globalización del mal no acepta, ni perdona cualquier amago de insolencia, de vulneración a sus reglas de juego, de allí que últimamente ha venido insistentemente dirigiendo su ojo de muerte y desolación hacia la Venezuela bolivariana. A esa globalización y su brazo ejecutor de violencia le molesta la democracia protagónica y participativa; le incomoda que más de un millón de seres humanos, en un país llamado Venezuela, haya, en menos de un año aprendido a leer y escribir; no soportan los cancerberos del norte que un pequeño país llamado Cuba, “invada” con amor, salud, deporte, educación y solidaridad la patria de Bolívar, pero menos aún, está dispuesto el imperio de la desgracia, a que un gobernante cualquiera de la periferia reivindique la soberanía, libertad e independencia de su nación.
Entonces el imperio de la perversión prepara el terreno, suelta sus principales voces, para que desde la propia periferia le hagan coro. Llama y recuerda acuerdos, favores y promesas a los lacayos, a la oligarquía local, a los dueños de las empresas privadas de comunicación, a sus mejores aliados. Prepara una nueva incursión, ahora será, según sus cálculos y atorrante necesidad en tierras NuestrAmericanas. Para algunos, la maldad e inhumanidad del imperio nos empujará a una guerra asimétrica, para otros, simplemente el imperio se juega la posibilidad de, en tierras del libertador Bolívar, pelear la primera guerra contra todo un pueblo de este siglo.
Ante el neo-liberalismo, la salida es el socialismo
Las consecuencias de la globalización están en el acelerado control integral sobre toda forma de vida o manifestación de ésta, no escapando a este designio la economía, la política, el arte y la cultura en general, el deporte y el esparcimiento en todas sus modalidades. Mientras el neo-liberalismo se ocupa de aprisionar la vida actual, sus tentáculos científicos-tecnológicos se aseguran la consecución de formas y maneras de monopolizar la vida futura en la tierra, mediante el uso de la bio-tecnología y demás avances científicos. El monstruo de tres cabezas (imperialismo, neo-liberalismo y globalización) multiplica y cualifica la monopolización de las economías mundiales, regionales, nacionales y locales en unas pocas manos, imposibilitando a la mayoría de los países del tercer mundo, insertarse y/o beneficiarse de la economía mundial globalizada; de los adelantos científicos- técnicos; del ocio recreativo; del sano entretenimiento y del goce de lo mejor de la naturaleza y de la creatividad humana.
El neo-liberalismo ha demostrado con creces, ser la garantía para el insaciable enriquecimiento de los pequeños grupos que detentan el poder en las naciones desarrolladas y ante todo de su minoría dominante; no así la respuesta a la miseria generalizada de nuestros pueblos, sin embargo, esto pareciera no ser suficiente para algunos sectores que continúan apostando a un “capitalismo” con rostro humano, a un “desarrollo” capitalista diferente. Por lo visto, no han sido suficientes todos los siglos de capitalismo en el mundo, para que la socialdemocracia se convenza del fracaso y salvajismo incontrolable que caracteriza y da razón de ser a ese sistema. El neo-liberalismo evalúa los rechazos, la magnitud de la crisis que él mismo genera, las voces que dicen socialismo y, en su desesperación, hace inventario de posibles aliados, redefine escenarios y recuerda lo bien que la pasó luego de la segunda guerra mundial con la socialdemocracia. Una vez más se desata la desinformación desde la ignorancia magnánimamente distribuida. Arrecia la vocería nacional e internacional confundiendo adrede comunismo con socialismo, gobiernos con estados, corrientes de pensamientos con moralismo, entre otras invenciones.
El virus neo-liberal de la socialdemocracia no es nuevo, ni se engendró con la globalización, esa malformación capitalista es parte constitutiva de sus genes, lo cual se expresa con toda claridad en la afirmación de Bo Gustafsson: Bernstein aconsejó una aproximación entre la socialdemocracia y el liberalismo. Para Bernstein la socialdemocracia era no solo la continuadora histórica del liberalismo sino que, en expresión suya, no existía de hecho ‘ninguna idea liberal que no pertenezca también al bagaje ideológico del socialismo (31). Y por los vientos que soplan, como que llegará el momento de poner en práctica esas “ideas liberales pertenecientes al bagaje ideológico del socialismo”. La crisis de credibilidad del neo-liberalismo tiene una salida, el “socialismo” blando, moderado, decente, a la venezolana, a la francesa, a la chilena de la socialdemocracia. Por todo eso, la crítica al neoliberalismo, ha de extenderse hasta cualquiera de esos falsos socialismos. Subrayando que la lucha por el socialismo implica el enfrentamiento al sistema capitalista y la activa participación en la lucha de clases que en él se genera. Es la lucha contra y por la superación del sistema desigual de relaciones de producción e intercambio comercial, implícitos en la dinámica que la burguesía y el poder imperial mantiene sobre los medios de producción, las materias primas, el capital y la tecnología. El combate por el socialismo, también es la lucha por alcanzar una verdadera democracia que en esencia sea similar a la que formalmente venimos conociendo como democracia protagónica y participativa en el marco de la república bolivariana de Venezuela.
Parte V
SOCIALISMO NUESTROAMERICANO
“Injértese en nuestras repúblicas el
mundo; pero el tronco ha de ser
el de nuestras repúblicas"
José Martí, Nuestra América.
Ante el capitalismo, sea en su versión neo-liberal o bajo el manto de la socialdemocracia, la única alternativa para la humanidad es el socialismo. Sin embargo, esta opción se ha visto empañada por las campañas de desinformación del imperio en contra del socialismo y el fracaso soviético. A pesar de que: en la práctica, la URSS fue un estado ultra centralizado, en el cual se mantuvieron categorías económicas capitalistas, como la división social del trabajo, las relaciones mercantiles, inversiones extranjeras, estímulos materiales a la productividad, diferenciación enorme de salarios, cálculo económico basado en la teoría del valor, privilegios a los especialistas en la dirección de las industrias, y finalmente apropiación de la plusvalía, creada por los trabajadores, por parte de una minoría social que dominaba amparada en el control del estado. El régimen monopartidista, sin mayores libertades reales para la población, terminaba colocándose como una variedad de totalitarismo o fascismo (32).
Los ideólogos rusos llegaron a considerar que existen leyes objetivas por encima de la voluntad de los hombres, fundamentalmente en lo que respecta a la economía: para Jruschov, como para Plejanov y Bujarin, las leyes de la evolución social ‘son tan infalibles como las de la naturaleza, en el sentido de que su acción es objetiva (33) desconociendo que: sólo un análisis filosófico, que rebasa el ámbito de la ciencia especializada, y revela que es la realidad humano-social, permite comprender la esencia de las categorías económicas, y por lo tanto, facilita la clave de su análisis crítico. Las categorías económicas no dicen por sí mismas lo que son (34). Además de pontificar las ciencias sociales, la ideología soviética, como fiel heredera del objetivismo ruso, intentó matar la creatividad e imaginación del ser humano, esa subjetividad sin la cual la vida es un aburrido, antihumano y frio lugar desalojado de sueños. Para ellos el decisivo papel de las condiciones materiales son el eje central de su proclama política-ideológica y el principio de la construcción “socialista”, desconociendo que la actividad humana está condicionada por una situación objetiva determinada, generándose en esta relación nuevas condiciones y nuevas situaciones y que la praxis, como categoría central en este contexto, es la unidad dialéctica de lo objetivo y de lo subjetivo, de las condiciones materiales y de la voluntad humana, de la base económica y de las fuerzas ideológicas. En su burocrático andar los soviéticos, olvidaron aquel decir de Marx: las coincidencias del cambio de las circunstancias con el de la actividad humana o cambio de los hombres mismos, sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria (35). Práctica que al ser ignorada, junto a otra larga lista de errores, erosionó y distorsionó desde sus inicios los fundamentos del “socialismo” real soviético.
En el contexto actual de la globalización unipolar hegemonizada por los Estados Unidos, la propuesta socialista implica cuestionar el orden internacional y sus centros de poder (el G-7, las grandes multinacionales y los organismos multilaterales). Implica proponer un nuevo orden internacional basado en el respeto a la autodeterminación de las naciones. Implica superar el modelo económico basado en el afán de lucro y construir una economía social, solidaria, basada en la cooperación de los trabajadores a nivel mundial. Implica construir bloques de países y de fuerzas sociales que enfrenten conjuntamente al centro de poder imperialista (36). Y, en ese mismo contexto, en estas tierras ese Socialismo es el NuestroAmericano, teñido de todos los colores que cubren la realidad del sub-continente, como propuesta supranacional; como reafirmación de las premisas clásicas del socialismo, aplicadas dialécticamente a la unidad diversa de estas tierras, que si es consecuente y revolucionaria ha de transformarse y enriquecerse en el encuentro con lo real NuestroAmericano, además de ser una manera formidable de subrayar el sentido que en el pensamiento de Martí tiene el término Nuestra América.
Respondamos al llamado de construcción del socialismo del siglo XXI, evaluando sus requisitos, que por nuestra parte se sintetizan en: 1ro.-re-construcción de la identidad NuestrAméricana; 2do.-inventario de nuevas premisas sobre el sujeto-objeto del socialismo nuestro americano y 3ro.-necesidad de una nueva cultura política que posibilite el más amplio, democrático, transparente y participativo debate sobre el socialismo del siglo XXI.
1.-Re-construcción de la identidad NuestrAméricana: este es un aspecto de suma importancia en la relación con los ejes de poder. Difícilmente podemos imaginar una emancipación autónoma, socialista y revolucionaria, sin sopesar en ese acto la reflexión de que somos consecuencia del cruce de tres culturas (europea, africana y autóctona), además de los agregados que por diversas razones han ido enriqueciendo nuestra realidad; hindúes, japoneses, chinos, etc. Y para esta reflexión se nos impone la definición y superación dialéctica del pensamiento (y sus diversas variables) que nos han cruzado por vía de la imposición -la idea judeocristiana- como elemento básico de la civilización occidental. No dejaremos de ser Hegel, Marx, Nietzsche, Einstein o cualquier otro pensador europeo por un simple decreto o una simple suposición teórica. Dejaremos de serlo, sólo en el instante en que tomemos conciencia de hasta donde somos cada uno de esos autores y otros más; de hasta qué punto negándolos estamos afirmándolos, si esa negación no está tomando en cuenta el límite de sus aportes a partir de la riqueza de nuestro ser colectivo, histórico y social.
No podemos partir de cero en esa indagación. Hay un proceso inicial de enfrentamiento, de confrontación entre estas variadas culturas, y hay también un lugar integral de recomposición de lo real que permite no ir en una búsqueda estéril: existe la universalización del pensamiento impuesto por los ejes de poder, una confrontación entre el eje de poder que subyuga -el neoliberalismo- y otro que lo cuestiona y niega -los pueblos oprimidos de la tierra-. Está la globalización como modo de producción de bienes, de relación entre los hombres, de vida y de cultura. Y está, a su vez, el marxismo crítico como antítesis, como confrontación a la lógica capitalista de dominio. Esa es una primera aproximación en la búsqueda de nuestra identidad. Tenemos luego los diversos esfuerzos de distanciamiento-afirmación dispersos a lo largo y ancho del sub-continente, faltos de una toma en consideración desde un proyecto colectivo e histórico y, dentro de esos, encontramos a Mariátegui, Recabarren, Mella, Ponce, la resistencia cultural, la teología de la liberación, los pensamientos regionales, las corrientes afro americanistas, los grupos ecológicos, la lucha por la liberación de la mujer, el indigenismo, entre muchos otros.
Recordemos, en ese proceso de búsqueda y construcción de nuestra identidad colectiva, que Europa nos dio la matriz de la libertad, igualdad y fraternidad, además de la propuesta revolucionaria y, Norteamérica nos “acomodó” a su inalcanzable modo de vida. Ambos nos hechizaron con sus imposturas a lo largo de la historia así como sus prejuicios y falsos valores. Será entonces, desde la voluntad y el derecho de todo el pueblo NuestroAmericano que instrumentaremos la aceptación crítica de esa matriz en un proceso de cuestionamiento radical y desde esa tensión dialéctica; en ejercicio de la crítica, develaremos las interpretaciones y prejuicios de minusvalía en que Europa y más recientemente Estados Unidos nos han mantenidos y nosotros hemos aceptado.
He allí la explicación al largo silencio sobre tesis como: el “socialismo indo-americano” de Mariátegui, así como el escenario político-intelectual desde donde se estructuró, pues la inclusión dentro de la teoría marxista de categorías ignoradas por Marx y realidades desconocidas -NuestrAmerica-, cuestiona una óptica, cuya tendencia se había propuesto reducir el mundo, la vida y la historia a una situación profundamente euro-céntrica y dogmática. El llamado a integrar indios, campesinos, mujeres, obreros, negros, capas medias, intelectuales, artesanos en el proceso revolucionario es la correspondencia material y espiritual de un proceso teórico e intelectual que ha sabido conjugarse y enriquecerse con lo real. La crítica del “euro centrismo” es el reconocimiento que somos hijos de una civilización y de una cultura que hemos de superar en el proceso afirmativo de la misma, es la demostración de la incapacidad occidental de ser ya una promesa de realización del hombre, la historia y lo social; independientemente que el neo-liberalismo responda por la cadena de crímenes y terrorismo realizado contra la humanidad. Son muchos y variados los pasos para el ajuste de cuentas con los ejes de poder y, precisamente por eso, en ningún momento debemos quedarnos sin interlocutor, pues eso sería el ejercicio de una negación cómoda, alegre y tramposa con nosotros mismos, donde solo le hemos dado vuelta al euro centrismo o al norteamericanismo para apoltronarnos en un nuestro americanismo vacío, formal y flojo. Por nuestra dignidad y nuestro futuro, tenemos que identificar los más altos referentes de la cultura occidental y hacia allá dirigir nuestra crítica auto-creadora.
2.- Inventario de nuevas premisas sobre el sujeto-objeto del socialismo nuestroamericano: Conocer es resolver, afirma Martí y en ese sentido el inventario mencionado es un esfuerzo martiano por resolver los matices y multiplicidad de caras que hacen el rostro de NuestrAmerica: corriente histórica-social; memoria histórica de los pueblos; humanismo marxista NuestroAmericano; resistencia afro-americana; resistencia indígena y pensamientos regionales, teniendo como instrumentos fundamentales el marxismo crítico y el socialismo NuestroAmericano.
- Corriente histórica-social: el inventario de estas corrientes hasta los momentos lo hemos hecho reapropiándonos de un término síntesis que dejaron entre sus papeles los combatientes que fueron masacrados en Yumare en 1987, el de ‘corriente histórico-social’. La fragua de esta CHS la vemos representada en: el marxismo crítico latinoamericano; el cristianismo liberador; el bolivarianismo revolucionario; la resistencia indígena; la resistencia afro-americana (37). En la actualidad, afinando la visión y profundidad del marxismo crítico, esta corriente se afirma y enriquece con nuevos agregados sociales, políticos e ideológicos.
- Memoria histórica de los pueblos: es la invitación a integrar la memoria y recuerdos colectivos de los pueblos, sus historias regionales y locales, tradiciones y valores ancestrales, en un proceso de revalorización y apreciación del pasado, con significación pre-ontológica; especie de puente comprensivo entre un estado llano de conciencia y disperso de voluntad de acción y una necesidad de salto cualitativo; de conformación y concentración de la voluntad como paso inicial de un pensamiento para la liberación anti-imperialista y de superación y sobrevivencia ante la agresividad neo-liberal y la frágil presencia del beneficio científico y tecnológico en este mundo de desiguales.
-Humanismo marxista nuestroamericano: es el encuentro dialéctico entre la teología de la liberación y ese aspecto humanístico presente en el marxismo y particularmente en Mariátegui que ya vimos anteriormente. Es la fuerza creativa de la praxis, pues la posibilidad de hablar de humanismo marxista nuestroamericano descansa en la existencia, fuerza y capacidad de movilización de la teología de la liberación en nuestramerica. Sin teología de la liberación no existe humanismo marxista nuestroamericano y sin un marxismo crítico, abierto y combativo, tampoco hay posibilidad del humanismo planteado.
-Resistencia afro-americana: es no solo la lucha contra el tráfico de esclavos, la esclavitud y el racismo aún vigente, es también la reconstrucción de valores, virtudes y creencias que enriquecen este mundo nuestroamericano. Es una resistencia-respuesta que enfrentando al racismo va hasta la razón última de éste; la formación económica social y sus modalidades de sobreexplotación y generación de anti-valores étnicos y sociales. Es afroamericanidad que resiste-vence en la confrontación religiosa (toda la gama de ritos, creencias y costumbres que nutre la vida afro-americana y su ilimitado entorno) y demás manifestaciones artístico-culturales que colorean el mundo nuestroamericano. Como también afroamericanidad que enriquece vínculos y genera puentes con nuestros hermanos sufridos del África y marginados de Norteamérica.
-Resistencia indígena: es la importancia de un cuento que trasciende los 500 años de presencia europea, pero a su vez es la historia de la resistencia en esos 500 años de negación y agresión. Es la reivindicación del socialismo indo-americano de José Carlos Mariátegui; reivindicación de la lucha por la conservación del espíritu, costumbres, creencias de los primeros pueblos de estas tierras. Resistencia que como en el caso afro-americano remite al problema de la explotación capitalista, de la enajenación y persecución al débil y, que en el caso de las comunidades indígenas, apunta al crimen ecológico, desaparición de esas comunidades, pérdida de soberanía y desarticulación de naciones. Es también reconstrucción de puentes y vínculos con ese indio norteamericano mil veces despojado, humillado y asesinado por una cultura que menosprecia la diferencia.
-Pensamientos regionales: propuesta para la re-construcción de la praxis y el pensamiento político de los próceres más resaltantes de NuestrAmérica y su relación-confrontación con los diversos ejes de poder a lo largo de la historia mundial. Es la sistematización colectiva del aporte de quienes lucharon por la liberación de nuestros pueblos: Bolívar, Rodríguez, Zamora, Martí, Mariátegui, Recabarren, Mella, Ponce, Sandino, Farabundo Martí, Eliécer Gaitán, Artigas, San Martín, Zapata, Petión, entre muchos, muchísimos otros. Recuérdese, no es la convocatoria a un concurso memorístico, es la convocatoria a inventariar el sujeto que hemos sido en la historia de opresión y en la voz de nuestros próceres y libertadores, para inmediatamente ir a la recreación del sujeto que hemos de ser en la liberación sub-continental.
3.-Necesidad de una nueva cultura política que posibilite el más amplio, democrático, transparente y participativo debate sobre el socialismo del siglo XXI. Debate donde se valore el respeto a la autonomía de lo autónomo. Respetando el alcance de su voz en el reconocimiento de su espacio, de su extensión. Es la eliminación de todo verticalismo que anule la iniciativa de la gente, porque la participación no es algo que se pueda decretar desde arriba. Sólo si se parte de las motivaciones de la gente, del descubrir ella misma la necesidad de realizar determinadas tareas, sólo si se gana su conciencia y su corazón, estas personas estarán dispuestas a comprometerse plenamente con las acciones que emprendan. Por eso es tan importante incorporar a las bases al proceso por la liberación nacional, anti-imperialista, integracionista y socialista. Hay que abrir espacios para que la gente se exprese y no existe espacio más adecuado que la propia cotidianidad. La política, el discurso de la subversión o del cambio, no se lleva a las apartadas o cercanas comunidades, se genera en las entrañas de esos escenarios; así como las orientaciones salen del diálogo, de la conversa, de las mismas personas en el seno de la cotidianidad. De esta forma el protagonismo está en la gente, en el ejercicio de la política para la liberación y la propuesta revolucionaria no será una importación, un contrabando.
En el marco de la orientación anterior, tenemos también que insistir, que hablar del socialismo nuestroamericano; es referirnos al proceso de elaboración de programas y proyectos, desde la reelaboración de la teoría y el ejercicio de una práctica transformadora. Es el ejercicio de la política como práctica pedagógica en y desde los propios actores-autores de la transformación en cada pueblo, país o ciudad. Cumpliendo así, el socialismo nuestroamericano con una exigencia vital en el mundo de hoy: ser respuesta a lo universal, a lo general, al todo, sin abandonar lo particular, lo específico y la parte. Ser un solo grito de rechazo al salvajismo contenido en el neo-capitalismo, al tiempo que es un canto de múltiples voces y variados acordes por la reivindicación de la especie humana, de la vida y de la dignidad. Todo lo cual, es parte de los retos del socialismo nuestroamericano, último punto que trataremos en este papel de trabajo. A conciencia que el mejor inventario sobre retos es aquel extraído del diagnóstico colectivo del pueblo nuestroamericano.
-Retos del socialismo nuestroamericano
-Enfrentar el neo-liberalismo en todas y cada una de sus manifestaciones y consecuencias contrarias a la vida en el planeta.
-Desenmascarar a la socialdemocracia, en su rol de socia menor del neo-liberalismo y de agente de promoción de un “capitalismo con rostro humano”, así como sumar a las fuerzas revolucionarias a todo aquel socialdemócrata dispuesto a romper con el capital, el neo-liberalismo y la globalización, convirtiendo su apuesta de vida en una sola jornada por el socialismo y la liberación anti-imperialista, sea en nuestramerica o en cualquier otro lugar del mundo.
-Impulsar una política integral y agresiva en contra de la deuda externa y por un desarrollo económico autónomo, solidario, transparente, diverso y nuestro-americano.
-Asumir el socialismo nuestroamericano como propuesta teórica-política en re-elaboración y enriquecimiento permanente donde prevalezca la praxis, el ejercicio de la crítica y la autocrítica.
-Ser un interminable diálogo hacia lo interno de ese mundo nuestroamericano; de cada una de sus especificidades; de éstas con lo nuestroamericano y con el resto del mundo en cualquiera de las manifestaciones de la creación humana.
-Construir y elaborar colectivamente el programa del socialismo nuestroamericano y del sujeto colectivo de la revolución.
-Impulsar experiencias referidas a la economía solidaria, el desarrollo endógeno, las cooperativas y la sustentabilidad.
-Trabajar el concepto de gobernabilidad revolucionaria y la integración de los pueblos, lenguas, dialectos, procesos políticos, económicos, sociales y costumbres.
-Garantizar el futuro de la humanidad resguardando nuestro entorno ecológico.
-Demostrar resistencia y ofensiva cultural-comunicacional ante la arremetida del imperio, sus falsos valores y por la construcción de un ética del siglo XXI, para y hacia la libertad de los pueblos y la dignificación de los más desasistidos entre los pobres.
-Desarrollar una nueva cultura política y subjetividad revolucionaria, teniendo la solidaridad como norte en las relaciones públicas y privadas, individuales y colectivas: lucha contra la explotación del trabajo, accionando en función de su emancipación; enfrentamiento a la opresión política, promoviendo el proceso popular constituyente y la democracia real; crítica a la dominación cultural y construcción de una nueva hegemonía desarrollando un movimiento de reforma intelectual y moral, en la perspectiva gramsciana (38). Así como la preocupación guevarista expresada en: la discusión sobre los métodos de gestión económica, la cuestión de la libre expresión de divergencias y la perspectiva de la democracia socialista.
Un buen paso para la elaboración y reconstrucción del socialismo del siglo XXI, es el debate sobre la vigencia y pertinencias de instrumentos teóricos-políticos como el marxismo crítico, la corriente histórica-social, memoria histórica de los pueblos, humanismo marxista nuestro americano, resistencia afro-americana, resistencia indígena, pensamientos regionales y otros más que se pudieran sumar.
Por último, si la América mestiza es para el mundo de la cultura inspiración de lo real maravilloso ¿por qué no ser en la lucha por la liberación cuna del socialismo nuestroamericano? Socialismo que comprende todo el espacio de lucha contra la explotación del hombre por el hombre. Contra la socialdemocracia y la ortodoxa marxista desde los años 20 del siglo pasado hasta ahora, incluida la experiencia cubana, nicaragüense, salvadoreña y todo el arco iris de confrontación a la explotación y usurpación yanqui. Insistimos, socialismo que no tiene apuro en quedar acabado académicamente, pues su reto fundamental es ser revolución en la revolución, verdadera creación heroica de los pueblos nuestros americanos.
Notas:
Parte 1
(1)"Mariátegui, José Carlos", Enciclopedia Encarta 98
(2) Entre unas de las tareas del Socialismo del Siglo XXI estará la sistematización y enriquecimiento del Marxismo Crítico tanto en contenido como en actores, por nuestra parte nos limitamos, a propósito de este papel de trabajo, a Georg Lukács, Karl Korsch , Antonio Gramsci, Karel Kosik, Michel Lowy, Adolfo Sánchez Vázquez y José Carlos Mariátegui. En el caso de nuestro país, nos parece de suma importancia sobre esta temática la obra: Dialéctica del Conocimiento de Rigoberto Lanz, Caracas 1977, ediciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV).
(3) De los años 60 del siglo pasado para acá, han aparecido diversas criticas al marxismo ortodoxo, sin embargo la virtud de Mariátegui estuvo en haber realizado esos señalamientos en los propios años 20 del siglo pasado y en el contexto Nuestroamericano.
(4) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 139.
(5) Mariátegui, José Carlos. “La escena contemporánea”, editorial casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp. 362.
(6) Mariátegui, José Carlos. “El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 415
(7) Mariátegui, José Carlos. “La escena contemporánea”, editorial casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp. 363
(8) Mariátegui, José Carlos. “El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 416
(9) Mariátegui, José Carlos “El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 423
(10) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 138
(11) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 200
(12) (Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 201
(13) Ibáñez Izquierdo, Alfonso: Mariátegui, revolución y utopía, centro de publicaciones educativas tarea, lima 1978. pp 69
(14) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 161
(15) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 153
(16) Mariátegui, José Carlos. “Ideología y política”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.2. pp. 217
(17) Godio, Julio, “Historia del movimiento obrero latinoamericano” Editorial Nueva Imagen, México 1983, t. 2. pp. 216.
(18)17 Mariátegui, José Carlos. “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” Ed. Ayacucho, Caracas 1979, Introducción de Aníbal Quijano, pp. 31.
(19) Godio, Julio, “Historia del movimiento obrero latinoamericano”. Editorial Nueva Imagen, México 1983, t. 2. pp. 200,
(20)19 Mariátegui, José Carlos. “Ideología y política”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.2. pp. 279.
(21) Autores Varios, “Para Comprender la Revolución Bolivariana” Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004, serie de foros realizados en el mes de octubre del 2004 en la sede Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional
Parte II:
(22) Garay, Juan. La Constitución Bolivariana. Ediciones Juan Garay, Caracas Enero 2001. artículo 1, de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela pp 25
(23) Autores Varios, “Para Comprender la Revolución Bolivariana” Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004, serie de foros realizados en el mes de octubre del 2004 en la sede Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional, pp, 227
(24) Autores Varios, “Para Comprender la Revolución Bolivariana” Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004, serie de foros realizados en el mes de octubre del 2004 en la sede Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional, Presentación.
(25) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 49.
(26) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 103
(27) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 189.
(28) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 14
(29) Moncada, Samuel “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 118
(30) Moncada, Samuel “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 120.
32) López, Roberto. “Respuesta a los que llaman “contrarrevolución a la propuesta socialista de Chávez”. Aporrea 25-03-05.
(33) Lowy, Michael, “Dialéctica y Revolución”. Siglo XXI Ed. México 1979, 3ra. Ed. p, 146.
(34) Kosík, Karel, “Dialectica de los Concreto” Ed. Grijalbo, séptima edición, México 1981, p, 206.
(35) Marx, Carlos. “Tesis sobre Feuerbach”. La Ideología Alemana. Ed. Pueblos Unidos, Montevideo 1959, p, 634.
(36) López, Roberto. “Respuesta a los que llaman “contrarrevolución a la propuesta socialista de Chávez”. Aporrea 25-03-05
(37) Roland Dennis, “Cuadernos para el Debate Nº 6”: Ediciones Primera Línea, p, 25. Proyecto Nuestramerica, Caracas, 1997.
(38) Carlos Lanz. “La revolución es cultural o reproducirá la dominación”. Caracas, Agosto 2004)
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