Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

lunes, 28 de marzo de 2011

Presentación de mi libro “Ensayos críticos por una Revolución cultural”, una de las novedades de la Filven 2011

FILVEN 2011, Entrada al TTC. Tomado de Letralia
El pasado 19 de marzo comenzaba la Séptima Feria Internacional del Libro de Venezuela, un evento que muchos venezolanos y extranjeros consideramos de trascendencia, por ser una ocasión en la que se pueden adquirir variedad de títulos de calidad, libros pertinentes que en el caso de los editados por el Estado –de paso- se pueden comprar a precios subsidiados. A parte del colorido y la belleza de siempre, en esta séptima edición tuve la oportunidad de presentar, el pasado miércoles 23, mi libro “Ensayos críticos por una revolución cultural” (contribución a la batalla de las ideas), un trabajo editado en 2009 y que afortunadamente fue disparado por la imprenta el pasado mes de febrero, en dirección a la fiesta de las letras.

Editado por El perro y la rana, esa monstruosa instancia ideológica nacida al calor del actual proceso de emancipación social, estos ensayos críticos reúnen una serie de artículos y ensayos agrupados con criterio temático, que configuran una propuesta reflexiva donde pueden encontrarse desde comentarios y opiniones propiamente dichas sobre diversos aconteceres de lo que ha sido nuestro dinámico, rico y vibrante teatro político, particularmente en el período 2007-2009, hasta ensayos que constituyen verdaderos esfuerzos de interpretación teórica de la realidad concreta y escritos que oscilan entre la crónica y el análisis político. Pero vale decir que, si hay un eje transversal a lo largo de la obra, ese eje es el de la defensa y promoción del pensamiento crítico como ejercicio político y como vía hacia la transformación cultural.


El lector encontrará entre los preliminares del libro la presentación de rigor, elaborada por mí y donde esbozo el contenido de los capítulos de la obra, y de inmediato el prólogo a la misma, hecho por el camarada politólogo Nicmer Evans -con quien he compartido, junto al compromiso con el cambio social una visión crítica de la realidad- a quien agradezco sus acertadas palabras sobre aspectos relacionados con mi persona, los temas abordados en el libro y el proceso político venezolano en general.

Nuestro contexto, no hay que olvidarlo, es el de un proceso de cambio planteado en términos pacíficos, un tema recurrente en varios de los escritos del libro y que me parece nos debe llamar a la reflexión constante. La izquierda tradicional teorizó y practicó la toma violenta del poder del Estado con el objeto de minar sus bases o poner su estructura al servicio de un programa revolucionario; la izquierda que alcanza el poder del Estado a través de los mecanismos racional-legales que este ha establecido, es una izquierda que se hace gobierno y en cuya estructura administrativa coexistirán fatalmente elementos reaccionarios, conservadores o, simplemente factores parasitarios, apolíticos, despolitizados, todo lo cual nos lleva a plantear lo siguiente:

- La izquierda gobernando es una izquierda subsumida por la impugnada estructura del Estado.
- La izquierda en el poder debe transformarse en un movimiento político que debe tener como misión transformar ese Estado.
- Esta transformación debe comenzar por la crítica de las categorías políticas de la modernidad, si bien ya disponemos de la más importante crítica de la economía política, hecha por K. Marx.
- Si la revolución es pacífica, en un marco de libertad y democracia o, más específicamente, en el marco de la democracia y la libertad tal como la hemos entendido históricamente los venezolanos, esa revolución o es cultural o no será revolución.
- La batalla de las ideas expresa esa nueva concepción de la lucha política no armada -una batalla cultural por las mentes y los corazones- donde la educación, los principios, los valores y el universo simbólico en general, configuran un campo de batalla donde, de poder posicionar las nuevas agendas, palabras, enfoques, perspectivas y concepciones transformadoras, verdaderamente revolucionarias pues, estaríamos garantizando o creando las condiciones para que se den los cambios concretos en la realidad social.
- En tal sentido, siendo tan necesaria una nueva teoría política para dar cuenta de lo real inédito de nuestro proceso, no resulta menos de vital la transformación radical de la enseñanza de las ciencias sociales y las llamadas “humanidades” en nuestras universidades, las cuales reproducen la visión colonial de nuestra realidad, produciendo mentes esnobistas, exóticas, subalternas.


Así las cosas, partiendo de estas premisas, tuve la oportunidad de presentar mi libro en los espacios de la Librería del Sur del TTC, evento que como autor novel no puedo calificar como menos de histórico, y que contó con las generosas palabras del camarada y amigo Douglas García, un ejemplo de tenacidad, consecuencia y consistencia y que, perteneciendo a una generación muchas veces no exenta de mi crítica, puedo calificar de revolucionario sin, como ha opinado Mariátegui sobre esta palabra, hacer un uso demagógico o desvirtuador de la palabra.

Todo lo anterior, me llevó a decir algo que me parece debe decirse en los distintos espacios sin vacilación de ningún tipo: en Venezuela no hay una revolución. Sin embargo, cabe destacar que así como digo esto digo también que el proceso que se llama Revolución bolivariana ha sido una auténtica revolución social, un indiscutible y hermoso proceso de emancipación social y en una medida importante, una revolución política que, viendo de dónde venimos e imaginando una sociedad donde el poder se ha democratizado ha sido, si no queremos traicionar las palabras, más que una transformación política un despertar político que, para convertirse en aquella, en un contexto donde la totalidad de la vida cotidiana resulta muchas veces avasallante, necesita convertirse en nueva cultura política. Es decir, ha habido revolución social pero no total, general, sistémica, estructural.

Y decimos que no hay revolución precisamente porque queremos que la haya; decimos que no hay revolución porque no ha habido una transformación estructural de la sociedad, aunque reconocemos que efectivamente ha habido un histórico despertar político y una histórica movilización de las grandes mayorías antes excluidas en función de un liderazgo que desde el Estado ha logrado, en apreciable medida, que estas mayorías participen efectivamente de los beneficios de los procesos económicos, políticos, jurídicos y culturales. A los cambios políticos y sociales debe sumarse la transformación en el campo económico y cultural para que la revolución se sienta y vaya más allá de un capitalismo rentista mejor administrado.

Ciertamente, el lector no encontrará ningún ensayo donde explique explícitamente y  en profundidad lo que entiendo por revolución cultural. Reconozco sin embargo que dicha propuesta se asoma a lo largo del libro cuando, por ejemplo, hago el llamado a pensar de otro modo y a producir de otro modo como propósitos de la formación política revolucionaria, al enfilar las baterías contra la ingenuidad frente a la tecnología moderna, o cuando señalo las “otras cabezas del monstruo” que es necesario cortar -si queremos realmente una democracia radical- como lo son las del racismo, el machismo, el eurocentrismo y la cristiandad fundamentalista; las otras que conocemos son las de la opresión económica y la de la dependencia en el sistema mundial, que tienen detrás aquellas opresiones que son las que encierran en su superación un proyecto auténticamente libertario.

Así transcurrió mi intervención en ese íntimo escenario, recordándole a algunos compañeros dominados por el imaginario revolucionario jacobino, que la oposición hoy día, citando de nuevo a Enrique Dussel, no es entre reforma y revolución sino entre reforma y transformación. Es verdad que no parece haber diferencia entre ambas oposiciones y que dicha comparación parece recalar en las costas del debate bizantino. No obstante, la diferencia es más importante que sutil en una oposición donde por reforma entendemos una acción orientada a cambiar la mera apariencia de las cosas para que sigan igual, y donde la transformación puede ser de dos tipos: parcial y radical. En esta última variante encontramos a la revolución. ¿Qué es lo que se ve de esta oposición? La posibilidad de transformar determinados campos de la realidad social, campos críticos, centrales, neurálgicos, cuyo movimiento impactaría sensiblemente otros campos y, de esta manera, a toda la sociedad.

Siendo idealista sin ingenuidad, puedo afirmar que la transformación universitaria profunda, sería uno de esos cambios parciales que tendría un gran impacto social, generando efectos multiplicadores en otros campos.

La FILVEN 2011 tuvo muchos más visitantes que el año pasado, y la capacidad estratégica del presidente Chávez volvió a rendir sus frutos, porque a pesar de las lluvias moderadas de los primeros días de la feria, se logró el objetivo de sortear los chubascos de noviembre. Soy de la opinión, como ya han planteado algunos entrevistados, de que la feria debería hacerse dos veces al año. Estas ferias son un espacio de encuentro, una celebración de las ideas, una fiesta democrática donde el fuego prometeico vence infinitamente al fuego literal que destruyó infinitas letras a lo largo de la historia que, hay que decirlo, en un posible y fatal giro restaurador y trágico de nuestro ancien régime, podría despertarnos violentamente del sueño. En mi opinión, no hay tal cosa como una crisis de ideas. Ahí están los libros, ahí están las ideas de nuestros autores. Ahí está Mariátegui, ahí está Acosta Saignes, Dussel, ahí está Ludovico Silva y su plusvalía ideológica. Lo que si hay es una crisis de distribución de esas ideas, por lo que las ferias del libro deben ser las principales sensibilizadoras y visibilizadoras de las ideas; lo que si hay es una crisis de los modos de vida, un aspecto que espera una transformación radical y donde la imaginación y la voluntad política tienen le poder y la palabra.

Terminó la séptima FILVEN y me complace haber presentado este, mi primer libro, en ese emblemático espacio ejemplo de democratización y de apertura como lo es el Teatro Teresa Carreño, otrora espacio elitista y excluyente. Mi reconocimiento a la editorial El perro y la rana, quien me consta ha hecho un gran trabajo pero que, por supuesto, no están ni pueden estar –si queremos revolución cultural- exentos de la crítica.

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