Palabras clave: Batalla de ideas, política, crítica, transformación, diálogo, innovación, cambio de época, amplitud, bloque histórico, lectura, análisis, verdad, belleza, sueños, liberación.

domingo, 30 de noviembre de 2014

El Festival "Suena Caracas" y el estribillo de Desorden Público


El Festival Latinoamericano de Música “Suena Caracas”, continúa resonando desde el centro de la ciudad en jornadas caracterizadas por la peregrinación armónica de contingentes de ciudadanos, en su mayoría jóvenes, que rebosan los espacios recuperados para el encuentro y el disfrute de la música en un ambiente donde se respira seguridad y ética social.

Pasadas las cuatro de la tarde, la plaza lucía nutrida de gente, adultos con sus hijos, grupos de jóvenes, parejas, hombres y mujeres cuya sonrisa dejaba salir la alegría y la pasión por la música propios del Caribe caraqueño. Oportunamente, los funcionarios de seguridad desplegados por todos los espacios, hacían recorridos permanentes entre la gente, atentos, vigilantes. Debemos decir que es primera vez que vemos tal actitud entre el personal que vela por la seguridad de la gente en un espectáculo de esas dimensiones, y se saluda. Eso sí, nada de alcohol. Hemos sido, y somos, tradicionalmente bebedores de caña, pero talvez sea el momento de aprender a disfrutar de estas ocasiones sin necesidad de los néctares espirituosos.

Indistintamente de la coyuntura política y de los complejos devenires socio-económicos, todos y todas debemos celebrar y aprovechar la inversión y el esfuerzo que miles de personas han hecho para hacer posible una fiesta cultural como la que comenzó el pasado viernes en una plaza conocida en otras épocas como “Saigón” ―entiéndase tierra de nadie o zona de guerra―, pero que para muchos compatriotas era simplemente parte del paisaje, un hecho natural en el decadente oeste de la ciudad, que siempre y necesariamente debía diferenciarse del este, o del sureste del este. Casi dos centenas de artistas nacionales e internacionales están ofreciendo conciertos gratuitos o a precios simbólicos, cosa que por cierto no es nueva en la nueva Caracas, y decenas de miles de ciudadanos están asistiendo indistintamente de doctrinas o filiaciones políticas.

No obstante, hemos notado como algunos grupos y voces agoreras han querido generar matrices negativas sobre este histórico festival; nada nuevo bajo el sol. En momentos en que Venezuela atraviesa momentos políticos y económicos complejos, los catastrofistas de siempre se indignan por la ingente inversión que el Gobierno ha hecho en el festival. Sobre tal actitud, nos parece que necesariamente hay que decir que son muchos los venezolanos los que han puesto las cosas en perspectiva después de todo lo que ha vivido el país en los últimos años, pero particularmente en este duro año 2014, en el que los enemigos del país intentaron de nuevo precipitar nuestra sociedad por el abismo de la muerte. Y de esta, ciertamente, se supo.

Si esas voces negativas tuvieran algún asidero o alguna lógica irrefutable, hermanos y hermanas, no fueran decenas de miles los que estuvieran acudiendo a citas como la de anoche en la plaza Diego Ibarra, como es imposible negar con todas las desestimaciones o sobreestimaciones que se puedan lanzar a los medios. La realidad, es que mas allá de las voces oscuras y las mezquindades, gente de todas partes de Caracas se está vacilando los conciertos, incluyendo a muchos que no podrían pagar un concierto privado de muchos de los artistas que están en el festival, o que prefieren ahorrarse la plata a propósito de la ocasión. La guerra mediática ha tenido, sí, efectos nefastos. Todavía hoy, quienes se cansaron de decir en periódicos, o en vivo y directo por radio o televisión, que en Venezuela no había libertad de expresión, no imaginan como fueron vistos por otras sociedades latinoamericanas y de otras latitudes; por un Galeano desde Uruguay, o por toda la sociedad brasileña o bielorrusa, por decir algo.

La campaña ha sido la misma desde hace años. Venezuela se derrumba, el hambre se extiende por la rica Venezuela. Pero hasta el más furibundo opositor, se daba cuenta de lo rápido que se agotaban los pasajes aéreos y terrestres meses antes de cada temporada vacacional, y de la inocultable demanda salvaje de bienes y servicios que se había generado en Venezuela con la redistribución de la riqueza que había logrado realizar el Gobierno de Hugo Chávez. Pongamos las cosas en perspectiva. Veamos la realidad concreta. Hoy atacan al festival, que no ha estado exento de la polémica política, pero cuando una amiga fue a comprar, en el segundo día de la preventa, entradas para ver a Los Tres, de Chile, éstas estaban agotadas. Y la verdad, dudamos que haya algún tipo de uniformidad política en ese contingente que agotó las entradas en tan poco tiempo.

El “estribillo” de la canción de Desorden Público

Una de las presentaciones estelares de la jornada de anoche fue la de Desorden Público, emblemática banda de ska venezolana. Agrupación de larga trayectoria, es conocida por esas canciones que lograron hacer época y que por eso la gente está siempre dispuesta a volver a escuchar en vivo, veinte o treinta años después. Canciones como “políticos paralíticos”, “Valle de balas” o “La tierra tiembla”, aparte el éxito que tuvieron, la vibra y el tripeo, son piezas donde la crítica social se hace presente, más o menos explícitamente y siempre con un toque de ironía y de aparente superficialidad.

Desorden Público, surgió y se hizo famosa en el país en una época en la que era difícil ser el líder de alguna agrupación de pop-rock o cualquiera de sus derivados, hacer música, sin esgrimir alguna crítica social al imperante y decadente sistema político. Muchas bandas de la época, se alimentaron de ese desarraigo y vieron bien fundamentada su rebeldía. El Estado era cínico responsable de muertes y de crisis, la pared contra la cual descargar toda la energía de la protesta social. Frente a ese Estado represor y excluyente, muchos quisieron que a los políticos les diera una parálisis que les impidiera seguir hundiendo a Venezuela. Pero ¿Por qué recordar aquel contexto?

Porque, con las expresiones culturales, particularmente con el rock nacional, pasó en la era del chavismo lo que pasó con algunas instituciones y movimientos sociales: perdieron al enemigo tradicional frente al cual levantaban su combatividad, su arte y sus armas: el Estado represor, instrumento de los poderes fácticos y perseguidor de “vagos y maleantes”. El Estado se convirtió en un aliado de la mano del Chávez, el “subversivo de Miraflores”, como el mismo se definió una vez.

Sin embargo, la política es compleja, y ese Chávez subversivo ya no está físicamente con nosotros. Y como la tierra sigue temblando, las balas han seguido zumbando por el valle y todos quisiéramos que algunos políticos fueran paralíticos, aunado todo a la complejidad del contexto, Horacio Blanco no podía dejar pasar la oportunidad de lanzar unas palabras en protesta contra la corrupción, un flagelo al que el presidente Maduro ha declarado la guerra y frente al cual se ha plantado con firmeza.

“Si nos van a seguir robando, al menos cambiemos los ladrones”, dice el estribillo de la canción que generó reacciones encontradas en el evento. Por cierto, que esta diversidad de reacciones es una señal de la diversidad de posturas que se hizo presente en la ocasión, toda vez que una administración estatal libre de corrupción es, hoy, un ideal compartido por la mayoría de los venezolanos indistintamente de colores y pasiones políticas.

Desde nuestra perspectiva, la frase de la canción de Desorden expresa, más allá de la ingenuidad, simplismo o incomprensión que expresa sobre ese monstruo de mil cabezas, el deseo de dejar la huella y la piedra en el zapato a algunos funcionarios del Estado. De otro lado, el Gobierno bolivariano, con su amplia convocatoria ha demostrado una amplitud y una tolerancia que está muy lejos de lo que hubiera ocurrido en una situación similar durante la Cuarta República.

También, Añadamos que si Horacio Blanco quiere cambio de Gobierno porque este es un corrupto sin remedio y el propio festival es producto de un inmenso despilfarro, como argumentan algunos, entonces Desorden Público es cómplice de la vaina, y lo más digno para ellos hubiera sido declinar públicamente la invitación. Pero, claro, el show y por supuesto, la platíca, bien valían una misa en Santa Teresa y un concierto en la plaza de enfrente.

Para finalizar, digamos que lo que más ha destacado del festival ha sido su diversidad de propuestas, seguridad, organización, polémicas, tolerancia y amplitud, cualidades que solo pueden verse, manejarse y disfrutarse en una democracia llena de vitalidad como la venezolana.

Hay muchas cosas por resolver, cosas en cuya resolución debemos aportar todos. Mientras tanto, el festival debe continuar, y continuará.

Foto: RadioDelSur
@maurogonzag

3 comentarios:

  1. Tal vez DP se refiere a la cúpula del PSUV con sus diputados nacionales y regionales muchos de los cuales son de origen humilde pero que ahora viven en zonas exclusivas de cada región.Muchos se quejan del telef rojo pero que bueno seía para sacar esta gente y nunca más sean diputados.Saludos

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  2. Gracias por tu comentario. Sí, todo apunta hacia la cúpula, lo que se me pasó decir en el artículo es que esa frase de la canción tiene un halo de desesperanza, dando a entender que la percepción de corrupción desmedida -indistintamente de que sea verdad o no- aumenta cuando es la misma fuerza política la que se mantiene en el poder...

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  3. Ya que tocaron el tema de la corrupción, tienen que dedicar una canción para el ministro Elías Jaua. Podría titularse "La colita" o "La niñera armada".

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