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viernes, 23 de septiembre de 2016

Extraterrestres entre nosotros: ¿Si siempre han estado aquí, por qué no se terminan de mostrar públicamente?

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Esta es la pregunta que con todo derecho se ha hecho mucha gente cuando se encuentra frente a alguien que le asegura haber sido contactado y abducido por seres de otras galaxias. Si estoy entrevistando a alguien que me está contando con todo detalle sobre su aspecto físico, su comportamiento, su avanzada tecnología, la sensación que produce su presencia; cómo son los artefactos en los que viajan y hasta los mensajes que quieren divulgar, bien podría inquirir a mi entrevistado y decirle:

Ok, amiga (o), te creo todo lo que dices, pero si es verdad que ellos siempre han estado entre nosotros, contactando gente y preocupándose por nuestra evolución, ¿por qué no se muestran a plena luz del día, abiertamente frente a toda la humanidad?

Estamos en la llamada era de Acuario, en el tiempo de la expansión acelerada de la consciencia. Desde el discurso político se ha dicho que esta no es una época de cambios sino un verdadero cambio de época. Digamos que esto sugiere, entre otras cosas, que la era de la información y el conocimiento, el mayor acceso a la información y su viralidad en la red, han estado empoderando a la gente de una manera que no tiene parangón en la historia. En este contexto, no es lo mismo pensar en los contactados del mundo de los años sesenta y setenta, haciendo esfuerzos por encontrarse y dar a conocer sus experiencias con los recursos mediáticos limitados de la época y en medio del escepticismo general, que hacerlo en nuestro actual contexto interconectado.

Este aspecto, por sí solo nos puede sugerir de antemano una respuesta a la pregunta del encabezado, al tiempo que nos indicaría que los contactos podrían incrementarse hasta un inminente encuentro cercano de carácter público y notorio. Es decir, como veremos, todo parece girar en torno a la elemental preparación que deben tener las multitudes frente a un evento de esta naturaleza y las consecuencias que pueda traer una revelación tipo: ¡Hola, querida humanidad, yo soy Alaniso, vengo de una galaxia muy lejana, siempre hemos estado aquí y los queremos mucho porque nosotros somos sus creadores! Imaginemos por un instante lo que pasaría con la economía; lo que esto provocaría entre los fieles de las distintas religiones, pero también en sus cúpulas.

Dos de los más famosos y respetados contactados y divulgadores del tema extraterrestre en América Latina y el mundo, el peruano Ricardo González y el costarricense Enrique Castillo Rincón (Q. P. D. 2013) ofrecieron sus puntos de vista frente a la pregunta que siempre surge en medio de lo alucinante que puede parecer el discurso de un contactado. Fue a finales de los años noventa cuando Enrique Castillo, en un programa conducido por el psicólogo Vladimir Gessen en Televen (Venezuela), ofreció su visión ante la pregunta de uno de los miembros del panel. Este era el Dr. Ulises Barrios, psicólogo clínico, quien recordó que el gobierno norteamericano había gastado miles de millones de dólares en el Proyecto Seti, Payoneer I y Payoneer II en busca de contacto y comunicación con inteligencias extraterrestres. Seguidamente, lanzó la pregunta: si realmente están aquí, y existen naves aquí y extraterrestres vivos y hasta cadáveres, ¿por qué se sigue gastando tanto dinero buscando lo que ya supuestamente tenemos?

Castillo citó en su respuesta una fuente “altamente confidencial”, y seguidamente mostró un libro, el “informe Matrix”, que recoge 50 años de investigación Ovni, oficial, militar y privada, que demuestra que Estados Unidos hizo un pacto secreto con los seres extraterrestres en 1963. El acuerdo consistió en que los alienígenas le aportarían tecnología de punta a la élite militar estadounidense, y a cambio estos permitirían a los extraterrestres utilizar libremente el territorio para realizar abducciones que tendrían como fin la realización de pruebas genéticas.

El contactado, quien sería abordado por primera vez por uno de estos seres (el suizo) en un cine del centro de Caracas en 1969, explica que esta particular raza (la que hizo el pacto con EE.UU.) viene de Rigel, estrella localizada en la constelación de Orión. Estos “rigelianos” serían una especie de raza en decadencia, en extinción. Como no tienen órganos de reproducción como nosotros, nos estarían utilizando para mantener sus posibilidades de reproducción. Después de establecer el pacto, las autoridades norteamericanas concibieron toda una política de encubrimiento, y la mejor forma que encontraron para ocultar este contacto fue desviar recursos para utilizarlos en este tipo de proyectos como el “Seti”, que serían meras fachadas para despistar a la opinión pública.

Pensémoslo por un momento. Era la época de la guerra fría, de la carrera tecnológica-armamentista. Si una superpotencia establece contacto con una raza extraterrestre que le suministra tecnología avanzada orientada a alcanzar la supremacía militar, una colaboración que debe mantenerse en el más estricto secreto, los gobernantes y sus instituciones y medios de comunicación declararán públicamente que les interesa el tema Ovni, que creen que no están solos en el universo y que están invirtiendo importantes cantidades en investigadores, científicos y tecnología de punta para lograr un día un excitante encuentro de civilizaciones.

Pero este contacto ya se ha dado, aunque no ha sido el único ni esa raza es la única dentro de este crisol cósmico de seres galácticos. El hecho es que, después de meditar mucho sobre por qué estos seres no han aterrizado en la Casa Blanca o en la Plaza Roja, Enrique Castillo concluyó que estos seres contactan a gente como él (y no a un líder político de una potencia mundial) porque son “sumamente inteligentes” y porque esta serie de avistamientos y contactados alrededor del mundo obedece a un plan superior. Sin embargo, Castillo dice que su comprensión no llega a tanto y que alberga aún muchas dudas a pesar de haber recibido alrededor de 100 mensajes contentivos de conocimientos científicos, tecnológicos, humanísticos, espirituales y esotéricos.

Ahora, si consideramos lo del pacto con los estadounidenses, y por esta vía un posible pacto con los rusos y antes con los nazis, quedaría claro también que no aterrizan en la Casa Blanca porque, antes bien, han aterrizado en el Pentágono o en algún lugar del desierto de Nevada o de Siberia. Y si ha ocurrido esto, su alta inteligencia debe haberlos advertido de las consecuencias políticas y sociales que tendría develar públicamente un encuentro de este tipo. Y es que, ¿podríamos imaginar a Obama, −quien ha hablado desde la tribuna de la ONU de la excepcionalidad de EE.UU. en el mundo y más recientemente que su país es “compañero de trabajo de Dios”−, reconociendo que toda su alta tecnología (símbolo de su “superioridad”) fue transferida por unos enanos cabezones de otros mundos?

Por su parte, el contactado Ricardo González, durante una entrevista en el programa televisivo Hola Chile, ofrece su visión sobre el tema. Ante la pregunta de uno de los miembros del panel, quién inquirió a González quiénes eran estos seres, de donde venían y qué querían, el investigador hizo un repaso de su trayectoria y afirmó estar convencido de dos cosas principales:

1- No son humanos y vienen desde hace mucho tiempo al planeta.

2- No vienen con malas intenciones porque si no, desde hace tiempo nos hubieran hecho daño.

De estas reflexiones, González deduce la razón por la que no se han mostrado abiertamente a la humanidad. De acuerdo al investigador, los alienígenas siguen una especie de protocolo de acción. Esta discreción viene dada por una ética y una moral particular que les impediría mostrarse abiertamente, una discreción que formaría parte de unas normas estrictas íntimamente relacionadas con una espera. De tal manera, ellos no se muestran abiertamente porque están esperando una expansión de consciencia, un salto importante en nuestra comprensión de las cosas que nos permita integrarnos a la comunidad cósmica existente. Está claro: dentro de la comunidad galáctica, nosotros somos una especie de niños cósmicos que no estamos preparados para que nos digan que Santa Claus no existe; pero el tiempo para esa revelación parece estarse acercando.

Resulta evidente que el “plan superior” del que habla Castillo es el “protocolo de acción” del que habla González. Las líneas argumentales también coinciden en que estamos en una “espera”, en cuyo espacio debemos prepararnos física y espiritualmente para el momento de la “revelación”. Otros contactados, como mi amiga Alicia, opinan que si estos no se han descubierto en toda su plenitud y magnificencia es porque le gente entraría en pánico, estado emocional que podría generar pensamientos alocados (como que llegó el Armagedón que esperan algunas religiones) o que vienen a atacarnos (como hemos visto en variedad de películas, incluyendo la venidera La llegada). Esta sería la razón por la que contactan a individuos de forma aislada, a los cuales les suelen dejar mensajes trascendentes que se han ido difundiendo. Lo que está pasando ahorita, el incremento de contactados y avistamientos, se explica porque la gente estaría más receptiva; van aceptando la idea de que no estamos solos en el vasto universo.

Finalmente, mi opinión personal sobre la discreción de nuestros amigos cósmicos, dejando sentado mi acuerdo con los contactados arriba mencionados. En primer lugar, si nuestra limitada comprensión nos permite entender algo de las consecuencias que tendría la revelación pública de la vida extraterrestre entre nosotros, estas inteligencias superiores las comprenden perfectamente en toda su extensión y con todas sus implicaciones. Estas consecuencias, agreguemos, podrían ser caóticas en el contexto de un mundo regido aún en gran medida por el materialismo científico alejado de la espiritualidad; aunque, paradójicamente, al final todo resultaría científicamente explicable, toda vez que estamos hablando de los misterios y posibilidades de la ingeniería genética, lo cual sugiere un origen humano distinto del “creacionismo” que nos habla del “soplo” o “el barro”, y del evolucionismo darwinista, que todavía hoy anda en busca del mentado “eslabón perdido”.

La idea de que la humanidad no está preparada aún como colectivo-raza para abrirse a esta realidad, y que esta es la causa por la que los alienígenas han estado contactando a personas seleccionadas –por razones que los mismos contactados no comprenden muy bien−, tiene mucha lógica. Esto nos conduce a pensar que el incremento de los contactos en los últimos años apunta hacia un objetivo no muy diferente del apostolado. Se trataría de difundir un mensaje, confiando en la capacidad creciente de la humanidad para separar el grano de la paja, profundizar en el conocimiento de sí mismo, de su poder, y de las “otras realidades” que siempre han coexistido con ella. En fin, en eso estamos, preparándonos para un evento que, este sí, no está fácil de imaginar.

Amaury González V.

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