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lunes, 17 de febrero de 2014

Volvieron a patear la mesa de diálogo, siguen jugando a la antipolítica, después no se quejen

A tan solo cinco días de los hechos de violencia que protagonizaron grupúsculos fascistas infiltrados en la marcha de los estudiantes opositores al Gobierno, nos sumamos a la condena total de las acciones violentas de tufillo golpista que pretenden crear en Venezuela un escenario de ingobernabilidad y desestabilización al estilo Ucrania o, peor aún, un escenario catastrófico de caos y degeneración social tal como ha ocurrido en Siria.

No podemos dejar de hacernos eco de la reflexión hecha por el veterano de la política venezolana, José Vicente Rangel, quien en su espacio televisivo dominical condenó categóricamente los hechos violentos que dejaron como saldo decenas de heridos, cuantiosos daños materiales y tres ciudadanos asesinados. Para Rangel, está claro que hubo una reedición del formato de abril de 2002, y que fue orquestado por los mismos actores. Pero además, no hay duda para el viejo dirigente sobre la responsabilidad de los hechos, frente a la cínica estrategia de opacar y diluir lo que es evidencia indiscutible: declaraciones, las “amenazas de los dirigentes de la aventura”, además de diversidad de imágenes y videos, así lo demuestran.

Estas imágenes, por cierto, no son las que la canalla mediática cómplice y aliada de la ultraderecha fascista venezolana se ha encargado de difundir en el contexto internacional, las cuales fueron manipuladas hasta el punto de presentar imágenes de protestas de Cataluña (Europa), Egipto (África), Ucrania (Europa oriental), Grecia (Sur de Europa), Chile y hasta de Brasil, como "pruebas" de lo que estaba ocurriendo en Venezuela.

No parece comprensible que los variopintos sectores de la oposición se estén dejando arrastrar por las aventuras de quien en el 2002, junto a Henrique Capriles, encabezó la cacería de brujas contra funcionarios del Gobierno, además del asedio a la embajada de Cuba; más aún, después de que el presidente Maduro abriera las puertas de Miraflores a gobernadores y alcaldes de la oposición para interactuar con cada uno de ellos en un diálogo sincero sobre las situaciones y temas de mayor importancia nacional, lo cual constituyó, como lo expresó Ernesto Villegas en reciente artículo, un verdadero hito en la medida en que esa clase política no pisaba Miraflores desde el año 2002.

La oposición ha desechado el diálogo otra vez porque nunca lo han querido, y porque su estrategia en los últimos años ha sido la de la mentira, la anti-política, la de los lineamientos de Leo Strauss llevados a su nivel más desquiciante y oligofrénico. ¿Qué hacer con una oposición golpista que, si bien ha sido perdonada por sus aventuras y reiteradamente invitada a dialogar con el Gobierno de buena Fe, persiste en su locura?

No es interpretación ni retórica ni particular lectura: estamos ante un nuevo pateo de la mesa por parte de la oposición. Pateo de las instituciones democráticas, la paz social y de una estabilidad política que muchos países petroleros quisieran disfrutar. Y si bien la oposición venezolana no es homogénea y hay sectores dentro de ella que al parecer rechazan la violencia, a la fecha existen serias dudas sobre la sinceridad de las tímidas declaraciones que hasta ahora hemos escuchado. Lo que tendría que haber, lo que se debe exigir, es un claro deslinde entre los que optan por la lucha pacífica y democrática  y los que promueven la violencia. En este contexto, como ha dicho José Vicente, toda ambigüedad, aparte de reflejar cobardía o complicidad, es de por sí insostenible e inaceptable.

De tal manera, que aquí todo el mundo debe repudiar la violencia si lo que queremos es una Venezuela de paz y trabajo, de verdadero progreso y bienestar, y no una Siria o una Ucrania latinoamericana.

Editorial PoderenlaRed.com del 17F

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